Caso Venturino: claves para entender a Amado Boudou
La narración de la fallida firma marplatense de recolección de residuos Venturino...
14 de Julio de 2015
La narración de la fallida firma marplatense de recolección de residuos Venturino Eshiur S.A., y el rol fundamental que ocupara en ella el Vicepresidente Amado Boudou, ayuda a explicar casi a la perfección la personalidad del doblemente procesado funcionario. Y, por efecto transitivo, acaso sirvan para anticipar y entender al país.
Para muchos, Aimé Boudou es hoy un emblema de la corrupción kirchnerista, pero también habría que tomar nota de sus puntos de contacto con la fiesta de los noventa. El eterno bon vivant configuró no poco de su personalidad a partir del destape de los ochenta y la festividad noventista, siendo parte de aquella inexplicable fusión entre peronismo y liberalismo que bien supo corporizar la Era menemista; allí donde -se sabe- pizza y champagne eran componentes necesarios de cualquier menú. El hecho de que el segundo de Cristina Kirchner haya alcanzado semejante altura durante el kirchnerismo-cristinista consolidan la sensación de que las dos grandes vertientes del justicialismo post-Perón guardan entre sí mucho más nexos de lo que se públicamente se admite.
El apogeo y la caída de Venturino funcionó como un perfecto anticipo del ascenso vertiginoso del ahora Vice -y de su derrumbe posterior. La firma de recolección de residuos funcionaba, en la práctica, como un monopolio. Su titular, Luis Rubén 'Chiquito' Venturino -fallecido hace poco tiempo en medio de una virtual ruina financiera, residiendo incluso en un departamento alquilado-, era en aquella oportunidad uno de los empresarios más prósperos de Mar del Plata. Su mansión, ubicada en los cruces de las calles Mathew y Las Heras, era conocida como 'la esquina de los Venturino'. Corrían los primeros años de la recuperada democracia y el país, pese a las hondas secuelas que recién comenzaba a legar la dictadura militar, se mostraba propicio para nuevas oportunidades. Sin embargo, la tragedia irrumpió en el bienestar familiar, en 1985: el único hijo varón de los Venturino -con todo lo que eso ha significado siempre en veteranas tradiciones familiares- perdió la vida en un accidente. Ese luctuoso hecho signó el principio del fin: el empresario dio inicio a un indetenible proceso de autodestrucción. 'Perdió las ganas de vivir' -dicen aquí-, abandonándose a su suerte. Y, si ya no se preocupaba por su propio bienestar, mal iba a hacerlo por el devenir de su propia firma.
Luis Venturino también contaba cuatro hijas. Tres de ellas habían hallado compañía en Juan Letamendia, Rodolfo Usuna y Juan Bautista Boudou -el último de los nombrados, hermano de Amado. Subsiste la creencia de que Amado Boudou salía con la cuarta hija, pero el dato jamás pudo confirmarse. Es entonces que a partir del trágico deceso del primogénito de Venturino, los citados personajes comienzan a hacerse del control de la organización. Los conoisseurs locales bautizaron entonces a los personajes como 'Los Yernos'. Amén de no serlo formalmente, Amado también es incorporado a la firma; con el tiempo, convirtióse prácticamente en el jerarca de la misma. Acaso su logro más destacable, alimentado por su reputación de casanova, fue el haber embelesado a Nilde Angélica Masnaghetti -esposa de Venturino, quien dispensaba a Aimé una confianza absoluta, al punto de extenderle un poder general de administración (esto es, el regenteo absoluto de las decisiones empresariales). Boudou nunca abandonaría este modus operandi. Otro profundo conocedor de su historia no duda en compartir que Aimé 'Convencía a todo el mundo; tenía una sonrisa compradora, y mentía tanto y tan bien, que le terminabas creyendo'. Su semblante ayudaba. Una antigua compañera suya del secundario del colegio Minerva se acerca para certificarlo: 'Estábamos todas enamoradas de él'..
La clave del desbarajuste protagonizado por 'Los Yernos' en el imperio se soliviantaba en la condición de playboys que ostentaban aquellos -'chetos', era la calificación empleada por aquellos años. 'Era el clásico grupito marplatense de conchetitos: iban a Playa Grande, tocaban la guitarra, a la noche iban a hacer rostro a la calle Alem. Del grupo también tomaba parte Alejandro Vanderbroele', relata otro vecino, que se atiene al derecho de no revelar su identidad. El núcleo, en rigor, pertenecía a la clase media, pero se caracterizaba por una ambición desmedida, tendiente a escalar en el entramado social. Sería este factor el que, de acuerdo a testigos presenciales, los llevaría a la destrucción de Venturino: el deseo de pertenecer, de adquirir vehículos caros y departamentos con vista al mar. Pero otra fuente aporta otro valioso testimonio: 'A los yernos sólo les interesaba vivir bien. En cambio, a Boudou le interesaba usar a la empresa como trampolín. Este también se dió muchos gustos, pero había algo más en él. Por eso, los yernos le otorgaron el manejo financiero de la empresa. Y, además, contaba con el apoyo de la familia. Era un seductor nato, pero le faltó inteligencia'. Los gustos que se dió el ex Ministro de Economía fueron el famoso auto marca Honda, por el que hoy está procesado y en vías de juicio oral, y un departamento en Lavalle y Colón, lindante con el tradicional complejo 'Tio Curzio'; la propiedad tiene un valor de mercado de US$ 400 mil. Al igual que muchos otros marplatenses, Amado Boudou celebró su casamiento con Daniela Andriuolo en Tío Curzio, el 30 de abril de 1993. Se insiste aquí con el comentario de que el propio Alejandro Vanderbroele asistió al convite -aún cuando aún resta certificarlo efectivamente. Como tampoco puedo corroborarse la identidad de la persona que estaría detrás de la adquisición del Honda y del lujoso inmueble: Nuñez Carmona. Es que el talón de Aquiles del Vice es, justamente, Vanderbroele, sindicado como su testaferro o nombre de paja en las causas que entienden sobre Ciccone y la refinanciación de la deuda de la Provincia de Formosa. Ya demasiadas preguntas penden cuales espadas de Damocles sobre estos subcapítulos; por ejemplo, ¿por qué la ex mujer jamás habló con los medios de comunicación? En igual sentido, ¿es casual que Andriuolo y un hermano de Boudou residan en la misma ciudad, Roma? ¿Existe trato regular entre ellos?
A raíz de la prescripción judicial de la causa por la quiebra de Venturino, y gracias a la impericia y la negligencia de sus responsables, su resolución jamás llegó al público. No obstante, el comentario certificable en Mar del Plata es que la causa que podría sindicarse como crucial para signar la caída de la empresa fue -amén de la buena vida que se querían dar 'Los Yernos'- la abultada deuda que el municipio mantenía con la compañía. Aún cuando este factor exime de responsabilidad a Boudou, investigadores independientes del affaire recuerdan que el municipio local abonaba a Venturino con diversos certificados, que a su vez eran descontados en 'cuevas' a tasas usurarias; todo ello redundaba en la pérdida del 40% del valor de los documentos en el intercambio; y la urgencia de liquidez hacía convalidar estas operaciones. La habitualidad de esta práctica, sumada al derroche de sus responsables, no podía tener otro final más que la quiebra de la sociedad anónima. En este escenario, el por entonces intendente Mario Roussak fue el encargado de darle el golpe de gracia en 1992: decidió dividir la ciudad en dos para la recolección de residuos, otorgándole la concesión a 'Transportes 9 de Julio' para una mitad, y a Venturino la remanente. Si bien esto significó una reducción en los ingresos, lo cierto es que, si las finanzas no se hubieran mostrado tan exhaustas en aquella oportunidad, la firma hubiese podido resistir el cambio en las condiciones de operación. Tres años más tarde, Venturino presentó quiebra, registrando una portentosa deuda de salarios y aguinaldos de cara a sus 650 empleados y ante la obra social del sindicato de los camioneros. Al gremio, la empresa le 'pagó' con el predio de Frisco Bay, una disco montada sobre el primer parque acuático de la ciudad, que fuera cita obligada de la noche marplatense y que también pertenecía a los Venturino. Hoy, ese predio se encuentra en estado de abandono: al estar construido sobre un enorme basural, la basura emana gases que producen explosiones frecuentes, por lo que no es recomendable realizar construcción alguna. Otro símbolo más de la desidia y del carácter siempre efímero de los apogeos.
En función del importante atraso que Venturino mantenía con sus empleados, existe coincidencia entre los locales a la hora de referir que Aimé Boudou debió abandonar las oficinas oculto en el baúl de su vehículo en un sinnúmero de oportunidades, por temor a ser linchado. También se habla de incontables veces en que debió soportar allanamientos en su domicilio de Colón y Lavalle, dadas las denuncias penales presentadas en su contra. El imperio que alguna vez fue Venturino Eshiur ya no existía, y Boudou era sindicado como el gran responsable del derrumbe. A ello le sobrevendría, finalmente, la separación con Andriuolo y una profunda depresión. A la postre, el ahora Vicepresidente en ejercicio fue rescatado por otro personaje, quien en su momento lo recomendara al entonces jefe comunal del Partido de la Costa, Juan De Jesús, para que se haga cargo de las finanzas del Municipio. Relato que, próximamente, será explorado en profundidad.
Para muchos, Aimé Boudou es hoy un emblema de la corrupción kirchnerista, pero también habría que tomar nota de sus puntos de contacto con la fiesta de los noventa. El eterno bon vivant configuró no poco de su personalidad a partir del destape de los ochenta y la festividad noventista, siendo parte de aquella inexplicable fusión entre peronismo y liberalismo que bien supo corporizar la Era menemista; allí donde -se sabe- pizza y champagne eran componentes necesarios de cualquier menú. El hecho de que el segundo de Cristina Kirchner haya alcanzado semejante altura durante el kirchnerismo-cristinista consolidan la sensación de que las dos grandes vertientes del justicialismo post-Perón guardan entre sí mucho más nexos de lo que se públicamente se admite.
El apogeo y la caída de Venturino funcionó como un perfecto anticipo del ascenso vertiginoso del ahora Vice -y de su derrumbe posterior. La firma de recolección de residuos funcionaba, en la práctica, como un monopolio. Su titular, Luis Rubén 'Chiquito' Venturino -fallecido hace poco tiempo en medio de una virtual ruina financiera, residiendo incluso en un departamento alquilado-, era en aquella oportunidad uno de los empresarios más prósperos de Mar del Plata. Su mansión, ubicada en los cruces de las calles Mathew y Las Heras, era conocida como 'la esquina de los Venturino'. Corrían los primeros años de la recuperada democracia y el país, pese a las hondas secuelas que recién comenzaba a legar la dictadura militar, se mostraba propicio para nuevas oportunidades. Sin embargo, la tragedia irrumpió en el bienestar familiar, en 1985: el único hijo varón de los Venturino -con todo lo que eso ha significado siempre en veteranas tradiciones familiares- perdió la vida en un accidente. Ese luctuoso hecho signó el principio del fin: el empresario dio inicio a un indetenible proceso de autodestrucción. 'Perdió las ganas de vivir' -dicen aquí-, abandonándose a su suerte. Y, si ya no se preocupaba por su propio bienestar, mal iba a hacerlo por el devenir de su propia firma.
Luis Venturino también contaba cuatro hijas. Tres de ellas habían hallado compañía en Juan Letamendia, Rodolfo Usuna y Juan Bautista Boudou -el último de los nombrados, hermano de Amado. Subsiste la creencia de que Amado Boudou salía con la cuarta hija, pero el dato jamás pudo confirmarse. Es entonces que a partir del trágico deceso del primogénito de Venturino, los citados personajes comienzan a hacerse del control de la organización. Los conoisseurs locales bautizaron entonces a los personajes como 'Los Yernos'. Amén de no serlo formalmente, Amado también es incorporado a la firma; con el tiempo, convirtióse prácticamente en el jerarca de la misma. Acaso su logro más destacable, alimentado por su reputación de casanova, fue el haber embelesado a Nilde Angélica Masnaghetti -esposa de Venturino, quien dispensaba a Aimé una confianza absoluta, al punto de extenderle un poder general de administración (esto es, el regenteo absoluto de las decisiones empresariales). Boudou nunca abandonaría este modus operandi. Otro profundo conocedor de su historia no duda en compartir que Aimé 'Convencía a todo el mundo; tenía una sonrisa compradora, y mentía tanto y tan bien, que le terminabas creyendo'. Su semblante ayudaba. Una antigua compañera suya del secundario del colegio Minerva se acerca para certificarlo: 'Estábamos todas enamoradas de él'..
La clave del desbarajuste protagonizado por 'Los Yernos' en el imperio se soliviantaba en la condición de playboys que ostentaban aquellos -'chetos', era la calificación empleada por aquellos años. 'Era el clásico grupito marplatense de conchetitos: iban a Playa Grande, tocaban la guitarra, a la noche iban a hacer rostro a la calle Alem. Del grupo también tomaba parte Alejandro Vanderbroele', relata otro vecino, que se atiene al derecho de no revelar su identidad. El núcleo, en rigor, pertenecía a la clase media, pero se caracterizaba por una ambición desmedida, tendiente a escalar en el entramado social. Sería este factor el que, de acuerdo a testigos presenciales, los llevaría a la destrucción de Venturino: el deseo de pertenecer, de adquirir vehículos caros y departamentos con vista al mar. Pero otra fuente aporta otro valioso testimonio: 'A los yernos sólo les interesaba vivir bien. En cambio, a Boudou le interesaba usar a la empresa como trampolín. Este también se dió muchos gustos, pero había algo más en él. Por eso, los yernos le otorgaron el manejo financiero de la empresa. Y, además, contaba con el apoyo de la familia. Era un seductor nato, pero le faltó inteligencia'. Los gustos que se dió el ex Ministro de Economía fueron el famoso auto marca Honda, por el que hoy está procesado y en vías de juicio oral, y un departamento en Lavalle y Colón, lindante con el tradicional complejo 'Tio Curzio'; la propiedad tiene un valor de mercado de US$ 400 mil. Al igual que muchos otros marplatenses, Amado Boudou celebró su casamiento con Daniela Andriuolo en Tío Curzio, el 30 de abril de 1993. Se insiste aquí con el comentario de que el propio Alejandro Vanderbroele asistió al convite -aún cuando aún resta certificarlo efectivamente. Como tampoco puedo corroborarse la identidad de la persona que estaría detrás de la adquisición del Honda y del lujoso inmueble: Nuñez Carmona. Es que el talón de Aquiles del Vice es, justamente, Vanderbroele, sindicado como su testaferro o nombre de paja en las causas que entienden sobre Ciccone y la refinanciación de la deuda de la Provincia de Formosa. Ya demasiadas preguntas penden cuales espadas de Damocles sobre estos subcapítulos; por ejemplo, ¿por qué la ex mujer jamás habló con los medios de comunicación? En igual sentido, ¿es casual que Andriuolo y un hermano de Boudou residan en la misma ciudad, Roma? ¿Existe trato regular entre ellos?
A raíz de la prescripción judicial de la causa por la quiebra de Venturino, y gracias a la impericia y la negligencia de sus responsables, su resolución jamás llegó al público. No obstante, el comentario certificable en Mar del Plata es que la causa que podría sindicarse como crucial para signar la caída de la empresa fue -amén de la buena vida que se querían dar 'Los Yernos'- la abultada deuda que el municipio mantenía con la compañía. Aún cuando este factor exime de responsabilidad a Boudou, investigadores independientes del affaire recuerdan que el municipio local abonaba a Venturino con diversos certificados, que a su vez eran descontados en 'cuevas' a tasas usurarias; todo ello redundaba en la pérdida del 40% del valor de los documentos en el intercambio; y la urgencia de liquidez hacía convalidar estas operaciones. La habitualidad de esta práctica, sumada al derroche de sus responsables, no podía tener otro final más que la quiebra de la sociedad anónima. En este escenario, el por entonces intendente Mario Roussak fue el encargado de darle el golpe de gracia en 1992: decidió dividir la ciudad en dos para la recolección de residuos, otorgándole la concesión a 'Transportes 9 de Julio' para una mitad, y a Venturino la remanente. Si bien esto significó una reducción en los ingresos, lo cierto es que, si las finanzas no se hubieran mostrado tan exhaustas en aquella oportunidad, la firma hubiese podido resistir el cambio en las condiciones de operación. Tres años más tarde, Venturino presentó quiebra, registrando una portentosa deuda de salarios y aguinaldos de cara a sus 650 empleados y ante la obra social del sindicato de los camioneros. Al gremio, la empresa le 'pagó' con el predio de Frisco Bay, una disco montada sobre el primer parque acuático de la ciudad, que fuera cita obligada de la noche marplatense y que también pertenecía a los Venturino. Hoy, ese predio se encuentra en estado de abandono: al estar construido sobre un enorme basural, la basura emana gases que producen explosiones frecuentes, por lo que no es recomendable realizar construcción alguna. Otro símbolo más de la desidia y del carácter siempre efímero de los apogeos.
En función del importante atraso que Venturino mantenía con sus empleados, existe coincidencia entre los locales a la hora de referir que Aimé Boudou debió abandonar las oficinas oculto en el baúl de su vehículo en un sinnúmero de oportunidades, por temor a ser linchado. También se habla de incontables veces en que debió soportar allanamientos en su domicilio de Colón y Lavalle, dadas las denuncias penales presentadas en su contra. El imperio que alguna vez fue Venturino Eshiur ya no existía, y Boudou era sindicado como el gran responsable del derrumbe. A ello le sobrevendría, finalmente, la separación con Andriuolo y una profunda depresión. A la postre, el ahora Vicepresidente en ejercicio fue rescatado por otro personaje, quien en su momento lo recomendara al entonces jefe comunal del Partido de la Costa, Juan De Jesús, para que se haga cargo de las finanzas del Municipio. Relato que, próximamente, será explorado en profundidad.
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@PortaluppiPablo
Sobre Pablo Portaluppi
Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital, reside en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Su correo electrónico: pabloportaluppi01@gmail.com. Todos los artículos del autor, agrupados en éste link.