Los desperfectos del reciente rescate financiero otorgado a Grecia

Los líderes de la Eurozona mantuvieron en vilo a todo mundo en Bruselas el pasado fin de semana, a criterio de ingeniar otro rescate de último minuto para Grecia—lo que representa ya el tercer acuerdo para otorgar un rescate financiero en los últimos cinco años. El convenio fue anunciado a comienzos de esta semana, pero los problemas económicos de largo plazo de este país permanecen.

Previo a recibir un paquete en créditos de €86 mil millones de parte de instituciones europeas, el parlamento griego deberá aprobar nuevos ajustes de presupuesto y reformas económicas, para este miércoles.

Pero, hasta tanto Grecia adopte reformas políticas y económicas fundamentales, es probable que repita los mismos errores -una y otra vez-, y que continúe siendo una de las economías menos libres del Viejo Continente.

Irónicamente, muchas de las condiciones del paquete de rescate son incluso más duras que las que los votantes griegos rechazaron en el referéndum llevado a cabo dos semanas atrás.

El primer ministro Alexis Tsipras -político perteneciente al partido de extrema izquierda Syriza- fue elegido en enero pasado, con el mandato de poner fin a las medidas de austeridad impuestas por los dos rescates financieros iniciales; ahora, proclama que el reciente convenio es bueno para Grecia.

Para Tsipras, se trata de un acuerdo favorable, porque requeriría la adopción de reformas impositivas tendientes a recortar la evasión fiscal, e incrementaría el impuesto al valor agregado (IVA griego), que generará mayores ingresos para el gobierno.

Mientras que impuestos más altos son siempre la solución buscada por partidos socialistas como Syriza, el analista Salim Furth -de la Fundación Heritage, en Washington, D.C.- ha demostrado que el aumento de impuestos provoca más daño que beneficios. Grecia necesita reformas que alienten el crecimiento económico y contengan los costos generados por el gobierno; y no tributos más elevados para pagar a acreedores irresponsables.

Uno de los aspectos más controvertidos y sensibles del acuerdo es la exigencia de privatizar activos controlados por el Estado, que totalizan 50 mil millones de euros.

El desacuerdo entre Tsipras y Angela Merkel en relación al modo de proceder a la venta de tales activos casi abortó el convenio.

Conforme lo ha señalado el Indice de Libertad Económica, el Estado de Derecho es débil en Grecia, y la corrupción es rampante.

Amén de una serie de esfuerzos pasados tendientes a generar un ambiente regulatorio más amistoso para las compañías privadas, el mercado laboral continúa siendo extremadamente rígido y lento a la hora de ajustarse a las realidades del mercado.

El matutino estadounidense The Wall Street Journal resumió correctamente los prospectos sombríos para Grecia, en un reciente editorial:

Ahora, el peligro es que los griegos queden entrampados con las subas de impuestos que Syriza desea, y con los recortes a las pensiones que resultan más sencillos de monitorear para los acreedores, mientras que las reformas más importantes son cajoneadas. Esta es una receta para más años de estancamiento, y es una amenaza política recurrente para el mantener el lugar de Grecia en la Eurozona.

De momento, el pretendidamente grandioso proyecto unificador de la Unión Europea se mantiene intacto, de la mano de membresías que sobrevienen con el precio de eternas y dolorosas reformas al sur de la UE.

A menos que los ciudadanos griegos reclamen que sus líderes políticos confronten estas problemáticas subyacentes y las resuelvan, seguirán multiplicándose los sonámbulos en Bruselas -tarde o temprano.


Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2015/07/13/whats-wrong-with-the-latest-greece-bailout-deal/