¿Se propone Usted juzgar el valor de un acuerdo internacional? En tal caso, valorícelo no en función de lo que significa -en esta oportunidad- para los Estados Unidos, sino lo que representa para su contraparte. Tal es el estándar que debería emplearse al reciente convenio cerrado con Irán.
¿Recuerda Usted los Acuerdos de París? Aquellos tenían poco que ver con el actual. El 1973, todo EE.UU. deseaba que el presidente retirara a cada soldado estadounidense, y que ello garantizara que la otra parte respetara la independencia de Vietnam del Sur.
Pero aquél era un punto que Vietnam del Norte nunca estuvo dispuesto a conceder. El resultado del acuerdo de 'paz' finalizó con refugiados encimándose para treparse a los helicópteros, mientras el ejército norvietnamita marchaba hacia Saigón, en el sur.
Todo lo que el presidente Barack Obama pedía en Viena, sitio donde se alcanzó el acuerdo, era que el acuerdo con Iran pudiera cerrarse, y que ello sería garantía de que el gobierno en Teherán no construiría un arma nuclear.
Desde la perspectiva de la Casa Blanca, se logró lo buscado. 'Cada sendero hacia la bomba atómica ha sido clausurado', declaró el presidente estadounidense.
Pero, atiéndase al acuerdo desde la perspectiva de Teherán.
Es claro que, previo al convenio, los iraníes intentaban desarrollar una tecnología crítica para construir armas nucleares. Sin dudas: aquéllos no reconocían en el flamante acuerdo que buscarían la bomba. Lo cual es consistente con lo que el régimen había declarado en el pasado: 'Jamás hemos perseguido ni buscado un arma nuclear', diría el pasado año el presidente Hassan Rouhani, 'y tampoco lo seguiremos intentando'.
Nadie se cree realmente tal afirmación. Si alguien así lo hiciese, no habría necesidad para negociar en primer lugar. La infraestructura nuclear y misilística que el régimen ha construído opera en simultáneo con los esfuerzos tanto de Paquistán como de Corea del Norte, previo a que se convirtieran en potencias nucleares. No hay razón para asumir que los objetivos de Teherán son diferentes.
De tal suerte que, si Teherán busca la bomba, el tema aquí es: ¿creen que el acuerdo los detendrá a la hora de construírla? La respuesta es: no. Sabemos eso, debido a que no es difícil revisar los pasos que describen cómo Irán se hará de un arsenal nuclear.
Irán ya cuenta con la infraestructura que necesita, y el acuerdo no le exige que los objetivos de esa infraestructura sean reorientados hacia otras metas. Más aún, Teherán podrá continuar la investigación y desarrollo relacionados, ampliando su programa de misiles.
Mientras tanto, en el corto plazo, el régimen cuenta con todos los incentivos para cumplir escrupulosamente con el acuerdo. ¿Por qué no? No le representa costo alguno y, a cambio, logra un alivio en sanciones económicas y acceso sin precedentes a los mercados mundiales. En concordancia con algunas fuentes, Teherán podrá esperar una infusión de entre 300 y 400 mil millones de dólares en efectivo, para volcar hacia la economía reprimida de su país. Gran parte de ese dinero fluye a través de las manos del régimen.
Al mismo tiempo, y fogoneado por una oleada de billetes, Teherán podrá alimentar su agresiva política exterior y fortalecer su posición en la región.
Dada la credibilidad sellada en el reciente convenio, Irán podrá incluso multiplicar sus quejas contra terceros. Dado que ha jurado no contar con armas nucleares, podrá exigir a Occidente que ponga fin a sus programas de defensa misilística, que recorte el comercio de armas a otros Estados en el Medio Oriente, y caer encima de otras potencias regionales que pudieren buscar sus propios programas nucleares, así como insistir ante Israel que éste reconfigure su arsenal nuclear.
'Por qué no -argumentará Irán-, si todo ello representa una amenaza para nosotros. El convenio de Viena prueba nuestras intenciones pacíficas. Todos los demás deberán echarse atrás'.
En un aproximado de un año, tras llenar sus arcas, desestabilizar el equilibrio de poder en la región, y de fortalecer su control sobre el pueblo iraní, el régimen podrá reevaluar su análisis sobre los acuerdos de Viena. Pudiendo descubrir que el acuerdo ya carece de sentido.
Iran podrá, entonces, armar equipo junto a naciones tales como Corea del Norte, China o Rusia, y rápidamente acelerar su programa, transformándose en un programa nuclear declaradao -pero, ahora, desde una posición de poder-; se convertiría en un poder hegemónico regional, con una dictadura con puño de hierro, en la forma de una poder con riquezas que forme parte del mercado internacional, nunca alejado de éste.