Ecuador: reservas y dolarización
A algunos en Ecuador les preocupa que el gobierno haya forzado a los bancos...
09 de Agosto de 2015
A algunos en Ecuador les preocupa que el gobierno haya forzado a los bancos a transferir las reservas que tenían depositadas en países desarrollados de regreso hacia territorio ecuatoriano, para que luego éstas sean invertirlas en deudas emitidas por el gobierno mismo. Existen quienes han pensado que, con esta medida, se han reducido las reservas internacionales a niveles que son ahora demasiado bajos para mantener al país dolarizado.
Para discutir este punto, resulta indispensable recordar la diferencia entre el papel de las reservas en una economía no dolarizada y una dolarizada. En una economía no dolarizada, coexisten dos monedas: una que se usa internacionalmente (en el caso de Ecuador, es el dólar estadounidense), y otra que se emplea a nivel doméstico (el sucre, que existía cuando Ecuador no estaba dolarizado). A la hora de imaginar cómo funciona la economía no dolarizada, considere Usted un casino en el que, para jugar, se le exige que cambie sus dólares por unas fichas. Todo ello, con la promesa, por cierto, de que cuando quiera irse, Usted pueda cambiar de regreso las fichas y le devolverán sus dólares -o los que tenga al salir del casino. El cajero del casino debe guardar dólares para cuando esto suceda. Este es el papel de las reservas en el banco central en los países no dolarizados; sirven para responder a las demandas de dólares a cambio de la moneda local.
En un casino, si Usted llega a adquirir dólares con sus fichas, y el cajero no cuenta con los dólares suficientes para cambiárselas, podría Usted llamar a la policía y acusar al casino de estafa. Si esto sucediera en un banco central, sin embargo, éste simplemente devaluará la moneda, hasta que los dólares alcancen. Así, por ejemplo, si la tasa de cambio es uno a uno, y Usted cuenta con diez mil fichas, debería recibir diez mil dólares. Sin embargo, si el banco central solo contara con cinco mil dólares, devaluará las fichas a dos por uno, y le regresará a Usted cinco mil dólares. El papel de las reservas, entonces, es mantener el valor de las fichas; éstas, en el caso de países, resultan ser el valor de la moneda local.
En una economía dolarizada, por contraste, solo existe una moneda (en lugar de dos), cuyo valor no depende de ninguna reserva mantenida en el país. Si se tratase de un casino, sería como si Usted ingresara a uno en el que las máquinas reciben dólares directamente. Usted no cambia fichas por billetes, ni al ingresar ni al egresar. El valor de la moneda local -el dólar- no se define por el gobierno, ni por el Banco Central de Ecuador. Se define en términos del euro, la libra o el yen en los mercados internacionales. Ese valor no se modifica si Ecuador cuenta o no con reservas. Los precios en dólares y los contratos en dólares seguirán valiendo lo mismo, aquí y en la China, aunque Ecuador carezca de reservas. Estas no sirven para mantener el precio de la moneda doméstica, que es el dólar.
Entonces, ¿para qué son necesarias las reservas en una economía dolarizada? Tienen el mismo nombre (reservas), pero desempeñan un rol completamente diferente, y son poseídas por personas diferentes. En una economía dolarizada, como en cualquier economía, los bancos precisan reservas porque ellos no guardan en cajas el efectivo que el público les deposita, sino que lo otorgan en préstamos para poder generar ingresos, que permiten pagar intereses en los depósitos, pagar sus gastos y, así, obtener una utilidad. Pero no les es posible prestarlo todo, por cuanto algunas personas retiran su dinero todos los días. No todos retiran todo con rigor diario, sin embargo. La mayor parte se deja en los bancos. Estos necesitan mantener solo una parte de los depósitos en reserva -digamos, el 20 por ciento.
Estas reservas se mantienen en la moneda local, sean pesos o dólares, según el caso. En una economía dolarizada, se determinan en dólares. Pero las reservas tampoco son almacenadas en cajas (excepto pequeñas cantidades en las sucursales), sino que se depositan en instrumentos financieros que pagan intereses y que sean pasibles de ser convertidos en efectivo. Esto resulta esencial, por cuanto los depositantes nunca esperan; los bancos no pueden retrasar sus pagos. Si alguien quiere su dinero ya, y el efectivo que el banco tiene no alcanza, el banco tiene que ser capaz de convertir sus reservas en efectivo —por ejemplo, si tienen Notas del Tesoro de EE.UU., los venden y recuperan su efectivo, a criterio de cubrir el retiro. Dado que estos instrumentos registran una gran demanda en los mercados internacionales, se dice que son líquidos porque pueden intercambiarse por efectivo, en apenas un instante. Estas reservas, pues, no son para defender el valor de la moneda que se usa en Ecuador, sino para que los bancos puedan responder a retiros de depósitos.
Y, ¿quiénes son, entonces, los dueños de esas reservas? No son el gobierno, ni el banco central; sino los depositantes. Es dinero de ellos, como también es la mayor parte del dinero que los bancos prestan (el resto es el capital de sus accionistas).
¿Cuál es el efecto posterior al hecho de que el gobierno ecuatoriano haya forzado a los depositantes (a través de sus bancos) a tener la parte de sus depósitos que son reservas invertidas no en Notas del Tesoro de EE.UU., sino en bonos del Gobierno de Ecuador? Pues, se incrementaron dos riesgos: uno de solvencia, y otro, de liquidez. El riesgo de solvencia se refiere a que Ecuador no esté capacitado para hacer frente a sus obligaciones, o por lo menos en la misma moneda (dólares) en las que fueron contraídas. Pagar en nuevos pesos una deuda contratada en dólares es faltar a las obligaciones; peor si la nueva moneda se devalúa en relación al dólar. El riesgo de liquidez se refiere a que los bancos no puedan vender rápidamente sus tenencias de bonos del Gobierno de Ecuador al mismo precio al que las compraron, con miras a atender a retiros de los depósitos de los bancos. Realizar estas ventas, por supuesto, son más difíciles si los bancos tienen notas ecuatorianas que si tienen notas de EE.UU. o de Alemania.
Si esto ocurriere, esto es, que la ciudadanía lleve a cabo más retiros que el efectivo que los bancos tienen en sus cajas fuertes, y los bancos no pudieren vender rápidamente sus bonos del Gobierno de Ecuador, el gobierno debería tomar prestados dólares en el extranjero (del Fondo Monetario Internacional, por ejemplo), no para salvar su moneda, sino para salvar sus bancos. Esto es lo que tuvo que hacer Grecia. Pero esto es lo que deben de hacer también los bancos centrales de las naciones que cuentan con monedas locales, porque las crisis financieras en estos países siempre han sido cambiarias. La gente extrae dinero de los bancos para comprar dólares en el mercado oficial, disminuyendo las reservas de dólares del Banco Central (es la salida del casino), o en el mercado negro, evitando que esos dólares entren al Banco Central. Por eso es que, aunque tengan una moneda local que ellos pueden crear, los países no dolarizados que tienen crisis van a Washington a conseguir créditos del FMI para resolverlas.
Por eso es también que una crisis bancaria no se resuelve desdolarizando. Al contrario: si el país se desdolariza, la población intenta extraer más dinero de los bancos para comprar dólares, con lo que los nuevos pesos se devalúan más. Acto seguido, la gente quiere comprar más dólares... en un círculo vicioso.
Cuando esto sucede, la solución es mantener la dolarización, y no salirse del dólar. Esto ocurrió en Ecuador, donde los depósitos estaban cayendo como piedra, hasta que se propuso la dolarización.
Los bancos en Ecuador no parecen estar en mala situación de solvencia. Como en Grecia, sin embargo, un pánico puede causar un problema, porque ninguna institución cuenta con las reservas suficientes para cubrir una salida de la totalidad de sus depósitos. Grecia aprendió que amenazar con la eliminación del euro, causó un pánico que no tenía razón de ser, obligando al gobierno a pedir mayores créditos para salvar al sistema bancario (que no hubiera necesitado salvación si el gobierno no hubiera amenazado con la des-euroización). Es de desear que todos los países dolarizados aprendan de aquella lección. Grecia no cayó en el precipicio. Otros sí podrían caer.
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@ElCatoEnCorto
Sobre Manuel Hinds
Economista y consultor económico, Hinds se desempeñó como Ministro de Hacienda de El Salvador entre 1994 y 1999. Se le considera el padre de la dolarización, tras haber propuesto la idea en su país. Es autor de Playing Monopoly with the Devil: Dollarization and Domestic Currencies in Developing Countries (publicado por Yale University Press en 2006) y co-autor con Benn Steil de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009). Hinds también es columnista de El Diario de Hoy de El Salvador. En 2010, obtuvo el Premio Hayek del Manhattan Institute.