Inundaciones: falta de previsión, o ausencia del Estado
Algunos recordamos el chiste del veterano personaje de historieta conocido como...
14 de Agosto de 2015
Algunos recordamos el chiste del veterano personaje de historieta conocido como Condorito; en cierta oportunidad, éste se encontraba durmiendo bajo un cocotero. Acto seguido, un periodista -que caminaba por el lugar- le pregunta: '¿De qué vive Usted?'. Tras alzar la vista, Condorito replica: 'De los cocos que da este cocotero'. Estupefacto, el interlocutor repregunta: 'Pero, ¿cómo hace para cosecharlos?'. El personaje responde: 'Los tira el viento y yo solamente los recojo'. '¿Y qué sucede si no hay viento?', lanza el periodista. Condorito ofrece la respuesta esperada: 'Ah; entonces, es una mala cosecha'.
Pareciera que en la Provincia de Buenos Aires sucediera algo similar. Luego de su frustrada visita de descanso a Italia, el Gobernador Daniel Scioli explicó ante la prensa que el enemigo a vencer por las inundaciones es 'el cambio climático'. En otras palabras -y tomando los conceptos del funcionario-, habremos de concluir que, si acaso llueve, estaremos en las manos de Dios. Diría el referido Condorito: 'Una mala cosecha'. Naturalmente, el caso del personaje de historieta remite a un vago caracterizado por el desprecio por el trabajo y por el esfuerzo. Al referirnos al Señor Gobernador, sobrarían motivos para afirmar que éste no asigna a la previsión la importancia que ésta reviste. Tras las severas inundaciones que ahora golpean a quienes residen en numerosas localidades de la Provincia que Scioli gobierna, la Administración poco hizo para prever la ocurrencia de nuevos episodios; menos ha hecho a los efectos de intentar mitigar el efecto devastador de las inundaciones que vienen sucediéndose en estos últimos años.
Lo cierto es que el mismo 'cambio climático' que afecta a la Provincia de Buenos Aires impacta igualmente, y en todo caso, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires -y todos tienen presentes los daños provocados por las inundaciones que golpeaban a la capital del país hasta hace muy poco tiempo atrás. Las autoridades en ejercicio, lejos de tomar prestado el ejemplo de Condorito y dormir a la sombra del cocotero o, en lugar de echarle la culpa al cambio climático, decidieron invertir en obras. Estos trabajos demandaron su tiempo y sobra decir que fueron costosas; sin embargo, y al final del día, se logró que los otrora atribulados vecinos de Palermo y Belgrano pudieran dormir en paz y trabajar sin temer a la lluvia. La Ciudad de Buenos Aires y sus autoridades no aguardaron a que la cosecha fuera traída por el viento.
Pero la previsión ante catástrofes no es patrimonio exclusivo de la Ciudad Autónoma. En la mismísima Provincia de Buenos Aires, tómese el caso del municipio de Malvinas Argentinas. En palabras de los propios vecinos, la localidad solía inundarse con recurrencia, a partir del desborde de los arroyos Claro, Basualdo y Darragueira. El jefe comunal, Jesús Cariglino, no se quedó de brazos cruzados; desde su función, procedió al entubamiento de los arroyos (uno por uno). En simultáneo, Malvinas Argentinas logró resolver el problema hídrico que venía arrastrándose a lo largo de años. Como corolario, hoy día, Malvinas Argentinas no ha vuelto a inundarse. Adicionalmente -y ya que hemos ingresado en el terreno de la previsión y la presencia efectiva del Estado-, vale destacar lo hecho en este municipio en materia de salud. La localidad cuenta hoy con hospitales modernos que exhiben la más alta tecnología y un recurso humano de excelencia; lo hecho en este sentido no se detiene: se renueva periódicamente y se promueve su crecimiento, para el comprobable bienestar de todos sus vecinos. Curiosamente, puede decirse que el municipio de referencia es de los pocos que se muestra enfrentado -ya desde hace años- con los gobiernos Nacional y Provincial. Lo cual potencia aún mas los logros de su jefe comunal, pues éste nunca contó con fondos provinciales o nacionales para asistir a la localidad a prevenir y a crecer -sencillamente, se asiste a la correcta administración de los recursos con que se cuenta. Lejos de poner a la publicidad o a la pintura anaranjada o amarilla como prioritarias, el foco se orienta a resolver las problemáticas de los vecinos. Servirá citar un ejemplo: en oportunidad de la pandemia conocida como Gripe H1N1, tanto las autoridades de salud nacionales como provinciales decidieron respaldarse en el nivel de conocimiento y en los recursos humanos de este municipio a criterio de lidiar con el problema y atacarlo.
Pareciera que en la Provincia de Buenos Aires sucediera algo similar. Luego de su frustrada visita de descanso a Italia, el Gobernador Daniel Scioli explicó ante la prensa que el enemigo a vencer por las inundaciones es 'el cambio climático'. En otras palabras -y tomando los conceptos del funcionario-, habremos de concluir que, si acaso llueve, estaremos en las manos de Dios. Diría el referido Condorito: 'Una mala cosecha'. Naturalmente, el caso del personaje de historieta remite a un vago caracterizado por el desprecio por el trabajo y por el esfuerzo. Al referirnos al Señor Gobernador, sobrarían motivos para afirmar que éste no asigna a la previsión la importancia que ésta reviste. Tras las severas inundaciones que ahora golpean a quienes residen en numerosas localidades de la Provincia que Scioli gobierna, la Administración poco hizo para prever la ocurrencia de nuevos episodios; menos ha hecho a los efectos de intentar mitigar el efecto devastador de las inundaciones que vienen sucediéndose en estos últimos años.
Lo cierto es que el mismo 'cambio climático' que afecta a la Provincia de Buenos Aires impacta igualmente, y en todo caso, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires -y todos tienen presentes los daños provocados por las inundaciones que golpeaban a la capital del país hasta hace muy poco tiempo atrás. Las autoridades en ejercicio, lejos de tomar prestado el ejemplo de Condorito y dormir a la sombra del cocotero o, en lugar de echarle la culpa al cambio climático, decidieron invertir en obras. Estos trabajos demandaron su tiempo y sobra decir que fueron costosas; sin embargo, y al final del día, se logró que los otrora atribulados vecinos de Palermo y Belgrano pudieran dormir en paz y trabajar sin temer a la lluvia. La Ciudad de Buenos Aires y sus autoridades no aguardaron a que la cosecha fuera traída por el viento.
Pero la previsión ante catástrofes no es patrimonio exclusivo de la Ciudad Autónoma. En la mismísima Provincia de Buenos Aires, tómese el caso del municipio de Malvinas Argentinas. En palabras de los propios vecinos, la localidad solía inundarse con recurrencia, a partir del desborde de los arroyos Claro, Basualdo y Darragueira. El jefe comunal, Jesús Cariglino, no se quedó de brazos cruzados; desde su función, procedió al entubamiento de los arroyos (uno por uno). En simultáneo, Malvinas Argentinas logró resolver el problema hídrico que venía arrastrándose a lo largo de años. Como corolario, hoy día, Malvinas Argentinas no ha vuelto a inundarse. Adicionalmente -y ya que hemos ingresado en el terreno de la previsión y la presencia efectiva del Estado-, vale destacar lo hecho en este municipio en materia de salud. La localidad cuenta hoy con hospitales modernos que exhiben la más alta tecnología y un recurso humano de excelencia; lo hecho en este sentido no se detiene: se renueva periódicamente y se promueve su crecimiento, para el comprobable bienestar de todos sus vecinos. Curiosamente, puede decirse que el municipio de referencia es de los pocos que se muestra enfrentado -ya desde hace años- con los gobiernos Nacional y Provincial. Lo cual potencia aún mas los logros de su jefe comunal, pues éste nunca contó con fondos provinciales o nacionales para asistir a la localidad a prevenir y a crecer -sencillamente, se asiste a la correcta administración de los recursos con que se cuenta. Lejos de poner a la publicidad o a la pintura anaranjada o amarilla como prioritarias, el foco se orienta a resolver las problemáticas de los vecinos. Servirá citar un ejemplo: en oportunidad de la pandemia conocida como Gripe H1N1, tanto las autoridades de salud nacionales como provinciales decidieron respaldarse en el nivel de conocimiento y en los recursos humanos de este municipio a criterio de lidiar con el problema y atacarlo.
Retomando la áspera cuestión de las inundaciones, el Gobernador Daniel Osvaldo Scioli declaró -a la hora de explicitar 'por motivos personales' para su traslado a Italia- que pensó que 'el agua ya empezaba a bajar', cuando decidió abordar el avión. Otro episodio de evidente falta de previsión. Tal como Condorito en el relato del inicio de este artículo, Scioli pareció elevar su mirada al cielo, estimando que las aguas retrocederían. ¿Debe tolerarse el hecho de que la Provincia de Buenos Aires no cuente aún con un sistema de alerta temprana que advierta sobre lo que pudiera suceder, en términos climáticos? Resulta inaceptable dejar librado a la discrecionalidad de algún funcionario -el que sea- las adivinanzas frente a lo que pudiere ocurrir con la fortuna y destino de cientos de miles de argentinos. Abunda hoy tecnología que, rápida y eficazmente, detecta y preanuncia estos fenómenos, ofreciendo el tiempo suficiente para preparación y prevención. Si las obras no se han ejecutado (como es fácilmente comprobable ahora), al menos la Provincia podría contar con un sistema de alertas.
Infortunadamente, y conforme ha quedado expuesto a partir del frustrado periplo del Gobernador, la ausencia de mecanismos de previsión y de obras invitan a preguntarse si las tristes consecuencias que hoy asoman se explican a raíz de la sola ausencia de previsión o, peor todavía, de una declarada ausencia -o indiferencia- del Estado. Ya con la tragedia consumada, viendo cómo las aguas arrastraron todo, sorprendió el Secretario General de la Presidencia, Eduardo 'Wado' de Pedro en ocasión de su visita a Salto; éste anunció que la 'solidaridad' destinada a los damnificados recién arribaría al retirarse la televisión y los representantes de los medios de comunicación en general. Así fue, tal como el lector lo está leyendo. Así las cosas, el problema de fondo no pareciera coincidir estrictamente con la inundación, sino con la Ley de Medios...
Vale reiterar la pregunta: ¿asistimos a una ausencia del Estado? ¿O la historia remite simplemente a su indiferencia? Otros tantos nos hemos mostrado sorprendidos con la broma que el candidato por el Frente para la Victoria a la Gobernación, Aníbal Fernández, compartiera al aspirante a Presidente, Daniel Scioli, cuando le inquirió de forma pública si había traído alfajores de su visita a Italia. La socarronería y la humorada entre candidatos del mismo espacio político difícilmente hayan caído simpáticas entre aquellos compatriotas que, ahora, lo han perdido todo.
A unos cuántos días de concluir su gestión como Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, tras ocho años a cargo del Ejecutivo Provincial y cuatro como Vicepresidente de la Nación -nuevamente, leyó Usted bien: doce años de gestión ininterrumpida-, el primer anuncio que realizó Daniel Scioli a su regreso al país fue que declararía la 'emergencia hídrica' en todo el distrito.
Al cierre, mi intención es dejar al lector una pregunta, para que pueda procederse a su reflexión. ¿Cómo calificaría Usted la gestión de un funcionario que, tras oficiar de Gobernador durante ocho años ininterrumpidos, procede a la declaración de la 'emergencia hídrica' como su último acto de gobierno? Desde la humilde perspectiva de quien escribe, éste bien podría haber sido su primer acto, pero jamás el último.
* Fotos: Municipio de Malvinas Argentinas; obras hidráulicas. Antes y después.
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@DrRobertoJ
Sobre Roberto Porcel
Es Abogado en la República Argentina, especialista en Derecho Comercial y experto en temas relativos a la falsificación marcaria. Socio en el Estudio Doctores Porcel, fundado en 1921. Los textos del autor en El Ojo Digital pueden consultarse en http://www.elojodigital.com/categoria/tags/roberto-porcel.