Cómo juega Turquía su guerra contra el terrorismo
El involucramiento de Estados Unidos en el Medio Oriente desde 2001 podría...
El involucramiento de Estados Unidos en el Medio Oriente desde 2001 podría representar una comedia de errores, salvo por el hecho de que nada tiene de gracioso. Todo comenzó con la explotación de un perplejo presidente George W. Bush por parte de un grupo de consejeros neoconservadores que habían venido planeando invadir Irak desde hace tiempo para derribar a Saddam Hussein -empleando argumentos falsos que referían que Bagdad era un nido de terroristas y un repositorio de armas de destrucción masiva. La fallida ocupación fue seguida de un caso prolongado de construcción democrática que, esencialmente, destruyó a Irak como nación y, de manera eventual, condujo a un gobierno sectario cercanamente vinculado al vecino Irán, que había sido lo suficientemente temerario como para exigir que las fuerzas estadounidenses se retiraran para fines de 2011.
En definitiva, la aventura de George Bush fue correctamente descripta como el peor desastre en materia de política exterior en la historia de los Estados Unidos de América, falleciendo en aquélla un aproximado de 4.500 soldados americanos y algunos cientos de soldados iraquíes, en tanto arrojó un costo de, al menos, US$5 billones para los contribuyentes en Norteamérica. Y esta evaluación ni siquiera abarca el modo en que la intervención de EE.UU. condujo al ingreso de al-Qaeda en el país, como resultado del vacío de poder generado. Al-Qaeda fue seguida del nacimiento de ISIS en la vecina Siria, prolegómeno que rápidamente hizo metástasis y se expandió hacia Irak. Ni Irak ni Siria habían albergado terroristas previo a 2001, pero recién ahora se tiene la certeza de que no fue así. Y unos pocos de aquéllos están empleando armas de fabricación estadounidense, capturadas -sin presentar combate- por parte del ejército iraquí (que a su vez fue entrenado por Estados Unidos).
Los Estados Unidos incluso proporcionaron respaldo abierto y encubierto para grupos rebeldes que operaban en Siria, bajo la insana creencia de que derribar al presidente Basher al-Assad conduciría a la creación de una nueva democracia. Aparentemente, tal como sucediera en Libia. Aún cuando casi todo el mundo está de acuerdo en que es difícil definir en la práctica al 'rebelde moderado' y que éste ha sido visto con menor frecuencia que los unicornios, Washington fue adelante con un programa de US$ 500 millones para que la CIA y el Pentágono entrenaran a una fuerza de ataque de criaturas semejantes, para que fueran liberados en Siria. El extensivamente caro esfuerzo entrenó a un puñado de sesenta rebeldes, que regresaron a casa solo para ser rápidamente derrotados por sus pares -que observaban una mayor militancia guerrillera. Algunos fueron asesinados y otros, capturados; así que, en forma poco ceremoniosa, se disolvieron. De vuelta al comienzo.
Todo lo cual parece haber beneficiado a ISIS, que exhibe una excelente llegada en redes sociales y cuenta con un brazo de propaganda con capacidad para presentar al grupo como un baluarte contra Occidente y sus valores, mientras se opone a regímenes musulmanes corruptos que han traicionado tanto a Alá como a sus fieles.
Desde el comienzo, Turquía, que nominalmente se opone a grupos rebeldes radicales como ISIS y Jabbat-al-Nusra, curiosamente se ha ausentado de la refriega, argumentando que el esfuerzo mayor debería centrarse en derrotar a al-Assad. En efecto, en ocasión de visitar Estambul en julio pasado, rebeldes barbados fueron vistos en los vecindarios más fundamentalistas, recolectando dinero para ISIS, sin ningún tipo de interferencia de los numerosos y altamente visibles policías y servicios de inteligencia turcos. Turquía incluso ha estado adquiriendo, subrepticiamente, tanto como US$ 3 millones en petróleo contrabandeado de ISIS con rigor diario, financiando virtualmente las actividades del grupo. Ankara le ha permitido a militantes de ISIS cruzar libremente la frontera siria hacia Turquía, bajo lo que podría describirse como lo que los estadounidenses llaman 'R&R' ('rest and recreation'; descanso recreativo), así como también para recibir tratamientos de salud y entrenamiento. Las armas han estado fluyendo en la dirección opuesta, abonadas y transportadas -algunas de ellas, provistas por el servicio de inteligencia turco o MIT.
Dado el caldillo que ahora se registra en el Medio Oriente árabe, Washington se ha mostrado comprensiblemente deleitado cuando Turquía, el 23 de julio, anunció que 'lo pasado, pisado' y ergo, Ankara desempeñaría un rol más activo contra ISIS. O, al menos, eso es lo que pareció que Ankara declaraba. Los aviones de combate estadounidenses podrían utilizar la base aérea de la OTAN en Inçirlik para bombardear posiciones de ISIS, lo que representa vuelos más cortos desde las instalaciones en su oportunidad utilizadas en el Golfo Pérsico -aunque la maniobra no resolvería el inconveniente principal, esto es, que no existen observadores de avanzada en el terreno en capacidad de dirigir las bombas y los misiles [N. del T.: las bombas guiadas por láser, por ejemplo, requieren de observadores en tierra]. Esto significa que muchos aviones regresan con sus cargas de bombas intactas.
Pero la euforia en Washington debe haber durado poco, conforme Turquía rápidamente demostró que su usufructo de los Estados Unidos como socio en la ofensiva contra terroristas podría ser considerada como una fachada para alguna actividad más bien diferente, siendo que ISIS no era el enemigo que Ankara tenía en mente.
La comprensión de lo que estaba sucediendo en la política doméstica turca, que condujere hacia un rol más agresivo, resulta esencial. Turquía había llevado a cabo elecciones parlamentarias el 5 de junio; en ellas, el partido oficialista en control, el Partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP) falló en su objetivo de hacerse de la mayoría. Peor aún, el Partido Democrático del Pueblo (HDP) -mayormente compuesto por kurdos- superó la barrera de los diez puntos porcentuales exigidos para obtener bancas en el parlamento, cosechando más del 13% de los sufragios -muchas de las bancas eran de legisladores del AKP-. Esto convirtió al espectro kurdo en un partido con potencial para asistir en la constitución de un nuevo gobierno.
El presidente Recep Tayyip Erdogan, cuyo estilo autócrata y recurrentemente islamista fue, probablemente, la causa para la conmoción electoral, había estado regenteando Turquía de facto, mientras que el primer ministro Ahmet Davutoglu había intentado, sin éxito, hallar un socio de coalición para un nuevo gobierno. Erdogan había estado maniobrando abiertamente para llevar a cabo nuevas elecciones, rehusándose a realizar concesiones hacia potenciales socios de coalición, e intentó crear una situación política perceptiblemente favorable al AKP -táctica que fuera descripta por un líder de oposición como 'golpe civil'. Se propuso el 1ero. de noviembre como posible fecha, pero ésta debe ser confirmada por el Comité Electoral. Erdogan había hecho una apuesta personal para ir de nuevo a las urnas, conforme había buscado mejorar su posición como presidente por vía de la obtención de nuevos poderes. Detalle que requeriría una mayoría sustancial en el parlamento para interponer una enmienda a la constitución.
El gobierno turco de Erdogan se había mostrado preocupado en los últimos años, en su meta de intentar hallar enemigos tanto internos como externos para justificar su recurrente impostura megalómana. Este esfuerzo se había enfocado mayormente en el enemigo casi mítico Fethullah Gülen, quien reside en Pennsylvania (EE.UU.) y encabeza una organización casi con un formato de culto, denominada Hizmet (el Servicio). Gulen, religioso conservador, fue alguna vez aliado político de Erdogan, pero ambos terminaron convirtiéndose en furibundos enemigos. Cuando se desempeñó como primer ministro, Erdogan acusó a Gulen de haber montado un gobierno secreto que se mostraba 'terrorista' en su naturaleza, y procedió a implementar una serie de purgas en las fuerzas armadas, la policía, el sistema judicial, las universidades y los medios, para destruirlo. Sin embargo, la reciente elección probó que el AKP, amén de su costumbrismo de administrar miedo, comenzaba a perder el control, y era necesario crear una narrativa más creíble como amenaza. Así, pues, hacen su ingreso los kurdos.
Durante tres décadas, Turquía había estado en guerra -una y otra vez- con los kurdos, algunos de los cuales buscan mayor autonomía dentro de Turquía, mientras que otros pugnan por la creación de un Estado kurdo independiente que incorpore porciones de Siria, Irak, Irán y Turquía misma. De acuerdo a algunas estimaciones, el 18% de la población turca es de origen kurdo -concentrado ese porcentual al sudeste del país-, lo cual los convierte en la principal minoría étnica. Se supone que la identidad de los kurdos ha sido suprimida, bajo la afirmación turca de que los kurdos son, en realidad, 'turcos de la montaña'. El idioma y las manifestaciones culturales kurdas han sido ilegales por mucho tiempo en Turquía, aunque se ha registrado un alivio temporal de aquellas restricciones en años recientes, tras presiones de la Unión Europea.
Para muchos turcos, los kurdos son el enemigo existencial. Un Estado kurdo conduciría al desmembramiento del Estado turco, en tanto Siria se ha vuelto el objeto de la ira turca, en parte debido a las preocupaciones de que al-Assad liberaría de actuación al terrorismo kurdo en su indefendible y extensa frontera de 600 millas con Turquía. Aún cuando Turquía ha mantenido un efectivo -en general, exitoso- cese al fuego con el grupo armado disidente de kurdos en el Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK) desde 2013, Erdogan decidió -con total evidencia- que era una buena idea política quebrantar ese acuerdo, y declarar la guerra al antiguo enemigo. Y decidió hacerlo bajo el auspicio de la guerra de los Estados Unidos contra el terrorismo, a criterio de incrementar su legitimidad en los medios y de cara a un auditorio internacional. De allí la decisión de apoyar a los Estados Unidos versus ISIS.
El cambio de eje turco sobre el particular tuvo lugar cuatro días después de un atentado suicida en territorio turco que se cobró la vida de 32 civiles en Suruç, en la región kurda. El atentado fue atribuído a ISIS de manera poco convincente pero, sin embargo, ello condujo al cerco y puesta en prisión de, mayormente, militantes kurdos y de izquierda a lo largo de Turquía, más un número más pequeño de simpatizantes de ISIS. Un ataque aéreo de alto calibre contra el PKK y otros objetivos kurdos en el norte de Siria siguió a continuación, sin interponerse aviso previo contra soldados estadounidenses, otras fuerzas aliadas y oficiales de inteligencia presentes en el área -maniobra que, según se informó, 'enfureció' a líderes militares americanos. Claramente, Ankara estaba respondiendo con la fuerza a temores de algún tipo en relación a un Estado kurdo en desarrollo en el norte de Siria, preocupación que había ido in crescendo luego de que milicianos kurdos liberaran la localidad fronteriza de Tel Abyad de elementos de ISIS en junio. Esto llevó a un periódico pro-gubernamental a describir a los kurdos como 'más peligrosos que ISIS'.
Desde la ola de arrestos y los ataques aéreos iniciales, las represalias kurdas contra los turcos han arrojado un saldo de más de cincuenta soldados y policías asesinados, mientras que existen reportes sobre un estimado de 400 militantes kurdos ultimados a manos de los turcos. Todo lo cual garantiza que el ciclo de violencia, expresado en 'toma y daca', continuará.
Hasta la semana pasada, la fuerza aérea turca llevó a cabo más de 300 ataques contra objetivos kurdos, cotejados contra solo tres en réplica versus ISIS. La guerra de Turquía contra ISIS fue redirigida, rápidamente y por diseño, contra los kurdos, incluyéndose como objetivo a la milicia YPG (Unidades de Protección Popular Siria y Kurda) que, en conjunto con los kurdos iraquíes, son respaldados por los Estados Unidos y han sido la fuerza más efectiva a la hora de oponerse a ISIS. De modo tal que Turquía, simulando oponerse a ISIS, en rigor está atacando a los enemigos del Estado Islámico, e incluso poniendo en peligro la vida de consejeros estadounidenses (de quienes se sabe trabajan con los kurdos).
Todo ello remite al hecho de que los Estados Unidos, otra vez, se han visto sorprendidos con el engaño, recordando el famoso epitafio de Rudyard Kipling: 'Yace aquí un idiota que intentó estafar a Oriente'. Un furioso general estadounidense califica este desarrollo como 'carnada y tironeo', mientras que otro comentó que Erdogan 'necesitaba una distracción' para ir tras los kurdos, y mintió a Washington para lograrlo. Yo podría incluso sugerir que el atentado con explosivos incial que dio origen a la cadena de eventos, que fuera ejecutado por un joven de veinte años de la etnia kurda, podría, en realidad, ser una operación al estilo false flag del MIT (servicio de inteligencia turco) -diseñada para facilitar el ingreso de Turquía en una guerra caliente contra ISIS, pero que estaba llamada a ser redigirida contra los kurdos.
Aún resta ver si Erdogan podrá beneficiarse electoralmente de la nueva guerra, conforme una mayoría de kurdos continúa mostrando cautela ante un involucramiento militar en Siria, y mientras la inestabilidad ha hecho que la lira turca se desmorone en los mercados de divisas. Erdogan ya ha vinculado de manera explícita al partido de oposición HDP con el terrorismo kurdo, en un intento por desacreditarlo y luego removerlo del parlamento; a posteriori, la idea es convocar a que sus ochenta legisladores sean penalizados con la remoción de su inmunidad y, así, perseguirlos judicialmente. Ciertamente, Erdogan cuenta con amplios precedentes cuando se trata de crear una nueva y poderosa amenaza externa a través de la cual resucitar la ventaja política personal.
Perdidos en el desmadre han quedado los desesperanzados diplomáticos y soldados de Washington, que intentan hallarle algún sentido a los ya hace tiempo abandonados intereses estadounidenses; pero esto no implica que los americanos serán inmunes a las réplicas si la situación continúa deteriorándose. El consulado general de los Estados Unidos de América en Estambul -sitio donde alguna vez me desempeñé- fue blanco de un ataque con armas de fuego dos semanas atrás, mientras los militantes kurdos ya han dado inicio a una nueva campaña de terror dirigida contra turistas extranjeros en Estambul y a lo largo de la costa sur y del Mar Egeo en Turquía.
Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en www.theamericanconservative.com/articles/how-turkey-plays-the-war-on-terror/ | Traducido y republicado con permiso del autor, y de The American Conservative (Estados Unidos)
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.