¿Fogonea Rusia un involucramiento militar en el Medio Oriente?
Como si los prolegómenos en Siria no fueran lo suficientemente desagradables...
30 de Septiembre de 2015
Como si los prolegómenos en Siria no fueran lo suficientemente desagradables tras cuatro años de sangrienta guerra civil -se asiste a un brutal régimen en Damasco, al barbarismo del Estado Islámico, al influjo iraní y de Hezbolá, y a la presencia del Frente al-Nusra (afiliado a al-Qaeda), y a su grupo de constructores de explosivos, Khorasan.
A ello, se agregan ahora informes de rusos que se llevan todo por delante.
Informes de actualización refieren que Moscú ha desplegado una fuerza militar expedicionaria y equipo en Siria, a criterio de sostener al gobierno de Basher al-Assad.
La gente se muestra sorprendida, pero todo comporta sentido.
En primer lugar, Damasco es un aliado de vieja data de Moscú, desde tiempos de la Guerra Fría. Con el régimen de al-Assad aproximándose al colapso (más allá del apoyo proveniente de Irán y de Hezbolá), cierta asistencia de Moscú podría ayudar a que Damasco no llegue a una implosión.
Desde luego, aquí no existe altruísmo de parte de Rusia; un posicionamiento estratégico en Siria proporciona a Rusia una ventana hacia el Medio Oriente, otorgando influencia y poder a Moscú en la región.
En efecto, muchos no se notifican de que Moscú administra una base naval en Siria, en la localidad de Tartús, lo cual le da a Rusia acceso a su flota del Mar Negro hacia el Mar Mediterráneo. No es necesario preocuparse por los puntos críticos de tránsito de Turquía -aliado de la OTAN- (refiriéndonos, por cierto, al Estrecho del Bósforo).
Siria incluso ha sido un importante mercado para el armamento ruso. Moscú podría hacerse de dinero extra proporcionando armas y servicio técnico al desesperado régimen de Damasco.
Lo cual no es mala idea en la perspectiva de los rusos, en un momento en que los precios del petróleo y el gas natural se precipitan y las sanciones económicas punitivas (surgidas tras las acciones de Rusia en Ucrania Oriental y en Crimea) vacían las arcas del Kremlin.
Naturalmente, tampoco hay dudas de que los rusos perciben que golpear -o ayudar a contraatacar- al Estado Islámico (posiblemente al-Qaeda) es una buena idea, dado que se conoce de un puñado de ciudadanos rusos que se han marchado para unirse a los combates en Siria e Irak -y podrían regresar.
Probablemente más importante, algunos analistas estiman que tanto el Estado Islámico como al-Qaeda regentean afiliados en la región rusa del Cáucaso, de tal suerte que lidiar con ellos en el extranjero es mucho mejor que lidiar con tales personajes a nivel doméstico.
Una campaña contraterrorista contra ISIS incluso podría ayudar a mejorar la pésima reputación ganada por Moscú, tras los hechos de Crimea.
Al cierre, uno no puede evitar pensar que la maniobra de Rusia en Siria tiene algo que ver con los Estados Unidos. La relación aún continúa tensa, y la rivalidad que Moscú despliega hacia Washington no ha llegado a su fin -amén de la cooperación consolidada tras el acuerdo nuclear con Irán.
La intervención de Rusia, sin embargo, no deja de comportar riesgos para Moscú, desde luego; pero ciertamente dificulta las ya de por sí complicadas deliberaciones en materia de política exterior estadounidense -en relación a la problemática del fundamentalismo islámico en Irak y Siria.
Por ejemplo, ¿cómo, dónde, con qué cifras, en compañía de quién y con qué nivel de intensidad los rusos se involucrarán militarmente en la zona? ¿Cómo afectará esto a la coalición aérea liderada por Estados Unidos? (los medios de comunicación informan sobre posibles conversaciones entre las fuerzas armadas rusas y estadounidenses, en relación a Siria). ¿Sobrevivirá el régimen de al-Assad? Otras tantas preguntas surgen.
Moscú incluso debe estar considerando la noción de que Washington no ve con buenos ojos este reciente ejemplo de 'asertividad' rusa, que subraya la triste situación siria y las preocupaciones sobre cualquier progreso en la campaña versus ISIS.
Como es lógico, Usted odría decir que la intervención de Putin y sus amigos es apenas el último capítulo en la fallida política exterior del Team Obama en Siria. Pero, en rigor, aún no queda claro si acaso la Casa Blanca tiene una agenda concreta para tratar con el problema.
Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2015/09/25/is-russia-ramping-up-military-involvement-in-the-middle-east/
Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2015/09/25/is-russia-ramping-up-military-involvement-in-the-middle-east/
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@Brookes_Peter
Sobre Peter Brookes
Es Analista Senior en temáticas relativas a seguridad nacional en la Fundación Heritage, Washington, D.C. En la actualidad, Brookes ejerce su tercer período como miembro designado en el congreso estadounidense de la Comisión de Revisión de Seguridad y de Economía entre Estados Unidos y la República Popular China. Anteriormente, se desempeñó en la Administración del ex presidente George W. Bush como secretario adjunto de Defensa para Asuntos de Asia y del Pacífico, en donde fue responsable por la política de Defensa de EE.UU. de 38 países y cinco alianzas bilaterales en el continente asiático.