Se logró el Acuerdo de Cooperación Transpacífico; qué sigue ahora
seis años de negociaciones, un Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés)...
08 de Octubre de 2015
Tras seis años de negociaciones, un Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) finalmente se logró en Atlanta (Georgia, EE.UU.). Los expertos en política comercial deberían chequear su marcapasos. Esto es de lo más excitante que se vive en nuestro mundo.
Primero, debemos felicitar a los negociadores del TPP, quienes trabajaron extremadamente duro durante los últimos años en un ambiente de un profundo escepticismo del público —gran parte de este liderado por un alarmismo generalizado— para llegar a este momento. Lograr el acuerdo acerca de una amplia gama de cuestiones entre doce países con distintos niveles de desarrollo económico y con diversos objetivos de política pública no es una tarea para los débiles.
Segundo, todavía hay mucho trabajo por hacer en el frente doméstico. Incluso con el acuerdo concluído, el presidente no puede firmar el acuerdo hasta noventa días después de que anuncie su intención oficial de hacerlo. Durante ese periodo, habrán consultas intensas entre la administración y el Congreso acerca de detalles; el texto legal del acuerdo se volverá disponible al público vía Internet; los comités consultivos de la Oficina del Representante de Comercio de EE.UU. (USTR, por sus siglas en inglés) enviarán sus evaluaciones del acuerdo al Congreso; y habrá muchas oportunidades para que se de un debate doméstico informado y sólido acerca de los beneficios y desventajas del acuerdo.
Luego del periodo de noventa días de consultas, el presidente puede volver a los socios del TPP con el insumo del Congreso, que puede o puede que no requiera modificaciones al acuerdo para mejorar sus posibilidades de ser ratificado. Una vez que el acuerdo es firmado, la Administración luego tiene un máximo de sesenta días para preparar una lista de todas las leyes estadounidenses que necesitarán ser cambiadas debido al TPP; la Comisión de Comercio Internacional estadounidense tendría un máximo de 105 días para realizar un análisis del impacto probable del TPP sobre la economía estadounidense; los comités comerciales del Congreso señalarán la legislación de implementación requerida; y, luego, la legislación final para implementar el TPP será introducida en ambas cámaras. Luego de que la legislación sea introducida, el Congreso tendrá sesenta días y el Senado tendrá treinta días para realizar las votaciones.
Estos requisitos se derivan de la legislación de Autoridad para la Promoción del Comercio que se aprobara durante el verano. Si el TPP va a ser ratificado por el Congreso bajo este presidente, los tiempos sugieren que no hay mucho espacio para demorarse. Aunque se ha vuelto un dogma de fe que los acuerdos comerciales no se mueven durante los años electorales, simplemente no hay cómo evitar que el TPP caiga en manos del Congreso y permee los debates presidenciales y las elecciones primarias. Espere un voto en cualquier momento después de julio de 2016, incluyendo, posiblemente, durante el periodo saliente de la Administración (y vea si es que y cómo Hillary Clinton altera su posición para respaldar el acuerdo que ella ayudó a lanzar como Secretaria de Estado).
En lo que concierne a la sustancia, no estoy ofreciendo respaldo alguno hasta que tenga la oportunidad de revisar el texto. De hecho, mis colegas en el Centro Comercial del Instituto Cato y yo, pretendemos realizar una evaluación de cada capítulo del acuerdo, calificando a cada uno en una escala de 0 (proteccionista) a 10 (libre comercio), y proveyendo una calificación general para el acuerdo TPP. Esperamos que los puntajes de algunos capítulos serán presionados hacia abajo por ciertas provisiones que equivalen a un proteccionismo inherente. Por ejemplo, y en apariencia, Estados Unidos 'aseguró' un periodo de eliminación gradual de 25 años para nuestro arancel a los autos importados de 2,5% y un periodo de eliminación gradual de 30 años para nuestro arancel de 25% a las camionetas importadas. Vaya, gracias por esa inyección de libertad económica...
Como gran parte de la legislación que se presenta en el Congreso, habrán tanto buenas como malas provisiones en el TPP. Si el acuerdo es en suma liberalizador, probablemente ofreceré mi respaldo. Y, como me gusta decir de estos acuerdos comerciales, no hagamos de lo perfecto el enemigo de lo bueno.
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@DIkenson
Sobre Daniel J. Ikenson
Es Director Asociado del Centro de Estudios de Política Comercial de Cato Institute. (Washington, D.C.). Sus artículos son publicados en idioma español en el sitio web del Instituto, ElCato.org.