INTERNACIONALES: CLIFFORD MAY

El rol de Turquía en el nuevo Medio Oriente

Administraremos la ola de cambios en el Medio Oriente. Tal como tenemos un ideal...

20 de Octubre de 2015
'Administraremos la ola de cambios en el Medio Oriente. Tal como tenemos un ideal en nuestra mente sobre Turquía, tenemos uno relacionado con un nuevo Medio Oriente'.
 
Tal fue el comentario compartido tres años atrás por Ahmet Davutoglu, por entonces canciller del gobierno de Turquía, hoy primer ministro. Y los eventos no han servido para respaldar su confianza: el ataque con explosivos de la pasada semana en Ankara -el mas letal en la historia moderna del país- es apenas uno de los ejemplos más dramáticos. Mientras escribo estas líneas, aún no se ha registrado llamado que se atribuya la responsabilidad por los más de 95 civiles asesinados por (de acuerdo a un vocero del gobierno turco- dos atacantes suicidas. Pero si acaso el Estado Islámico estuvo detrás del atentado, ello no solo sería predecible, sino que fue anticipado: 'El potencial para un ataque a nivel doméstico es real', escribieron mis colegas Jonathan Schanzer y Merve Tahiroglu (colegas en la Fundación para la Defensa de las Democracias, FDD) en agosto.
 
Inicialmente, la política de Turquía hacia el Estado Islámico -tal es el nombre que el grupo se otorgó a sí mismo luego de proclamar su califato el 29 de junio de 2014- podría resumirse en la expresión: 'Vive y deja matar' (Live and let kill). Las Ahmed autoridades turcas poco hicieron para impedir el flujo de yijadistas, armamento y dinero hacia su frontera con Siria. Con virtual impunidad, los agentes del Estado Islámico recultaron a ciudadanos turcos y, de acuerdo a un informe policial filtrado, puso en funcionamiento 'células durmientes' a lo largo del país. Los turcos hicieron toneladas de dinero intercambiando petróleo y antigüedades robados por el EI.
 
¿Es posible que el presidente Recep Tayyip Erdogan, la figura política más poderosa de Turquía, pensara que pudiera hacer del Estado Islámico un aliado o, al menos, un socio estratégico? Cualquiera haya sido su cálculo, Erdogan parece exhibir dos prioridades críticas: derribar a Basher al-Assad (cliente de los regentes iraníes shiítas quienes, desde 2011, han estado exterminando a los sunitas en su propio país- y eliminar a las fuerzas kurdas en Siria, antes de que se atrevan a alentar a la amplia minoría kurda de Turquía en su ambición de contar con un Estado en el futuro próximo.
 
Entonces, en julio pasado, un atacante suicida con explosivos ultimó a 33 civiles -la mayoría de ellos, kurdos- en la localidad fronteriza de Suruc, al sudeste del país. Los funcionarios de inteligencia turcos estaban entre aquellos que concluyeron que el Estado Islámico había sido responsable de la maniora. Poco después, las autoridades de Ankara comenzaron a rodear a yijadistas sospechosos en sus hogares, incluso ejecutando ataques aéreos contra el califato en Siria. stados Unidos, tras verse impedido durante meses, incluso obsequió luz verde para que sus bases en Turquía se emplearan para bombardear al EI.
 
La primera respuesta del EI sobrevino en la forma de un video que denunciaba a Erdogan como un 'traidor' que había tomado partido por los 'cruzados', en perjuicio de sus camaradas musulmanes.
 
El ataque del pasado sábado tuvo por objetivo a civiles qeu se manifestaban por la paz entre el gobierno turco y los militantes kurdos de la porción sudeste del país. Por un lado, el gobierno había estado negociando con el PKK -grupo separatista kurdo que tanto Estados Unidos como la Unión Europea habían designado como organización terrorista. Por otra parte, el gobierno de Ankara había estado bombardeando a las bases del PKK en las montañas remotas del norte del Kurdistán iraquí.
 
Así es que, ¿pudo el PKK haber estado detrás del ataque del pasado sábado? El PKK no tiene un historial de atentar contra civiles. Entre los organizadores de la marcha, revistaba el Partido pro-kurdo HDP, y muchas de las víctimas eran kurdas. Incluso, se esperaba que el PKK anunciara un cese unilateral del fuego y, de hecho, lo hizo pocas horas después del atentado. Selahattin Demirta, co-titular de HDP, denunció este último atentado por su carácter de 'ataque barbárico' y 'masacre'.
 
Los prolegómenos tras el evento han cobrado una dimensión política desagradable. En junio, el partido AKP de Erdogan perdió la mayoría que exhibía desde 2002. Ello se debió, en parte, al surgimiento del partido HDP, que defiende el otorgamiento de derechos de minoría para los kurdos, pero no convoca a la escisión nacional. El próximo 1ero. de noviembre habrá elecciones parlamentarias.
 
Existen no pocos analistas que sospechan que Erdogan tuvo cierta participación en el atentado, acaso esperando que el temor empuje a los votantes a manifestarse a su favor. Tales sospechas se resumen en las convocatorias del AKP en pos de prohibir las manifestaciones políticas ciudadanas y su apagón de Twitter minutos después del ataque. Estimo más probable que la furia contra el presidente se incrementará, a la luz de la incapacidad de su gobierno para proporcionar seguridad a la ciudadanía -ni siquiera en la capital del país.
 
Y no es que Erdogan carezca de otros asuntos qué tratar. El presidente ruso Vladimir Putin ha ordenado a los aviones de su fuerza aérea que invadan el espacio aéreo turco, y numerosas aeronaves de combate turcas han sido apuntadas por el radar de aviones enemigos. Esto hizo aparecer a Erdogan como un irresponsable. Por cierto, dado que Turquía es miembro de la OTAN, idéntico calificativo le cabría a la alianza liderada por EE.UU.
 
Si la ofensiva rusa da lugar a que más sirios huyan, es probable que Turquía se convierta en el destino de aquéllos, aún cuando muchos continúen movilizándose hacia Europa en pos de refugio y derechos nucleados en el Estado de Bienestar. Podría esperarque que Erdogan halle modos de alentar la migración de los sirios más hacia el norte. Y uno no precisa ser experto en asuntos del Kremlin para comprender por qué Putin piensa que podría beneficiarse de sobrecargar de problemas los hombros de los europeos.
 
El presidente estadounidense Barack Obama argumentó recientemente que el conflicto en Siria no es 'una guerra proxy [de proximidad] entre los Estados Unidos y Rusia'. Agregó Obama: 'Esto no es un tablero de ajedrez de superpotencias disputándose la supremacía'. Lo cual invita a la pregunta: ¿de qué se trata, entonces?
 
Ciertamente, y conforme lo expresara Davutoglu, una 'ola de cambios' está dando lugar a un 'nuevo Medio Oriente'. En efecto, también, habría que decir que Turquía no está a la altura de ese desafío. En lugar de ello, pudiera ser que el Estado Islámico, la República Islámica de Irán y Rusia sean los que transformen esta región tan estratégicamente vital. Uno podría esperar que la Administración Obama responda con alarmas -sin dejar de tener en cuenta un novedososo y extendido pensamiento estratégico. Y uno se equivocaría, desde luego.


Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2015/10/16/turkeys-changing-role-in-the-new-middle-east/

 
Sobre Clifford May

Clifford May es presidente del think tank estadounidense Foundation for the Defence of Democracies (Fundación para la Defensa de las Democracias, FDD). También se desempeña como columnista de Internacionales en el matutino The Washington Times.