Argentina: la ciudadanía al poder
Mauricio Macri ya es el nuevo Presidente de los argentinos. Las expectativas ante un flamante Gobierno
11 de Diciembre de 2015
Mauricio Macri ya es el nuevo Presidente de los argentinos. Las expectativas ante un flamante gobierno suelen mostrarse favorables pero, ante tanta algarabía, es aconsejable detenerse en cuestiones recurrentes en las que el país suele caer con extrema facilidad, y echar mano de cierta cautela. Toda vez que la ilusión es grande, el golpe que produce una eventual desilusión puede ser estruendoso. Aunque, en ocasiones, las frustraciones no son sólo responsabilidad de una Administración.
Recuérdese, por ejemplo, la tapa de Diario Clarín del 26 de mayo de 2003, es decir, un día después de la jura de Néstor Kirchner en la Presidencia; allí, se aprecia que las expectativas generadas por Macri no se distinguen mayormente de las que despertara en su momento el desaparecido santacruceño. Con un sencillo ejercicio mental, la prudencia asoma inevitable: al compararse la tapa de referencia con las que acompañan la instancia actual -rápidamente, cualquier sueño puede mutar en pesadilla. Al menos en aquellos que hace más de doce años creyeron fervientemente en el fallecido ex mandatario (aunque no lo votaran), y se han convertido ahora en acérrimos críticos del gobierno que acaba de irse. Acaso aquel hito del 54% cosechado por Cristina Fernández en 2011 haya representado una especie de cheque en blanco obsequiado por la ciudadanía a una mujer quien ya se había ocupado de exhibir sus rasgos y comportamiento autoritarios. Aquello fue -a no dudarlo- el germen de lo que vino después: el 'vamos por todo' promocionado tan ruidosamente en febrero de 2012.
Al evaluarse que el sucesor del kirchnerismo ha sido, a fin de cuentas, uno de sus más conspicuos oponentes políticos, se asiste al fracaso hecho y derecho de Cristina. Si la mirada es algo más generosa, y se toma en consideración que, pese a la volatilidad devuelta por el incremento en los precios minoristas, el cepo, la persecución constante, y el nulo apego a las formas republicanas, el oficialismo que acaba de retirarse se ha mostrado altamente competitivo, incluso hasta en el balotaje.
Recuérdese, por ejemplo, la tapa de Diario Clarín del 26 de mayo de 2003, es decir, un día después de la jura de Néstor Kirchner en la Presidencia; allí, se aprecia que las expectativas generadas por Macri no se distinguen mayormente de las que despertara en su momento el desaparecido santacruceño. Con un sencillo ejercicio mental, la prudencia asoma inevitable: al compararse la tapa de referencia con las que acompañan la instancia actual -rápidamente, cualquier sueño puede mutar en pesadilla. Al menos en aquellos que hace más de doce años creyeron fervientemente en el fallecido ex mandatario (aunque no lo votaran), y se han convertido ahora en acérrimos críticos del gobierno que acaba de irse. Acaso aquel hito del 54% cosechado por Cristina Fernández en 2011 haya representado una especie de cheque en blanco obsequiado por la ciudadanía a una mujer quien ya se había ocupado de exhibir sus rasgos y comportamiento autoritarios. Aquello fue -a no dudarlo- el germen de lo que vino después: el 'vamos por todo' promocionado tan ruidosamente en febrero de 2012.
Al evaluarse que el sucesor del kirchnerismo ha sido, a fin de cuentas, uno de sus más conspicuos oponentes políticos, se asiste al fracaso hecho y derecho de Cristina. Si la mirada es algo más generosa, y se toma en consideración que, pese a la volatilidad devuelta por el incremento en los precios minoristas, el cepo, la persecución constante, y el nulo apego a las formas republicanas, el oficialismo que acaba de retirarse se ha mostrado altamente competitivo, incluso hasta en el balotaje.
Pese al alivio que expresan medios y opinión ciudadana por estas horas, sobran extendidos comentarios que servirían para hacer las veces de termómetro social al momento de hacer un análisis. No son pocos los sectores que, sin molestarse a verificar los primeros instantes de Macri como presidente, ya lo responsabilizan de los fuertes aumentos de precios registrados en los últimos días. Amén de esta prerrogativa -en apariencia, poco defendible-, la postura expone con crudeza el carácter feroz de la campaña desplegada por el circuito kirchnerista, y no puede negarse que ha tenido su repercusión. La propuesta Cambiemos deberá sopesar este obstáculo, e intentar superarlo. A fin de cuentas, la inflación lleva casi una década instalada en la cotidianeidad de la Argentina, desde la Era Kirchner -y llegando a la Era Cristina Kirchner.
En definitiva, el mayor riesgo que corre ahora el país no remite necesariamente al rol que -según se dice- ocupará el peronismo desde la vereda de la oposición, sino la tolerancia que la ciudadanía muestre ante las medidas y el rumbo elegidos por el nuevo Gobierno. En tal sentido, el Presidente, más que por el justicialismo, comienza el tránsito de su gestión silenciosamente condicionado por la ciudadanía. El deseo de que Mauricio Macri no pueda completar con comodidad su primer año al frente de la Administración es real, así como también es fogoneado por una miríada de sectores. El destino trágico de la República no se ausenta, ni siquiera del ámbito de las fantasías. Y, precisamente, de esta interpretación de la realidad, el peronismo suele alimentarse.
En tal contexto, los personeros sobrevivientes del movimiento creado por Juan Perón harán su juego: buscarán exhibirse como una esperanza de salvación, ante un eventual naufragio macrista. Daniel Scioli, por citar un caso (y lejos de haber abandonado la política prematuramente), buscará convertirse en el Duhalde de 1999 (alguien podría trazar paralelos en las carreras políticas de ambos), alimentando una candidatura a Senador Nacional para 2017. La CGT filokirchnerista de Antonio Caló y su equivalente en la CTA (liderada por Hugo Yasky), ya han promocionado su reclamo de un plus salarial por inflación y un alivio por el impuesto a las Ganancias. El cristinismo residual -con o sin la líder, nadie lo certifica de momento- dará forma a una oposición feroz. El jefe camionero Hugo Moyano, al menos por ahora, apoya; pero no será un aliado sencillo. Por su parte, Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey han decidido mostrarse moderados, proponiendo reconvertir al justicialismo en un conglomerado partidario moderno y tolerante. Réplicas lejanas de los roles interpretados en su oportunidad por Carlos Ruckauf y José Manuel De la Sota en los albores del gobierno aliancista de Fernando De la Rúa.
Con todo, el peronismo tiene margen para rematar su existencia como una criatura con su energía devaluada; no sea cosa de que la ciudadanía termine percatándose de que existe vida más allá del PJ y lo aprecie como lo que quizá es: apenas un mero tigre de papel. Si hay algo cabalmente demostrado por Cristina Fernández es que, a pesar de mostrarse siempre al filo de la rebelión durante los años k, el pejotismo, salvo contadas excepciones, se ha quedado en amagues y ha aceptado mansamente todas y cada una de las órdenes dictadas por la mandataria saliente -sin importar el calibre del dislate. ¿Sería la insufrible soberbia peronista una sobreactuación que busca ocultar las propias debilidades?
En una carta abierta al Presidente publicada en el matutino parakirchnerista 'Página 12' el mismo día de la asunción de Macri, el escritor Mempo Giardinelli expone crudamente la fuerte oposición que protagonizará el cristinismo. En su último párrafo, puede leerse: '(...) Somos muchísimos los argentinos que esperamos que su paso por la primera magistratura dure sólo cuatro años (...) Confiamos en ello, porque el pueblo argentino siempre vuelve. Y nosotros volveremos, no lo dude'.
Toda una declaración de principios. Y un anticipo franco de lo que puede venir. Salvo que el pueblo argentino deje de permitir que los 'iluminados' de siempre hablen en su nombre, y asuma su verdadero rol de mandante de aquellos que actúan en nombre suyo. Tal vez sea ésta la hora.
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@PortaluppiPablo
Sobre Pablo Portaluppi
Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital, reside en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Su correo electrónico: pabloportaluppi01@gmail.com. Todos los artículos del autor, agrupados en éste link.