América Latina y el crepúsculo del ALBA
Hace dos semanas, el pueblo venezolano decidió mayoritariamente dejar de respaldar...
12 de Diciembre de 2015
Hace dos semanas, el pueblo venezolano decidió mayoritariamente dejar de respaldar al gobierno de Nicolás Maduro. Se trató, sin duda, de una hazaña, considerando las dificultades que la oposición enfrentaba, y de la gran ventaja que tenía el gobierno, que utilizó todos los artilugios posibles para evitar la derrota. No lo logró, y ahora hay la posibilidad de que la nueva asamblea llame a un referéndum para retirar a Maduro de la presidencia, entre otras opciones.
Sin embargo, se trata, como dice el refrán mexicano, de la rifa del tigre. Primero, no es sólo de remover al señor Maduro, que ha mostrado ser profundamente incapaz y que sólo está ahí gracias a las operaciones de los cubanos y a los remanentes de Hugo Chávez. Se trata de terminar con un régimen que lleva más de 15 años en el poder y que ha trastocado todas las instituciones venezolanas. Prácticamente no han dejado nada en pie, y no es que antes de Chávez fueran un prodigio institucional. Segundo, no sabemos qué piensen hacer las fuerzas armadas, especialmente Diosdado Cabello, quien ha sido señalado por los Estados Unidos de América, junto con otros militares de alto rango, de estar involucrados en el narcotráfico. No parece lógico que permitan una transición fluida. Tercero, la oposición tendría que mantenerse unida, alrededor de un líder, o un pequeño grupo, que al día de hoy no es claro que exista. Finalmente, lo que obtendrían sería una economía en escombros, con un tipo de cambio que deberá devaluarse entre mil y mil quinientos por ciento, con ingresos externos mínimos, por la caída de producción de petróleo y el bajo precio del mismo, y con desabasto de prácticamente todo. La rifa del tigre, sin duda.
Algo similar enfrenta Mauricio Macri en Argentina, que logró derrotar al kirchnerismo hace pocas semanas. También tiene que recibir un desastre institucional (Cristina Kirchner tomó control del Banco Central, de la petrolera YPF), una economía que se derrumba (la devaluación probablemente no deba ser mayor a 200 por ciento, pero sigue siendo importante), y serios problemas de financiamiento externo. No es la tragedia de Venezuela, pero es una situación económica muy complicada. También, Macri tendrá enfrente a una oposición muy dura, que todavía no está claro cuántas de las tribus peronistas agrupe, pero que intentará derrocarlo a la brevedad. Es también una rifa similar, si quiere Usted, del leopardo.
Finalmente, hay un proceso en curso aún en Brasil. Ahí no podemos hablar de un derrumbe institucional, sino tal vez lo contrario: una competencia entre instituciones que ha debilitado seriamente a la presidencia. Cuando Lula estaba ahí, su gran habilidad política y de ventas le permitió sortear los problemas. Máxime cuando había dinero de sobra, y expectativas inusitadas. Dilma Rouseff no tiene nada de eso a su favor. Brasil regresa a ser “el país del futuro”, porque el presente es de serias dificultades económicas y políticas. Ya hay un proceso en contra de la presidenta Rousseff, aunque no es claro que vaya a tener éxito. De cualquier forma, 2016 será dificilísimo, con todos los precios de los commodities de Brasil por los suelos, las Olimpiadas enfrente, y la lucha política sin control. Quien logre ganar esa lucha, se llevará también la rifa de algún otro felino. Menos grave que los anteriores, pero no domesticado.
El ALBA, que apenas hace unos años se anunciaba como el futuro de América Latina y el mundo, es hoy valle de lágrimas. Eso sucede cuando se manejan los países con pura voluntad y muchos sueños. Ah, y corrupción.
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@MacarioMX
Sobre Macario Schettino
Se desempeña como Profesor de la División de Humanidades y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey, en Ciudad de México. Es colaborador editorial y financiero del matutino El Universal. Publica periódicamente en el sitio web del think tank estadounidense The Cato Institute, en español.