España: Pedro Sánchez o la muerte del escorpión
Mientras los inversores de fuera y de dentro no saben muy bien...
Mientras los inversores de fuera y de dentro no saben muy bien si mirar a otro sitio y dejar que lleguen a España tiempos mejores o aguantar la respiración con la esperanza de que el futuro político del país será estable, los políticos elegidos en democracia por el pueblo están dando una muestra de hasta qué punto son capaces de llegar. Unos quieren salir en la foto, otros quieren lo mismo pero en solitario, otros quieren dinamitarlo todo desde dentro. Yo, como siempre, me pregunto quién va a pagar los desperfectos de esta fiesta.
Pero, en todo este panorama, hay una figura que destaca: Pedro Sánchez. Dispuesto a “hacer un Carmona” y pactar con la izquierda radical con tal de ver al demonio pepero fuera del sillón presidencial, de repente, ha visto cómo sus planes se le venían abajo.
Los posibles escenarios
Desde la barrera y con un ojo vendado, que es como miramos las cosas de la política los ciudadanos, a Pedro le está pasando factura las semillas sembradas. A nadie podía sorprender que Pedro Sánchez tratara de reproducir lo que sucedió con Antonio Miguel Carmona en el Ayuntamiento de Madrid, a quien Esperanza Aguirre, la candidata más votada, le cedió la alcaldía a cambio de firmar un pacto a tres (Ciudadanos, PP y PSOE) de manera que Podemos no tuviera poder, y él se negó, dejando la alcaldía a Manuela Carmena, candidata de Podemos. Hacer oposición a quien has puesto tú en la alcaldía debe ser bastante deslucido.
Sin embargo, Pedro Sánchez se ha encontrado ahora que su propio partido prefiere no verle de presidente si eso implica pactar con Pablo Iglesias. La razón que aducen es el referéndum por la independencia de Cataluña. Susana Díaz y sus 20 diputados, más otros “barones” autonómicos del PSOE se han opuesto a pactar en semejante tema así como así.
Podemos podría rebajar el tono y restarle importancia al referéndum, o incluso jurar por las aras de Marx que no lo van a apoyar, pero hay otros modos de apoyar la independencia catalana. Por ejemplo, cambiando un artículo de la Constitución por decreto ley. El famoso decretazo que tan bien ensayado está en otros países afines a Podemos. Si se pacta en cualquier caso, en febrero, cuando se celebre el congreso federal del PSOE, Susana Díaz y los socialistas afectados por las cacicadas de Pedro Sánchez, pueden recabar apoyos y sacarle de la dirección del partido, de manera que lo pactado con Podemos quedaría en nada.
Pero si Sánchez se arruga ahora, después de la reunión extraordinaria que están manteniendo los miembros del Comité del PSOE, y no pacta, su autoridad va a verse muy dañada, su imagen también. Ha quedado claro que ansía el sillón presidencial más que la unidad de su partido y ha forzado una situación de fractura, en vez de taparse los oídos para no escuchar los cantos de sirena de Pablo Iglesias. La ambición es corrosiva.
La foto de grupo
El resto de los líderes políticos miran, jaleando en un sentido o en otro. Pablo pica el orgullo de Pedro (como en los Picapiedra, Daniel); Albert se hace propaganda para dejar claro que está siendo el más correcto de todos porque se abstiene. Y así, ni apoya al gobierno ni impide gobernar, con cara de no haber roto nunca un plato. Rajoy se quita de encima los posibles sucesores que se le adjudican desde hace meses por quienes están deseando retirarle. Y los políticos catalanes, para ir entreteniéndose, empatan y no se puede investir a Artur Mas de presidente de la Generalitat. Todo muy completo.
¿Es esa la gente que nos va a gobernar? ¿Va a ser posible? La mayoría de las voces que escucho creen que habrá elecciones anticipadas, tanto si se pacta con Podemos como si no se pacta con Podemos.
Esa posibilidad no sería mala según para quién y dependiendo de cuándo se realicen. Si es de aquí al verano, Ciudadanos sale perdiendo y Podemos tal vez también. Si es en un año y Ciudadanos deja de ser tan desconocido y escurridizo, puede favorecerle. Pero creo que en ambos casos, el PSOE ya está herido de muerte. Y Podemos ha dejado claro que le da lo mismo la estabilidad del país, que solamente le importa ir montando pollos para poner nerviosos a todos y quedar como el más guay entre su banda de cafres.
¿Por qué Pedro Sánchez ha decidido morir clavando el aguijón sobre su propio partido, como un escorpión? El chiste dice que la respuesta del escorpión fue: “Es mi naturaleza”.