Lucha armada y toma del poder: una dialéctica de la guerrilla peronista en los setenta
Es lícito colegir que el General Juan Domingo Perón leyera con alguna incomodidad...
31 de Enero de 2016
'Es que los combatientes del pueblo no hemos elegido la violencia :simplemente hemos decidido dejar de padecerla.Como alguna vez lo dijera el Che, peleamos movidos por un profundo sentimiento de amor al hombre y a la vida. De nuestro enemigo es la culpa de que tengamos que matar para ser libres'.
Parte de las F.A.R. (Fuerzas Armadas Revolucionarias), con motivo de la toma de la ciudad de Garín (Provincia de Buenos Aires, Argentina).
* * *
Es lícito colegir que el General Juan Domingo Perón leyera con alguna incomodidad la misiva que la organización Montoneros le remitiera, con fecha 9 de Febrero de 1971. En un tramo específico, luego de pedir opinión sobre hechos relevantes llevados a cabo por la 'formación especial' -incluído el homicidio de Aramburu-, se descalifica la opción de la toma del poder 'por el camino de las urnas'. Se ratifica una postura que se había manifestado en oportunidades anteriores pero, en esta ocasión, el planteo sobreviene de la mano de una franqueza particular y, acaso, con cierto tono impertinente que los oídos de Perón no estaban habituados a tolerar: '(...) Mientras el enemigo siga manteniendo en sus manos los resortes fundamentales de la economía y el poder de las armas, a nosotros no nos significará ninguna garantía ganar una elección, porque no hay duda de que la ganamos, pero tampoco hay duda de que no van a tolerar un gobierno justicialista, porque justicialismo es socialismo nacional y éste al capital no le agrada, dado que va en contra de sus intereses'. El texto pone énfasis en aclarar que algunas instituciones clave en la génesis del peronismo tienen agotada su tarea histórica, tornándose evidente el 'descreimiento popular sobre el sindicalismo como herramienta para conducir un proceso revolucionario, la imposibilidad de que el Ejército pueda generar un proceso de liberación nacional, y la insuficiencia del camino electoral para tomar el poder'. Montoneros comunica al General que la organización tiene una estrategia clara: 'El único camino posible para que el pueblo tome el poder e instaure el socialismo nacional es la guerra revolucionaria total, nacional y prolongada, que tiene como eje fundamental y motor al peronismo' (2).
El General debe sumar voluntades y licuar las discrepancias: el juego pendular sostenido en textos y discursos inteligentes es su arma formidable.Al contestar la carta de Montoneros,en cuanto a la validez de las elecciones como herramienta eficiente,decide coincidir: “Sobre la opción electoral yo tampoco creo.Hemos visto ya demasiado para creer en semejante patraña.Por eso comparto totalmente sus afirmaciones.”. El General derrama opiniones seductoras para sus destinatarios,en puntos particularmente sensibles:”Totalmente de acuerdo en cuanto afirman sobre la guerra revolucionaria…Organizarse para ello y lanzar operaciones para “pegar cuando duele y donde duele”es la regla” . Para obtener el máximo de rentabilidad política del accionar de la guerrilla,se impone una recomendación fundada en el pragmatismo esencial:”…han de comprender los que realizan la guerra revolucionaria que en esa “guerra”todo es lícito si la finalidad es conveniente” (3).
La lucha armada, aunque entendida como instrumento irrenunciable, se realiza en plenitud cuando se ve complementada por la acción política. Un sólido teórico de la aparente paradoja sirve para explicarlo: 'Acción politica y lucha armada, constituyen aspectos indivisibles de un mismo y único proceso en el que se forjan organización política y fuerzas armadas, pero de su planteamiento resulta esa contradicción, de la cual la necesidad de constituir un mínimo de vanguardia (...) representa el aspecto principal.el aspecto dominante de la referida contradicción,sin cuyo desarrollo no se resuelve favorablemente'.
De tal suerte que parece profetizar lo que se erigirá como el error táctico más notorio de la guerrilla, advirtiendo: 'Pero la lucha armada no sólo no debe ni puede desarrollarse fuera del marco de la lucha política de las masas, sino que éstas deben contar con la orientación y dirección permanente de su organización militar'. (4)
Así, pues, la lucha armada es entendida como tarea de la vanguardia, empeñada en liberar de obstáculos el itinerario de las masas hacia la toma del poder total.
La aplicación del recurso de la violencia es un sacrificio o acto doloroso que la guerrilla acepta, conforme cualquier otro método ya ha sido neutralizado por la política de la burguesía: 'Por ser conscientes de esta encrucijada histórica, es que hemos elegido el camino de la resistencia armada para abrir el paso al acceso de los trabajadores al poder. No nos guía ninguna intención de jugar a la guerra y si tomamos la armas es a pesar nuestro. No somos nosotros los que inventamos la violencia, sino que la violencia es cotidiana, propia del sistema'. (5)
Parte de las F.A.R. (Fuerzas Armadas Revolucionarias), con motivo de la toma de la ciudad de Garín (Provincia de Buenos Aires, Argentina).
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Es lícito colegir que el General Juan Domingo Perón leyera con alguna incomodidad la misiva que la organización Montoneros le remitiera, con fecha 9 de Febrero de 1971. En un tramo específico, luego de pedir opinión sobre hechos relevantes llevados a cabo por la 'formación especial' -incluído el homicidio de Aramburu-, se descalifica la opción de la toma del poder 'por el camino de las urnas'. Se ratifica una postura que se había manifestado en oportunidades anteriores pero, en esta ocasión, el planteo sobreviene de la mano de una franqueza particular y, acaso, con cierto tono impertinente que los oídos de Perón no estaban habituados a tolerar: '(...) Mientras el enemigo siga manteniendo en sus manos los resortes fundamentales de la economía y el poder de las armas, a nosotros no nos significará ninguna garantía ganar una elección, porque no hay duda de que la ganamos, pero tampoco hay duda de que no van a tolerar un gobierno justicialista, porque justicialismo es socialismo nacional y éste al capital no le agrada, dado que va en contra de sus intereses'. El texto pone énfasis en aclarar que algunas instituciones clave en la génesis del peronismo tienen agotada su tarea histórica, tornándose evidente el 'descreimiento popular sobre el sindicalismo como herramienta para conducir un proceso revolucionario, la imposibilidad de que el Ejército pueda generar un proceso de liberación nacional, y la insuficiencia del camino electoral para tomar el poder'. Montoneros comunica al General que la organización tiene una estrategia clara: 'El único camino posible para que el pueblo tome el poder e instaure el socialismo nacional es la guerra revolucionaria total, nacional y prolongada, que tiene como eje fundamental y motor al peronismo' (2).
El General debe sumar voluntades y licuar las discrepancias: el juego pendular sostenido en textos y discursos inteligentes es su arma formidable.Al contestar la carta de Montoneros,en cuanto a la validez de las elecciones como herramienta eficiente,decide coincidir: “Sobre la opción electoral yo tampoco creo.Hemos visto ya demasiado para creer en semejante patraña.Por eso comparto totalmente sus afirmaciones.”. El General derrama opiniones seductoras para sus destinatarios,en puntos particularmente sensibles:”Totalmente de acuerdo en cuanto afirman sobre la guerra revolucionaria…Organizarse para ello y lanzar operaciones para “pegar cuando duele y donde duele”es la regla” . Para obtener el máximo de rentabilidad política del accionar de la guerrilla,se impone una recomendación fundada en el pragmatismo esencial:”…han de comprender los que realizan la guerra revolucionaria que en esa “guerra”todo es lícito si la finalidad es conveniente” (3).
La lucha armada, aunque entendida como instrumento irrenunciable, se realiza en plenitud cuando se ve complementada por la acción política. Un sólido teórico de la aparente paradoja sirve para explicarlo: 'Acción politica y lucha armada, constituyen aspectos indivisibles de un mismo y único proceso en el que se forjan organización política y fuerzas armadas, pero de su planteamiento resulta esa contradicción, de la cual la necesidad de constituir un mínimo de vanguardia (...) representa el aspecto principal.el aspecto dominante de la referida contradicción,sin cuyo desarrollo no se resuelve favorablemente'.
De tal suerte que parece profetizar lo que se erigirá como el error táctico más notorio de la guerrilla, advirtiendo: 'Pero la lucha armada no sólo no debe ni puede desarrollarse fuera del marco de la lucha política de las masas, sino que éstas deben contar con la orientación y dirección permanente de su organización militar'. (4)
Así, pues, la lucha armada es entendida como tarea de la vanguardia, empeñada en liberar de obstáculos el itinerario de las masas hacia la toma del poder total.
La aplicación del recurso de la violencia es un sacrificio o acto doloroso que la guerrilla acepta, conforme cualquier otro método ya ha sido neutralizado por la política de la burguesía: 'Por ser conscientes de esta encrucijada histórica, es que hemos elegido el camino de la resistencia armada para abrir el paso al acceso de los trabajadores al poder. No nos guía ninguna intención de jugar a la guerra y si tomamos la armas es a pesar nuestro. No somos nosotros los que inventamos la violencia, sino que la violencia es cotidiana, propia del sistema'. (5)
Contra lo que pudiera interpretarse en torno a los acontecimientos que se precipitarán desde 1970 en adelante, un lúcido sector de los estrategas guerrilleros confirma a la lucha armada como método excluyente pero, al mismo tiempo, descree de que la toma del poder pueda emanar de una victoria en términos estrictamente militares -ratificando la relación dialectica entre violencia y tareas asociadas a la acción política: 'No creemos que podamos vencer al régimen y al imperialismo en un mero enfrentamiento de aparatos militares. La victoria que buscamos no es sólo militar sino, fundamentalmente, política, ya que nuestra lucha no es más que la continuación armada de la lucha política del Movimiento. Por eso, es necesario el concurso de todo el pueblo y la unidad de todas las organizaciones políticos-militares'. (6)
La guerrilla peronista entiende, de súbito, que del manejo de la tensión lucha armada-acción política depende el éxito o la frustración de la estrategia general dirigida a la toma del poder, con miras a la instauración del socialismo. Debe, entonces, descubrir cuál es la fuerza social que exhibe mayor atraso relativo en sus reivindicaciones económicas y, en simultáneo, si aquélla está dispuesta a radicalizar su reclamo, con el objeto de emanciparse de su postración. La tarea es delicada y compleja: la ilusión de la victoria militar puede hipnotizar a las formaciones especiales, arrastrándolas luego a la debacle: 'Se trata de determinar cuál es, en una sociedad nacional, la fuerza social capaz de protagonizar un proceso cabalmente revolucionario, liberando en él a otras fuerzas y sectores sociales. En otras palabras, cuál es la fuerza social cuya ubicación en el proceso productivo da, a sus reivindicaciones económicas, la máxima radicalidad'. (7)
Las formaciones especiales, empleando inteligentemente el recurso de la lucha armada, aspiran a forzar al 'régimen' a aceptar el retorno de Perón. La izquierda armada marxista-leninista, que actúa bajo la denominación Ejército Revolucionario del Pueblo (E.R.P.), admite la hipótesis como factible, sólo para demostrar que el sistema de intereses dominantes busca el regreso del General, precisamente para frenar la revolución en marcha: 'El interés manifiesto expresado desde Lanusse hasta Balbín, pasando por toda la gama de partidos y partiditos de nuestro país, en el regreso de Perón, demuestra que tampoco ellos creeen en las ideas socializantes de Perón y que lo conocen mejor que los propios peronistas, lo que sirve para demostrar que la famosa antinomia [Nota del Autor: peronismo-antiperonismo] no existe; lo que existe es una lucha de clases que se da con mayor intensidad, y no es el peronismo el más adecuado para acaudillar a la clases desposeídas, desde el momento que se está buscando la vuelta de su líder para que calme los ímpetus revolucionarios de las masas'. (8)
Frente a la cuestión, la guerrilla peronista no tiene sino un estrecho margen de maniobra. Debe convencerse de que Perón no pactará con la burguesía y los 'agentes vernáculos del imperialismo' ni que por impericia política o agotamiento moral se dejará cooptar por los intereses dominantes. Cierto pudor intelectual -propio de algunos sectores de la izquierda- compelen al peronismo armado a aceptar algún nivel de incertidumbre sobre el papel de Perón, una vez regresado a la Argentina. En un reportaje a la Fuerzas Armadas Peronistas (F.A.P.), se consulta si creen que el retorno del General significaría, en sí mismo, un hecho revolucionario, 'si Perón a esta altura, no es encuadrable dentro del sistema'. La respuesta transita por un camino de cornisa: 'Nosotros creemos que no es encuadrable. Es decir, esto es un supuesto. Este supuesto parte de la confianza que le tenemos a Perón como líder,confianza que no depende de un nivel de conocimiento sicológico ni a nivel subjetivo de Perón, sino que arranca de su trayectoria, del compromiso que Perón ha asumido con su pueblo. En el supuesto caso de que Perón estuviera subjetivamente en una variante de negociación, de renunciar a todo lo que ha venido planteando, de entongarse con el régimen, a ese nivel creeemos que no tendría ninguna posibilidad política' (9).
La convicción de que para la toma del poder no hay otra vía que la lucha armada -esencial, aunque no excluyente de otros aportes- y que la consolidación del socialismo en Argentina sólo puede ser obra de las masas peronistas implica, en los hechos, que el brazo armado del Justicialismo limita el juego pendular que permite a Perón acumular adhesiones ideológicamente contradictorias. Las formaciones especiales confían en que se consolide a nivel popular la creencia en que el retorno del General es fundamentalmente resultado de la lucha armada: aquel estado de la opinión del proletariado peronista debería de ser suficiente para que Perón ejecute el programa socialista que ha insinuado, aún cuando exista más incertidumbe que sinceridad sobre el último.
En la dirección de la guerrilla de 'izquierda' o no-justicialista, existe la convicción de que 'el Movimiento Peronista es la ideología burguesa por antonomasia', un producto ideológico que postula 'la coexistencia pacífica del capital y el trabajo' y que, al no ofrecer alternativas válidas a la lucha de clases, se convierte en un Movimiento contrarrevolucionario y defensor de los intereses permanentes de la burguesía explotadora. Cuando esta concepción empieza a difundirse, desde la jefatura de Montoneros emergen refutaciones con doble objetivo: para rebatir los argumentos de lo que consideran izquierdismo antiperonista, conceptuado de añeja tradición en la historia el partido desde 1945 y para que, una vez más, se convalide la idea de que la victoria vendrá siempre con Perón al frente de la tarea emancipadora. El documento del Ejercito Revolucionario del Pueblo (E.R.P.). -dicen- 'implica la deliberada ignorancia de que el Movimiento Peronista ha generado en su seno a las organizaciones peronistas revolucionarias que encaran las tareas actuales de la liberación nacional con la vista puesta en el socialismo' (10). Pero la dirección de Montoneros se pregunta si acaso el proletariado peronista tiene ya internalizada la idea de que el destino final debe ser inexorablemente la Patria Socialista y, con notable sinceridad, elige contestarse: 'Ahora, bien; que el peronismo revolucionario y, junto a él, amplios sectores visualicen con alguna claridad que hoy en día se impone el tránsito al socialismo, no quiere decir de ninguna manera que semejante convencimiento exista a nivel de ideología entre el pueblo; más bien, ocurre todo lo contrario'. En un ejercicio dialéctico remarcable, se afirma que 'el hecho de que la inmensa mayoría del pueblo sustente una ideología burguesa, incluída la clase trabajadora es un hecho absolutamente lógico, pues no es sino el resultado necesario, el producto histórico de la situación de explotación y sometimiento material y espiritual a la que se halla sometida la clase trabajadora'. (11)
La dificultad esencial emerge, entonces, con luz propia, planteada entre la consolidación del sistema socialista como fin estratégico y la ideología burguesa, sustentada por el pueblo como realidad histórica. No se la supera 'echándole el fardo al peronismo, como si el pueblo estuviera al margen de las leyes de la sociedad capitalista y su ideología no estuviera determinada por su ubicación social dentro del total de la sociedad (...) Solamente el desarrollo del proceso revolucionario nacional puede dar solución a esta situación, pero es conveniente determinar, a partir del estudio y no de las frases, el papel que en este aspecto corresponde jugar'. (12)
Las formaciones especiales se plantean bajo la forma de una cuestión clave: 'la relación con las masas'. En un reportaje efectuado a la organización Montoneros (13), se apunta: 'Consideramos que la tarea militar no está divorciada en ningún momento de la tarea de organización del pueblo. Y que esta no se agota con la construcción de una infraestructura que nos permita funcionar militarmente en forma eficaz sino que, además, se dirige a abrir canales de comunicación, a ganar lo favorable y neutralizar lo desfavorable, a extender la organización a todos los niveles o frentes de acción: el político, el sindical, el estudiantil.'
Si bien queda establecido que el recurso de la acción militar es 'necesario pero no suficiente', la afirmación de referencia se torna más compleja al advertirse que la guerrilla espera que los ciudadanos se incorporen a la lucha armada como resultado de la misma acción política, indicada como complemento inescindible de la táctica guerrillera: 'Creemos que de la adopción de las formas organizativas y de los métodos de la lucha armada y la asimilación de la experiencia clandestina, sumadas a una correcta línea política, surgirá la incorporación paulatina y organizada del pueblo a las organizaciones armadas'. Para el esclarecimiento de la cuestión, resulta oportuno hacer encajar -cuales piezas de rompecabezas- la ya comentada cuestión del descreimiento acerca de la viabilidad de 'la salida electoral'. Esta posición crítica frente al acto eleccionario como 'trampa del demo-liberalismo', aparece también en este reportaje, confirmando la reiteración el rol esencial que cumple este pesimismo específico para dotar de racionalidad el recurso a la violencia: 'No podemos esperar nada de ninguna farsa electoral. Ya nuestra experiencia nos dice con toda claridad que cuando no nos proscribieron, nos anularon las elecciones que habíamos ganado. De ahí que digamos que no estamos ni con el golpe gorila ni con las elecciones fraudulentas y que reiteramos que sólo el pueblo salvará al pueblo'. Es decir, la idea dominante es que toda elección -aún la formalmente inobjetable- es siempre fraudulenta, provisto que se trata del recurso más inteligente con que cuenta la burguesía para aplazar la revolución.
La toma de la ciudad cordobesa de La Calera por Montoneros en 1970 genera la difusión de un balance del acto guerrillero. Se trata de una muestra de la táctica propagandística que pretende racionalizar el hecho a fin de captar voluntades y proveerle de legitimidad tanto operacional como ética. Fueron objetivos de la ocupación militar de la ciudad: 'a) recuperación de dinero; b) recuperación de armas; c) desarrollo de la propaganda armada; d) dar testimonio de nuestra solidaridad combatiente con los mecánicos cordobeses reprimidos por la patronal y el gobierno; e) demostrar que los hechos militares de envergadura son posibles y que el enemigo es vulnerable; f) poner a prueba la capacidad, disciplina y responsabilidad de los militantes en operativos de volumen. Estas operaciones marcaron el ingreso en la etapa de la consolidación organizativa nacional y la intensificación de la propaganda del método y la estrategia de lucha a llevar a cabo'. (14)
Los requerimientos tácticos impulsaron en su momento a Perón a sembrar buena parte de las ideas-fuerza que las formaciones especiales levantarán 'para llevar como bandera a la victoria'.
Algunos años antes, en 1964, una carta de Perón enviada a Delia Parodi (15) -fechada el 12 de setiembre-, plantea algunas líneas de acción, para el caso en que los militares continuaran oponiéndose a su regreso al país. Estos 'proceden según las órdenes del Pentágono' y, si persisten en su actitud, 'no tendremos, aún contra nuestra voluntad, más remedio que recurrir a los que nos están ofreciendo ayuda desde hace tanto tiempo. Yo me trasladaría adonde fuera necesario, y obtendría la ayuda más generosa; por esa razón, no hay que ocuparse demasiado de combatir el comunismo por ahora (...) Si no quieren regularizar la situación por la buenas tardaremos un año, dos o diez, pero caerán un día, para se aniquilados. Deben saber también que si no quieren al justicialismo e impiden toda posibilidad de retorno, tendrán que aceptar el comunismo por la fuerza'.
A lo largo de la misiva, se vierten opiniones y se adelantan eventuales cursos de acción en un lenguaje claro y contundente, que dejaría poco margen para la especulación o para la interpretación tendenciosa. Pero a su vez, es légitimo intuír que el texto es un instrumento más de los que Perón ha empleado hasta entonces -empleará en los sucesivo- para confundir a sus adversarios y particularmente al llamado Partido Militar. De modo que dudar de la sinceridad de las manifestaciones aparece como sana regla exegética. Los párrafos que siguen -sorprendentes por la claridad- parecen avalar lo sostenido, habida cuenta de que la totalidad de los elementos que en la presente nota son analizados, aparecen en el texto y explican, de alguna manera, el nudo fenomenal de contradicciones que revelan el carácter del movimiento político más importante de la historia de los argentinos: 'Puede Usted imaginar lo que sucedería si yo lanzara un manifiesto al peronismo, diciéndole que hemos ensayado todo para salvar al pais de la canalla que lo azota, que consideramos mucho peor que el comunismo, porque son sirvientes de los yanquis y los incitara a preparar la revolución por la fuerza, aunque sea en nombre y representación del comunismo (...) Yo no creo, como algunos, que el fracaso de mi regreso cerraría toda solución al peronismo, porque todavía tenemos en las manos recursos que ni ellos mismos se imaginan. Un viaje mío a China y otro a Cuba podría ser la iniciación de una nueva era en la lucha peronista (...) Si el Gobierno y las Fuerzas Armadas se oponen a mi regreso, será necesario persuadir a todos los peronistas que si no he regresado es porque no me han dejado entrar por la fuerza (...) Usted comprende que, si ofreciendo la pacificación no me dejan llegar, es porque no les interesa pacificar. Lo que se puede utilizar muy bien para iniciar una nueva etapa de lucha más violenta. En fin, esperemos que no sea necesario recurrir a ello, aunque Ud. debe saber que estoy decidido a todo antes que estos canallas sigan con la suya'. (16)
La ambigüedad y la vaguedad son rasgos permanentes del sistema de mensajes compartido por Perón. Esta caracterización responde al diseño de una táctica de acumulación de adhesiones (excepcionalmente talentosa) que neutraliza eficazmente las tensiones generadas por la correspondiente sumatoria de contradicciones. Toda vez que se produzca la polarización de las energías que se alistarán para la colisión, el escenario mostrará dos adversarios relevantes: el General frente a las formaciones especiales. La personalidad y las pretensiones de cada jugador explicarán el choque brutal. Perón cuenta con su prestigio como conductor de masas y la suficiente autovaloracion de sus aptitudes como negociador. La guerrilla pone, sobre la mesa del incierto acuerdo, los cadáveres de sus mártires, y se piensa a sí misma como factor decisivo en el proceso que ha permitido el retorno del General.
Pero jamás habría conciliación.
Cuando se despidan en la Plaza de Mayo, ninguno conocería todavía el costo final de la fractura.
Referencias
(1) Las Fuerzas Armadas Revolucionarias toman la ciudad bonaerense de Garín. 30 de Julio de 1970. En Cristianismo y Revolución, número 23; septiembre de 1970.
(1) Las Fuerzas Armadas Revolucionarias toman la ciudad bonaerense de Garín. 30 de Julio de 1970. En Cristianismo y Revolución, número 23; septiembre de 1970.
(2) Correspondencia Perón-Montoneros. Montoneros a Perón. 9 deFebrero de 1971. En La Causa Peronista, número 9; 3 de setiembre 1974.
(3) Perón a Montoneros. 20 de Febrero de 1971. En La Causa Peronista número 9; 3 de setiembre de 1974. Peron manifiesta una idea afín con la transcripta en Mensaje de Perón 'A los compañeros de la Juventud'. 23 de Febrero de 1971: 'Un 17 de Octubre sólo fue posible porque nosotros fuimos capaces de manejar el desorden y nuestros adversarios no.Lo que interesa es alcanzar los objetivos,poco importa la forma en que se los conquista. La organización es sólo un medio y los que se empeñan en su perfectibilidad orgánica inobjetable, olvidando lo que con ella deben hacer, me recuerdan a los viejos soldados que decian "que se pierda la batalla, pero que se salve la disciplina"'.
(4) 'Violencia y tarea principal', Gustavo Rearte, octubre de 1970. En Lucha; 31 de octubre de 1970.
(5) Hablan los Montoneros. Documento, 1970. En Cristianismo y Revolución, número 26; diciembre de 1970. Ideas afines, en las que se comenta la presunta forma en que la prensa interpreta la actuación de la guerrilla: '(...) La prensa lo dice directamente así y esto es también otra victoria política:”no son delincuentes porque tratan bien a la gente,porque son humanos,porque son correctos'. 'Efectivamente, la violencia no es un placer ni la han elegido los combatientes del pueblo, pero nos hemos decidido a practicarla hasta el final y éste es el más elevado acto de humanidad que somos capaces de ejecutar' .Polémica: Peronismo Revolucionario vs Izquierda Revolucionaria. Reportaje a las Fuerzas Armadas Revolucionarias: 'Los de Garín'. Octubre de 1970. En Militancia Peronista para la Liberación, número 3. 28 de junio de 1973.
(6) Hablan los Montoneros, Documento; 1970. En Cristianismo y Revolución, número 26. Diciembre de 1970.
(7) Polémica: Peronismo Revolucionario vs Izquierda Revolucionaria. En Militancia Peronista para la Liberación, número 3. 28 de junio de 1973.
(8)Responde el Ejército Revolucionario del Pueblo. Trabajo realizado por un grupo de militantes del ERP, desde la Cárcel de Encausados de Córdoba. Abril-Mayo de 1971. En Militancia Peronista para la Liberación, número 4. 5 de julio 1973.
(9) Fuerzas Armadas Peronistas, 'Con las armas en la mano'. Reportaje. En Cristianismo y Revolución, número 28. 1971.
(10) Una respuesta al documento del Ejército Revolucionario del Pueblo. Carlos Olmedo, militante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. 1971. En Militancia Peronista para la Liberación, número 4. 5 de Julio 1973.
(11) ibíd.
(12) ibíd.
(13) Reportaje a Montoneros. En Cristianismo y Revolución, número 28. Abril de 1971.
(14) Hablan los Montoneros. Documento. En Cristianismo y Revolución, número 26. Noviembre-diciembre de 1970.
(15) Delia Parodi (1913-1991), militante peronista; colaboradora de Eva Perón. Participó en la fundación del Partido Peronista Femenino y fue electa Diputada Nacional por la Capital Federal (1951). Detenida por la Revolución Libertadora, desde 1955 a 1958.
(16) Las palabras pueden ser instrumentadas (conferirles un 'uso' determinado) en atención a la consecución de un efecto preciso. Los conductores políticos relevantes y avezados en el oficio saben hacerlo. El siguiente párrafo sirve a efectos ilustrativos: 'Nosotros, los justicialistas, ya hemos dado pruebas de que somos pacientes, de que somos prudentes; de que sostenemos la razón y la verdad y que jamás hemos empleado la violencia para imponernos. Nosotros hemos sufrido y soportado la violencia, pero no la hemos ejercitado, porque la verdad no necesita la violencia y el que tiene la violencia jamás conseguirá la verdad. Por eso, a toda esa muchachada apresurada -a la que no critico porque esté apresurada, porque Dios nos libre si los muchachos no estuvieran apresurados-, hay que decirle como le decían los griegos creadores de la revolución: "Todo en su medida y armoniosamente". Así, llegaremos. No llegaremos con la lucha violenta: llegaremos por la acción racional e inteligente realizada en su medida y armoniosamente'. El camino de nuestra revolución. Discurso pronunciado por el Teniente General Perón, en la Confederación General del Trabajo; 30 de Julio de 1973.
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Sobre Sergio Julio Nerguizian
De profesión Abogado, Sergio Julio Nerguizian oficia de colaborador en El Ojo Digital (Argentina) y otros medios del país. En su rol de columnista en la sección Política, explora la historia de las ideologías en la Argentina y el eventual fracaso de éstas. Sus columnas pueden accederse en éste link.