Entrevista Frondizi-Guevara: crónica de una caída anunciada
García y su colaborador Emilio Fittipaldi sacaron un Cadillac y un Ford de la cochera...
26 de Abril de 2016
García y su colaborador Emilio Fittipaldi sacaron un Cadillac y un Ford de la cochera, y completaron las plazas disponibles con Infantes de Marina. García repetía mentalmente la consigna: trasladarse hasta el aeropuerto de Don Torcuato y recibir a una persona que reconocerían sin dificultad porque luciría uniforme verde oliva. No mantener diálogo con la persona recibida, ni permitir que ésta lo haga con otros. Sin escalas, el destino será Quinta de Olivos.
Cuando, hacia las diez de la mañana, el frío arreciaba sobre la pista, vieron aterrizar al taxi aéreo Bonanza matrícula 439, e identificado con las siglas CX-AKP procedente de Adami, localidad cercana a Melilla, Uruguay. García recordó el tono imperativo de Frondizi cuando le exigió que debía garantizar con su vida la integridad física del visitante. Es decir, entendió mejor cuando vió bajar del avión a Ernesto 'Che' Guevara. Lo acompañaban Ramón Aja Castro, Director del Departamento de Asuntos Latinoamericanos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba y el ex Diputado de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), el argentino Jorge Carrettóni, a quien el Presidente le había confiado la misión de convencer a Guevara para viajar a la Argentina por unas horas, en el marco de lo que debería ser una discretísima entrevista.
Ya en al residencia presidencial, Guevara fue introducido al despacho en el que lo aguardaba un Frondizi sonriente y bien dispuesto, que había aprovechado alguna hora de la mañana para repasar la situación creada por el previsible giro al comunismo en Cuba y la desconfiaza de Estados Unidos ante la eventualidad de que la contraparte de la Organización del Atlantico Norte (OTAN) en el mundo socialista, el denominado Pacto de Varsovia (PACVAR) incorporara un nuevo miembro en el Caribe, a tiro de cañón del territorio estadounidense. El Ministro cubano de Industria -el médico argentino conocido como El Che- se hallaba en Punta del Este, asistiendo a la Conferencia del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES) en el marco de la Organización de Estados Americanos (OEA). Y, desde el 5 al 17 de agosto -duración del encuentro-, fue una figura de concitó la atención general, el aplauso y la crítica. El agente confidencial que lo contactó recibió sin demora una decidida aceptación de la invitación. Cuba deseaba alguna forma de acuerdo a fin de que Washington consintiera el socialismo, el régimen de partido único y la confiscación de bienes de empresas del amigo americano. A cambio, la isla demoraría o desaceleraría la injerencia soviética en la experiencia que se había puesto en marcha apenas dos años antes y que el fracaso de la invasión norteamericana por el fiasco de Bahía Cochinos parecía haber convalidado. La diplomacia paralela argentina había adelantado sus intenciones al representante estadounidense en la Conferencia Panamericana, Richard Goodwin, y éste se adelantó a dar su visto bueno: su presidente, John Fitzgerald Kennedy, tenía ya demasiado problemas en el frente externo como para sumar el agravamiento de un cuadro de por sí mismo crítico. Goodwin dijo al argentino que el problema de Kennedy era el ala derecha de su propio partido, y de allí podrían venir las objeciones de mayor peso aunque, en definitiva, la intención argentina era un riesgo que merecía la pena correr.
La charla fue animada, y duró algo más de una hora. Frondizi apostaba a que una gestión exitosa de su administración en la crisis caribeña catapultaría su figura al plano internacional con suficiente fuerza y dotación de prestigio como para frenar al sector golpista de las Fuerzas Armadas argentinas que soñaba con su cabeza en una pica: argumentaban que el Poder Ejecutivo tenía una política tolerante con el peronismo y, sin una actitud enérgica, su retorno sería inminente.
'Llevado a mi presencia, tuvimos una charla absolutamente a solas, que duró aproximadamente setenta minutos. Cuando abordamos el tema de la posibilidad de elaborar algún tipo de status de convivencia con Estados Unidos, me hizo notar que lo consideraba improbable, por la resistencia de los grupos más duros del país del norte pero que, de todas maneras, si yo lo consideraba conveniente, explorara la posibilidad, pues él estaba de acuerdo en buscar en la medida de los posible, alguna salida al aislamiento. Si el status quo entre los Estados Unidos se acordaba a través de la gestión de América Latina, Cuba permanecería en el sistema interamericano. De lo contrario, deberían los Estados Unidos negociarlo con la Unión Soviética, y Cuba integraría entonces el sistema del Pacto de Varsovia, como efectivamente sucedió', recordó el propio Frondizi años después (Frondizi..., 134).
En un momento de la reunión, el argentino siente que algo está saliendo mal. Guevara le confiesa que descree en una solución no violenta al problema del atraso y la pobreza de los países del área latinoamericana, y desliza una profecía temeraria: en pocos años más, toda la región será un gigantesco Vietnam. Frondizi intenta no perder la calma pero, en el límite del protocolo, hace la pregunta indiscreta: 'En ese momento, Frondizi le señaló las diferencias de situaciones en lo político, en lo económico y en lo social entre Cuba y la Argentina, y agregó una pregunta:
Cuando, hacia las diez de la mañana, el frío arreciaba sobre la pista, vieron aterrizar al taxi aéreo Bonanza matrícula 439, e identificado con las siglas CX-AKP procedente de Adami, localidad cercana a Melilla, Uruguay. García recordó el tono imperativo de Frondizi cuando le exigió que debía garantizar con su vida la integridad física del visitante. Es decir, entendió mejor cuando vió bajar del avión a Ernesto 'Che' Guevara. Lo acompañaban Ramón Aja Castro, Director del Departamento de Asuntos Latinoamericanos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba y el ex Diputado de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), el argentino Jorge Carrettóni, a quien el Presidente le había confiado la misión de convencer a Guevara para viajar a la Argentina por unas horas, en el marco de lo que debería ser una discretísima entrevista.
Ya en al residencia presidencial, Guevara fue introducido al despacho en el que lo aguardaba un Frondizi sonriente y bien dispuesto, que había aprovechado alguna hora de la mañana para repasar la situación creada por el previsible giro al comunismo en Cuba y la desconfiaza de Estados Unidos ante la eventualidad de que la contraparte de la Organización del Atlantico Norte (OTAN) en el mundo socialista, el denominado Pacto de Varsovia (PACVAR) incorporara un nuevo miembro en el Caribe, a tiro de cañón del territorio estadounidense. El Ministro cubano de Industria -el médico argentino conocido como El Che- se hallaba en Punta del Este, asistiendo a la Conferencia del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES) en el marco de la Organización de Estados Americanos (OEA). Y, desde el 5 al 17 de agosto -duración del encuentro-, fue una figura de concitó la atención general, el aplauso y la crítica. El agente confidencial que lo contactó recibió sin demora una decidida aceptación de la invitación. Cuba deseaba alguna forma de acuerdo a fin de que Washington consintiera el socialismo, el régimen de partido único y la confiscación de bienes de empresas del amigo americano. A cambio, la isla demoraría o desaceleraría la injerencia soviética en la experiencia que se había puesto en marcha apenas dos años antes y que el fracaso de la invasión norteamericana por el fiasco de Bahía Cochinos parecía haber convalidado. La diplomacia paralela argentina había adelantado sus intenciones al representante estadounidense en la Conferencia Panamericana, Richard Goodwin, y éste se adelantó a dar su visto bueno: su presidente, John Fitzgerald Kennedy, tenía ya demasiado problemas en el frente externo como para sumar el agravamiento de un cuadro de por sí mismo crítico. Goodwin dijo al argentino que el problema de Kennedy era el ala derecha de su propio partido, y de allí podrían venir las objeciones de mayor peso aunque, en definitiva, la intención argentina era un riesgo que merecía la pena correr.
La charla fue animada, y duró algo más de una hora. Frondizi apostaba a que una gestión exitosa de su administración en la crisis caribeña catapultaría su figura al plano internacional con suficiente fuerza y dotación de prestigio como para frenar al sector golpista de las Fuerzas Armadas argentinas que soñaba con su cabeza en una pica: argumentaban que el Poder Ejecutivo tenía una política tolerante con el peronismo y, sin una actitud enérgica, su retorno sería inminente.
'Llevado a mi presencia, tuvimos una charla absolutamente a solas, que duró aproximadamente setenta minutos. Cuando abordamos el tema de la posibilidad de elaborar algún tipo de status de convivencia con Estados Unidos, me hizo notar que lo consideraba improbable, por la resistencia de los grupos más duros del país del norte pero que, de todas maneras, si yo lo consideraba conveniente, explorara la posibilidad, pues él estaba de acuerdo en buscar en la medida de los posible, alguna salida al aislamiento. Si el status quo entre los Estados Unidos se acordaba a través de la gestión de América Latina, Cuba permanecería en el sistema interamericano. De lo contrario, deberían los Estados Unidos negociarlo con la Unión Soviética, y Cuba integraría entonces el sistema del Pacto de Varsovia, como efectivamente sucedió', recordó el propio Frondizi años después (Frondizi..., 134).
En un momento de la reunión, el argentino siente que algo está saliendo mal. Guevara le confiesa que descree en una solución no violenta al problema del atraso y la pobreza de los países del área latinoamericana, y desliza una profecía temeraria: en pocos años más, toda la región será un gigantesco Vietnam. Frondizi intenta no perder la calma pero, en el límite del protocolo, hace la pregunta indiscreta: 'En ese momento, Frondizi le señaló las diferencias de situaciones en lo político, en lo económico y en lo social entre Cuba y la Argentina, y agregó una pregunta:
- Dígame, Guevara; ¿Usted ha estudiado marxismo?
- No; no conozco bien los problemas del marxismo. Hice algunas lecturas esporádicas y poco sistemáticas. Pero yo soy un marxista, y voy a estar en la lucha por la toma del poder en toda Latinoamérica -replicó el argentino-cubano.
El juego de ajedrez político, a estas alturas, era casi obvio. Frondizi, sin dudas, tenía mayores conocimientos sobre la ideología marxista y quería abrumar a Guevara, haciéndole ver sus hetedoroxias doctrinarias. Guevara aceptaba su menor erudición, pero replicaba que el marxismo se mostraba en la praxis' (Pandolfi, 99).
En la Argentina, buena parte de los oficiales superiores de las FF. AA. consideraba a Frondizi como a un enemigo del 'estilo de vida occidental y cristiano'. El clima de época había creado algo parecido a una psicosis colectiva en el interior de la clase militar: descubrir políticos implicados en la gran conspiración comunista mundial se había convertido en una faena deportiva con ribetes de tragicomedia. Un oficial de Marina,'leal a Frondizi, hasta el sacrificio de su carrera', al que se le confiaran funciones públicas cerca del Presidente, ratifica el desvarío que comentamos: 'Estando ese verano (1962), la Asamblea de la O.E.A. decide excluir a Cuba de la Organización. En la votación, Argentina se abstuvo'. N. del A.: en Punta del Este, me encontré en la playa con el Almirante Jorge Palma, furibundo antifrondizista que ocupaba por entonces el cargo de Jefe del Estado Mayor de la Armada:
-¿Integra Usted la delegación argentina, Señor? -pregunté, ingenuamente.
-No. Yo sólo trato con los jefes del Pentágono para evitar que su amigo, el presidente comunista,v ote a favor de Cuba.
-Señor -contesté-; el jefe de la delegación argentina es el canciller, el Dr. Miguel Angel Carcano. ¿Cree Usted que es comunista?
-Yo no creo en nadie que apoye al comunista Frondizi.
Como ya estaba yo de baja en la Armada, me atreví a contestarle con dureza:
-Perdóneme, Señor; pero no entiendo cómo puede acusarse de comunista a un presidente que rechaza la lucha de clases que impulsa el comunismo y propone, en cambio, la alianza de clases y la integración nacional, que ha firmado tan importantes contratos de explotación petrolera con las principales firmas norteamericanas y terminando con el monopolio estatal de YPF... que tiene al frente de la economía a hombres como Roberto Alemann y Alvaro Alsogaray, y como canciller al Dr. Miguel Angel Carcano, hombre de la oligarquía nacional, que ha dotado a la Armada de un portaviones que no logró obtener con el gobierno de la Revolución Libertadora...
-Son todas cortinas de humo
-Son todas cortinas de humo
(Salduna, 129-130)
Albino Gomez, funcionario del Servicio Exterior de la Nación, era un estrecho colaborador del Presidente cuando éste le avisó el mismo 18 de agosto que era inminente la llegada de Guevara, a los efectos de concertarse una discreta entrevista. Como testigo calificado, recuerda: 'En síntesis, Guevara comenzó diciendo que él no podía hablar con la sinceridad que deseaba, por la diferencia de nivel. Pero Frondizi le pidió que dejara los niveles y las formas de lado, porque consideraba que estaba frente a un americano y que él antes que nada era argentino y americano. El Che se explayó, y dijo que Cuba quería permanecer en el Sistema Interamericano, y que estaba dispuesta a entenderse con los Estados Unidos, siempre y cuando ello ocurriera de una manera digna, y que ellos también querían independizarse de los soviéticos'. Cuando, de acuerdo a esta versión, Guevara insinúa al presidente que la República Argentina podría mediar con EE.UU. para resolver la cuestión, Frondizi lo consideró improbable si en Cuba no se daban ciertas condiciones determinadas, pues la preocupación excluyente de Kennedy era que Cuba no integrara el Pacto de Varsovia. En cuanto a la metodología revolucionaria '(...) respecto de la forma de llegar al socialismo, el Che creía que no había otro camino para los paises chicos y pobres que la violencia. Reconoció, sin embargo, que los fusilamientos no habían dado resultado, pues gestaban "dos tipos de héroes: los muertos y los delatores"'. Gómez recuerda el nivel de presión sobre el Ejecutivo que desató la entrevista: 'La visita de Guevara produjo esa misma tarde gran revuelo en algunos sectores de las Fuerzas Armadas. A la mañana del día siguiente, el Presidente recibió al Jefe de Policía, Capitán Recaredo Vázquez, quien le informó del resultado de las deliberaciones habidas entre altos jefes de la Marina: el presidente debía renunciar' (Gómez, Diario 'Clarín', del 13/8/2011).
Concluída la entrevista sin avances concretos en los objetivos fijados, el Presidente se prepara para enfrentar las consecuencias ineludibles que la difusión del encuentro traerá aparejadas. Por de pronto, se le hace saber que existe malestar en los cuadros militares; un malestar de una magnitud que parece no guardar relación sensata alguna con los hechos. Alguien más le confirma un rumor: 'Le van a pedir la renuncia'. Eran entonces las 20:30 hs del sábado 19 de agosto y, en Olivos, Frondizi convoca a una reunión con los oficiales superiores de las tres Armas. La entrevista fatal del día anterior convierte a la residencia en un polvorín.
El Comandante en Jefe del Ejército dijo que la visita de Guevara 'había tenido una repercusión desfavorable en el espíritu de todos los oficiales (...) La Institución ha perdido la confianza en el Señor Presidente, pues no entiende cómo es posible que el Señor Presidente reciba a un representante de un país comunista que es también un traidor a la Patria, pues ha renegado de su condición de ciudadano argentino'.
El Comandante de Operaciones Navales diría: 'Se entiende que la visita al Sr. Presidente de un hombre que no sólo es comunista sino un renegado argentino y un criminal, causa profundo daño al país, y tuerce la línea internacional que requiere definiciones categóricas en la lucha contra el comunismo'.
El Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea dijo: 'La impresión que ha causado la visita del Señor Guevara ha sido negativa. Seguramente que si hubiera venido al país el señor Kruschev, la impresión no hubiese sido tan desfavorable'.
El Jefe del Estado Mayor General del Ejercito dijo: 'No se puede entender cómo ha sido posible que un individuo como Guevara, que es un infractor y un desertor del servicio militar argentino, que es también un renegado argentino, que es un asesino y comunista y que es, en fin, la expresión más vil del régimen cubano, haya podido tener una entrevista con el señor Presidente'.
Frondizi 'decidió ir al fondo del asunto' Disimulando apenas su fastidio, dijo: 'La República Argentina, en materia internacional, ha tomado posiciones dentro de la línea occidental, cristiana y democrática. Pero ello no significa una relación de subordinación a cualquier país. La Argentina no es país satélite de nadie. Ejerce una política independiente, subordinada a una líinea de conducta trazada, y adecuando su acción no solo a la realidad mundial sino tambien a los hechos que en forma permanente se vienen sucediendo. En este sentido, no ha de variar su acción' (Menotti, 315).
El Presidente recibe la 'sugerencia' de los altos mandos de que hable al país por cadena nacional, a fin de explicar el incidente Guevara. Aunque al principio calificó de 'muy difícil' que asumiera esa responsablidad, los militares impusieron con vehemencia una ratificación pública de su vocacion democrática y pro-occidental. Había en la presión cierta voluntad de que finalmente la alocución se transformase en un acto de reconocimiento explícito de que se había cometido un error en términos de política americana. De alguna manera, el sobredimensionamiento del incidente parecia tener por objetivo el agregar un nuevo eslabon a la cadena de desvalorización de la capacidad del Presidente para conducir la Nación en el cuadro de los compromisos hemisféricos que lo obligaban a no emitir señales que hicieran dudosa su alineación con Washington. Frondizi y sus colaboradores inmediatos reiteraban una y otra vez que la entrevista tuvo por pretensión esencial que Cuba permaneciera en el sistema interamericano y no dispusiera, para sobrevivir, de otra salida que el abrazo del oso ruso. La estrategia del gobierno colaboraba con las líneas generales de la política exterior estadounidense, al punto en que alguna versión señalaba que el consejero de EE.UU. en la reunión panamericana era el discreto promotor de la entrevista. Si así hubiera sido, no podía Frondizi ni siquiera insinuarlo, porque su conducta sería interpretada por la opinión pública como un acto de genuflexión y, en particular, recibiría munición gruesa de un peronismo que esperaba su caída como una forma de escarmiento letal.
En el discurso del 21 de agosto siguiente, el Presidente realiza un auto de fe, al leer un discurso en cadena nacional que abarca tres ejes centrales, los cuales tienen como destinatarios principales a los habitantes de la República y en especial a las FF. AA.: a) La Nación está identificada con los valores de Occidente: 'Considero que el concepto occidental tiene un significado fundamentalmente espiritual y, en tal sentido, lo vinculo a la definición de la posición internacional argentina'; b) el país tiene un compromiso confesional preciso: 'Somos occidentales en tanto católicos y democráticos (...) Por su fundamento cristiano, el concepto occidental no tiene un carácter excluyente ni restrictivo sino universal'; c) existen naciones que pretenden privilegios injustos en el orden internacional, como la explotación de los recursos de otros pueblos, económicamente más débiles, aunque en esa hipótesis no están los Estados Unidos: 'Por contraposición, queremos señalar como ejemplo de una posición occidental, la adoptada por el presidente Kennedy, al anunciar su Programa de Alianza para el Progreso, que acaba de ser sancionada por la Conferencia de Punta del Este (...) El presidente Kennedy nos ofrece, así, el testimonio de una nación poderosa que no quiere volcar su fuerza para explotar o sojuzgar a otros pueblos, sino que comprende que la mejor contribución a su propio bienestar y a sus ideales consiste en cooperar para el progreso económico y el bienestar social de los países subdesarrollados'; d) Cuba no es un modelo de inspiración para nuestro país y la entrevista, en rigor, fue solicitada por su Ministro de Industria: 'El Gobierno de esta Nacion hermana (Cuba) emplea procedimientos que los argentinos rechazamos categóricamente. Nosotros queremos el desarrollo económico, pero estamos dispuestos a conseguirlo afirmando la libertad, respetando las tradiciones espirituales y asegurando la paz social (...) Pero éste representante oficial de una nación americana solicitó una entrevista al presidente de la República Argentina, para exponer la opinión de su gobierno en materia de sus relaciones con el resto del hemisferio. Hubiera sido impropio de la responsabilidad que la propia familia americana le asigna a la Argentina, negarse a recibir al representante de un gobierno americano, por más opuestos que sean los criterios sustentados por uno y otro Estado (...) Solamente los débiles eluden la confrontación con hombres que no piensan como ellos. Ninguno de los estadistas de las grandes naciones occidentales rehúsa hablar con los dirigentes de los países comunistas. Nosotros no querríamos ser jamás gobernantes de un pueblo que tiene miedo de confrontar sus ideas con otras ideas' (Secretaría de Informaciones de Estado. División Prensa).
Las fuerzas armadas argentinas demandaron que, más allá de las explicaciones de rigor, alguna cabeza debía rodar. El Canciller argentino comete el desliz de confirmar una entrevista secreta entre Goodwin y Guevara, e insinuar que la iniciativa tuvo el sello de la diplomacia argentina. Adolfo Mugica es ofrecido como cordero pascual, y su renuncia es celebrada en poltronas aterciopeladas de oscuros gabinetes.
Frondizi necesita con urgencia una bocanada de oxígeno. Debe ratificar que no tiene simpatías pro-bolcheviques, y nada mejor para demostrarlo que gestionar una entrevista con el presidente de los Estados Unidos de América.
En Nueva York, se realiza la XVI sesión ordinaria de la Asamblea de las Naciones Unidas: la oportunidad no será desperdiciada. El 26 de setiembre de 1961, ambos mandatarios se reúnen, a los efectos de repasar las cuestiones hemisféricas más candentes.
En un paper fechado el 13 de agosto de 1965, que no llega a ser publicado, Arturo Frondizi recuerda el acontecimiento: 'La invitación del Presidente Kennedy coincidía con nuestros propósitos de participar en el debate general (...) Decidimos entonces aceptar la sugerencia y aprovechar la presencia del presidente norteamericano en Nueva York para mantener una conversación que el estado de los asuntos hemiféricos hacía altamente aconsejable (...) Tuvimos entonces el privilegio de conocer a John Kennedy. La profunda admiración y estima que le dispensábamos salió consolidada y fortalecida del diálogo franco y detenido que entonces mantuvimos (...) La fórmula de Kennedy era nuestra propia fórmula: cooperación en el plano económico, independencia y respeto a la autodeterminación en el plano político (...) Con el presidente Kennedy, era posible el diálogo totalmente franco. Nosotros manifestamos, sin ninguna clase de disimulo, cuáles eran nuestras opiniones en torno a los problemas fundamentales de la política internacional'.
El Presidente del Brasil, quien había sumido el cargo el 31 de enero de 1961, condecora a Ernesto Guevara en Punta del Este, durante el desarrollo de la reunión del Consejo Interamericano, con la Orden de la Cruz del Sur (Cruzeiro do Sul), la más alta distinción honorífica del gobierno brasileño. Lo hace en un ceremonia que se realiza el 20 de agosto. Las fuerzas armadas de la República Federativa pierden la paciencia: cinco días después, Janio da Silva Quadros es obligado a presentar su renuncia.
Richard Goodwin, tras retornar a los Estados Unidos, fue sometido a un severo cuestionamiento parlamentario que perjudicó definitivamente su carrera política y diplomática. Se le exige que presente su renuncia.
Ya en la Argentina, en marzo de 1962, el peronismo gana en diez de catorce provincias las elecciones para gobernador. El Presidente es obligado a decretar la intervención de Buenos Aires, la provincia más importante del país, en la que había triunfado una fórmula indigerible para las FF. AA. Pero la medida del Ejecutivo no resuelve el fondo del problema: el 29 de marzo, Frondizi es desalojado del gobierno y recluído en la isla Martín García, mientras aclara a viva voz: 'No renunciaré; no me iré del país; no me suicidaré'.
El 22 de noviembre de 1963, un individuo de nombre Lee Harvey Oswald vuela la cabeza de Kennedy con un certero disparo desde un depósito de libros en Dallas. Al día siguiente, el dueño de un cabaret -Jack Ruby- lo asesina en vivo y en directo para todo el mundo.
El 9 de octubre de 1967, Guevara es capturado en la selva boliviana, nación a la que, imbuída de un mesianismo demencial, pretendía sublevar contra el orden establecido. El Sargento Mario Terán recibe la orden de ejecutarlo, cuidando que las heridas se produzcan de la cintura para abajo, a fin de simular que el prisionero murió en combate.
En sus últimos años, Frondizi se acercó a Menem, el temerario alquimista que combinó genes del justicialismo con otros del liberalismo, engendrando la criatura monstruosa que, al atravesar la precaria transición de otro gobierno, empujó al país al borde del abismo.
El mismo precipicio que tienta a la Argentina, desde siempre.
Referencias
Frondizi Arturo, Qué es el Movimiento de Integración y Desarrollo. Sudamericana,1983.
Gómez Albino, Diario 'Clarín' del 13 de Agosto de 2011: 'Hace cincuenta años, el Che le pedía a Frondizi que mediara con EE.UU.'.
Salduna Horacio, El Recuerdo de Frondizi - Una Memoria Testimonial. Dunken,2004
Secretaria de Informaciones de Estado - Departamento Exterior. División Prensa de la Presidencia de la Nación - Boletín diario de información de la Prensa Extranjera, del 24 de agosto de 1961.
Menotti Emilia, Arturo Frondizi - Biografía. Planeta, 1998.
Pandolfi Rodolfo; Frondizi, por él mismo. Galerna, 1968.
Frondizi Arturo, Qué es el Movimiento de Integración y Desarrollo. Sudamericana,1983.
Gómez Albino, Diario 'Clarín' del 13 de Agosto de 2011: 'Hace cincuenta años, el Che le pedía a Frondizi que mediara con EE.UU.'.
Salduna Horacio, El Recuerdo de Frondizi - Una Memoria Testimonial. Dunken,2004
Secretaria de Informaciones de Estado - Departamento Exterior. División Prensa de la Presidencia de la Nación - Boletín diario de información de la Prensa Extranjera, del 24 de agosto de 1961.
Menotti Emilia, Arturo Frondizi - Biografía. Planeta, 1998.
Pandolfi Rodolfo; Frondizi, por él mismo. Galerna, 1968.
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Sobre Sergio Julio Nerguizian
De profesión Abogado, Sergio Julio Nerguizian oficia de colaborador en El Ojo Digital (Argentina) y otros medios del país. En su rol de columnista en la sección Política, explora la historia de las ideologías en la Argentina y el eventual fracaso de éstas. Sus columnas pueden accederse en éste link.