INTERNACIONALES: HARRY J. KAZIANIS

Tensión creciente, tras riesgo de colisión entre aeronaves chinas y de EE.UU.

Decir que las relaciones bilaterales entre los Estados Unidos y la...

22 de May de 2016

Decir que las relaciones bilaterales entre los Estados Unidos y la República Popular China son 'complejas', podría ser una subestimación.

Considérense los hechos: Pekín y Washington disfrutan de ricos vínculos históricos y culturales que datan de generaciones. Más de 300 mil estudiantes de origen chino asisten hoy a universidades estadounidenses, lo cual se suma a la enriquecedora diversidad cultural de estas importantes instituciones. Y, más importante aún, la relación bilateral, en el orden comercial, entre China y EE.UU., asciende a más de US$ 591 mil millones (y continúa en ascenso).

Téngase en cuenta qué tanto ganan ambas partes de mantener una asociación productiva y sólida, muchos en Washington (y ciertamente alrededor del globo) tuvieron la esperanza de que la solidez de tales vínculos funcionaran como base para el 'crecimiento pacífico' de Pekín.

En efecto, la economía china es ahora la segunda en importancia (al medirse el PBI, y se sitúa en el primer puesto si se considera la paridad en el poder adquisitivo), y exhibe ahora solo esperanzas escasas de que Pekín se convierta en lo que popularmente se comenta como 'accionista responsable' -esto es, que China, con su 'tenencia de acciones' en la estabilidad del sistema internacional merced a sus fuertes lazos económicos globales, siga normativas y prácticas aceptadas ampliamente en el resto del mundo.

China, J-11La cooperación en áreas de interés recíproco y compartido se enfatizaría con esperanzas claras en cualesquier área de competencia -provisto exista un entendimiento de que se registrara competencia en múltiples dominios-, y que tal competencia no se desvíe ni se debilite respecto de los logros ya consolidados.

Tristemente, tales expectativas no han llegado a convertirse en realidad.

Infortunadamente para los Estados Unidos de América y para sus aliados en Asia, pareciera ser que Pekín ha decidido conducirse en una dirección diferente en el área de su política exterior y sus objetivos de seguridad a lo largo de los últimos años -camino que perfectamente compromete a la misma paz y seguridad que Asia ha conocido por décadas; en referencia a la inspiradora transformación económica que ha servido de columna vertebral para la región.

En lo que solo podría describirse como un arco de inestabilidad, que se extiende desde el norte de las islas Senkaku (administradas por el Japón), y yendo hacia los rincones al sur del Mar del Sur de China y, ahora, moviéndose al oeste hasta lo que es comunmente conocido como la Segunda Cadena de Islas, Pekín ha decidido que una política agresiva -que lenta pero seguramente debilita el status quo- sirve a sus intereses.

Y las acciones chinas claramente prueban que este enfoque está en marcha. En los pocos últimos años, Pekín ha buscado reforzar las líneas sobre una vasta expansión a lo largo del Mar del Sur de China, construyendo islas en este área bajo recurrentes disputas, ha declarado una Zona de Identificación de Defensa Aérea en el Mar del Este de China (sin advertencia previa a aliados tales como Filipinas, por ejemplo, en arrecifes en disputa que se sitúan más cerca de este país que de territorio chino).

El objetivo -muchos podría argumentar- es dominar Asia pero, más importante, desplazar a los Estados Unidos como potencia preeminente en la región.

De hecho, ahora pareciera ser que EE.UU., junto con sus socios y aliados, lentamente está mudándose hacia una más intensa competencia de seguridad con China, de cara a los próximos meses y años por venir. Consecuencias que no pueden hacerse a un lado con facilidad, especialmente si se considera que tanto Washington como Pekín cuentan con armas nucleares.

Tristemente, los titulares recientes solo prueban el carácter agresivo de Pekín a lo largo de la región, y que tales acciones podrían dar lugar a un enfrentamiento entre superpotencias que no se ha visto en décadas.

El próximo-pasado martes, una aeronave estadounidense EP-3 Orion que volaba en espacio aéreo internacional sobre el Mar del Sur de China fue interceptado por dos jets avanzados de la República Popular (del tipo J-11).

En tanto el monitoreo cercano de aeronaves o de un navío de origen militar en espacio aéreo internacional es, ciertamente, una práctica estándar, esta interacción nada tuvo de normal. Los aviadores chinos se acercaron a 50 pies de la aeronave estadounidense, provocando que el piloto americano descendiera varios miles de pies -hasta consolidar una posición segura.

¿Le resulta familiar este incidente al lector? Pues, debería ser así -conforme China ya ha empleado este manual con anterioridad.

En 2014, un caza chino se acercó peligrosamente a una aeronave estadounidense de vigilancia (P-8), y realizó un giro de barrena sobre el último. De acuerdo a informes, 'el jet J-11 chino sobrepasó al P-8 Poseidon a 90 grados, con su barriga apuntando a la aeronave americana, con el objeto de exhibir su armamento'.

Por fortuna, incidentes recientes como el citado líneas arriba, no han conducido a heridos ni muertes -pero éste no siempre ha sido el caso.

Hacia 2001, una aeronave estadounidense EP-3 colisionó con un caza chino del tipo J-8. El piloto del J-8 pereció, mientras que la aeronave americana fue forzada a aterrizar de emergencia en China, en la isla de Hainan. Sobrevino una instancia de gran tensión. Por fortuna, la tripulación de EE.UU. fue liberada semanas después.

Cuando cautelosamente se consideran incidentes como estos, combinados con los claros intentos de Pekín de alterar el status quo, es vital que Washington replique de manera acorde -no solo para reforzar el compromiso de los Estados Unidos de América con la región, sino también para demostrar un claro liderazgo.

Existen dos maneras de garantizar que China comprenda la firmeza de EE.UU., a pesar de su recurrente testeo del orden internacional en Asia.

En primer término, Washington debe garantizar (y consolidar) relaciones más profundas con otras naciones en el este de Asia— especialmente, con aliados de importancia. Conforme se explicara en Tel informe Soluciones 2016 (elaborado por el think tank estadounidense The Heritage Foundation-:

Estados Unidos exhibe cinco tratados con aliados en la zona Asia-Pacífico (con el Japón, Corea del Sur, las Filipinas, Australia y Tailandia). EE.UU. debe, de manera inequívoca, respaldar su compromiso para la defensa recíproca bajo tales tratados. Estados Unidos debe involucrarse con éstas y otras naciones no aliadas de la región, a los efectos de que no perciban que China es quien lidera el juego.

Asimismo, y considerando que China está empleando instrumentos militares de poder para forzar a EE.UU. a retroceder en la región, la manutención de una sólida presencia militar estadounidense es vital -de hecho, debería incluso ser fortalecida:

Los programas de modernización y de construcción de navíos para la Armada de EE.UU. y el Servicio de Guardacostas estadounidense deberán recibir el financiamiento adecuado. Estados Unidos incluso debería invertir en sistemas de proyección de poder de largo alcance (como ser, vehículos aéreos no tripulados, bombarderos, y submarinos con poder de ataque nuclear) y otros sistemas que contrarresten cualquier esfuerzo para denegar a las fuerzas estadounidenses acceder a la región, o bien interferir con la libertad de tránsito en los mares. Adicionalmente, EE.UU. debería manter robustas bases en la región, a criterio de respaldar a las fuerzas militares de EE.UU. en la zona.

Claramente, lo señalado en este trabajo sirve como capítulo inicial de lo que debería ser parte de una estrategia más abarcativa, útil para garantizar que la República Popular China no se transforme en la pesadilla de Asia.

Queda claro que solo Washington cuenta con el poder para contrarrestar a Pekín. Mientras que EE.UU. ciertamente continuará trabajando con China en áreas de cooperación -vastas, en todo aspecto-, Pekín debe entender que Washington resistirá cualquier intento de alterar el status quo regional, al tiempo que se preservan la paz, la seguridad y la libertad en el concierto Asia-Pacífico.



Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2016/05/19/tensions-rising-with-china-after-near-collision/
 
 

 

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