SOCIEDAD: ROBERTO PORCEL

Chile y Argentina: tan cerca, y tan lejos

Tan pronto uno desembarca en el vecino país...

04 de Junio de 2016
Tan pronto uno desembarca en el vecino país, no resulta complicado percibir el descontento que existe en Chile con la gestión de su actual presidente, Michelle Bachelet. Su índice de popularidad, sin dudas es decididamente bajo -y continúa en caída libre. Conforme ha sucedido con muchos otros mandatarios y ex mandatarios en la región, Bachelet tampoco escapa a las denuncias por corrupción. Sin embargo, a la hora de las comparaciones, las quejas de los hermanos transandinos parecen exageradas.

Chile, banderaChile, sin lugar a dudas, es el último bastión de las Instituciones. A diferencia de lo que sucede en países como la Argentina, Brasil o Venezuela, Chile ha sabido conservar y protegerlas. Ello por supuesto, es mérito de su ciudadanía y -por qué no- también de su clase dirigente.

En la fortaleza y confiabilidad de sus instituciones, tiene la república chilena un poderoso contraveneno a la hora de tener que enfrentar descontentos como el que se registra actualmente. La clase empresarial de Chile también ha sabido marcar diferencias frente a la de sus pares en América del Sur. En definitiva, mucho se debe a gobiernos no permeables a la corrupción, y a jueces predispuestos a no tolerarla: panorama que, desde el inicio, desalienta la irrupción de empresarios obscuros.

Paralelamente, el pueblo chileno ha sabido conservar y preservar su sólida predisposición al trabajo y al disfrute de la dignidad que la actividad conlleva. Valores que las Administraciones populistas de la región han contribuído a desalentar, para forzar a los ciudadanos a depositar toda expectativa en el Estado. Acaso aquí radique la gran diferencia que existe hoy entre países como Chile y nuestra Argentina: la existencia comprobable de valores e instituciones. Los problemas económicos suelen resolverse a través de políticas adecuadas y, en general, surgidas del consenso.

Recuperar aquellos valores y promover a la credibilidad de las instituciones no deviene en una tarea sencilla: se precisa de muchos años (generaciones) para volver a educar y para inculcar los valores extraviados; es preciso recurrir a modelos y ejemplos positivos. La Argentina que acabamos de dejar atrás, la premisa consistía precisamente en lo contrario. Se protegía a los victimarios en lugar de a las víctimas; se enseñaba que castigar la violación a la ley no era 'racional' ni aceptable. El subsidio y los 'planes' se imponían por sobre el trabajo y la sana dignidad que de ahí se deriva. Se justificó hasta el cansancio -aún hoy sucede con algunos fanáticos residuales- la corruptela como herramienta para preservar el 'sistema'.

A posteriori -y más allá de los reclamos y objeciones que la ciudadanía chilena pudiere interponer ante la Administración Bachelet-, las diferencias entre ambos países, Chile y Argentina, son tan profundas como contundentes. La Argentina debe retornar a la cultura del trabajo y el esfuerzo, despojándose de los falsos beneficios del subsidio y el plan social. El juez debe volver a ser Juez, y nunca más volver a descomponerse en la figura de 'juez militante'. Como tampoco es factible crecer como país sin seguridad jurídica.

No puede ser la corrupción la medida del crecimiento. Cuando mandan la corruptela y el soborno, el hombre de negocios toma sus decisiones basadas en el aquí y ahora. Mas, cuando la inversión es genuina, se trabaja mirando hacia adelante. Esta es, ni más ni menos, la diferencia entre crecer o estancarse como nación. A contramano de lo que sucede en un modelo populista (donde solo se enriquecen aquellos que mandan), cuando un gobierno verdaderamente democrático reprime y condena la corrupción, son el país y los ciudadanos en su conjunto quienes se benefician. Solo basta con observar y comparar lo que sucede en un país y otro.

De visita por Chile, parado en aquel lado de la cordillera, miro hacia Argentina. Y entristece contemplar el país obsoleto que nos han dejado. Es el sano deseo de quien esto escribe, que podamos revertir este magro presente, para volver a ser lo que nuestros mayores soñaron hace tan solo unos cien años.

 
Sobre Roberto Porcel

Es Abogado en la República Argentina, especialista en Derecho Comercial y experto en temas relativos a la falsificación marcaria. Socio en el Estudio Doctores Porcel, fundado en 1921. Los textos del autor en El Ojo Digital pueden consultarse en http://www.elojodigital.com/categoria/tags/roberto-porcel.