Argentina: conspiración y caída

Al intentar legitimar la idea de que buena parte de la dirigencia política es corrupta, elementos fanatizados del 'Gobierno Nacional y Popular' promovían una implosión que, de producirse, también los haría volar por los aires a ellos mismos. 

 

Al buscar involucrar al hombre de negocios Angelo Calcaterra con Lázaro Báez, solo lograron certificar que la corrupción también era arte y parte de la Administración kirchnerista que tanto defendieron. Si Macri es corrupto porque su primo se sumó a un concierto de licitaciones asociado a Báez, por propiedad transitiva, Néstor y Cristina Kirchner tampoco estaban limpios. Honestidad brutal.

 

En rigor, lo que ahora están haciendo no pocos ciudadnos que revistan en la siempre enigmática clase media argentina es expiar las propias culpas, sumándose a las críticas kirchneristas contra el macrismo para no admitir que su única motivación era adquirir productos de línea blanca o televisores LED en cómodas cuotas. A ciertas porciones de clasemedieros, jamás les ha importado la defraudación de lo público; solo simularon interés, ni bien observaron que su bolsillo se resentía. Podría, este aspecto de la ciudadanía, esgrimirse como una de las numerosas razones que explican la decadencia argentina.  

 

Ante tal escenario, el gobierno de Mauricio Macri exhibe perplejidad y responde con espasmos. Por momentos, el Presidente parece distraído -acaso displicente. Durante la campaña presidencial, transmitía la misma sensación y, sin embargo, logró alzarse con el triunfo. Ahora, el estar al comando del país le impone no pocas exigencias. Este martes 14 de junio -en un otoño donde arreciaban las críticas contra su gestión-, el kirchnerismo ha salido en su auxilio. Provisto que resulta insoslayable que la detención del ex número dos de Julio De Vido viene en la forma de un gigantesco salvavidas político. La escena que prefigura un hombre otrora poderoso cavando un pozo en un monasterio es digna de una película de los Hermanos Cohen. Solo que, en esta ocasión, se trata de la más cruda realidad.

 

Curiosidad: López (sus movimientos venían siendo monitoreados por la Policía Bonaerense , aunque ello se niegue y se insista con la teoría del 'vecino') se desempeñaba como Secretario de Obras Públicas. Y toda obra comienza por un pozo.

 

La caída de 'Lopecito' -así se refería a él Jorge Asís en sus columnas- vino a ayudar a Macri en su culposa batalla contra sus propios fantasmas. Como si el jefe de Estado aún no hubiese asumido la importancia de la monumental responsabilidad que tiene por delante. En las últimas semanas, el clima político-social comenzaba a enrarecerse. Montados al descontento social generado por la astronómica suba de tarifas, grupos de bárbaros (por qué no, en el sentido sarmientino del término) comenzaban a hacer de las suyas, alimentados por la fantasía de un Macri huyendo en helicóptero. En esta oportunidad, el consenso no escrito entre manifestantes, piqueteros, pretendidas 'organizaciones sociales' y kirchnerismo residual del parlamento, ingeniaba mecanismos para ayudar al Presidente a que se incinere sólo, producto de su propia impericia. El golpe sucedería casi por decantación. A mediano plazo, el objetivo se centraba en que la propia clase media terminara tomando las calles para bregar por la salida de Macri. Cristina Fernández de Kirchner, por ejemplo, no se habría privado de cifrar al mes de agosto como fecha límite.

 

La captura de José López -para muchos- ha servido de bala de plata para aniquilar aquella proposición golpista. Aún cuando muchos seguirán buscando depositar al ex mano derecha de De Vido en cuarentena, para evitar que el contagio decrete rápidamente la muerte del Frente para la Victoria.

 

Como siempre, será la economía la que definirá la fortuna de la gestión Cambiemos. Si las penurias financieras no logran superarse, la oposición en general y el kirchnerismo en particular continuarán entorpeciendo el accionar oficial en dos frentes: la seguridad y la justicia. El desempeño de Patricia Bullrich en Nación (el 'protocolo antipiquetes' es solo un ejemplo) y la de Cristian Ritondo en Provincia en materia de seguridad están siendo sometidos a grueso escrutinio -y los fallos son más que evidentes. El Gran Buenos Aires es, nuevamente, testigo de amplias zonas liberadas por las propias fuerzas policiales disconformes con la Gobernadora Vidal: de ahí el crecimiento exponencial de los secuestros exprés y los homicidios en ocasión de robo. En la Ciudad Autónoma, han regresado los cortes de calles y avenidas, regenteados por personajes encapuchados -en general vinculados a Quebracho.

 

Otro aspecto que denota abandono por parte del Poder Ejecutivo es la administración de justicia. Federico Pinedo no ha cumplido con su promesa: la permanencia de Alejandra Gils Carbó al frente del Ministerio Público Fiscal deviene en extremo nociva para cualquier expectativa de transparencia; lo propio sucede en la Provincia, con María del Carmen Falbo. En el ámbito de las fiscalías, las subrogancias siguen a la orden del día -la Corte Suprema sólo ha limitado las mismas para los magistrados. Pero el poder de los Fiscales permanece intacto, a lo que se añade, claro está, las fuertes sospechas que recaen sobre muchos Jueces Federales, de primera y segunda instancia. Elementos de Justicia Legítima continúan inamovibles, en funciones y posiciones donde fueron designados por el kirchnerismo.

Mientras tanto, analistas políticos se muestran perplejos: si el kirchnerismo ya no regentea la chequera del Estado, ¿cómo se sostienen sus muchas maniobras y operaciones? Acaso puedan rastrearse las respuestas en la insólita detención de López.