EE.UU.: Hillary Clinton, ¿reivindicada?
El FBI ha decidido no recomendar se presenten cargos criminales contra Hillary Clinton...
El FBI ha decidido no recomendar se presenten cargos criminales contra Hillary Clinton en relación al uso que ella hiciera de un servidor privado de correos electrónicos, pero la explicación de tal decisión -desarrollada por el Director James Comey) proporciona algún tipo de información adicional sobre qué sucedió -y cómo. Entre los 30 mil e-mails entregados por los abogados de Hillary Clinton, había ocho cadenas de correos clasificados en el más alto nivel -'Top Secret' / 'Alto Secreto'- más otras 36 con calificación de 'Secret / Secreto' y otras ocho bajo el tag 'Confidential / Confidencial'. Comey continuó, describiendo a Hillary Clinton y a sus asistentes como 'extremadamente descuidados a la hora de manipular información muy sensible y altamente clasificada'. El comportamiento de Clinton fue 'particularmente preocupante', porque su sistema de correos electrónicos no estaba protegido las 24 horas por ningún equipo de seguridad del gobierno federal -ni siquiera por un servicio privado de carácter sofisticado como los que proporcionarían firmas tales como Yahoo! o Gmail.
El FBI no pudo hallar señal alguna de intrusión en los emails de Clinton, pero Comey observó que la naturaleza del sistema por ella empleado -que, a la postre, requería de un número de servidores- volvió improbable para la Oficina de Investigaciones hallar tal evidencia de intrusión, aún si ésta hubiese tenido lugar efectivamente. Una preocupación en particular tuvo que ver con el empleo, por parte de Clinton, del servidor privado al encontrarse en el extranjero -dentro del alcance de 'adversarios sofisticados'-, lo cual hizo posible que ciertos hackers o piratas informáticos pudieran acceder a esos datos. Y Comey fue muy cauteloso a la hora de apuntar que, bajo circunstancias normales, y a pesar de la recomendación del FBI en contra de la presentación de cargos criminales, un comportamiento como el de Clinton podría resultar en 'sanciones administrativas o de seguridad'.
Lo que Comey no dijo -aún cuando así lo sugirió- fue que, al basarse en tal precedente, la posibilidad de obtener una condena en la corte hubiese sido mínima, dada la aparente ausencia de 'intentos' en pos de derrotar al sistema de seguridad montado, bajo el claro convencimiento de que la actividad era ilegal. El FBI, sin lugar a dudas, creyó que Hillary Clinton había montado el servidor privado para su conveniencia personal -y para mantener control de sus emails a raíz de sus ambiciones políticas, antes que permitir que el gobierno archive el material, en donde, de alguna manera, aquél pudiese ser accedido por el público y por los medios de comunicación.
En mi rol de ex empleado del gobierno federal de Estados Unidos que en su momento tuvo accesos del tipo 'Top Secret', 'Codeword' y 'Acceso Especial' en el Departamento de Defensa, la Agencia Central de Inteligencia y el Departamento de Estado, evalúo como insostenible el argumento de la defensa de Clinton al respecto de que ella y su equipo consideraban que el servidor utilizado era aceptable. Cualquiera que alguna vez haya manipulado información clasificada, comprende a la perfección que Usted no puede copiarla, que no puede enviarla a ningún tercero ni compartirla con personas que carecen de acceso del tipo 'Need to Know', y que no puede Usted editarla para, en su opinión, convertirla en 'no clasificada'. Estos temas no están sujetos a discusión, debate, ni interpretación. Para mí y para ex empleados en mi círculo, la extendida charada que Clinton ha estado presentando durante tantos meses es imposible de evaluarse en su alcance y dimensión. Más allá del hecho de que Clinton ignoró los lineamientos para la correcta manipulación de información clasificada -tipificada en la Orden Ejecutiva 13526 y el Apartado 18 del Código Federal Penal de los Estados Unidos de América (U.S.C.) Sección 793(f), existe alguna evidencia de encubrimiento en relación a los datos comprometidos, conforme muchos emails fueron borrados. Este solo hecoh constituye una violación del Acta de Registros Federales (2009), y del Acta de Libertad de Información.
Y, luego, está el lado político de la investigación. En retrospectiva, es interesante evaluar dos comentarios compartidos por el Presidente Barack Obama sobre la requisitoria. Su comentario inicial fue que él no haría nada para impedir la investigación y los cargos que de ella pudieren surgir, agregando que 'Institucionalmente, ése es el modo en que siempre hemos funcionado: yo no converso con el Fiscal General sobre investigaciones pendientes. No converso con los directores del FBI en relación a investigaciones pendientes. Tenemos una línea muy estricta'. Pero Obama completaría luego: 'Hay descuidos en lo que tiene que ver con la administración de emails, de los cuales ella era titular, y así lo reconoce. Sigo creyendo que ella no ha puesto en peligro la seguridad nacional de los Estados Unidos'.
Todo lo cual me indica que Obama conocía de antemano hacia dónde se dirigía la investigación, más allá de sus comentarios, y su sugerencia de que Hillary no sería en modo alguno reprendida por sus acciones es particularmente reveladora. Recientemente, respaldó a Clinton, y participa activamente en su campaña, a la que no se hubiese comprometido si hubiese tenido alguna preocupación de que Clinton pudiera ser condenada. Es decir que el Presidente debió haber sabido lo que sucedería; a sabiendas de ese conocimiento, se las ha arreglado para hacer todo lo posible para que Hillary Clinton se convierta en la próxima presidente del país.
Con todo, aún debo creer que el cauteloso James Comey no le ha hecho favor alguno a Hillary. Comey ha desafiado las decisiones de Clinton, del mismo modo en que admitió que, si acaso ella hubiese sido una empleada del gobierno, la hubiese despedido. Desde luego, al menos algunos votantes le prestarán atención a eses dato en noviembre próximo. Como Robert Gates -quien era director de la CIA bajo el mandato de George H.W. Bush y Secretario de Defensa bajo George W. Bush y Obama- comentara recientemente: 'Todo este tema de los emails (...) es una verdadera preocupación a la hora de examinar su criterio [el de Clinton]'. Agregó: 'No entiendo qué es lo que originalmente la llevó a pensar que eso era una buena idea'.
La desmentida de Obama al respecto de que la seguridad nacional no se ha visto comprometida es, también, sospechosa. Comey dejó -cuidadosamente- abierta esa puerta sobre el particular, y se han conocido informes sobre un pirata informático de nacionalidad rumana (conocido públicamente como Guccifer) que ha hackeado repetidamente el servidor de Clinton. El hacker describió al server como 'una orquídea abierta en el Internet' y declaró: 'Fue fácil (...) fácil para mí, para cualquiera'. Incluso han habido afirmaciones al respecto de que la inteligencia rusa y otros servicios de espionaje extranjeros han logrado acceder al servidor de la Secretaria de Estado. Cualquiera con el conocimiento y equipo adecuados y la motivación, podría haber obtenido acceso. Esto es lo que los piratas informáticos hacen (con considerable éxito) contra servidores gubernamentales mucho mejor protegidos que un servidor privado localizado en el domicilio de un funcionario del Departamento de Estado, en Nueva York.
Los medios de comunicación nacionales están inundados con relatos que sugieren que Hillary Clinton ha sido reivindicada por el informe de Comey -pero yo no lo creo así. La realidad es bastante más compleja que eso, conforme la manera en que los Clinton estiman a 'las reglas' es, nuevamente, manifiesta. Si Hillary Clinton hubiese sido una empleada del Departamento de Estado en lugar de la cabeza políticamente designada del área, no tengo dudas de que la hubiesen -como mínimo- despedido. O, incluso más probable, que la hubiesen sentenciado a prisión efectiva, o bien quedado sujeta a multas punitivas en lo económico. Digo esto porque el hecho de que ella pusiera en marcha un servidor privado para manipular trabajo oficial es una actitud tan alejada del dominio de lo aceptable, que debieron haberse registrado todo tipo de advertencias en el momento en que decidió hacerlo.
El hecho de que nadie de su círculo íntimo haya objetado, demustra cómo la lealtad ante individuos poderosos que pueden empujarlo a uno en su carrera juega en Washington -en desmedro de las instituciones y la Constitución. Debería servir como advertencia para quienquiera que llegue a la Casa Blanca en enero de 2017.
Artículo original en inglés, en http://www.theamericanconservative.com/articles/hillary-clinton-vindicated/
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.