Juegos Olímpicos de Rio: lejos del Zika, es el crimen urbano la mayor amenaza
Mucho se ha dicho sobre los riesgos que el virus Zika presenta...
Mucho se ha dicho sobre los riesgos que el virus Zika representa para los turistas y atletas que visiten Río de Janeiro en ocasión de los Juegos Olímpicos. Numerosos competidores optaron por ausentarse de los Juegos, dada la epidemia. Pero el hecho es que la delincuencia representa una amenaza mayor -y las estadísticas así lo prueban.
Es invierno en el Hemisferio Sur, y la cifra de casos de Zika ha caído en casi un 90%, en comparación a seis meses atrás. Más aún, investigadores de la Universidad de São Paulo acaban de confirmar los resultados devueltos por estudios previos, concluyendo que solo tres o cuatro de los 500 mil turistas que se espera arriben al país, exhiben chances de contraer el virus. Pero no puede decirse lo propio de la violencia urbana en Río de Janeiro.
Las tasas de criminalidad han vuelto a crecer -especialmente en las barriadas marginales conocidas como 'favelas', bajo control de grupos criminales en poder de armamento pesado. Las principales preocupaciones son los robos y los ingresos a domicilios privados. De acuerdo al gobierno brasileño, se han registrado 98.038 casos -entre ambos delitos- durante los primeros seis meses de 2016, solo en Rio. Este promedio representa unos 3 mil casos por cada 100 mil habitantes, por año. Peor que eso: 31 personas fueron asesinadas este año, en ocasión de robos violentos.
Para los criminales, los Juegos dieron inicio mucho antes de la ceremonia inaugural de este viernes.
Dos hombres armados con pistolas robaron a un atleta australiano perteneciente al equipo paralímpico. Criminales robaron equipo valuado en US$ 400 mil a un equipo de televisión alemán. Un equipo australiano de noticias fue atacado en la famosa playa de Copacabana. Un atleta chino y un cameraman padecieron el robo de sus pertenencias y equipo de trabajo en su hotel. Y un atleta neocelandés no sabía a quién llamar tras ser secuestrado por dos hombres armados, disfrazados de agentes de policía; estos lo obligaron a retirar dinero de numerosos cajeros automáticos (ATMs).
Los visitantes internacionales suelen ser los objetivos predilectos de los criminales en Rio. Un periódico brasileño se sumergió en las estadísticas y halló que, en promedio, quince turistas fueron víctimas cada día, desde la apertura de la villa olímpica el 24 de julio.
Es imperativo, sin embargo, subrayar que Río de Janeiro no es una tierra sin ley. La tasa oficial de homicidios es de 19.2 por cada cien mil habitantes por año (y con tendencia a la baja), al compararse con ciudades estadounidenses como Atlanta y Cincinnati—Río no es segura, pero es mucho menos violenta que Detroit y Baltimore, e incomparablemente superior a Caracas, Venezuela, que hoy exhibe los índices de homicidio más elevados del planeta.
Asimismo, existe la expectativa de que el esfuerzo masivo e internacional de las fuerzas de seguridad—esfuerzo que incluye a las muy respetadas fuerzas de policía brasileñas y sus fuerzas armadas—contribuya a reducir los riesgos para turistas y atletas.
Río puede no ser el ambiente más idóneo para el desarrollo de los Juegos Olímpicos, pero podría ser peor.
Hasta hace pocos meses atrás, se registraba preocupación por la estabilidad de Brasil, que aún se encuentra en medio de una crisis política y una profunda recesión económica.
Las turbulencias políticas han sido constantes en Brasil a lo largo de los últimos meses, tras el escándalo de corrupción que condujo a manifestaciones ciudadanas masivas y al proceso de impeachment de la presidente Dilma Rousseff. Los prospectos de cara al futuro lucen ahora promisorios, conforme el presidente interino, Michel Temer, es un moderado -a diferencia de su predecesora socialista.
Naturalmente, y como sucede en todo evento deportivo de calibre internacional, existe la amenaza del terrorismo. Mientras que el esfuerzo internacional para impedirlo es notorio en Río, los mecanismos de seguridad se encontrarán en máxima alerta entre el 5 y el 21 de agosto.
Así lo explica Steven Bucci -ex boina verde del Ejército de Estados Unidos, y analista en el think tank The Heritage Foundation (Washington, D.C.): 'Desde que terroristas palestinos irrumpieran en los Juegos Olímpicos de Munich en 1972, este evento ha trascendido a su propio significado. Cada país que gana la oportunidad de ser anfitrión de los JJ.OO. termina heredando un gigantesco desafío en materia de seguridad. Este año quizás sea el más desafiante en la historia, en este sentido'.
Hasta el momento, Brasil parece estar haciendo frente al desafío, de manera efectiva. Al día de la fecha, 'Brasil ya ha capturado hasta a doce sospechosos de cometer atentados terroristas en operaciones múltiples; y los informes refieren que la totalidad de esos individuos planeaba ataques para los Juegos'.
No hay dudas de que los Juegos Olímpicos arriban en una temporada difícil para Brasil, pero toda predicción catastrofista siempre resulta contraproducente. Deberíamos, entre todos, celebrar este gran evento deportivo -y rezar para que sea un éxito.
Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2016/08/04/forget-zika-urban-crime-is-the-real-threat-to-rios-olympic-games/
Es Investigadora Asociada sobre Asuntos Hemisféricos y Latinoamérica en la Fundación Heritage, Washington, D.C. Más puntualmente, se desempeña en el Centro Douglas y Sarah Alison para Políticas de Seguridad Nacional y Exterior -división del Instituto Shelby Cullom Davis para Estudios Internacionales.