SOCIEDAD: PABLO PORTALUPPI

Mar del Plata, emblema de un país que coquetea con el abismo

En los últimos años, la ciudad de Mar del Plata ha venido concentrando no pocas miradas.

14 de Octubre de 2016
En los últimos años, la ciudad de Mar del Plata ha venido concentrando no pocas miradas. Pero ello no ha sucedido precisamente por su belleza natural o por su particular mezcla de ser una gran urbe y, al mismo tiempo, un pequeño pueblo. Más bien por todo lo contrario: la ciudad que alguna vez supo ser alguna vez la 'Biarritz' de América del Sur, ha devenido en todo un símbolo de la degradación argentina.  
 
Con el reciente envío de elementos de Gendarmería Nacional, Mar del Plata volvió a ocupar el centro de la escena política. Sólo en el año 2013, se registraron en la ciudad 89 asesinatos. Hoy día, es la localidad con mayor tasa de homicidios de la Provincia de Buenos Aires. Para agravar aún más el cuadro, la penetración del narcotráfico está creciendo exponencialmente. 
 
Asimismo -conforme es confesado en ocasiones por los propios funcionarios-, tanto el Gobierno Nacional como el gobierno bonaerense y el municipio marplatense evalúan la probabilidad de ocurrencia de episodios violentos hacia fin de año. Así lo comentaría a este medio (para nombrar solo a una voz autorizada) un comisario de la policía -hoy en actividad- a este medio: 'Hay elementos extraños que preparan saqueos en los grandes hipermercados mayoristas'. La mayoría de ellos se hallan en el mismo corredor, la Avenida Champagnat, que es la que une las Rutas 2 y 88 -y que, en más de un sentido, divide a la ciudad en dos. Sólo en esa arteria se concentran cinco híper, separados por apenas 1 kilómetro de distancia. El reciente ataque contra el Presidente Mauricio Macri y la Gobernadora Vidal en el barrio Belisario Roldán puso en alerta a las autoridades, aunque la agresión también ha dejado en evidencia al jefe comunal local, Carlos Arroyo. Aunque todavía a muchos les cuesta dar crédito, el municipio no cuenta aún con un Secretario de Seguridad. El funcionario designado originalmente renunció apenas cinco días después de asumir, y el intendente jamás lo reemplazó, aduciendo ser él quien se colocaría al frente del problema. Los resultados -habrá que decirlo- no han sido los mejores. 
 
Casi un marginal de la política, y vilipendiado por haber exhibido posturas políticamente incorrectas -siempre de acuerdo a sus detractores-, Arroyo se encontró de súbito con aquello que siempre había anhelado: conducir el Municipio de General Pueyrredón (lo lograría, gracias a una oportuna alianza junto al PRO y el radicalismo). Pero las dudas sobre su capacidad se multiplican: 'Se preparó toda la vida para llegar a Intendente. Pero no para serlo', dicen cerca del hombre. Y agregan: 'Creía que era la misma ciudad de hace 40 años. Y quería manejarla como si fuera 1970. En aquella época, había menos de 200 mil habitantes, y todo pasaba en el centro. Fuera de allí, no pasaba nada. Hoy hay casi un millón de habitantes y se ha vuelto muy compleja'. Es cierto que Arroyo no parece estar a la altura de las circunstancias, pero no es menos cierto que su antecesor, el sciolista Gustavo Pulti, compartió a los marplatenses un legado de deudas impagables y arcas en rojo. Por su parte, Arroyo hizo de la seguridad un estandarte de su campaña; sin embargo, es en ese terreno donde se muestra más errático.
 
Mar del Plata, Barrio LibertadEs que aquí se introduce uno de los grandes temas: el notable avance del tráfico de drogas en la ciudad, especialmente en zonas periféricas. Un prominente policía -ya retirado y ex funcionario provincial, profundo conocedor del terreno y del modus operandi narco- lo expone cabalmente: 'La ciudad se ha conurbanizado. Esto se da por la gran cercanía con Capital y el Gran Buenos Aires, a apenas cuatro horas por autopista. Los barrios periféricos han crecido mucho y éstos han sido aprovechados por los punteros políticos'. En simultáneo, tanto los últimos intendentes locales como los gobernadores de la Provincia, en especial Daniel Osvaldo Scioli, se preocupaban más por el centro y macrocentro que por la periferia -tolerándose el crecimiento exponencial y desordenado de tales conglomerados. Al escenario, naturalmente habrá que sumarle las recurrentes crisis económicas del país, y la cercanía del puerto para exportar la droga: la salida de estupefacientes hacia Europa con escala en tierras africanas se ha potenciado notablemente en los últimos quince años. La República Argentina es hoy la tercera nación en importancia que provee estupefacientes a territorio europeo.  
 
El citado ex policía comparte un panorama tan desolador como preocupante: 'El problema narco en Mar del Plata es en extremo complicado. En su mayoría, [el narco] funciona como emprendimiento familiar; se trata de familias enteras que se dedican a vender. ¿Cómo hacés inteligencia en esas condiciones? Cuando hay un operativo, los policías se encuentran, por ejemplo, con mujeres embarazadas en la primera línea. [Los traficantes] las ponen ahí a propósito. O menores de edad. Entonces, los jueces los tienen que largar. Pero esto se combina con algo peor: esas mismas familias están protegidas por gente del barrio, que avisan si hay algún operativo. Es tanta la plata que recaudan, que pueden pagarles. Además, saben que podrán algún día heredar el negocio. Muchos dealers hicieron tanta plata que se mudaron de barrio, se compraron su casa y un auto 0 km'.
 
El experto agrega: 'Acá, la situación se terminó de desmadrar con las reformas de [León] Arslanian, la de 1998 y la de 2004. Puso a la Policía en el centro del problema, como si fuera la gran causante. El narcotráfico viene de lejos y es muy difícil establecer sus causas, pero acá, en la Argentina, el garantismo pudrió todo. Se demonizó a la policía. Y, ahora, Macri y Vidal están haciendo lo mismo. Lo que falta acá es una política de decidido respaldo a la Policía. Lamentablemente, el policía es el enemigo a combatir. Y de a poco, el delincuente se convirtió en la víctima. Esto es lo que propugnan gente como [Eugenio] Zaffaroni y Arslanian. Esto es lo que no se animan a cambiar, aunque hoy vuelvan a hablar sobre la puerta giratoria. Se sigue hablando de crear nuevas dependencias, agencias. ¿Y si probamos con combatir el narcotráfico en serio, con hechos?'. E ilustra con un ejemplo: 'Si un agente se entera por boca de un tercero que en determinada casa se cocina droga, no sólo tiene que esperar una orden judicial que nunca llega sino que, además, tiene que justificar cómo obtuvo esa información. Mientras todo eso demora, ya la droga mató a muchos pibes'. 
 
En una escuela pública, de las más reconocidas de Mar del Plata, una docente realizó una encuesta anónima en un curso del secundario; el estudio -de carácter espontáneo- retornó resultados escalofriantes: de 33 alumnos de 13 años, 27 admitieron drogarse. A su vez, tres de ellos reconocieron ser vendedores. El reciente homicidio de la adolescente Lucía Montero a manos de un grupo de presuntos comerciantes minoristas de drogas puso de manifiesto una realidad dolorosa y evidente: en el grueso de los establecimientos educativos, es costumbre ver merodear a dealers en busca de potenciales clientes. Este escenario es admitido por los propios alumnos, que saben perfectamente cómo localizarlos. En ocasiones, los vendedores se posicionan a una cuadra de los colegios; en otros casos, utilizan la plaza más cercana como base para sus operaciones de venta. En el Barrio Libertad (foto; crédito: LoQuePasa.net), una de las zonas tildadas como más peligrosas de la ciudad, existen códigos con los cuales las propias fuerzas de policía evitan entrar en conflicto: ningún auto circula de noche circula con las luces encendidas; nadie se traslada en soledad, si no reside en la barriada. Hordas de menores de no más de 12 años de edad se ubican al acecho, protegidos por la oscuridad y su conocimiento del terreno.
 
El 27 de octubre de 2015, la Corte Suprema de la Nación, a través de una acordada, dio forma a la 'Comisión Judicial para la lucha contra el narcotráfico', integrada por magistrados federales de distintas regiones y por representantes de la Junta Federal de Cortes y Superiores Tribunales de Justicia. A un año de su creación, la Comisión no ha emitido documento alguno. Acaso porque esa es la intención no declarada, en la Argentina, las estadísticas sobre el comercio de estupefacientes brillan por su ausencia.
     
En la reciente marcha del pasado 11 de octubre, bajo la consigna 'Para que no te pase a vos', los reclamos pusieron la mira no solo en la Policía, sino también en la administración de justicia y la dirigencia política. Para muchos, la Argentina se ha convertido en un Estado culposo, dubitativo, cobarde. Como si los estragos provocados por la violencia en los años setenta y la réplica igualmente brutal y desaprensiva de la dictadura militar aún no hubiesen terminado de cicatrizar en el cuerpo social. Acaso por impericia, negligencia o pusilanimidad, nadie parece contar con un plan transparente para combatir efectivamente a la delincuencia. En paralelo, se multiplican las propuestas grandilocuentes que, desde la teoría, contribuyen a enredar aún más la madeja. 'Cuando se presenta un delito complejo en Mar del Plata, nadie sabe quién tiene que ir. Si la policía local, si los CPC, si la DDI. Dividieron tanto a la policía, que ya nadie es responsable de nada', completa un reconocido subcomisario de la policía local. Y apunta: 'La Policía Local fue producto de una necesidad política. Ahora, quieren hacer la Policía Judicial. Yo no sé si no saben nada, o si lo hacen a propósito'.
 
Precisamente, el proyecto de la Policía Judicial fue presentado hace poco tiempo por la Comisión Provincial por la Memoria; desde la puesta en funciones de la citada fuerza, se pretende: 'combatir la impunidad, el armado de causas, y la ineficiencia en la investigación penal'.  
 
Ante este panorama, cabría preguntarse qué sucedería si -de una vez por todas-, las autoridades nacionales y locales pusieran de suyo para hacer frente, con decisión, al tráfico de drogas.

 
Sobre Pablo Portaluppi

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital, reside en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Su correo electrónico: pabloportaluppi01@gmail.com. Todos los artículos del autor, agrupados en éste link.