Retomando el compromiso de la lucha por Afganistán
Apenas la Administración Trump aterrice en la Oficina Oval en enero de 2017, precisará evaluar su estrategia...
Apenas la Administración Trump aterrice en la Oficina Oval en enero de 2017, precisará evaluar su estrategia en Afganistán, país desde el cual al-Qaeda lanzó sus ataques del 11 de septiembre de 2001, y donde las fuerzas combinadas de Estados Unidos y la OTAN (respaldadas por los afganos) continúan combatiendo contra el Talibán -quince años después de que el grupo extremista islámico fuera expulsado del poder.
Apenas la pasada semana, el Talibán ejecutó un atentado suicida con explosivos contra la base militar más importante de EE.UU., asesinando a dos ciudadanos estadounidenses y a dos contratistas de la misma nacionalidad, e hiriendo a otras diecisiete personas. El ataque tuvo por objetivo debilitar la voluntad de Estados Unidos y de OTAN, intentando convencer a ambas de que abandonen el país.
Pero, de procederse al abandono de Afganistán, tal escenario permitirá que el Talibán retome amplias franjas de territorio, facilitando la resurrección de al-Qaeda en la región, sin mencionar el repunte en la moral de elementos extremistas islámicos en todo el globo.
En tanto el grueso de la atención se concentra hoy en la lucha versus el Estado Islámico en Irak, lo cierto es que Afganistán continúa representando un frente de gran importancia en el combate contra el terrorismo, y probablemente se muestre rápidamente en los radares del flamante presidente electo estadounidense Donald Trump.
Las fuerzas estadounidenses fueron dotadas de amplia autoridad para involucrarse en operaciones de ofensiva junto a sus contrapartes afganas a comienzos de este año, y recientemente han ayudado a detener los avances del Talibán, particularmente en la ciudad norteña de Kunduz y en porciones de la provincia de Helmand, al sur del país.
No obstante, la reciente llegada Administración americana habrá de considerar si acaso retener al Talibán sería suficiente, o si incrementar los niveles de tropas de EE.UU. y OTAN podría ser necesario a criterio de subir la presión contra los extremistas.
Un primer paso podría dar inicio con consultas a los comandantes estadounidenses en el terreno, y tomar nota de su consejo. En 2013, el ex comandante en Afganistán, el General John Allen, recomendó la manutención de 20 mil soldados estadounidenses en el país tras 2014, como la opción menos riesgosa. Infortunadamente, el presidente saliente Barack Obama optó por la alternativa más peligrosa, esto es, de dejar estacionada a la mitad de aquella cifra.
Aún cuando los rastros de la asistencia estadounidense en Afganistán inevitablemente disminuirán con el tiempo, Washington habrá de mantener programas vigentes que impulsen tendencias democráticas, contribuyan al desarrollo económico y a la integración económica regional, y que tales elementos puedan ser aislados de la perniciosa corrupción que asuela a la sociedad afgana. Mucho de la ayuda enviada ha sido robada a lo largo de los últimos quince años, y una nueva Administración tendrá que revisar las políticas de asistencia y los programas relacionados -insistiendo en cosechar eficiencia y resultados.
Por último, el combate contra el Talibán en Afganistán no tendrá éxito hasta tanto los líderes del movimiento dejen de lograr asilarse en la vecina Paquistán. La próxima Administración habrá de descubrir nuevos senderos para convencer a los paquistaníes de que está en su propio interés emprenderla contra el Talibán, y el unirse al proceso de paz.
El cambio en la Administración estadounidense ofrece una oportunidad para renovar el compromiso en pos de la lucha por Afganistán, optimizando la estrategia americana hacia Paquistán, de modo tal que puedan consolidarse una mayor estabilidad política y la debida prosperidad económica para la región.
Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2016/11/21/recommitting-to-fight-for-afghanistan/
Es analista senior en la Fundación Heritage (Washington, D.C., Estados Unidos); experta en las relaciones económicas y políticas entre el gobierno de EE.UU. e India, Paquistán y otras naciones del Sudeste de Asia. Su trabajo también es publicado en español en la web Libertad.org.