INTERNACIONALES: ANA ROSA QUINTANA

Fidel Castro ha muerto; pero la tiranía sigue vigente en Cuba

En la noche del próximo-pasado viernes, los medios estatales cubanos dieron a conocer el deceso de su ex líder, Fidel Castro, a la edad de noventa años.u

27 de Noviembre de 2016

En la noche del próximo-pasado viernes, los medios estatales cubanos dieron a conocer el deceso de su ex líder, Fidel Castro, a la edad de noventa años. Algunos harán duelo por su fallecimiento, e incluso glorificarán su vida. Pero, para muchos otros, ni siquiera la muerte de Castro podrá llenar el vacío provocado por su vida.

Durante más de cinco décadas, los cubanos sufrieron bajo la tiranía de Fidel y, luego, de su hermano Raúl -hoy, de 85 años de edad. Aquellos cubanos vieron cómo un régimen destruía un país, exportando el idéntico modelo retorcido de 'justicia social' a lo largo del mundo desarrollado. My abuelo supo relatarnos sobre cómo se ocultaba en su hogar cuando los pelotones de fusilamiento de Fidel ejecutaba a personas inocentes en las cercanías de su barrio.

Cubanos, MiamiLa religión se criminalizó, el disenso fue reprimido con violencia, y los ciudadanos cubanos se convirtieron en propiedad de su Estado comunista. El período de Fidel llevó al mundo al instante más cercano a la guerra nuclear, en aquellos perturbadores trece días de 1962. Fidel Castro Ruz indoctrinó echando mano del odio, expulsando a millones del país. En mi carácter de primera generación de cubana-estadounidense nacida en Miami (Florida), conozco muy bien esta historia. Mi familia fue forzada a abandonar Cuba, luego de rehusarse a adherir al régimen. Ellos, así como centenares de familias buscaron refugio en la embajada del Perú en La Habana; durante una semana, vivieron allí -carentes de toda suerte de comodidades-, preguntándose por cuáles serían los próximos pasos a emprender.

El regreso a casa no era una posibilidad; los matones de Fidel Castro habían declarado a aquellas familias persona non grata, y vandalizaron su propiedad. Luego de algún tiempo, mi familia pudo trasladarse a los Estados Unidos, como parte del éxodo del Mariel en 1981. En tanto vivían temporalmente en un campo de refugiados a su llegada, hoy son exitosos ciudadanos estadounidenses -como el resto de la colectividad de exiliados cubanos. Al día de hoy, mi familia jamás ha retornado a Cuba.

En rigor, no es tan importante para mí si Fidel estaba vivo o si había muerto. Lo que interesa es que el mismo gobierno represivo y hostil frente a las libertades individuales que él supo crear, continúa siendo fuerte. Hoy, más que nunca, los Estados Unidos de América han de retornar hacia una política tendiente a dotar de poder al pueblo cubano. El respaldo de aquellas personas que, en condición de exiliados y disidentes, aman a su país, deberían ser -una vez más- prioritarios para EE.UU.

Con todo, desde el 17 de diciembre de 2014, Estados Unidos se ha venido posicionando del lado incorrecto de la Historia. Aún cuando se han declarado buenas intenciones, la política del presidente estadounidense saliente Barack Obama de acercamiento al régimen castrista claramente no está funcionando. En lugar de presionar por mayores cuotas de libertad, Estados Unidos ha legitimizado a la dictadura militar más antigua del Hemiferio Occidental. Envalentonado por la complacencia estadounidense, el régimen ha producido -en los últimos dos años- niveles históricos de persecución política y religiosa. Como cristiana, me uno a los pedidos para que Fidel Castro halle absolución tras su muerte -absolución que él mismo negó a millones de personas. 

Pero, como hija de refugiados políticos cubanos, la muerte de Fidel funciona como un recordatorio frente a nuestra obligación de ser testigos de los horrores cometidos en nombre de la revolución de Fidel.


Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2016/11/26/fidel-castro-may-be-dead-but-tyranny-remains-in-cuba/


Foto de portada: cubanos en Miami (Florida, EE.UU.) | Crédito: Jeff Binion, Newscom

 

Sobre Ana Rosa Quintana

Es Investigadora Asociada sobre Asuntos Hemisféricos y Latinoamérica en la Fundación Heritage, Washington, D.C. Más puntualmente, se desempeña en el Centro Douglas y Sarah Alison para Políticas de Seguridad Nacional y Exterior -división del Instituto Shelby Cullom Davis para Estudios Internacionales