Falsos titulares sobre falsas noticias
Las 'falsas noticias' pueden encontrarse entre los titulares. La narrativa funciona, más o menos, así...
Las 'falsas noticias' pueden encontrarse entre los titulares. La narrativa funciona, más o menos, así: relatos inventados que representan erróneamente 'la verdad' proliferan hoy en el Internet y, una vez que aparecen en un sitio de social networking, frecuentemente se difunden muy lejos y de manera amplísima, en general provocando un serio perjuicio en el camino a quien fuere el objetivo del posting inicial. Según se ha informado, Google y Facebook están ahora en alerta de cara al problema, y hacen lo mejor para monitorear y eliminar este tipo de material. Cómo funciona eso, aún no queda claro, conforme ello sería una evidente censura, y la relativa apertura del Internet resume gran parte de su atractivo.
Y también está, por cierto, el aspecto político de las falsas noticias. Según se detalla, los relatos más recientes se han enfocado en la denigración de la candidata presidencial demócrata, Hillary Clinton, acusándosela de haber cometido una serie de delitos de alto y bajo nivel, desafiándose en el proceso su credibilidad en asuntos relativos a su salud, y afirmándose que ella buscaba 'tomar el control del país para pasársela a un obscuro conglomerado de financistas de proyección global'.
Que la abrumadora mayoría de la cobertura mediática de la campaña presidencial americana consistió, en rigor, de informes negativos sobre Donald Trump, se presentaría como algo que contradice aquella narrativa. Pero debido a que el grueso de aquellos que hoy día promueven la teoría del 'relato sobre las falsas noticias' podría ser cómodamente descripta como simpatizantes de Clinton, quizá no represente sorpresa que cualesquiera beneficios que pudieren obtener en el ángulo político se inclinaría en favor de ella.
Y también hay allí algo más nefasto que encaja perfectamente en otro relato que fue intensamente promocionado en la previa de los comicios. Insidiosos investigadores -vinculados al, de algún modo, oscuro mundillo de los think tanks- que el Kremlin estaba detrás de todo, explicitado ello con algeun detalle en el Washington Post, en un artículo que daba inicio así: 'El esfuerzo de la propaganda rusa ayudó a difundir 'falsas noticias' durante la elección, declaran expertos'. La pieza de página principal en el Post, rápidamente repetida por todos lados y sin anteponérsele crítica alguna en los medios masivos de comunciación, refirió a la supuesta existencia de 'una sofisticada campaña de propaganda rusa que creó y difundió artículos sesgados en formato online, con el objetivo de castigar a la candidata demócrata Hillary Clinton, ayudando al candidato republicano Donald Trump y comprometiendo la fe en la democracia estadounidense',
Son dos los coautores; uno de ellos, fellow en un oscuro think tank, citados por el Post. El Foreign Policy Research Institute, había publicado un artículo intitulado 'Trolling en favor de Trump: Cómo Rusia intenta destruir nuestra democracia' el 6 de noviembre próximo-pasado, en la revista online War on the Rocks. Ello fue -quizás, para nada una coincidencia- apenas antes de la elección, y el artículo jugó fuerte para Clinton, afirmando absurdamente en un punto que 'Una victoria de Trump podría cimentar el camino para el ascenso ruso y la resignación estadounidense'.
Un segundo grupo citado en el texto, PropOrNot, reveló el 30 de octubre las claves para 'identificar y combatir a la propaganda Rusia online', incluyendo una muy conveniente tabla que enumeraba a todos los sitios del Internet que, en apariencia, son 'idiotas útiles' involucrados en el respaldo de 'medidas activas' producidas por el presidente ruso Vladimir Putin y sus combatientes en las sombras. De manera alarmante, PropOrNot advierte que, a menos que se haga algo sobre la propaganda de Moscú, podría ocurrir que, 'como consecuencia inmediata de la elección por venir, los rusos orquesten violencia política en los Estados Unidos'.
La investigación y el análisis ejecutados por el Foreign Policy Research Institute y PropOrNot se basa en conexiones físicas entre sitios que despliegan las 'falsas noticias', así como también lenguaje y expresiones repetitivos, pero eso es precisamente cómo la información se mueve hoy en el Internet, en cualquier escenario. Los ciento por ciento respetables Consortium News, Antiwar.com, Unz.com, y el Ron Paul Institute son cuatro de los sitios que PropOrNot identifica como 'promotores de la propaganda rusa', en lugar de sugerir que la discusión objetiva de la política exterior de Moscú fuera de la zona de confort de la burbuja del establishment de Washington es suficiente como para ser incluídos en tal listado.
El artículo del Post acepta que Moscú se encontraba detrás del hacking de los archivos del Comité Nacional Demócrata y otros comentarios al respecto de que se buscaba 'avergonzar a Clinton', aún cuando la responsabilidad del gobierno ruso actual nunca ha podido ser demostrada sin ambigüedad, y ha sido negada tanto por el Kremlin como por WikiLeaks. Y podría sorprender al Washington Post, al Foreign Policy Research Institute, y a PropOrNot el percatarse de que Moscú estuvo siguiendo muy de cerca la elección presidencial americana, respaldándose en sus propios intereses. Por un lado, participaba una candidata de un partido mayoritario que comparó a Putin con Hitler, y que defendía toda iniciativa para hacer frente a Rusia en el Báltico, en Ucrania y en Siria, incluyendo ampliar la OTAN e incrementar la asistencia militar letal directa a Kiev, mientras que se proponía intervenir directamente en Siria. Intervención que hubiese incluído la creación de una zona de vuelos restringidos, que virtualmente hubiese garantizado un incidente involucrando a aviones de guerra estadounidenses y a aeronaves rusas que actúan en defensa del régimen de Basher al-Assad.
Por otro lado, había otro candidato de partido mayoritario que defendía el diálogo y una détente con Rusia, argumentando que los niveles actuales de hostilidad con Moscú carecían de fundamento. Este candidato también se mostraba poco proclive a incrementar el involucramiento de Estados Unidos en Siria.
No debería haber misterio al suscribirse por qué candidato se iba a inclinar Putin. En efecto, Moscú se caracteriza por una extendida burocracia que se involucra en la administración de medios de comunicación -en defensa de lo que percibe como intereses propios-, pero el Departamento de Estado hace exactamente lo mismo, y lo propio hace la CIA en el exterior, y el Pentágono administra las noticias originadas en zonas de guerra -de la mano de periodistas/corresponsales. Por propia cuenta, la Casa Blanca ha alimentado con información falsa a periodistas en oportunidad de la Guerra de Irak.
Muchos otros gobiernos, incluyendo a los de Israel y China, también se involucran en una manipulación metódica de medios de comunicación a nivel global, para promocionar sus políticas exterior y doméstica. Y uno incluso podría agregar que los medios masivos de comunicación estadounidenses ejercitan una considerable censura en relación a titulares que incomodarían al establishment político-corporativo. Habría que preguntarse quién manipula a quién, y si acaso es justo sugerir que el público estadounidense es tan crédulo como para creerse todo lo que aparece en el Internet, la televisión o en la prensa escrita.
Adicionalmente, desde lo personal, argumentaría que existe allí un vasto abismo entre el uso de los recursos de comunicación globales de un país para favorecer un resultado político determinado en una nación extranjera y buscar deliberadamente destruir las instituciones políticas de esa nación, que es algo que el Post y sus think tanks asociados están intentando lograr en conjunto. Y no se trata de afirmar que el posting de relatos falsos o sesgados para obtener alguna ventaja política sea algo novedoso, siendo que éste proceder ha sido la norma desde que se inventó el periodismo de llegada masiva en el siglo XIX. No es por nada que la 'verdad' ha sido descripta como la primera víctima cuando las naciones se involucran en un conflicto y se dirigen al público para explicar sus respectivos puntos de vista.
El artículo del Washington Post certifica sus alegatos sobre Rusia, echando mano de la existencia de numerosas falsas noticias en el Internet. En mi propia experiencia al posicionar artículos falsos o engañosos en el exterior en tiempos de la Guerra Fría, el truco consistía en no utilizar una maza sino, antes bien, respaldar un relato sobre la base de una historia sustancialmente real e implacable, en tanto que se insertaba un elemento que podría remitir a alguna información adicional. El vincular algo falso a algo que se da por verdadero podría servir para validar la primera porción. Irónicamente, esto es precisamente lo que el artículo del Washington Post buscó lograr, cuando trata de establecer como sólida su visión de que Rusia se encontraba detrás de la falsa noticia, refiriendo: 'No existe manera de saber si acaso la campaña rusa probó ser decisiva en la elección de Trump'. El matutino está plantando la semilla de que el rol de Moscú fue decisivo, al incluír las reservas sobre el particular.
El artículo del Post también describe la cobertura que se hiciere de la salud de Hillary Clinton, e implica que los comentarios negativos, de alguna manera, se vinculaban con Moscú; pero la realidad es que Clinton en efecto tropezó y casi cayó al suelo en vivo y en directo. Ese video fue repetido hasta el cansancio, dando lugar a un torrente de discusiones en todo el mundo, incluyendo a cadenas amigables para con Rodham como la CNN, y sin necesidad de que Rusia hiciese nada para difundir la historia. En efecto, los trolls rusos se han movido rápidamente para difundir ese capítulo, conforme el artículo lo sugiere -pero no estuvieron solos al hacerlo.
Los medios masivos de comunicación -mainstream media-, que claramente están teniendo dificultades a la hora de explicar que todos deben prestarles atención, se muestran predispuestos a descubrir nuevos motivos para explicar por qué la cobertura electoral fue tan horrenda. Resulta tan conveniente afirmar que los rusos plantaron falsas noticias -y que, más aún, buscan destruir nuestra democracia-, que sería una gran idea, si es que pudiese lograrse que alguien la creyera. El hecho es que el público no confía en los medios porque sus informes han probado ser intrínsicamente sesgados y selectivos, con el Team Clinton apareciendo como el claro beneficiario del status quo en la reciente campaña electoral. El sesgo -claramente percibido por la ciudadanía- es precisamente lo que hace que la gente se remita a fuentes de información alternativas y que se lance a la lectura de relatos falseados. Y, mientras que podría ser cierto que cierto ministerio en el gobierno ruso es responsable de algo de lo que se difunde en el Internet, alegar que existe allí un complot para destruir la democracia estadounidense es un puente que va demasiado lejos. Los partidos Demócrata y Republicano ya están haciéndolo, sin ayuda de Moscú.
Artículo original en inglés, en http://www.theamericanconservative.com/articles/the-fake-news-fake-story/ | Traducido y republicado con permiso del autor y de The American Conservative magazine (Estados Unidos)
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.