Obama y la conmutación de la pena de Manning, funesto mensaje para el personal militar
Ejercitando su autoridad bajo el Artículo II, Sección Segunda de la Constitución...
Ejercitando su autoridad bajo el Artículo II, Sección Segunda de la Constitución de los Estados Unidos, el presidente Barack Obama conmutó la sentencia -emitida por una corte marcial- del delincuente convicto Chelsea Manning, anteriormente conocido como Bradley Manning. Aún cuando no puede disputarse que Obama contaba con la autoridad legal para conmutar la sentencia del ex soldado de primera clase, el jefe de Estado y sus consultores debían conocer que cualquier alivio concedido a Manning sería en extremo controvertido, y por una buena razón.
La conmutación de la pena de Manning envía un funesto mensaje a todo aquel que sirve actualmente en las fuerzas armadas estadounidenses; envalentona a aquellos que busquen dañar a los Estados Unidos; y contribuye a descorazonar a incontables ciudadanos americanos -porten o no uniforme. Es importante recordar los hechos que hacen al caso. No se trataba de un escenario con motivos para excusar el comportamiento de Manning, como suelen decirlo sus simpatizantes.
En rigor, el caso de referencia tiene que ver con un soldado del Ejército que, mientras se encontraba destacado en el exterior, contando con acceso a información de categoría 'alto secreto' (top secret) y otra suerte de material clasificado, decidió entregarlo a Wikileaks -en perfecto conocimiento de que WikiLeaks publicaría el material para ponerlo a disposición del público mundial. No existe forma de disputar los hechos del caso, como podría suceder en otras instancias que hacen al perdón presidencial. Tras ser sorprendido in fraganti, Manning fue enviado a una corte marcial. Tras consultar con sus abogados defensores, Manning decidió declararse culpable.
En el caso de los pedidos de indulgencia en el ámbito militar, el acusado debe describir -al juzgado castrense- hechos suficientes para convencer al tribunal, más allá de la duda razonable, ante cada uno de los elementos que hacen a cada delito. El acusado comenta tales hechos con el juez bajo juramento, y tales conversaciones se extienden por un largo tiempo. Este caso no fue diferente.
De acuerdo con los prolegómenos del caso -comentados en la corte marcial-, entre noviembre de 2009 y mayo de 2010, Manning se hallaba destacado en el extranjero y, en el tiempo en que fuera desplegado con su unidad, tenía acceso a información de clasificación 'secreta' (secret) y 'altamente secreta' (top secret). Manning tenía el deber de no compartir tal información con individuos no autorizados. No obstante ello, el referido descargó 400 mil archivos clasificados sobre la guerra de Irak, 91 mil archivos sobre la guerra en Afganistán, y un aproximado de 250 mil cables diplomáticos (emails), videos de naturaleza sensible y clasificados sobre bombardeos aéreos, y documentación clasificada relativa a la Bahía de Guantánamo -incluyendo evaluaciones clasificadas sobre terroristas detenidos en la prisión del complejo en Cuba.
Manning almacenó el material en una tarjeta del tipo SD, y decidió llevársela consigo. Entonces, Manning entregó esa información altamente clasificada y material sensible a WikiLeaks, en perfecto conocimiento de que, 1) WikiLeaks publicaría el material y, 2) ese material podría, con toda probabilidad, caería en manos de los enemigos de los Estados Unidos. El Ejército acusó a Manning de, entre otras cosas, asistir al enemigo -delito que, bajo ciertas circunstancias, podría derivar en pena de muerte. Eventualmente, Manning optó por declararse culpable, en lugar de replicar a los cargos que le fueran presentados. La máxima sentencia posible para la que Manning se declaró culpable ascendía a 136 años. En otras palabras, hubiese sido legal para el juzgado sentenciarlo a esa condena.
En oportunidad de las audiencias previas a la sentencia, el gobierno presentó evidencia que agravó los delitos de Manning. El General de Brigada Robert A. Carr, oficial de inteligencia de primera línea en el Pentágono, testificó que las filtraciones de Manning 'afectaron nuestra capacidad para cumplir con nuestra misión', y que pusieron en peligro a las tropas en el terreno en Irak y Afganistán. Patrick Kennedy, subsecretario de Estado para administración, testificó que las acciones de Manning empujaron al Departamento de Estado hacia una crisis, motivando un oneroso esfuerzo para evaluar el daño provocado por las filtraciones.
Kennedy afirmó: 'Creo que mis colegas en el extranjero aún están padeciendo [los resultados de la filtración]'. El Mayor General Michael Nagata, comandante asignado del agregado militar estadounidense en Paquistán, testificó que las acciones de Manning comportaron un poderoso efecto negativo en la misión de la Oficina del Representante de la Defensa en Paquistán.
La Coronel Denise Lind, magistrada militar en el tribunal, sentenció a Manning a 35 años y a baja deshonrosa del Ejército de Estados Unidos. Manning presentó una apelación en mayo de 2016, que ahora está siendo sometida a escrutinio, dada la conmutación presidencial. Para algunos, Manning fue un soplón que merecía el perdón, o al menos la oportunidad de una conmutación de pena. En efecto, uno de los videos que Manning entregó a WikiLeaks mostró a personal militar iraquí involucrándose en un incidente perturbador -y acaso ilegal- de tiroteo. Pero había mucho más para probar los delitos de Manning que la sola exposición de ese incidente.
Al descargar cientos de miles de documentos secretos relativos a la información de carácter sensible -vinculada al esfuerzo de guerra en Irak y Afganistán-, al poner a disposición del mundo emails diplomáticos altamente sensibles, y al exponer -de forma desaprensiva- archivos secretos sobre terroristas detenidos en Guantánamo, Manning traicionó el juramento de EE.UU.; armó a los enemigos del país con información que solo hubiesen soñado con adquirir; y forzó al gobierno estadounidense a invertir incontables horas y dinero con el objeto de minimizar el daño inflingido por esta conducta criminal.
Aquellos que celebran la conmutación de la pena también declaman que la sentencia que Manning recibió en su oportunidad era 'excesiva y desproporcionada'. Con todo, es difícil imaginar otro caso similar en donde un miembro de la milicia estadounidense haya robado semejante cantidad de información clasificada para enviarla luego a una fuente no autorizada (WikiLeaks, en este caso), o algún otro ejemplo en donde una persona provocara los múltiples daños a la seguridad militar de Estados Unidos y a la armonía diplomática como lo hizo Manning. Los defensores del soldado argumentan que la salud mental de una 'persona vulnerable' debería servir de circunstancia atenuante en relación a la sentencia. Pero semejante argumento fue presentado fue presentado -en profundidad- a Lind previo a que la magistrada sentenciara a Manning.
En concordancia con la legislación, los jueces de tribunales militares tienen la obligación de tomar en consideración la totalidad de la evidencia gravosa y atenuante previo a sentenciar al acusado. Así, pues, Manning ya había recibido el beneficio relativo a temas de igualdad de género cuando fue sentenciado inicialmente. La 'piedad' que algunos reclamaron fue, en rigor, garantizada por la jueza del tribunal: ella no sentenció a Manning a los 50, los 100 o los 136 años que pudieron tocarle. Y todos en el mundillo de la justicia militar saben que una sentencia de confinamiento de 35 años, presumiéndose buena conducta en momentos iniciales de custodia, derivarán en una sentencia más breve.
Manning podía ser beneficiado con salidas transitorias luego de servir diez años de su sentencia, y estaba ganándose al menos cinco días al mes como créditos por buena conducta, y ocho días al mes como beneficio adicional. Dados esos créditos de trece días promedio por mes (o superiores), la fecha obligatoria de liberación supervisada de Manning podía llegar al cumplir 18 años de sentencia, y bien podría haber obtenido salidas bajo supervisión a los diez años de cumplirla. En otras palabras, Manning pudo haber salido de prisión -aún sin mediar el perdón de Obama- antes de lo imaginado.
Finalmente, vale mencionar que los miembros de las fuerzas armadas de Estados Unidos en todo el mundo portan la obligación de cumplir con sus tareas -en gran medida- con honor y fidelidad. Muchos tienen acceso a material secreto y de alto secreto. Algunos cuentan con acceso a Programas Especiales de Acceso (SAP; Special Access Program) -el material más altamente clasificado, en posesión del gobierno de los Estados Unidos de América. Ellos protegen esa información con sus vidas, y por buenas razones. Saben que, si acaso violaran sus respectivos juramnetos robando esta información y proporcionándola al enemigo, las vidas de ciudadanos estadounidenses y la seguridad nacional de la nación recaerían en un grave peligro.
Al conmutar la sobradamente merecida sentencia de Manning, el presidente Obama ha enviado un funesto mensaje a los servidores públicos de los Estados Unidos -porten o no uniforme-: se les dice que honrar su responsabilidad al mantener los secretos de seguridad nacional alejados del dominio público no es una tarea tan importante.
Y eso es una bofetada en sus rostros.
Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2017/01/17/obamas-commutation-of-manning-sentence-sends-a-horrible-message-to-service-personnel/
Antes jefe de personal para el ex presidente de la Fundación Heritage, Edwin J. Feulner; es hoy reconocido en Estados Unidos como experto en seguridad nacional, seguridad interior y control del delito. Es analista en temas legales en Centro para Estudios Judiciales y Legales de la fundación, habiendo desarrollado sobre detenciones militares y comisiones, inteligencia y ley criminal (incluyendo Patriot Act y FISA), inmigración y lucha contra las drogas. Es miembro del directorio de la U.S. Soccer Foundation.