SOCIEDAD: PABLO PORTALUPPI

Argentina 2017: de verdades e ilusiones

Detrás de la discusión sobre el nuevo plan oficial 'Precios transparentes'...

02 de Febrero de 2017
Detrás de la discusión sobre el nuevo plan oficial 'Precios Transparentes', que obliga a los comercios a diferenciar el precio de contado de aquel financiado en cuotas, subyace un debate bastante más profundo y complejo: ¿qué tan dispuesta está la ciudadanía a escuchar la verdad?
 
La medida del Gobierno comportó un carácter arriesgado: la economía nacional transita una instancia crucial: o bien comienza a esbozar una tibia recuperación, o bien termina hundiéndose en una prolongada recesión. Plantear este dilema equivale a afirmar que lo que está en juego es la suerte de Cambiemos en el poder. Lo propio podría decirse -por propiedad transitiva- sobre el destino del país. 
 
Impuestos, ArgentinaEl Presidente Mauricio Macri lejos está de mostrarse como un verdadero estadista. No obstante, un puñado de analistas advierten que su Administración es la más proclive a establecer políticas de largo plazo, es decir, aquellas que el país vienen necesitando desde hace ya décadas. La amenaza populista, dicen, se mantiene al acecho. En conformidad con esta perspectiva, las elecciones legislativas por venir revisten una importancia trascendental. En dichos comicios, se pondrá a prueba mucho más que una serie de bancas: terminará de definirse, de cara a los años siguientes, qué modelo de nación pretende autoobsequiarse la sociedad. Otros, en cambio -y al tiempo que echan mano de análisis más tradicionales- le quitan relevancia a las elecciones y esparcen alguna cuota de pesimismo: 'Las elecciones no importan. A la corta o a la larga, va a volver el populismo'.
 
En paralelo al programa 'Precios transparentes', el Gobierno Nacional implementó otra medida, que coincide con la implementación de deducciones del 40% del alquiler de inmuebles 'destinados a su casa habitación' del impuesto a las Ganancias, por parte de los inquilinos. Lo cual terminará, en algún punto, forzando a los propietarios a blanquear ese ingreso. En tal sentido, el director de AFIP, Alberto Abad, llamó a denunciar a los dueños de inmuebles que no emitan factura. De esa afirmación, se desprende un debate marginal: la intolerable carga impositiva en la República Argentina. Al exhibir este país una de las mayores presiones tributarias del mundo (y devolviendo muy poco a cambio, en prácticamente cualquier área), el inquilino termina por comprender al propietario. Salvo excepciones, por lo general, el alquiler de una vivienda no se blanquea, pero no porque exista un incentivo para evadir, sino por la consabida imposibilidad de afrontar el pago de los impuestos y tributos correspondientes. La presente Administración -tal como lo han hecho otras en el pasado- se resiste a aceptar esa insoslayable realidad. La dirigencia política, como es bien sabido, no participa de ajuste alguno; muy por el contrario, solo contribuye a extenuar al contribuyente, y hace a un lado toda propuesta coincidente con la implementación de rebajas impositivas. La explicación casi muta en eslogan: las arcas estatales están tan exigidas, que se presenta imposible disminuir ingresos -dicen.
 
Se vuelve, pues, al punto de partida: la predisposición (o la falta de ella) para aceptar los diagnósticos, por más crudos que éstos sean. La ciudadanía se rehúsa a perder cuotas de asistencialismo y, al mismo tiempo, se niega a pagar por lo que las cosas valen realmente. el argentino medio (así lo han cifrado ya no pocos estudios de opinión) brega para que no haya despidos en el Estado Nacional, pero pone el grito en el cielo cuando la gestión reduce subsidios para el gas o la provisión domiciliaria de energía eléctrica. Otros apuntan justificaciones para esta postura: evalúan que la corrupción pública alcanza niveles exorbitantes, al punto en que la ciudadanía -casi emulando ese comportamiento- reclama su derecho a la subsidización. El descalabro se traduce en ejemplos bien definidos: en barrios pudientes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, los montos de las facturas de electricidad fueron irrisorios durante años. Y, en muchos casos, siguen siéndolo.

Alguna vez, el flamante jefe del Banco Nación, Javier González Fraga, señaló que el mayor pecado del kirchnerismo fue hacerle creer al empleado medio que podía acceder a bienes suntuosos, o cambiar el televisor y el auto una vez por año. La declaración fue evaluada como antipática, aunque no habría que desmerecerla por completo. Cierto es que, para llegar a ofrecer ese paraíso consumista al ciudadano medio, la Argentina debería primero desarrollarse desde sus cimientos, y no aplicándose parches o políticas cortoplacistas para inflamar el consumo de manera perentoria. Desde Juan Domingo Perón hasta hoy, el grueso de los gobiernos han optado por inyectar ilusiones de riqueza a la gente. Esa fantasía jamás se ha visto cifrada en hechos (promoción del ahorro interno, libertad económica comprobable, competencia), sino en proposiciones delirantes que, acompañadas del sobretensionamiento del gasto público, rematan en onerosos costos. El promocionado y comentado 'Plan de Convertibilidad' de Carlos Saúl Menem y Domingo Felipe Cavallo podría citarse como la mejor prueba de aquéllo.

Adquirir un televisor LED en 50 cuotas o adquirir un vehículo cero kilómetro por primera vez son alternativas ciertamente atractivas. Pero el ciudadano se merece algo más, esto es, no solo ofrecerle coloridas invitaciones para que incurra en pasivos, sino que es menester vigorizar la economía como para que, al poco tiempo, esas adquisiciones no comporten una abultada factura. Después de años de decepciones y propaganda política, el acceso a la vivienda propia merodea ya la utopía para cualquier asalariado. La disponibilidad de créditos hipotecarios es escasa, comporta una pesada burocracia, y jamás es acompañada de regulación alguna que impida que el mercado continúe inflacionando los precios en moneda extranjera. Este ejemplo ilustra, a las claras, que algo no funciona. A fin de cuentas, el techo propio es más importante que una licuadora, un smartphone o un auto nuevo.
 
En un bar marplatense, quien esto escribe escuchó decir una verdad -de boca de un hombre mayor, mientras saboreaba un café-: 'Lo de los 'Precios Transparentes' es una gran medida... Para Suecia'

 
Sobre Pablo Portaluppi

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital, reside en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Su correo electrónico: pabloportaluppi01@gmail.com. Todos los artículos del autor, agrupados en éste link.