Grupo Soros, enemigo declarado de Donald Trump
Es sabido que, desde al menos 1992, George Soros y su grupo vienen trabajando en pos de la liberalización de las drogas...
04 de Febrero de 2017
Es sabido que, desde al menos 1992, George Soros y su grupo vienen trabajando en pos de la liberalización de las drogas en el continente americano. Claramente, el objetivo del financista es arribar a un escenario futuro en el que consolide la monopolización de la comercialización de tales productos, por intermedio de sus múltiples firmas. En tal sentido, el presidente estadounidense Donald Trump se ha convertido en el principal escollo de Soros, dificultando a éste último la implementación de su agenda.
Por estas horas, George Soros se apresta a iniciar una serie de ruidosos movimientos económicos con el objetivo de destruir la economía estadounidense -tal como en su oportunidad lo hiciera en la Gran Bretaña, cuando especuló contra la libra esterlina (obteniendo un aproximado de US$ mil millones de beneficio en el proceso). A posteriori, Londres decidió expulsarlo de por vida, y Soros terminó hallando cobijo en los Estados Unidos de América.
Por estas horas, George Soros se apresta a iniciar una serie de ruidosos movimientos económicos con el objetivo de destruir la economía estadounidense -tal como en su oportunidad lo hiciera en la Gran Bretaña, cuando especuló contra la libra esterlina (obteniendo un aproximado de US$ mil millones de beneficio en el proceso). A posteriori, Londres decidió expulsarlo de por vida, y Soros terminó hallando cobijo en los Estados Unidos de América.
La prognosis ante este escenario (en donde la variable geopolítica tiene su importancia) explicita que Trump habrá de echar mano de su capacidad para oponerse a la presión macroeconómica que ejercerán, durante el próximo semestre, los grupos ligados a Soros -apoyados públicamente por los núcleos societarios que el magnate húngaro nutre financieramente a través de su fundación Open Society. En el caso de Estados Unidos, son más de cincuenta las asociaciones financiadas por el especulador global; la campaña electoral dio cuenta, a través de numerosos informes, que organizaciones ligadas a Soros respaldaron con fondos millonarios las protestas contra el flamante morador de la Casa Blanca. Dos resonantes casos: Black Lives Matter (con recurrentes arengas a asesinar agentes de policía) y la reciente Women's March.
En concreto, a Donald Trump no le queda mucho por hacer. Necesariamente, su próximo objetivo táctico deberá coincidir con asfixiar prontamente a Soros y anular el alcance de la fundación Open Society. Adicionalmente, el mandatario americano habrá de revisar el caudal económico de magnate y, eventualmente, evaluar la posibilidad de formularle cargos por comisión de delitos de terrorismo económico.
A tal efecto, ha de tenerse en cuenta que, conforme es de público conocimiento, Soros financió en su momento la campaña presidencial de Barack Obama -acompañándolo in situ en el instante de su asunción. A la postre, Soros contó con el permiso y bendición de Obama con miras a proponer la legalización de la marihuana en no pocos estados de la Unión Americana.
En más de un sentido, George Soros reviste mayor peligro que organizaciones terroristas como al-Qaeda: el especulador húngaro no persigue otros objetivos que destruir la moneda nacional de distintas naciones, comprometiendo las finanzas públicas del país que ponga en la mira. La precisión quirúrgica de ese modus operandi comporta mayor alcance y destrucción que los conflictos armados focalizados. Las armas no son ya necesarias: hoy, sobra con financiar dirigentes políticos, medios de comunicación e influencers, agents provocateurs, fundaciones, y tanto más.
A la hora de certificarlo, basta simplemente con citar el caso registrado en la República Oriental del Uruguay, en donde Soros ofertó al ex jefe de Estado uruguayo José Alberto Mujica (alias Pepe) un programa para legalizar la marihuana en ese país, a cambio de que Soros baje el Riesgo País a los niveles de 1998. A los efectos prácticos, la maniobra fue cuidadosamente pergeñada con asistencia de funcionarios bien identificados en organismos multilaterales como el Banco Mundial (World Bank) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Open Society, en el ínterim, aportó millonarios fondos para el diseño y ejecución de campañas publicitarias en los medios de comunicación allende el Río de la Plata.
En prácticamente la totalidad de las naciones de la América Latina, Soros cuenta en con destacados grupos de legisladores, magistrados, periodistas y comunicadores sociales, gobernantes en ejercicio y ex presidentes. El financista húngaro oficia de titiritero, impartiendo órdenes a sus huestes que, en plazos establecidos, pondrán de suyo para promocionar agendas que coincidan con la liberalización de los estupefacientes y todo tipo de sustancias ilegales. En simultáneo, Soros y sus fieles albaceas se esfuerzan en esmerilar y estigmatizar a todo aquel que se oponga a que las drogas estén a disposición de los jóvenes de Latinoamérica. Asimismo, los servomecanismos del Señor Soros y sus subsidiarias apuntan a perseguir judicialmente a todo aquel que denuncia sus funestos objetivos.
El mandatario Donald Trump -sirve reiterarlo- no tiene mayor margen de acción a la hora de neutralizar a George Soros. La metodología para oponer esfuerzos ante el financista habrá de ser cruda y efectiva; después de todo, el propio Soros no ha perdido siquiera un sólo minuto, abroquelando a firmas privadas, gobiernos y organizaciones sociales de pretendidos 'derechos humanos' que no ocultan su aspiración de torcer el brazo del presidente estadounidense.
Diría el Señor Trump, en oportunidad de su discurso de asunción (Inauguration Day): 'El crimen, las pandillas, las drogas (...) hemos de terminar con esta carnicería, aquí y ahora'. George Soros es un oponente formidable: echará mano de toda su fortuna, de ser necesario, para que el presidente estadounidense no pueda poner fin al narcotráfico, la violencia y la pérdida de vidas vinculada a tal actividad ilícita.
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@ElAntidroga
Sobre Claudio Izaguirre
Reconocido activista antidrogas, titular de la Asociación Antidroga de la República Argentina (AARA). Sus artículos son publicados en periódicos nacionales e internacionales.