¿Hay algo más detrás de la historia de Michael Flynn?
Los medios de comunicación estadounidenses están ignorando el relato proveniente de Londres...
Los medios de comunicación estadounidenses están ignorando el relato proveniente de Londres, relativo a la abrupta renuncia de Robert Hannigan, regente del muy secreto Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno (Government Communications Headquarters, GCHQ), que es el equivalente en lo que hace a descifrado de códigos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) americana. La renuncia de Hannigan el 23 de enero sorprendió a todos, y el personal de la oficina fue notificado apenas pocas horas antes. El referido declamó, en un comunicado de prensa, que deseaba invertir más tiempo en su familia, la cual según informes incluye a una esposa enferma y a padres muy mayores de edad. Dado el carácter abrupto de la novedad, todo parece indicar que se trata de una historia inventada como cobertura.
Los medios en la Gran Bretaña especulan con que Hannigan fue eyectado porque se resistía a compartir información sensible de inteligencia con la Casa Blanca de Donald Trump, pero esta versión carece de sentido. El formidable GCHQ británico cuenta, en efecto, con recursos significativos que lo convierten en un socio valioso para la NSA, pero el flujo bilateral de información predominantemente tiene origen en Washington y recién desde ahí va a Londres, convirtiendo esta relación en una más valiosa para el Reino Unido que para Estados Unidos -sin importar quién sea el presidente.
Hannigan, que ahora tiene 51 años, se desempeñó como funcionario público de carrera, y fue llevado al GCHQ en noviembre de 2014, para un tour de cuatro años. Le fue encargada la tarea de implementar reformas a la luz de las revelacions de Edward Snowden. Hannigan prometió más apertura y rendición de cuentas. Pero una de sus primeras iniciativas fue condenar los intentos de parte de un grueso de firmas estadounidenses de tecnología de restringir el acceso del gobierno a sus sistemas de mensajería, convirtiéndolos en 'redes de comando y control favoritos' para terroristas. Más recientemente, había autorizado protestas en forma de campaña de relaciones públicas, incluyendo el iluminar el cuartel general con los colores del arcoiris de la bandera utilizada por grupos LGBT.
Para aquellos que siguieron tales prolegómenos, los medios de comunicación europeos que alimentan frenesí sobre Donald Trump y su Administración han hecho ver como civilizados a los más reaccionarios canales de noticias de EE.UU., en comparación. La prensa británica se ha mostrado como la líder en tal esfuerzo, en tanto los manifestantes anti-Trump son muchos y frecuentes en Londres y otras ciudades. La hostilidad hacia Trump es, por consiguiente, fuerte tanto en el seno del gobierno británico como en el pueblo de ese país, incluyendo mociones en el parlamento y peticiones para prohibir que el presidente estadounidense visite Gran Bretaña.
El Reino Unido, como los Estados Unidos, cuenta con tres agencias principales de inteligencia: el GCHQ se corresponde con la NSA; el Servicio de Inteligencia Secreto (MI-6) es la CIA británica; y el MI-5 trabaja con seguridad interior, como el FBI estadounidense. La CIA y la NSA reportan al presidente, mientras que el MI-6 y GCHQ responden ante el secretario de relaciones exteriores del Reino Unido quien, a su vez, es responsable ante el primer ministro. El MI-5 cae bajo jurisdicción del Comité Conjunto de Inteligencia del gobierno británico, mientras que los esfuerzos del FBI son coordinados por el fiscal general de EE.UU.
Las cúpulas de la CIA, la NSA, el FBI, GCHQ, el MI-6, y MI-5 en conjunto, constituyen lo que podría ser el club más exclusivo del mundo. Aún cuando el grueso de la inteligencia es compartida con las otras naciones de habla inglesa del espectro 'Five Eyes' (Canada, Nueva Zelanda y Australia), es la relación angloamericana la que dirige el proceso y produce la mayor parte de la información. Tal lo demostrara el memorándum de Downing Street, al airmar que la inteligencia y los hechos de la Guerra de Irak 'fueron convenidos en torno de la política exterior', británicos y estadounidenses frecuentemente se ven compelidos a compartirse favores, aún cuando saben que la empresa en la que pudieren involucrarse no 'está planeándose de acuerdo al libreto'.
La renuncia de Hannigan no tiene lugar en el vacío, y algunos en la extendida y muy bien relacionada comunidad de retirados de la inteligencia comienzan a creer que el hecho se relaciona con la investigación y posterior caída del primer consejero de seguridad nacional de Trump, Teniente General Michael Flynn. El ex fiscal federal Andrew McCarthy ha detallado con precisión cómo el caso de Flynn no parece caer en ninguna categoría aceptable que hubiese exigido una investigación y posterior interrogatorio por parte del FBI. La vigilancia de un funcionario ruso hubiese sido autorizada bajo lineamientos del FBI, pero el hecho de ampliar ese tipo de monitoreo o investigación a un ciudadano estadounidense requeriría de autorización especial de parte del Acta de Vigilancia de Inteligencia Extranjera (Foreign Intelligence Surveillance Act, FISA) y de un juzgado para emitir un pedido de arresto fundado en causa probable.
Y no hay evidencia de que se haya procedido de esa manera. Flynn no era un agente de inteligencia extranjero -real, ni sospechado-, y sería ridículo sugerir que podía ser así. Como tampoco se hallaba involucrado en actividad criminal ni conectado con investigación en curso alguna. En efecto, y amén del hecho de que pudo disimular lo declarado, Flynn básicamente no hizo nada incorrecto. No había elementos sólidos para cuestionarlo ('grilled' -enviado a la parrilla-, de acuerdo al New York Times) por parte del FBI, y si acaso confundió o no al vicepresidente Pence en lo que tiene que ver con los contenidos de su conversación telefónica de diciembre con el embajador ruso Sergei Kislyak son materia como para que el presidente y sus consejeros echen mano de una perspectiva política -lo que en efecto terminó teniendo lugar.
En relación al desarrollo real de la investigación sobre Flynn, recuérdese por un momento que estamos tratando con, al menos, algunos individuos de alto nivel en organizaciones dedicadas a la seguridad nacional que no dudaron en quebrantar las leyes, filtrando información a los medios de comunicación sobre intercepciones telefónicas altamente clasificadas. Algunos empleados del gobierno han ido a prisión por hacer precisamente eso. La revelación en sí misma podría ser ponderada como una filtración de seguridad de importancia, desde que los rusos entendieron que estaban siendo monitoreados y probablemente duplicaron la seguridad en sus procedimientos de comunicaciones; y esto significa que no habrá más regalitos.
¿Por qué las personas que filtraron esta información harían algo así? La investigación sobre Flynn fue iniciada por altos funcionarios de Obama que tenían acceso a información normalmente inaccesible y estrictamente controlada. Se dijo que 'consejeros de Obama' estaban trabajando directamente con el FBI para investigar a Flynn. Muchos de esos consejeros y otros altos funcionarios habían perdido mucho con el resultado de las elecciones, y algunos ciertamente han estado buscando vengarse, mientras que la Casa Blanca postelectoral podría haber estado rastreando maneras para, preventivamente, debilitar a la nueva Administración.
El FBI o la NSA habrían estado grabando las conversacones del embajador ruso como ejercicio legítimo de la autoridad de ambas, pero el procedimiento normal que involucrase la intercepción inadvertida de un futuro funcionario estadounidense de alto nivel hubiese sido editar aquella porción de la conversación o bien 'minimizarlas', para ocultar la identidad de la persona. El filtrado de información clasificada, a la postre obtenida por los medios para retratar de mal modo a Flynn y, por extensión, a Trump, hubiese requerido la reconstrucción de los documentos originales, y hubiese sido algo riesgoso de ejecutar. Aún si la empresa pudiera ser vista como una iniciativa política positiva si uno fuese demócrata, no comportaría beneficios directamente, y alguien podría -eventualmente- ir hacia atrás y buscar a la fuente.
Siendo esto así, podría no ser ridículo considerar la posibilidad de, discretamente, consultar a los británicos sobre lo que pudieran ellos tener en alguna carpeta, relacionado con llamados u otros contactos establecidos por Flynn. Conforme Flynn era conocido por mantenerse vinculado a funcionarios gubernamentales senior en todo el mundo, el GCHQ bien puede tener en su poder contenido o corroboración que la NSA acaso no haya contemplado. Súmense cosas originadas en el exterior, implíquese algo que pudiera relacionarlo todo, envíese al enlace de la CIA, y entonces Usted tiene una caso prima facie que satisfaría a los funcionarios del Departamento de Estado de Obama sobre la posibilidad de que Flynn pudiera estar metido en algo que potencialmente podría dañar la seguridad nacional.
Implíquese al FBI en ese punto, para que abra una investigación. Y póngase el foco en el problema ruso, conforme sirva para respaldar la narrativa del Partido Demócrata, para generar la idea de que 'Putin se robó la elección' -y esto también satisface a muchos en el congreso, la comunidad de inteligencia y en los medios que se oponen a cualquier tipo de detente con Moscú. Todo se ve muy bonito y huele bonito, porque la evidencia crítica proviene de fuera del sistema y no parece provenir de actores dedicados con su propia agenda en este lado del Atlántico. Compílese toda esta información, y logrará tres cosas: habilitará una investigación sobre Flynn, proporcionará una cobertura para las filtraciones a los medios de comunicación, y pondrá en ridículo a la nueva Administración, al tiempo que la debilitará.
En efecto, sé que esto es especulación, pero ex colegas míos y yo hemos llegado a sospechar que algo no huele bien en el tema de la renuncia de Hannigan, y todo parece demasiado plausiblemente ligado a Flynn. Asimismo, explica cómo y por qué la investigación procedió de manera tan agresiva como lo hizo: la información que proviene de una fuente extranjera de alto nivel no puede ser fácilmente descartada o ignorada, y termina siendo tomada por certera.
La salida de Hannigan casi seguramente implica otras cuestiones -más de lo que parece-, y lo sucedido con Flynn también exhibe aspectos que aún no han salido a la superficie; en rigor, puede que esos detalles jamás sean conocidos. No es poco razonable argumentar que todo podría conectarse. Funcionarios de carrera muy vinculados a la Casa Blanca anterior podrían haber buscado asistencia subrepticia en el amigo de la 'relación especial' en un gobierno extranjero, para armar un caso que humillaría y, a la postre, echaría por tierra la carrera de un poco querido y abrasivo nuevo consejero de seguridad nacional. Naturalmente, uno sigue precisando conocer qué funcionarios senior hicieron esto, y ponderar si acaso debiera permitírseles salir impunes.
En cuanto a Hannigan, ¿descubrió la Casa Blanca de Trump qué fue lo que ocurrió, y exigió por canales no oficiales a Theresa May que rodase la cabeza de alguien? ¿O acaso se enteró May de la maniobra de forma independiente y replicó de manera adecuada? Lo que sea que esté ocurriendo ahora mismo, algún día la historia completa casi seguramente se filtrará, y cualquiera sea la secuencia de eventos que activó el ataque contra Flynn se hará pública. Pueden Ustedes estar seguros de eso.
Artículo original en inglés, en http://www.theamericanconservative.com/articles/is-there-more-to-the-flynn-story/
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.