Argentina y la marcha del #1A: ya nada será igual

La multitudinaria marcha llevada a cabo en todo el país este sábado 1 de abril en apoyo del Gobierno y de la democracia -según sus consignas- fue impactante, sin importar la perspectiva que se emplee. La manifestación está llamada a no pasar desapercibida para ningún sector político. 

 

Ante todo, se trató de un ruidoso llamado de atención hacia el peronismo no kirchnerista y al Frente Renovador de Sergio Massa. El increíble retraso de ambos espacios en pronunciarse sobre la disolución de la Asamblea Nacional en Venezuela dejó al descubierto el grado de oportunismo y de pusilanimidad política de sus máximos dirigentes. Actitud que quedara expuesta al haberse mantenido casi al margen de la discusión de las últimas semanas cuando el kirchnerismo, sectores del sindicalismo y la izquierda dieron inicio a una escalada de marchas y protestas contra la Administración Cambiemos -en lo que fue un evidente esfuerzo desestabilizador. Juan Manuel Urtubey, Florencio Randazzo, Miguel Angel Pichetto, Diego Bossio y Sergio Massa, entre otros, deberán definir con premura qué pasos habrán de seguir. ¿Hasta cuándo tolerará el peronismo 'republicano' al kirchnerismo? 

 

Las multitudes que se apersonaron para dar forma al #1A dejaron en claro que la situación actual no es ni por asomo similar a la de 2001, lo que genera un indudable alivio en las filas oficialistas. Si en abril de aquel año, el gobierno de la Alianza hubiese convocado a una manifestación en su apoyo, los resultados de seguro hubiesen sido magros. Asimismo, en 2017 se registra un fenómeno inverso al de hace quince años: las miles de personas presentes en Plaza de Mayo que motorizaron la eyección de De la Rúa pareciera ser la misma que salió este viernes a blindar la gestión Macri. El mensaje que compartieron es inequívoco: en un contexto económico adverso, una porción interesante de la ciudadanía se apersonó en el espacio público para dar un espaldarazo al gobierno. Presuntamente, la economía ya no ocuparía el mismo lugar de importancia que ostentaba hasta no hace mucho a la hora de emitir el voto. 

 

La decisión de muchos de marchar podría leerse como una réplica de cara a las bravuconadas de los opositores más acérrimos al oficialismo. Las actitudes de Roberto Baradel, la presencia recurrente de Aníbal Fernández, los exabruptos de Hebe Pastor de Bonafini y de cierta franja del sindicalismo, podrían haber colmado la paciencia de buena parte de la sociedad que anhela otro estilo de convivencia entre los diferentes actores.

Queda aún por descubrir cuál será la repercusión del paro de la CGT convocado para el próximo 6 de abril, y qué tipo de reacción tendrá en los días venideros no sólo el Gobierno Nacional, sino también la de la gestión Vidal en Provincia de Buenos Aires. En ocasiones, las masas suelen comportarse de forma contemplativa -pero también exhiben un componente de alta volatilidad. La masiva marcha del 18F del año 2015 por la muerte de Alberto Nisman servirá para certificarlo: al poco tiempo, nadie recordaba al fiscal fallecido y, por apenas tres puntos porcentuales, el candidato kirchnerista Daniel Scioli no llegó a la Presidencia.

Pese a todo, la multitud reunida en el 1A expuso -con una contundencia que pocos auguraban- que ya nada podrá ser igual desde ahora en la Argentina. Para nadie.