De cómo la inestabilidad en los Estrechos de Taiwan tensiona la posición de EE.UU. en Asia
Mientras que los ojos del mundo se posan hoy sobre los desarrollos en materia de seguridad...
Mientras que los ojos del mundo se posan hoy sobre los desarrollos en materia de seguridad en la Península de Corea, dos eventos de reciente ocurrencia deberían reenfocar la atención sobre los Estrechos de Taiwan. Los chinos botaron un nuevo portaviones, y el presidente estadounidense Donald Trump expresó que consultaría con su par chino Xi Jinping previo a efectuar otro llamado telefónico al presidente taiwanés.
El nuevo navío, cuyo nombre aún se desconoce, consigna el primer portaviones producido a nivel doméstico. Se une al Liaoning, el primer portaviones de la nación asiática. Lo remarcable es que el Liaoning apenas se unió a la flota china en 2014; previo a ello, China no contaba con experiencia en la operación de portaviones. En resumen, China se ha unido al club de naciones poseedoras de este tipo de navíos en un plazo menor a cinco años. Lo cual refleja el amplio crecimiento general de la Armada del Ejército Popular de Liberación, conforme China ha puesto en funciones una serie de nuevos elementos en combate de superficie (incluyendo destructores destinados a la defensa aérea), numerosos nuevos submarinos y una matriz de buques de logística y apoyo que permitirán a la Armada del EPL operar por períodos de tiempo sustancialmente mayores desde sus franjas costeras.
Más recientemente, el EPL anunció una expansión en cinco etapas de su fuerza de Infantería Naval -la contraparte de los Marines estadounidenses. Este set de ampliación de capacidades navales, que incluye una capacidad mejorada para ejecutar operaciones de ingreso y guerra expedicionaria, afecta directamente a Taiwan. La hostilidad de Pekín hacia la isla se ha incrementado sustancialmente a partir de la elección del mandatario taiwanés Tsai Ing-wen en 2016.
El Partido Progresista de Tsai fue fundado sobre el concepto de la promoción de la independencia de Taiwan. Tsai ha sido muy cuidadoso en no promocionar demasiado ese aspecto de su política exterior, pero ha hecho poco para apaciguar a Pekín. En lugar de elo, Pekín ha insistido con recurrencia que, a los efectos de mantener relaciones cordiales entre Pekín y Taipei, Tsai deberá, explicitamente, respaldar el denominado 'Consenso de 1992'. Siendo el objetivo de ese convenio lograr que ambas partes se involucren en conversaciones, dejando de lado la cuestión del status político de Taiwan, el verdadero significado de aquella frase queda ahora en duda.
La República Popular China afirma que tal 'consenso' acepta, desde su esencia, la idea de que existe una sóla China, y que las entidades a ambas partes de los Estrechos de Taiwan son parte de esa China. La negativa de Tsai de someterse a las exigencias de Pekín -y su particular negativa a hacer uso de esa expresión- no deberían sorprender dado que, fundamentalmente, contradice un aspecto fundacional del Partido Demócrata Progresista. Asimismo, dado que el partido taiwanés de referencia se anotó victorias masivas en el ciclo electoral de 2016, no solo haciéndose de la presidencia del país sino también del Yuan (parlamento). Casi con certeza, Tsai no pueda sobrevivir al abandono de la piedra fundacional de su partido, de acceder a las demandas de Pekín.
Infortunadamente, la situación política global de Taiwan parece haberse debilitado a partir de los comentarios de Trump. En oportunidad de una entrevista concedida a Reuters, al ser consultado sobre si hablaría de nuevo con Tsai, Trump replicó diciendo: 'Creo que [Xi Jinping] está haciendo un magnífico trabajo como líder, y no quiero hacer nada que se interponga en eso. Así que, primero, hablaré con él [con Xi]'.
Esta expresión ha conmovido las relaciones entre Washington y Taipei, conforme parece sugerir que la Administración estaría dispuesta a garantizar a China un veto implícito sobre la posibilidad de tener contacto con Taiwan. El hecho de que ningún presidente estadounidense haya conversado de manera directa con un gobierno taiwanés desde 1979 es irrelevante; la óptica de la expresión de Trump sugiere que Estados Unidos está obsequiando a China la capacidad de determinar las acciones estadounidenses. En rigor, Estados Unidos puede -y debería- llevar adelante una política independiente en relación a Taiwan. Tal es el espíritu del Acta de Relaciones con Taiwan, documento clave que regentea las relaciones diplomáticas entre ambos. De hecho, cuando se trata de venta de armamento, específicamente cita el texto que:
El presidente y el congreso habrán de determinar la naturaleza y cantidad de artículos de Defensa y servicios, respaldados exclusivamente en su juicio respecto de las necesidades de Taiwan, en conformidad con los procedimientos establecidos por ley.
Durante mucho tiempo, esto ha significado que Estados Unidos no deberá consultar con China previo a determinar qué desea venderle a Taiwan. Como tampoco debería consultar con Pekín otros aspectos que hacen a su relación con Taipei. El comprometer y diluir los convenios y acuerdos que vinculan a EE.UU. y Taiwan solo deviene en improductivo para la estabilidad regional a largo plazo, en virtud de que compromete la seguridad y los vínculos económicos entre Estados Unidos y aliados críticos como Corea del Sur y el Japón.
Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2017/05/15/how-instability-in-the-taiwan-straits-strains-the-u-s-position-in-asia/
Analista e Investigador en la Fundación Heritage (The Heritage Foundation), Washington, D.C., en temas políticos y de seguridad. Como experto en capacidades militares y espaciales de la República Popular China, Cheng se ha especializado también en el estudio de la política exterior y de Defensa chinas, en particular sobre la relación de Pekín con el resto de Asia y con los Estados Unidos de América.