INTERNACIONALES: LEWIS E. LEHRMAN

Segunda Guerra Mundial: de cómo una frágil alianza ayudó a derrotar a la Alemania nazi

Fue el presidente estadounidense Franklin Roosevelt quien decidió, el 31 de diciembre de 1941, que...

24 de May de 2017

Fue el presidente estadounidense Franklin Roosevelt quien decidió, el 31 de diciembre de 1941, que los aliados fuesen conocidos como 'Naciones Unidas' antes que como 'Potencias Asociadas'. El primer ministro británico Winston Churchill, ansioso de satisfacer a su anfitrión estadounidense, rápidamente se mostró de acuerdo.

Bautizar a la alianza fue sencillo. El sostenerla, a lo largo de años de derrotas hasta tanto se alcanzase la victoria, requería de liderazgo y de un nivel de estadismo rara vez ejercitado en la historia de las alianzas frente a una guerra. El primer ministro concedería, en 1942: 'Todo mi sistema se respalda en la amistad con Roosevelt'. Dos años más tarde, justo antes del Día D, Churchill refirió a Charles de Gaulle: 'Cada vez que debo elegir entre Usted y Roosevelt, siempre he de elegir a Roosevelt'.

Segunda GuerraEl primer ministro no hizo a un lado a Josef Stalin, firmando algunas comunicaciones con el dictador soviético: 'Su amigo y camarada en tiempos de guerra'. Pero la verdadera camaradería con un cínico y agresivo Stalin, en ocasiones tornábase imposible. FDR mantuvo su fe, frente a que las relaciones personales entre Churchill, Stalin y él mismo, podrían lograr que la alianza funcionase. En octubre de 1944, el presidente escribió a Stalin: 'Estoy firmemente convencido de que nosotros tres, y sólo nosotros tres, podemos hallar la solución a preguntas aún sin respuesta'.

Luego de la Primera Guerra Mundial, Averell Harriman escribió que FDR había decidido establecer 'una relación personal cercana con Stalin en tiempos de guerra, para construir confianza entre los líderes del Kremlin, de tal suerte que Rusia, ahora una potencia reconocida, pudiese confiar en Occidente'.

El enviado de Roosevelt escribió:

Churchill tenía una actitud más pragmática. El también hubiese gustado construir una intimidad en tiempos de guerra para lograr acuerdos post-bélicos. Pero su mente se concentró en la resolución de problemas políticos y esferas de influencia específicos. Despreciaba al comunismo y todo lo que éste representaba. Se volvió pesimista en relación al futuro, mucho antes que Roosevelt. Y previó mayores dificultades de cara al final de la guerra.

En estas aseveraciones, Churchill era más previsor. Las victorias de stalin en Oriente le habían dado gran confianza. Entre los Aliados, fue el armamento ruso que destruyó al ejército alemán. Los ejércitos angloestadounidenss desempeñaron un rol importante, pero de respaldo, en el Frente Occidental. La Armada de los Estados Unidos desempeñó el rol de la comandancia después de 1942; la armada británica tuvo un rol menor. Las fuerzas combinadas de la Armada de EE.UU., sus Marines, el Ejército de Estados Unidos y su Fuerza Aérea condujeron a la victoria sobre el Japón.

Sin importar estos históricos triúnfos, la alianza bélica entre los Estados Unidos, la Unión Soviética y el Reino Unido no pudo mantener la paz, objetivo pensado para las Naciones Unidas de postguerra. Stalin mismo declararía en Yalta, en 1945:

No es tan difícil mantener la unidad en tiempos de guerra, dado que existe un objetivo común de derrotar a un enemigo común, que es claro para todos. La difícil tarea sobrevendrá después de la guerra, cuando intereses diversos tiendan a dividir a los Aliados. Es nuestro deber procurar que nuestras relaciones en tiempos de paz sean tan fuertes, como lo han sido en tiempos de guerra.

Pero la diplomacia exige paciencia y trabajo duro, particularmente cuando la cooperación deriva en competencia.

 

Segunda Guerra

El primer ministro británico Winston Churchill, el presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt, y el premier soviético Josef Stalin (de izquierda a derecha) se reunieron en Yalta, Turquía, solo meses previo al final de la Segunda Guerra Mundial. (Crédito: Pictures From History/Newscom)

Nadie tomó la iniciativa ni trabajó tanto en esas relaciones como lo hicieron Churchill y Harry Hopkins. 'He venido aquí como representante del presidente de los Estados Unidos', dijo Hopkins hacia el final de su segunda visita a la Gran Bretaña en julio de 1941. 'Su odio por las cosas que [Adolf] Hitler defiende, es el odio de nuestro pueblo contra la tiranía'.

Hacia el inicio de 1941, en oportunidad de las conversaciones ABC entre los oficiales americanos, británicos y canadienses en Washington, había quedado establecido que Europa y el Atlántico serían el teatro militar primario de la guerra. Churchill continuó argumentando exitosamente sobre esta prioridad. En junio de 1941, Hitler invadió la Unión Soviética. Rusia se uniría a la alianza angloamericana. Ni siquiera el ataque contra Pearl Harbor no alteró aquella decisión estratégica: Europa, primero.

Con aquel ataque de diciembre de 1941, la alianza angloamericana se movilizó en el Pacífico para derrotar al Japón. Cuatro días después de Pearl Harbor, Hitler declaró la guerra a los Estados Unidos. Una verdadera guerra global ahora involucraría a los Aliados versus las potencias del Eje, en el mayor conflicto armado de la Historia.

Hopkins en persona probó ser indispensable al lidiar con los Tres Grandes líderes porque, conforme lo observara el hijo de FDR, 'Harry podía desarmarle. El podía convertirle a Usted en su amigo en los primeros cinco minutos, y debió ser muy duro para Stalin, quien era un pájaro duro de roer... Harry tenía la capacidad para ganárselo'.

El mariscal ruso Georgy Zhukov recordó haberse reunido con Hopkins en Berlín, al regresar de Moscú, en junio de 1945: 'Nunca había conocido a Hopkins pero, de acuerdo a Stalin, tenía una personalidad brillante. Hopkins había hecho un gran trabajo, al fortalecer los contactos de negocios entre los Estados Unidos y la Unión Soviética'.

Recordó a Hopkins diciendo: 'Es una pena que el presidente Roosevelt no sobreviviera para ver aquellos días, era más fácil con él'. El eterno asistente de Roosevelt subrayó: 'Respeto a Churchill, pero es una persona difícil con la cual lidiar. El único hombre que jamás tuvo dificultades en tratar con él fue Franklin Roosevelt'.

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El presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt y el primer ministro Winston Churchill disfrutaron de una cercana y cordial amistad, hasta la muerte de Roosevelt en abril de 1944. (Crédito: Keystone Pictures USA/Zuma Press/Newscom)

La alianza sostendría la recurrente diplomacia, las negociaciones y el compromiso. Había poca colaboración del otro lado, entre las potencias del Eje. En los albores de diciembre de 1941, los intereses rusos, británicos y estadounidenses se fusionaron, ni bien las tropas alemanas fueron repelidas de los extramuros de Moscú, apenas días antes de que los japoneses atacaran Pearl Harbor. Churchill había previsto la victoria definitiva de la alianza angloamericana y rusa. A pesar de la desconfianza, el espionaje, y los intereses nacionales divergentes, a alianza terrestre, marítima y aérea se mantuvo.

'Nadie hubiese podido, en soledad, arribar a este resultado', declaró el General Ike Eisenhower a una audiencia de élite en Londres, el 12 de junio de 1945. 'Si hubiese yo contado con la capacidad militar de Marlborough, la sabiduría de Salomón, la comprensión de Lincoln, aún hubiera yo quedado indefenso sin la lealtad, la visión y la generosidad de miles y miles de británicos y estadounidenses'. 'Algunos de ellos fueron mis compañeros en el alto mando, muchos eran hombres que se alistaron y oficiales junior que portaban consigo la fiereza en la batalla, y muchos otros estaban allí en los Estados Unidos y aquí, en la Gran Bretaña, en Londres'.

'Más aún, para respaldarnos, siempre estuvieron presentes nuestros enormes líderes nacionales de la guerra, y su personal civil y militar que nos alentó y respaldó en cada prueba, en cada episodio. El conjunto derivó en un gigantesco equipo'.


Extracto del nuevo libro del autor (en inglés, en Amazon.com), Lewis E. Lehrman, intitulado 'Churchill, Roosevelt y Compañía: Estudios sobre Carácter y Estadismo'. Lehrman es un premiado escritor, y conferencista sobre historia y economía de los Estados Unidos.