De cómo el relato sobre Kushner hiere a la inteligencia de Estados Unidos
Ahora, Rusia sabe se ha notificado de que sus comunicaciones internacionales han sido comprometidas.
31 de May de 2017
El relato de los medios que versa sobre el acercamiento de Jared Kushner al embajador ruso ante Estados Unidos, Sergey Kislyak, con el objetivo de construir un canal de comunicación no oficial [N. del T.: backchannel] comporta dos consideraciones, que van marchan sobre líneas políticas predecibles. Los simpatizantes de Kushner en la Administración dicen que el yerno de Donald Trump no hizo nada de malo; éstos argumentan que el establecer un canal alternativo ante gobiernos extranjeros y otras partes interesadas no es un detalle inusual. De hecho, tales conexiones pueden probar ser valiosas a la hora de construir una agenda común en ciertos terrenos.
Los Demócratas y el grueso de los medios de comunicación se expresan de manera diferente, basándose algunos de éstos en la perspectiva insostenible de que cualquier cosa que no sea ciento por ciento transparente y que tenga que ver con el 'enemigo' ruso es intrínsicamente malo. Otros incluso han observado que parte del acuerdo propuesto por Kushner involucró, en apariencia, el empleo de canales diplomáticos de comunicación rusos para intercambiar información y opiniones. De ser cierto, entonces se asiste a un giro bizarro sobre el particular, conforme permitiría a Moscú controlar la narrativa y su ritmo para que encajen de acuerdo a sus propios intereses.
Si Kushner en efecto sugirió canales de comunicación rusos a criterio de utilizar recursos estadounidenses o comercialmente disponibles, pues entonces tendría mucho qué explicar. Y, ciertamente, parte de la responsabilidad de lo sucedido habrá de caer sobre las espaldas del General Michael Flynn -quien, según se ha informado, se encontraba presente en la reunión con y debió haber entendido las consecuencias de aceptar el uso de un sistema de comunicaciones de una nación extranjera.
Inevitablemente, se han conocido afirmaciones en el sentido de que Kushner, como mínimo, debió haber perdido sus credenciales de seguridad inmediatamente y, por lo tanto, su acceso a información clasificada. Pero esta perspectiva fracasa a la hora de apreciar que los accesos de seguridad son una prerrogativa presidencial, y pueden ser modificados o reinstaurados por el presidente Trump, conforme lo juzgue necesario. Una fuente en particular apunta que, 'De hecho, el sistema de accesos de seguridad en sí mismos son una expresión de la autoridad presidencial. Su radio de alcance y operaciones se definen en la Orden Ejecutiva 12968, y sus términos pueden ser modificados por el presidente, a voluntad'.
De tal suerte que es probable que el relato sobre Kushner se convierta en otra porción de la eterna investigación del consejo especial sobre los pretendidos vínculos rusos de la Administración Trump. Con todo, el verdadero relato aquí debería centrarse en la 'filtración' que reveló los detalles de la propuesta de Kushner. El filtrador, quienquiera que haya sido, proporcionó información altamente clasificada y de acceso muy restringido a los medios de comunicación estadounidenses; dio a conocer que las conversaciones de Kushner con los rusos tuvieron lugar en la Torre Trump, y que un informe sobre la propuesta fue luego reenviada a Moscú utulizando comunicaciones diplomáticas rusas, que fueron interceptadas, desencriptadas y retenidas por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA).
Por lo general, se cree -y esto es correcto- que la NSA suele interceptar casi la totalidad del dinero y de los esfuerzos. Se encuentra limitada, casi siempre, a las comunicaciones de los países considerados como adversarios -que, por estos días, podrían ser Rusia, China e Irán- o en fuentes potenciales de información sobre asuntos transnacionales como terrorismo o tráfico de drogas. Y, aún cuando existe un esfuerzo superior, los intentos por quebrar la encriptación fallan en algunas ocasiones, particularmente en aquellos casos en que Usted debe lidiar con un oponente sofisticado.
Al ponderarse el relato del filtrador de Kushner, queda claro que los rusos se mostraron confiados en que su sistema de comunicaciones diplomático era seguro. Pero la NSA, en rigor, ya había logrado descifrar su encriptación, y estaba leyendo sus mensajes. Ahora que los rusos saben que sus comunicaciones no son seguras, tomarán las medidas necesarias para optimizar procedimientos y protocolos, lo que significa que el gobierno de los Estados Unidos ya no estará en capacidad de leer el tráfico de sus mensajes, y habrá de empezar de cero para descifrar la nueva encriptación de los sistemas diplomáticos de Moscú. La realidad es que esta cuestión será enormemente onerosa tanto para Rusia como para EE.UU., y ello significa que aquella notable ventaja de inteligencia con que Washington contaba, ya no será viable.
Como fuere que uno pudiera sentirse de cara a la paranoia y a formatos reaccionarios post-9/11 en lo que tiene que ver con el espionaje global ejecutado por la NSA y otras agencias de inteligencia, la capacidad de leer el correo de los adversarios proporciona una ventaja de magnitud si uno desea evitar sorpresas y mitigar factores que pudieren resultar en un conflicto innecesario. Y, a los efectos de ser ciento por ciento justos, también le sirve a uno de ventaja si Usted planea perpetrar travesuras contra sí mismo, y desea ver cómo reaccionará un oponente. En cualesquiera de los casos, tal capacidad hubiese sido una de las joyas de la comunidad de inteligencia -y perder esa ventaja frente a Rusia es un fallo gigantesco y autoinflingido de inteligencia. A pesar de ello, los medios han preferido ignorar ese verdadero desastre, porque desean que la historia se centre en Kushner y Trump -y no en el filtrador que ha provocado un enorme perjuicio a la capacidad de recolección de inteligencia de la nación.
Artículo original en inglés, en http://www.theamericanconservative.com/articles/how-the-kushner-story-hurts-u-s-intelligence/
Artículo original en inglés, en http://www.theamericanconservative.com/articles/how-the-kushner-story-hurts-u-s-intelligence/
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@PhilipGiraldi
Sobre Philip Giraldi
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.