Los nuevos 'No-sé-nada' del congreso estadounidense
Las audiencias son puntos de vista patrocinados, sobre distintos puntos de vista.
En cierta oportunidad, un congresista estadounidense me reconoció que tanto él como sus pares sabían mucho en general, pero que su conocimiento apenas 'iba más allá de un centímetro de profundidad'. En otras palabras, las presentaciones de informes proporcionadas por el personal en los comités solo tienen el objetivo de merodear solamente sobre aquello que es importante mostrar como profundo delante de las cámaras de C-SPAN (señal de tevé que, en EE.UU., transmite las sesiones del congreso), sin llegar más allá en cada tema, lo cual generaría confusión. Y la información proporcionada debe, en general, conformar los puntos de vista que los congresistas entienden es la verdad y aquello que desean oír, de tal suerte que nadie pase vergüenza.
El hecho de que semejante ignorancia sea particularmente notoria en el mundillo de la política exterior no debería sorprender a nadie, dado que los congresistas, como conjunto, no son personas mayormente educadas. Pocos hablan idiomas extranjeros y ya nadie estudia la historia ni la cultura de otro país que no sea Estados Unidos -y, en algunos casos, ni siquiera eso.
Algunos congresistas, sin embargo, hablan mucho sobre los países que han visitado, como si lo conocieran todo. Yerran a la hora de reconocer que se trasladan en una burbuja, llevados en aeronaves militares en delegaciones de legisladores virtualmente sin valor conocidas como CODELS. En tales periplos, las esposas se van de compras, mientras que los legisladores americanos reciben un resumen de parte del personal del embajador local y la estación doméstica de la CIA, ambos de los cuales -por razones presupuestarias- se ven más interesados en exhibir qué bello trabajo están haciendo, antes que explicar la complejidad del escenario local. Y todo ello es seguido de una visita obligatoria al jefe de Estado del país de referencia, que miente sobre el modo en que las cosas funcionan en su patria -generalmente, dicen, estupendamente bien. Dad esta realidad, no sorprende que bufones tales como los Senadores John McCain y Lindsey Graham se muestran hoy como loables expertos en política exterior en el seno del Partido Republicano. Eso se llama poner la vara verdaderamente baja.
Para un Congreso que intenta mostrarse haciendo algo, cuando en realidad no hace absolutamente nada, uno de los capítulos que más sirve para perder el tiempo son las audiencias de los comités, sitio donde senadores y congresistas convocan a 'expertos', para explicarles por qué determinada política vale la pena o es inútil. Naturalmente, suele pasar que las cosas no se dan así, conforme el comité en general desea escuchar testimonios que respalden sus preconceptos en relación a aquello que se discute. A la postre, sólo se invita a la fiesta a aquellos que dicen lo que todo mundo quiere oír.
Si ha de citarse uno de los numerosos ejemplos de la poca predisposición del Congreso a la hora de escuchar cualquier opinión que podría desafiar la perspectiva del establishment, una audiencia del 16 de febrero en el Comité de Asuntos Extranjeros de la Cámara de Representantes intitulada 'Irán, bajo advertencia', el mitin congregó a cuatro 'expertos', todos los cuales eran hostiles a Irán y defendían 'soluciones' que alentaban, desde un activo cambio de régimen, hasta el empleo de la fuerza militar. Nadie que contara con los conocimientos suficientes para explicar el comportamiento de Irán, ni personas que ofreciern aproximaciones no confrontativas fueron invitados a participar.
Me he tomado el tiempo de seguir a consciencia algunas de las recientes audiencias relativas a Rusia, más particularmente la sesión del Comité Judicial del Senado, de la que se suponía miraría en profundidad la temática del registro de agentes rusos bajo el Acta de Registración de Agentes Extranjeros de 1938. La audiencia, que dio inicio el 26 de julio y se extendería hasta el día siguiente, fue titulada 'Supervisión del Acta de Registración de Agentes Extranjeros e Intentos Para Influir en las Elecciones Estadounidenses: Lecciones Aprendidas de la Administración Actual y de las Anteriores'. La sesión del primer día incluyó expresiones de parte de tres funcionarios del Departamento de Justicia y del FBI, en relación a cómo la legislación FARA es reforzada y cómo se investigaban presuntas violaciones. Hubo allí algunos comentarios y preguntas específicos de parte de senadores individuales en relación a los intentos de Rusia y de Arabia Saudita de influenciar la opinión en los Estados Unidos, pero poco drama.
El segundo día fue dedicado a 'testimonios expertos' adicionales. Consistió en el multimillonario director de fondos de cobertura o hedge funds William Browder, quien leyó una misiva preparada y luego respondió a preguntas (puede accederse a un video sobre el particular, y la discusión que siguió, en éste link, comenzando Browder en el minuto 24). Browder, quien claramente tiene su propia agenda, consistente en desvirtuar una película realizada el pasado año en donde se lo tomaba por objetivo de ataques y donde se exhibía una narrativa que versaba sobre un ex empleado, Sergei Magnitsky, a quien él ha estado promocionando; los senadores se abrazaron a su relato, aunque ellos debieron informarse mejor. El veterano y premiado periodista Robert Parry describe lo que tuvo lugar: '(...) la pasada semana, los miembros del Comité Judicial del Senado se sentaron para prestar oído al operador de hedge funds William Browder, quien les arrojó una reprimenda respaldada en su relato sobre Magnitsky, y sugirió que las personas que habían desafiado la narrativa y que aquellos que habían osado exponer el documental una vez en el Newseum de Washington deberían ser perseguidos judicialmente por violar el Acta de Registración de Agentes Extranjeros (FARA)'.
Ni siquiera un sólo senador desafió los comentarios, en ocasiones, extraordinarios, relativos al gobierno ruso en general y al presidente Vladimir Putin en particular, incluyendo que Putin es el hombre más rico del mundo debido a todo el dinero que supo robarse. Conforme Browder parece estar buscando utilizar a FARA para casrigar a aquellos que alguna vez lo han criticado o que incluso llegaron a ver un documental sobre su persona, basado en la presunción de que deben ser agentes rusos, él podría perfectamente ser ponderado como una fuente para nada desinteresada que proporcione información objetiva sobre Rusia y su gobierno.
El ciudadano británico y nacido en los Estados Unidos, Browder, ha sido el principal promotor de una narrativa que versa sobre las tropelías del gobierno ruso, en relación a su ex empleado Sergei Magnitsky quien, de acuerdo a afirmaciones de Browder, fue un valiente informante que terminaría siendo arrestado injustamente tras exponer hechos de corrupción y que, eventualmente, fallecería en una prisión moscovita luego de ser torturado. La enérgica promoción que Browder hace de Magnitsky ha envenenado las relaciones con Moscú, y condujo a la aprobación del Acta Magnitsky en el Congreso, en el año 2012. Correctamente, Rusia ha evaluado a esa legislación -que incluye sanciones contra algunos funcionarios- como una interferencia no deseada en la operación de su sistema judicial.
Astutamente, Browder se retrata a sí mismo como un promotor de los derechos humanos, dedicado a propagandear sobre el legado de Magnitsky; pero su propia biografía es más complicada que eso. Nieto de Earl Browder, ex secretario general del Partido Comunista de Estados Unidos, William Browder estudió economía en la Universidad de Chicago, y obtuvo un MBA en Stanford.
Desde el inicio, Browder puso la mira en Europa Oriental, que estaba comenzando a abrirse hacia Occidente. En 1989, ocupó un puesto en el muy respetado Boston Consulting Group, lidiando con la resurrección de empresas polacas socialistas fallidas. Luego, trabajó como analista en Europa Oriental para Robert Maxwell, el desagradable magnate británico de la prensa y espía del Mossad, previo a unirse al Equipo Rusia en Salomon Brothers (Wall Street), en 1992.
Dejó Salomon Bros. en 1996, y se asoció con Edmond Safra, el controvertido banquero libanés-brasileño-judío que falleció en extrañas circunstancias en un incendio en 1999, con el objetivo de fundar el Hermitage Capital Management Fund. Hermitage se ha registrado en los paraísos fiscales de Guernsey e Islas Caimán. Es un fondo de cobertura (hedge fund) enfocado en 'inversiones' en Rusia, sacando ventaja inicialmente del esquema de préstamos-por-acciones bajo el gobierno de Boris Yeltsin, y luego siguió anotándose jugosas ganancias en la época en que emergía Vladimir Putin. Hacia 2005, Hermitage era el inversor extranjero más importante en Rusia.
Browder había renunciado a su ciudadanía estadounidense en 1997, y se convirtió en ciudadano británico -en apariencia, para eludir el pago de impuestos al gobierno de EE.UU., que son calculados de acuerdo a sus ingresos internacionales. En su libro, Red Notice: A True Story of High Finance, Murder and One Man’s Fight for Justice (Advertencia: Una Historia Real sobre Finanzas, Asesinato y la Lucha de un Hombre por la Justicia), se describe a sí mismo como un honesto y honorable hombre de negocios occidental que solo busca funcionar en el corrupto mundo de los negocios en Rusia. Sea cierto eso o no, el esquema de préstamos-por-acciones que lo ayudó a construir su fortuna inicial ha sido correctamente caracterizado como el epítome de la corrupción -arreglo en donde 'inversores' extranjeros trabajaron junto a oligarcas locales para desmantelar la economía de la ex URSS y privarla de sus activos, pagando centavos por cada dólar de valor. A lo largo del camino, se informó que Browder estaba involucrado en la falsas representaciones de documentos oficiales, y soborno.
Como consecuencia de lo que luego se conocería como el escándalo Magnitsky, Browder fue eventualmente acusado por autoridades rusas de cometer fraude e incurrir en evasión impositiva. Se le prohibió reingresar a Rusia en 2005, aún cuando Magnitsky falleció, y comenzó a retirar sus activos del país. Tres compañías bajo control de Hermitage fueron eventualmente confiscadas por las autoridades, aún cuando no queda claro si alguno de sus activos siguió en Rusia. Browder fue condenado por evasión de impuestos in absentia en 2013, y sentenciado a nueve años de prisión.
Browder ha sabido construir su caso, con éxito, afirmando que él y Magnistky habían sido víctimas de la corruptela rusa y, desde ese instante, aún cuando había muchos escépticos, incluyendo a Israel Shamir, quien supo explicitar su llegada al poder y a la riqueza. De acuerdo a informes, Browder recurrió a contribuciones políticas y a amenazas de juicio por parte de su batería de abogados, para popularizar y vender su relato a políticos estadounidenses líderes como los Senadores John McCain y Ben Cardin, el ex Senador Joe Liberman, así como también a un número de parlamentarios europeos y canales de comunicación.
Pero, inevitablemente, hay otro costado del relato -bastante diferente-, que el documentalista Andrei Nekrasov, crítico del presidente ruso Vladimir Putin, presentó a su audiencia en su película The Magnitsky Act: Behind the Scenes (El Acta Magnitsky: Tras Bambalinas). El trabajo solo ha sido exhibido al público en una sola oportunidad, en el Newseum de Washington, D.C., el 13 de junio de 2016 -estuve entre el público, y la exhibición tuvo lugar a pesar de las amenazas de parte de Browder y un intento de interrupción de parte de sus simpatizantes. Comúnmente, Browder ha recurrido a amenazas de juicios y acciones legales para intimidar a no pocas cadenas de televisión en Europa, impidiendo que el film fuese presentado en varias ocasiones.
Nekrasov descubrió lo que él creyó eran agujeros en la narrativa sobre Magnitsky, que cuidadosamente había sido ingeniada y nutrida por Browder. El documentalista proporcionó documentación e incluso una entrevista con la madre de Magnitsky, afirmando que no había evidencias contundentes de que él hubiese sido apaleado ni torturado, y que, en lugar de ello, falleció debido al fallo a la hora de proporcionarle medicamentos mientras estaba en prisión -previo a sufrir un ataque cardíaco. Una investigación subsiguiente -ordenada por el entonces presidente Dmitri Medveded en 2011, confirmó que Magnitsky no había recibido tratamiento médico, lo cual contribuyó a su deceso, pero no se pude demostrar que hubiese sido golpeado, aún cuando existía la sospecha de que ése había sido el caso.
Asimismo, Nekrasov afirmó que gran parte del caso contra las autoridades rusas se deriva de traducciones en inglés de documentos proporcionados por Browder en persona. Los documentos reales en ocasiones dicen algo bien distinto, incluyendo que Magnitsky es mencionado como contador de profesión -lo cual era, y no un abogado, lo cual no era. Browder se refiere a él como abogado, porque eso encaja mejor con su narrativa preferida. Magnitsky, el contador, aparece en el documento de su declaratoria, la cual fue, en apariencia, parte de una investigación criminal sobre posible evasión de impuestos, lo cual significa que él no era ningún informante y que, lejos de serlo, era un criminal bajo sospecha.
Otras discrepancias señaladas por Nekrasov, quien concluye que, en efecto, hubo un enorme fraude vinculado con impuestos en Rusia, pero que el fraude no fue ejecutado por funcionarios corruptos. En contrario, fue deliberadamente ordenado e ingeniado por Browder junto con Magnitsky, el contador, quien personalmente desarrolló e implementó el esquema empleado para llevar adelante la mentira.
A los efectos de estar seguros, Browder y su equipo legal internacional han presentado documentos en el caso que contradicen gran parte de lo que Nekrasov presentó en su filme. Pudiera ser que Browder y Magnitsky fueran víctimas de un Estado corrupto, como también podría ser exactamente al revés. Tener un Congreso en extremo politizado y un Browder vengativo, conjuntándose ambos contra un convenientemente impopular gobierno ruso, es un escenario que podría sugerir que uno está asistiendo a una narrativa que promociona mentiras mientras dice porciones de verdad.
El Senado americano acaba de considerar una evaluación más profunda de las actividades comerciales de Browder en su paso por Rusia, previo a arribar a conclusiones y convocarlo como un 'experto' en cualquier tema. Browder no debería contar con un cheque en blanco, porque dice cosas sobre Putin y Rusia que encajan limpiamente con el perfil del establishment de Washington, lo cual hace sonreír a los Senadores. Toda vez que muchachos como McCain, Cardin y Liberman se involucran en un caso, la sugerencia es retroceder un paso y reflexionar sobre las eventuales consecuencias de los actos que ellos promocionan.
Uno podría incluso preguntarse por qué alguien que tenga tanto que ganar y que porta una cierta narrativa debiera ser digno de absoluta confianza -el venerable estándar Cui bono?. Y, entonces, existe cierta evasión de parte de Browder, quien comparte sorprendentes afirmaciones sobre los rusos pero jamás lo hace bajo juramento -allí donde podría ser sometido a consecuencias legales por perjurio. La película de Nekrasov lo exhibe resoplando, y explicándose a sí mismo, por momentos, que ha evitado recibir citaciones relativas a alegatos vinculados al fraude Magnitsky, que están acercándose a los tribunales estadounidenses. En un caso, él aparece en un video de YouTube huyendo de un oficial de justicia -comportamiento inusual para alguien que no tiene nada que ocultar.
Así es que, si Usted se pregunta por qué el Congreso de los Estados Unidos toma tantas malas decisiones, ello podría deberse al tipo de información que le llega cuando sus representantes viajan por el mundo y organizan audiencias. Invitar a un señor que ha renunciado a su ciudadanía estadounidense para evitar pagar impuestos, alguien que es probable esté involucrado en cuestionables prácticas comerciales y alguien que, definitivamente, tiene su propia agenda -la cual incluye esmerilar al Kremlin-, no es ciertamente la manera para intentar comprender a Rusia, particularmente si se da el caso de que nadie en tales audiencias ha participado para refutar el caso de Browder. Y, si el imponer multas a ciudadanos americanos -o forzarlos a registrarse como agentes enemigos porque acaso podrían haber simpatizado con una película- es cosa de caballeros, entonces hay más razón para rechazar las falsedades que esa persona está intentando vendernos.
Artículo original en inglés, en http://www.theamericanconservative.com/articles/the-new-know-nothings-in-congress/
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.