Donald Trump demuestra firmeza ante el régimen castrista de Cuba
Con su decisión de retirar personal de la embajada estadounidense en Cuba, la Administración Trump...
Con su decisión de retirar personal de la embajada estadounidense en Cuba, la Administración Trump echó mano de una réplica limitada y razonable, tras registrarse ataques contra el personal diplomático en La Habana. Podría -y debería- haber ido aún más lejos, pero las acciones al menos explicitan al impiadoso régimen de Castro que ahora debe lidiar con un gobierno en Washington que se planta con firmeza a la hora de defender los intereses estadounidenses.
El referido retiro afectará a más del 50% del personal diplomático en la embajada americana en La Habana, considerado 'no esencial'. Sobreviene semanas después de que el Departamento de Estado anunciara que al menos 21 diplomáticos estadounidenses -se pensó al inicio que serían más- han registrado pérdida de la audición y daño cerebral menor.
Se estima que la causa proviene de ataques acústicos dirigidos contra las viviendas de diplomáticos y contra edificios del servicio exterior estadounidense. Tales ataques se hicieron rutina por décadas, cuando Estados Unidos y Occidente debieron hacer frente al imperio comunista con base en la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Pero aquel Estado desapareció, y sus Estados clientelares de la Europa Oriental son ahora libres y democráticos. No obstante, Cuba -en su momento otro protégé de los soviéticos- continúa exhibiendo un sistema comunista y es severamente represivo. Los agentes del régimen han acosado durante mucho tiempo a diplomáticos estadounidenses que se desempeñaban en la sección de negocios en la capital cubana, previo a que la Administración Obama inaugurara la sede principal en 2015.
Amén del retiro de personal no esencial, el Departamento de Estado también detuvo la emisión de visados a ciudadanos cubanos, y advirtió a los ciudadanos de Estados Unidos que no se trasladasen a Cuba.
Funcionarios cubanos de carrera -otrora entrenados por la KGB- criticaron las acciones como 'desagradables', e incluso Ben Rhodes (partidario de Obama en el congreso americano que participara en negociaciones secretas con Cuba) tomó partido junto a ellos en un ruinoso tweet:
Rhodes, ex escritor de ficción contratado por el presidente Barack Obama para lidiar con el deshonesto comportamiento desde Cuba hasta Burma, siempre se ha declarado en pro de los intereses del pueblo cubano. Pero, a comienzos de este año, defendió la decisión de su jefe de no aceptar a cubanos que llegaban por vía marítima. De tal suerte que, si fuera por él, los cubanos habrán de seguir siendo esclavizados en la versión castrista de las minas de sal en pleno siglo XXI.
En rigor, el régimen de Castro ha rehusado garantizar la seguridad del personal estadounidense. No ha cooperado con los Estados Unidos, como tampoco se refirió a quiénes provocaron los ataques -si acaso no fue el propio régimen.
El Secretario de Estado Rex Tillerson debió haber reducido en un escalafón las relaciones de EE.UU. con Castro, en tanto debió reducir el status de la embajada americana a una sección de intereses. De igual manera, pudo haber ordenado a un número equivalente de funcionarios cubanos que abandonen Washington, D.C. Claramente, la dictadura castrista violó los términos de la Convención de Viena, que regula el tratamiento de personal diplomático.
Al comenzar el 2017, el presidente Donald Trump había afirmado que desharía gran parte de lo hecho por la Administración Obama en la reapertura de relaciones con el régimen pero, hasta el momento, no hase ha visto mucho de eso. La familia Castro ha administrado Cuba -una economía alguna vez rica y próspera, hasta 1959-, convirtiéndola en la dictadura que más se ha extendido en el tiempo en el Hemisferio Occidental.
Con algo de esperanza, ahora que Trump puede certificar aquello de lo que los Castro son capaces, él decida incrementar la presión. 'Han sucedido algunas cosas muy malas en Cuba', declaró Trump el próximo-pasado viernes. En efecto: eso ha venido sucediendo durante 58 años.
Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2017/10/01/trump-stands-up-to-the-castro-regime/
Es vicepresidente de comunicaciones en la Fundación Heritage (Washington, D.C.), y periodista con veinte años de trayectoria, habiendo reportado desde Europa y Asia. Durante la Administración del ex presidente estadounidense George W. Bush, asistió en temas fiscales y de política exterior en audiencias dentro de Estados Unidos y en el exterior, inicialmente en la Securities and Exchange Commission (SEC) y luego en el Departamento de Estado.