INTERNACIONALES: TED R. BROMUND

¿Acaso han muerto los conservadores del Reino Unido?

Un año atrás -incluso seis meses atrás-, al Partido Conservador de la Gran Bretaña...

10 de Octubre de 2017
Un año atrás -incluso seis meses atrás-, al Partido Conservador de la Gran Bretaña se hallaba en su apogeo.
 
Se había anotado una victoria inesperada en los comicios de 2015. Luego, en junio de 2016, el Reino Unido votó en favor de abandonar la Unión Europea -resultado que cayó en gracia del grueso de los votantes de la derecha, y también de algunos en la izquierda. Y, hacia el comienzo del verano, los conservadores buscaron consolidar una victoria histórica, en las elecciones de junio de 2017.
 
Theresa May, Reino UnidoPues, bien; eso no sucedió. Los conservadores se anotaron un triúnfo estrecho, pero las diferencias fueron tan escasas y el choque contra las expectativas fue de tal magnitud, que la victoria fue percibida como una derrota (y ello aún se verifica hoy mismo).
 
Esta semana, el partido se reunión en Manchester, Inglaterra, por primera vez desde aquel mal trago, en lo que constituyó una conferencia anual que, en su mayor parte, se caracterizó por caras largas.
 
Curiosamente, los hechos en el terreno no se verificaban tan negativos. La economía británica, desafiando toda predicción de que colapsaría como resultado del Brexit, se ha fortalecido. El proceso del Brexit en sí mismo avanza, pero desprolijamente. Y, aún cuando se nutre del revival del partido laborista bajo el líder de la izquierda dura, Jeremy Corbyn, cuando el pueblo británico vota para decidir quién debería ser su primer ministro, Corbyn -con suerte- se sitúa tercero, abajo de la categoría 'No sé a quién votar'.
 
Gran parte del problema para los conservadores se deriva del hecho de que llevó adelante una horrible campaña en los últimos comicios; merecidamente, los resultados obtenidos fueron pobres, y el espectro se ha deprimido en consecuencia. No hay nada como ganar para levantar la moral -pero sentirse perdedor es difícil de imaginar en aquellos que solían verse como ganadores.
 
Infortunadamente, y sin embargo, el problema conservador se percibe como bastante más profundo.
 
El hecho definitivo es que es difícil indagar en las razones -con la crítica excepción del Brexit- al respecto de por qué el gobierno conservador se mantiene en el poder.
 
No ha avanzado en ninguna de las reformas principales propuestas, a diferencia del foco puesto por su predecesor en el Estado de bienestar y la educación. No tiene mayor cosa para decir sobre política exterior y, en lo que se verifica como una torpeza, está acercándose cada vez más a la UE -aún cuando el país está abandonando a la Unión.
 
Los conservadores no están consolidando progresos comprobables al lidiar con los problemas fiscales del Reino Unido, y tampoco están reduciendo la estructura y los alcances del Estado de bienestar. Intentaron ganar una elección bajo la promesa de recortar impuestos y contribuciones. Y su principal promesa esta semana fue una cuestionada prerrogativa para volcar aún más dinero a un mercado inmobiliario que ya tiene demasiados compradores para poquísimas viviendas.
 
Los conservadores se exhiben hoy en 'modo supervivencia'. Pero, infortunadamente, el modo supervivencia en la política es una táctica puramente defensiva: Usted se ve impedido de ganar el partido.
 
Bajo las actuales circunstancias, es inexplicable cómo Theresa May sigue liderando al partido conservador como primer ministro de la Gran Bretaña -en épocas más normales, ella hubiese renunciado, o bien se le hubiese exigido se retire tras los resultados de los comicios.
 
En lo personal, y tras haber invertido los últimos tres días en Manchester, no me he topado con nadie que respalde a May bajo principios, aunque algunos la apoyan a partir del simple hecho de que ella es la única marginalmente aceptable para todos en general.
 
En otras palabras, el partido conservador se muestra hoy desesperado para evitar un concurso que defina quién se hace del control, al menos hasta que el Reino Unido abandone la Unión Europea en 2019.
 
Esa es la razón por la cual Boris Johnson -Secretario de Relaciones Exteriores-, mientras escribo estas líneas, comparte un discurso que ha sacado a los asistentes de su sopor y que ha gatillado carcajadas incluso entre los participantes más exigentes al convite -y eso es peligroso. Johnson es divertido, es inteligente, y se formula muchas preguntas en relación a la idoneidad de Theresa May -o la tolerancia que ella genera-, pero el partido ignora tales conceptos.
 
Al ahorrarse esos cuestionamientos, el partido conservador británico no avanza. Con la excepción de la popularidad de Johnson -y la pobre tolerancia ante May-, lo que destaca en Manchester es la escasez de ideas en el partido, y la falta de líderes que apuntalen al espacio de cara al desafío de la izquierda dura.
 
Los pocos que cuentan con la capacidad y el deseo de encarar ese liderato -por sobre todo, Jacob Rees-Mogg, miembro del parlamento, niño mimado en la conferencia de este año- son celebrados, pero los delegados del partido admiten que las peleas retóricas no pueden sustituír los éxitos en política pública respaldados en principios conservadores.
 
Así es que, ¿cuál es la postura del partido conservador de la Gran Bretaña? Definitivamente, no está muerto, y es incluso probable que triúnfe en los próximos comicios.
 
Hoy día, controla al ejecutivo. Comanda una tenue mayoría en el parlamento. Hace frente a una vigorosa izquierda progresista, una que se exhibe popular entre la juventud, que ama ciertos desatinos multiculturales, que desea nacionalizar todo lo que haya a la vista, y a la que no le alcanza el tiempo para elogiar a la dictadura socialsita de Venezuela, que hoy muere de inanición.
 
Pero el partido no puede equilibrar el presupuesto, recortar impuestos, ni solucionar el sistema de salud. Se muestra más tiempo peleando contra sí misma, antes que combatiendo a la izquierda o dedicándose a gobernar. Y muchos de los activistas conservadores desconfían de su propio establishment, que solo se concentra en mantenerse abroquelado en el poder.
 
Este escenario, ¿le recuerda a Usted a alguien en los Estados Unidos?
 
 


 
Sobre Ted R. Bromund

Egresado de la Universidad de Yale y con un doctorado obtenido en esa casa de estudios, es Analista Senior en Relaciones Británico-estadounidenses. Se unió a la Fundación Heritage (Washington, D.C.) en 2008, luego de oficiar como director asociado de Estudios de Seguridad Internacional en Yale, un centro de investigación y enseñanza dedicado a historia de la estrategia, temas militares y diplomáticos. Ha brindado numerosas conferencias en Historia y, desde 2004, sobre asuntos internacionales. Sus artículos y análisis son publicados regularmente en The Daily Signal.