EE.UU. y la falta de seguridad en la frontera
Las circunstancias de la muerte del Agente de la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos, Rogelio Martínez...
Las circunstancias de la muerte del Agente de la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos, Rogelio Martínez, parecen ser más lóbregas que el Río Grande. Martínez sucumbió a heridas graves en la cabeza, el próximo-pasado 19 de noviembre. Un compañero de trabajo no identificado, quien llegó para asistir a Martínez ni bien éste pidió ayuda por radio desde una zona remota en el Sector Big Bend (Texas), sufrió heridas gravísimas. Emboscada o accidente, lo cierto es que uno de los agentes fue asesinado y el otro, herido de gravedad.
Pero hay algo que sí está claro: sensores inútiles, sumados a fuerzas sin respaldo, ello equivale a un desastre de naturaleza letal en la frontera. Martínez se había aventurado en soledad, para revisar un sensor terrestre y determinar quién o qué lo había activado. Llegó a confirmar a sus compañeros que hubo actividad humana que activó el sensor, previo a perder la vida.
He aquí el escándalo: el gobierno federal de los Estados Unidos ha estado malgastando miles de millones de dólares en tecnología fronteriza de baja calidad, durante años. Se trata de un desperdicio monumental del dinero de los contribuyentes, en tanto consigna una peligrosa redistribución de la riqueza para beneficiar a contratistas amigos del poder; todo lo cual pone en riesgo las vidas de hombres y mujeres que cuidan la frontera para proteger a los ciudadanos estadounidenses.
Casi 14 mil sensores terrestres han sido instalados a lo largo de la frontera sur, en las últimas décadas -algunos de ellos datan de la época de la Guerra de Vietnam. Una cantidad importante ha sido enterrada y extraviada por trabajadores federales que fallaron a la hora de registrar en dónde los enterraron con exactitud. Doce años atrás, un informe del inspector general del Departamento de Seguridad Interior halló que los agentes no podían determinar la causa del 62% de la activación de los sensores porque 'se hallaban incapacitados para responder a llamados por radio; a cada agente le llevaba demasiado tiempo llegar a la locación del sensor'. La antigüedad de los sensores no permite distinguir entre personas, vehículos y animales. No distinguen al ganado vacuno de los criminales, ni a jabalíes salvajes de terroristas. El 34% de los alertas fueron confirmados como falsas alarmas, en el informe de 2005. Solo el 2% derivó en arrestos de inmigrantes que buscaban ingresar ilegalmente al país, admitieron desde el gobierno federal.
El matutino The Arizona Republic informó que 'una probable falsa alarma surgida de un sensor terrestre, y comunicaciones de radio fallidas, pudieron haber contribuído al deceso del Agente Fronterizo Nicholas Ivie en un incidente con fuego amigo', fechado en 2012. 'Los agentes se detectaron entre ellos al arribar a la zona. Ivie, respondiendo individualmente, en apariencia confundió a otros agentes con contrabandistas, y abrió fuego. Uno de los agentes respondió, asesinándolo'.
Se suponía que el proyecto de mil millones de dólares para instalar torres fijas integradas, costeado por Boeing, remediaría los fallos del sistema de sensores terrestres. En la forma de un programa de vigilancia a lo largo de la frontera sudoeste en Arizona, los sistemas IFT son 'una serie de activos de monitoreo fijo que proporcionan vigilancia de largo alcance y de manera recurrente', empleando radares que envían fotografías a un nodo central que monitorea cruces ilegales y actividad criminal. Pero el inspector general de Seguridad Interior informó el pasado verano que las torres jamás habían sido testeadas apropiadamente para medir su eficiencia operacional ni su idoneidad.
En un viaje a Sierra Vista, Arizona -para el programa de TV que dirijo, CRTV.com, 'Michelle Malkin Investiga'-, conversé con rancheros de la zona; ellos aseguraron que las nuevas torres exhiben numerosos y críticos puntos-ciegos, y cuyo alcance no contempla a vados profundos y bosques tupidos, utilizados por inmigrantes ilegales y contrabandistas de drogas como zona de paso.
'Tenemos US$50 millones en infraestructura en este rancho, ahora mismo', relata John Ladd, ranchero de Arizona de cuarta generación, al mostrarnos su propiedad, 'y nada de eso ha funcionado. Cámaras, torres, radar, reja, caminos, luces'. Toda la tecnología del mundo termina siendo inútil, dice Ladd, quien la emprende contra políticos y burócratas. Nada sirve, sin agentes en el terreno. Y, precisamente, los agentes de la Patrulla Fronteriza que permanecen en cubículos con aire acondicionado durante horas, no cuentan. 'Hay 600 agentes en Tucson', a los cuales les toma 'seis horas llegar a la frontera. Múdenlos ahora mismo. Usted puede utilizar Nogales como base... y Naco, o Douglas, localidades que están a media milla de la frontera', señala Ladd. 'El resto de las ciudades están más de 50 millas al norte. ¿Para qué tenemos todo eso? ¿Para qué sirve?'.
Glenn Spencer, activista contra la inmigración ilegal e Ingeniero en Sistemas -a quien conocí inicialmente en California en los años noventa-, ha vivido y trabajado en la frontera de Arizona durante más de una década. Spencer ha patentado un sistema piloto de detección sísmica y que comporta un alcance de 1.5 millas en la propiedad de su amigo Ladd; el sistema ha sido denominado 'Seidarm', y opera en conjunto con un avión no tripulado o drone, el cual es desplegado de manera automática al detectarse actividad dentro de los 500 pies del alcance de sensores inteligentes. Puede ser desarrollado a escala, a una fracción del costo de los sistemas proporcionados por los grandes contratistas de la Defensa al gobierno federal. A diferencia de mucha de la tecnología de elevadísimo precio que maneja el gobierno, Ladd dijo, sobre su propio sistema: 'Funciona; está probado'.
'Si tuvieran instalado Seidarm, podrían tener chequeados los sensores terrestres sin poner en riesgo la vida de los agentes', declamó Spencer tras la muerte de Martínez y de que la novedad llegara a los titulares de los medios de comunicación. Pero los políticos de ambos partidos han despreciado las propuestas de Spencer. Los denominados intereses especiales han tomado por asalto las arcas públicas, para financiar esta suerte de drama al estilo teatro Kabuki, haciendo a un lado toda evaluación técnica seria. Spencer no ahorra palabras:
Ni siquiera desean medir el funcionamiento del sistema; no desean garantizar la seguridad en la frontera; sólo les interesa hacer de cuenta que están haciendo algo.
Negocio de conglomerados del Beltway, como siempre ha sido. Y otra vida de un agente fronterizo sacrificada. Señor Presidente Donald Trump, el tiempo se está terminando.
Artículo original, en inglés, en http://dailysignal.com/2017/11/22/the-lack-of-security-on-the-border/
* La autora, Michelle Malkin (@michellemalkin), colabora periódicamente para la cadena estadounidense Fox News y para el matutino The New York Times. También oficia de Editora en la web americana Conservative Review.