Cómo Donald Trump cambió el sistema de justicia en 2017
Incluso previo a arribar a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump...
Incluso previo a arribar a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump fue contundente a la hora de explicar priorizaría el envío de constitucionalistas a las cortes del país. Hoy, ya a fines de 2017, puede certificarse que su presidencia ya está teniendo un efecto en los tribunales.
El 17 de mayo de 2016, el entonces candidato a la Casa Blanca hizo algo sin precedentes. Dio a conocer un listado de once magistrados como eventuales reemplazantes para el Juez de la Corte Suprema Antonin Scalia, que había fallecido a comienzos de año. En aquella oportunidad, Trump sentenció:
El Juez Scalia fue una persona destacada, y un brillante magistrado de la Corte Suprema. Su trayectoria se vio definida por su actitud reverencial hacia la Constitución, y por su legado de proteger las libertades más apreciadas por los estadounidenses. Fue un Juez que nunca creyó en redactar leyes desde un escritorio oculto, y es una persona a quien tengo en la más alta estima; alguien cuya inteligencia siempre respetaré, y lo propio haré con sus probadas convicciones con miras a defender la Constitución de nuestro país.
El siguiente listado de eventuales Jueces para la Corte Suprema es un modo representativo del tipo de principios constitucionales que, desde lo personal, valoro, y planeo utilizar este listado como guía para nominar a nuestros próximos magistrados en la Corte Suprema.
En ese momento, Trump agradeció al think tank estadounidense The Heritage Foundation y la Federalist Society por haber proporcionado las identidades de los jueces sugeridos, y por haber compartido consultoría sobre el tema en particular. Hacia septiembre de 2016, Trump agregó diez nombres al listado -incluyendo a Neil Gorsuch, quien fue luego nominado y confirmado en el Superior Tribunal, apenas Trump llegó a la Oficina Oval. Recientemente, Trump ha vuelto a actualizar la lista, agregando otros cinco nuevos nombres.
Ese listado ha sido instrumental para que Donald Trump saliera victorioso en los comicios presidenciales. Ayudó a morigerar las preocupaciones de no pocos dirigentes en el espectro conservador e independiente que mostraban escepticismo frente al empresario, y que a la vez compartían sus preocupaciones en relación a la dirección de la Corte Suprema y las leyes. Mismas porciones de la dirigencia política que no deseaban que Hillary Clinton terminarara nominando al próximo Juez de la Corte Suprema.
El listado de eventuales magistrados -brillantemente confeccionad- persuadió a importantes porciones del electorado haciéndoles ver que, al menos en relación a los tribunales, podrían confiar en Donald Trump para que nominase a jueces de la talla de Scalia y Clarence Thomas -esto es, ponderándose a originalistas y textualistas. Más aún, la Administración Trump ha dejado en claro que las prioridades se enfocarían en la nominación de hombres y mujeres altamente calificados, para que ocupen puestos vitalicios en el orden federal. Así es que, ¿cómo le ha ido al presidente en este primer año de gobierno, en términos de imagen tras haberse hecho eco de esa promesa? Pues; le ha ido muy bien.
Mientras que el principal logro del año fue claramente la confirmación de Gorsuch en la Corte Suprema, vale celebrar el hecho de que el Senado confirmó a doce jueces de circuito este año -la más alta cifra de jueces de apelaciones confirmados en el primer año de un mandatario estadounidense, en toda la historia (venciendo incluso los récords de John Kennedy y de Richard Nixon, por uno). Mientras que la Corte Suprema solo atiende a un aproximado de setenta casos anualmente, las cortes federales de apelaciones evalúan un aproximado de 50 mil casos por año. Y existe aquí un aspecto irrefutable: periódicamente, la decisión sobre cuestiones legales de magnitud terminan resolviéndose en esos tribunales inferiores de apelaciones.
La Casa Blanca hizo de estos nombramientos una prioridad, y la estrategia le ha dado resultados impresionantes. El intelecto y el calibre de cada uno de los magistrados confirmados —Stephanos Bibas (Tercer Circuito), Jim Ho (Quinto Circuito), Don Willett (Quinto Circuito), Amul Thapar (Sexto Circuito), John Bush (Sexto Circuito), Joan Larsen (Sexto Circuito), Amy Coney Barrett (Séptimo Circuito), Steve Grasz (Octavo Circuito), Ralph Erickson (Octavo Circuito), Allison Eid (Décimo Circuito), Kevin Newsome (Décimoprimer Circuito), Greg Katsas (Circuito del Distrito de Columbia)—ha sido ejemplar. En pocas palabras, los entendidos en Derecho comprobarán que los mencionados se convertirán en notables líderes intelectuales, allí donde les toca servir.
El Senado en su totalidad próximamente considerará a David Stras para otra vacante en el Octavo Circuito, y a Kyle Duncan para una vacante en el Quinto Circuito; la pasada semana, el Comité de Asuntos Judiciales del Senado llevó a cabo una audiencia para Lisa Branch, con miras a completar un puesto en el Décimoprimer Circuito. Todos ellos son candidatos sobresalientes que, con toda probabilidad, serán confirmados. Naturalmente, no todo es color de rosas. Han habido contratiempos en el camino, en donde el subcapítulo a destacar fue el muy promocionado retiro del listado de tres candidatos para ocupar puestos en el fuero federal.
Adicionalmente, mientras que Trump ha sentado las bases para confirmaciones en los tribunales en su primer año de gobierno, con 19 jueces confirmados en ese período, aún tiene mucho qué hacer para alcanzar la labor de otros de sus antecesores -incluyendo a George W. Bush (con 28 confirmaciones de magistrados), Bill Clinton (28, incluyendo a Ruth Bader Ginsburg), Ronald Reagan (41, incluyendo a Sandra Day O’Connor), Jimmy Carter (31), y Nixon (25)—.
Al haber perdido la capacidad de ejercitar filibusterismo con los candidatos a los tribunales -cuando el por entonces líder de la Mayoría, Harry Reid, ejercitó la 'opción nuclear' en noviembre de 2013, a criterio de llenar la Corte de Apelaciones del Distrito de Columbia con tres nominados por Obama -los Demócratas intentaron utilizar el mecanismo de veto de un senador para lidiar con los aspirantes judiciales, hasta que el Senador Chuck Grassley (Republicano, Iowa) puso fin a esa práctica abusiva -al menos con los nominados para Apelaciones.
Como lo han hecho con muchos de los aspirantes de Trump, los Demócratas han empantanado el proceso para los aspirantes, forznado a la mayoría Republicana a tomar votos para finiquitar la acción filibusterista, sufragando por solo uno de los nominados del presidente Obama en su primer año de gobierno; pero no se exigieron votos contrafilibusteristas (cloture vote, en inglés) en el primer año de gobierno, desde los tiempos de Nixon. Cada uno de esos votos para despejar filibusterismo—incluyéndose los votos por aspirantes judiciales que no tienen carácter controvertido alguno—provoca demoras innecesarias (hasta treinta horas luego de que ese sistema de votos es invocado) en el piso del Senado, previo a que un aspirante reciba un voto favorable. En la actualidad, el Senado está considerando numerosas propuestas para lograr que este asunto en particular siga adelante.
Con 167 vacantes actuales y futuras -ya anunciadas-, provisto que resta nominarse a 50 candidatos para cubrir esas vacantes (se incluye a los 10 que fueron anunciados el próximo-pasado miércoles), claramente resta mucho trabajo por hacer. No obstante ello, vale la pena invertir unos momentos en ofrecer las felicitaciones de oportunidad al presidente Trump, al consejero de la Casa Blanca Don McGahn, al Líder por la Mayoría en el Senado Mitch McConnell, y al Presidente del Comité para Asuntos Judiciales Chuck Grassley, por un trabajo magníficamente logrado.
Artículo original, en inglés, en http://dailysignal.com/2017/12/22/how-trump-changed-the-courts-in-2017/
* El autor, John G. Malcolm (@Malcolm_John) supervisa el trabajo en el think tank estadounidense The Heritage Foundation, relativo a ampliar la comprensión sobre la Constitución estadounidense y el Estado de derecho, como director del Centro para Estudios Legales y Sociales Edwin Meese III.