Drogas: Era de Incertidumbre
Y sigue diciendo en cada esquina en lunfardo del tango...
24 de Marzo de 2018
Pero, un día, la droga la hizo suya
Y en vez de cargar nafta
Le echó morfina
Tango compuesto por Edmundo Rivero y Carlos De la Púa
* * *
El tango Packard repite los ecos de sus estrofas: 'Se fajaba de bute en cada esquina', relatando la realidad social argentina de los años sesenta. Mientras tanto, el titular de SEDRONAR advirtió que el país afronta una emergencia, dado el incremento en el consumo de drogas (La Prensa; 19 de marzo de 2018). Cuando un funcionario habla, en esos términos, de 'emergencia', recurre a un concepto que, en materia de salud pública, comporta una precisión bien específica: las variables epidemiológicas se han escapado y, en consecuencia, los recursos asistenciales no alcanzan; lo propio sucede con la precarización de las políticas preventivas.
Pero la epidemia habla, a través de su legado: consume drogas tu compañero de trabajo, porque está cansado y precisa rendir más. El operador de bolsa, el galán maduro que funciona a base de sildenafil; son otros ejemplos. Se llega al médico y al abuso que hace de sustancias con la meta de poder operar, anestesiar. Consume drogas tu hijo, o bien tu jefe en la oficina. También lo hacen el amante de tu mujer, el camionero cuyo trabajo se traduce en incontables horas conduciendo por las rutas de la Argentina, el futbolista, etcétera. Asistimos a una miríada de pacientes en nuestra comunidad terapéutica GRADIVA; la totalidad de estas profesiones se muestran hoy azotadas por una pandemia; nuevamente, un declarado descontrol de toda variable epidemiológica existente.
Nuevos episodios de la epidemia
Debemos agregar nuevos fenómenos que se están dando:
Y en vez de cargar nafta
Le echó morfina
Tango compuesto por Edmundo Rivero y Carlos De la Púa
* * *
El tango Packard repite los ecos de sus estrofas: 'Se fajaba de bute en cada esquina', relatando la realidad social argentina de los años sesenta. Mientras tanto, el titular de SEDRONAR advirtió que el país afronta una emergencia, dado el incremento en el consumo de drogas (La Prensa; 19 de marzo de 2018). Cuando un funcionario habla, en esos términos, de 'emergencia', recurre a un concepto que, en materia de salud pública, comporta una precisión bien específica: las variables epidemiológicas se han escapado y, en consecuencia, los recursos asistenciales no alcanzan; lo propio sucede con la precarización de las políticas preventivas.
Pero la epidemia habla, a través de su legado: consume drogas tu compañero de trabajo, porque está cansado y precisa rendir más. El operador de bolsa, el galán maduro que funciona a base de sildenafil; son otros ejemplos. Se llega al médico y al abuso que hace de sustancias con la meta de poder operar, anestesiar. Consume drogas tu hijo, o bien tu jefe en la oficina. También lo hacen el amante de tu mujer, el camionero cuyo trabajo se traduce en incontables horas conduciendo por las rutas de la Argentina, el futbolista, etcétera. Asistimos a una miríada de pacientes en nuestra comunidad terapéutica GRADIVA; la totalidad de estas profesiones se muestran hoy azotadas por una pandemia; nuevamente, un declarado descontrol de toda variable epidemiológica existente.
Nuevos episodios de la epidemia
Debemos agregar nuevos fenómenos que se están dando:
En Europa, el denominado 'chem sex'. En la Argentina, se multiplica la promoción de encuentros sexuales grupales por intermedio de aplicaciones en teléfonos móviles -allí donde manda la subcultura de los consumidores de drogas calificadas ingenuamente como 'recreativas'. Explicación que certifica las razones para el aumento de enfermedades de transmisión sexual como blenorragia, sífilis, HIV, hepatitis del tipo C. Sucede que la manía supera holgadamente a los cuidados. Es, la manía, la entronización de la omnipotencia, por encima de los límites de las conductas éticas y de los parámetros de lo corporal, consignados por la propia naturaleza. En este contexto, la metaanfetamina, el éxtasis, el sildenafil o el alcohol en cantidad (entremezclado con el agua como pretendido rito de purificación), dan forma a este ritualismo tribal que se extiende por horas o incluso días en quintas privadas, casas o departamentos, e inclusive en locales comerciales alquilados perentoriamente para esos fines -sin conocerse contralor alguno. Los daños que la manía comparten no son medidos: en numerosos casos, el 'chem sex' se resume, por ejemplo, en grupos de mujeres que interactúan entre sí frente a un espectador que se masturba -todos los participantes del espectáculo han consumido drogas. En GRADIVA, hemos tomado contacto con pacientes que contrataban mujeres en un hotel, para gozar exclusivamente con los desnudos y el porno, en escenas de autosatisfacción.
- Crisis y anomia familiar; allí donde el permisivismo es una variable central, como lo es el consumo de sustancias en el espectro adolescente. En nuestro centro, el 15 % de los padres permitió fumar 'porro' a sus hijos. Entre los padres, el 30% consume, y los hijos tienen perfecto conocimiento de ello. El consumidor habitual adolescente fuma alrededor de cuatro 'porros' diarios, lo cual conduce a un poco sutil 'asesinato de células cerebrales' -agravado por el hecho de que el cerebro del adolescente aún se encuentra en pleno proceso evolutivo. Se registra una absoluta anomia en materia de normas: las escuelas discuten salarios, pero nada de prevención. Un puñado de organizaciones sociales intenta lidiar con el problema, pero su alcance es escaso, no mediando un Plan Maestro que los guíe en su loable tarea. A la postre, se consolida una acentuada problemática de salud pública, agravado por el consumo multigeneracional (padres e hijos son ya dependientes), y coloreado por fenómenos relacionados, como ser violencia, negligencia, y abusos en el seno familiar.
- Las llamadas drogas de sumisión química se hallan detrás de una de cada tres agresiones sexuales. La sociedad precisa, con urgencia, recuperar la brújula social y familiar. Las 'Lucías' (célebre caso marplatense del 2016) de la Argentina perturban nuestras almas. Quien esto escribe tiene nietos de esa misma edad y, al dialogar con ellos, termina uno notificándose sobre las situaciones de peligro que experimentan. Alertados por nosotros y sus padres, logran sortear esas trampas instaladas por la creciente 'cultura narco' nacional. En efecto: se trata de la misma cultura narco que ha horadado el sistema educativo, infiltrándolo y mandando en ellos. Habiendo hecho lo propio con instituciones policiales, judiciales y políticas. Otro agravante: en nuestro país, nadie habla del rol del consumo de alcohol y drogas en los múltiples episodios de agresión sexual.
En el caso de Lucía, la fiscal interviniente en la investigación sostuvo oportunamente la hipótesis que rezaba que la menor de dieciséis años fue forzada a consumir drogas hasta perder su capacidad de autopreservación, para terminar siendo violada hasta la muerte. Surge de la misma investigación que la víctima, tras registrarse su deceso, fue lavada y vestida para llevarla a la sala de salud de Playa Serena.
Y, aunque el silencio impere, lo cierto es que se multiplican las 'Lucías' en la Argentina: nuestro trabajo en GRADIVA es lidiar con los padecimientos de muchas de ellas. Rescatar a estas personas es complejo, por cuanto la intervención se ve coloreada por los relatos pormenorizados del cautiverio a que se vieron sujetas. La trata de personas se esmera en ocultar el rol crítico de las drogas, así como también resguarda la imagen de los personeros responsables. En rigor, estos individuos exhiben personalidades psicopáticas de alta letalidad social.
La industria y el marketing de las drogas aterrizan con todos sus recursos en la población que va de entre los 12 a los 18 años, construyendo targets (concepto de la industria publicitaria) cautivos. En numerosas escuelas, los dealers son los mismísimos alumnos; y así se dio en el caso de los protagonistas del Caso Lucía. A la postre, el sexo se convierte en moneda de cambio para obtener más drogas; en las personas de ese rango etario, los centros de control inhibitorio se hallan en desarrollo, y los centros instintivo-emocionales, sobreestimulados.
Nuevos tiempos; mayor incertidumbre
Las drogas son hoy el valor de cambio por antonomasia: con sustancias, un delincuente paga los servicios de su abogado; un importador de sustancias a sus dealers en cualquier terminal portuaria; un cliente, a su prostituta predilecta. En la sociedad de la velocidad, la cocaína es un complemento casi perfecto para quien busca creerse omnipotente -todo un delirio del ego, que olvida perentoriamente nuestros déficits y carencias. Pero, como ya hemos suscripto en este espacio, olvidamos que la vida es, también, malestar y pausa. No todo ha de ser placentero -ni mucho menos, manufacturado merced a la intervención externa de químicos. No obstante, al final del partido, esa búsqueda perentoria de placer artificial se desenvuelve en 'resaca', depresión, infarto, ACV.
Un sistema verdaderamente abarcativo, que involucre prevención social, escolar y familiar, detección precoz y que luego conduzca a tratamientos, será el único modelo viable para paliar esta acuciante emergencia sanitaria.