INTERNACIONALES: HANS VON SPAKOVSKY

Otra razón de peso para celebrar las Pascuas cristianas y judías

Conforme millones de personas celebran este domingo de Pascuas y las Pascuas judías...

01 de Abril de 2018

Conforme millones de personas celebran este domingo de Pascuas y las Pascuas judías, es menester incluír en nuestras oraciones y conmemoración a los incontables ciudadanos estadounidenses que combatieron y ofrecieron el máximo sacrificio en aquellas épocas, exactamente 73 años atrás, en la Batalla de Okinawa. El evento fue conocido luego como Operación Iceberg. Remitió, sin más, a la más extensa y sangrienta batalla del Teatro de Operaciones del Pacífico en la Segunda Guerra Mundial -en tanto consignó el ataque más amplio que empleara vehículos anfibios.

El Domingo de Pascuas del 1ero. de abril de 1945, la Quinta Flota de la Armada de Estados Unidos, bajo el comando el Almirante Raymond Spruance, atacó a la isla que se hallaba bajo control nipón. Al ataque se unió una fuerza de tareas naval integrada por elementos de las fuerzas armadas británicas, canadienses, neocelandesas y australianas -y más de 180 mil elementos del Ejército estadounidense y del Cuerpo de Marines (USMC). La maniobra consignó el empuje final en pos de la invasión del Japón continental, poniendo fin a la guerra. Los planificadores militares estimaron que la captura de Okinawa y sus pistas de aterrizaje eran cruciales, y una condición necesaria para poner en marcha la fase de la invasión terrestre del Japón.

Hacksaw Ridge, Batalla de OkinawaSi las fuerzas estadounidenses hubiesen tenido que invadir el territorio japonés, el estimado de bajas americanas se hubiese disparado por encima de los 1.7 y 4 millones de soldados, computándose un aproximado de entre 400 mil y 800 mil muertes. Por sí sola, la Batalla de Okinawa sirvió a efectos de incrementar aquellas cifras estimativas, tal como había sucedido con la reciente (e igualmente brutal) batalla por Iwo Jima, escenario en donde las bajas estadounidenses se cifraron en torno de las 26 mil, tras registrarase cinco semanas de combates. Solo algunos centenares de soldados japoneses habían sido capturados, tras el número de 21 mil combatientes que pelearon hasta morir. 

En rigor, aquel cálculo de bajas esperables sintetizaron la razón del presidente estadounidense Harry Truman de emplear la bomba atómica.

Las fuerzas armadas niponas sabían a la perfección que Okinawa era su última carta en el Pacífico. En consecuencia, estacionaron 77 mil soldados en la isla, bajo el comando del Teniente General Mitsuru Ushijima, junto a unos 20 mil milicianos okinawenses. Las fuerzas japonesas incluyeron a 1.800 niños que asistían a escuelas medias, reclutados como conscriptos en los 'Cuerpos de Sangre y Hierro' del imperio nipón.

La invasión estadounidense dio inicio con un masivo bombardeo naval de las playas que luego serían utilizadas para el desembarco, allí donde se esperaba una sólida resistencia de parte de los japoneses. El bombardeo de referencia involucró decenas de miles de municiones de artillería, morteros, cohetes y ataques con napalm. Los japoneses permitieron el desembarco estadounidense, sin oposición, el Domingo de Pascuas, y EE.UU. logró movilizar a su elemento tierra adentro, registrándose una resistencia de carácter nominal. Las tropas japonesas habían recibido la orden de no disparar contra los soldados estadounidenses que desembarcaban, dado que Ushijima se proponía encerrar a la fuerza extranjera en una celada por él diseñada, donde la variable fundante de su estrategia sería conocida más tarde como la Línea de Defensa Naha-Shuri-Yonabaru en el sur de Okinawa -un terreno complejo y escarpado, saturado de zonas fortificadas, emplazamientos de artillería liviana, túneles y cuevas.

Asimismo, los japoneses desplegaron al navío de combate Yamato en una misión suicida en Okinawa, pero el barco fue detectado previamente por los submarinos aliados, que procedieron a hundirlo (haciendo lo propio con un crucero y cuatro destructores nipones); en ese ataque contra fuerzas navales, las fuerzas del Japón perdieron una tripulación superior a los 2.300 soldados. No obstante, la embestida más peligrosa contra la flota de los Aliados consistió en nutridas oleadas de pilotos kamikazes, que estrellaban sus aeronaves contra los navíos. Así fue como la Quinta Flota de los EE.UU. perdió 36 navíos en la Batalla de Okinawa, y acusó daños en otros 368 barcos. Casi 5 mil marinos y pilotos estadounidenses fueron asesinados, y casi idéntica cifra de heridos fue informada -en tanto más de 700 aviones de los Aliados fueron derribados. A la luz de los hechos, se trató de la mayor pérdida naval de toda la guerra.

En Okinawa, los estadounidense combatieron ferozmente en cada colina. Las torrenciales lluvias convirtieron a la isla en un mar de lodo, que impidió el avance de tanques, camiones y otra suerte de equipo pesado. La colina que revistió los más infames prolegómenos fue Hacksaw Ridge, un risco de 400 pies de altura en la zona escarpada de Maeda, que fuera fielmente descripta en la película de 2016. Allí, se retrataba el heroico accionar del Cabo Desmond T. Doss. Doss era un declarado adventista del Séptimo Día y objetor de consciencia, que terminaría convirtiéndose en médico de combate. Fue recompensado con la Medalla de Honor, por rescatar a 75 soldados heridos en Hacksaw Ridge.

En casi todos los combates por Okinawa, las fuerzas estadounidenses pelearon para retener prácticamente todo metro cuadrado posible; lo hicieron, en múltiples ocasiones, en combates cuerpo a cuerppo, contra un ejército fanatizado de japoneses cuya mayor parte optó por quitarse la vida antes que rendirse. Final que involucraría también a Ushijima y a su jefe de personal; ambos pusieron fin a su existencia por vía del seppuku el 22 de junio. Fue Ushijima quien había ordenado a sus tropas 'combatir hasta la muerte'. Tras registrarse su suicidio, la Batalla de Okinawa llegó, efectivamente, a su fin.

Conforme ya hemos dicho, la Batalla de Okinawa fue la más letal de la campaña del Pacífico. Los japoneses sabían que la victoria no se hallaba a su alcance. Su propósito fue, sencillamente, volver la batalla lo más costosa posible para los estadounidenses, reteniéndolos en ese territorio a cualquier precio, y ganando tiempo para que el Japón preparase la defensa de sus islas. A la postre, los comandantes nipones consideraron que sus fuerzas (al igual que los residentes de Okinawa) eran absolutamente prescindibles.

Los estadounidenses registraron bajas en torno de las 50 mil en Okinawa, computándose en esa cifra unos 12 mil muertos en acción. Entre quienes perdieron la vida, se hallaban el Teniente Coronel Simón Bolívar Buckner, quien fue ultimado tras recibir fuego de artillería apenas cuatro días antes de que el combate llegara a su fin -Buckner fue el oficial estadounidense de mayor rango en ser asesinado en toda la guerra. Ernie Pyle, el famoso corresponsal de guerra, también perdió la vida allí, al ser impactado por un disparo de francotirador en un islote al noroeste de Okinawa. Amén de Doss, otros seis estadounidenses que combatieron en el episodio bélico recibieron la Medalla de Honor, la presea más importante del país para aquellos que se destacaron por su valor bajo fuego.

Pero las pérdidas acusadas por los japoneses fueron aún mayores. Solo 7.400 soldados nipones sobrevivieron al conflicto -dado que el 99% de las tropas japonesas en la isla combatieron hasta exhalar su último suspiro. Casi 150 mil civiles de Okinawa fueron asesinados, consolidando esta cifra un tercio de la población anterior a la guerra. Muchos fueron utilizados como escudos humanos por fuerzas niponas. Otros, por su parte, se arrojaron de acantilados en compañía de sus familias en la porción sur de Okinawa. Este suicidio masivo tuvo lugar luego de que las fuerzas japonesas convenieron a los ciudadanos de que los estadounidenses los asesinarían o bien los violarían, de ser capturados con vida. Irónicamente, terminarían siendo las propias tropas niponas las que se involucraron en violaciones masivas de mujeres okinawenses, mientras se desarrollaban los combates.

La feroz y sangrienta batalla por Okinawa perduró por 82 días, y dejó a la isla convertida en un 'vasto lodazal, plagado ruina, destrucción y gusanos', de acuerdo con los conceptos vertidos por Ted Tsukiyama en su trabajo intitulado 'La Batalla de Okinawa'. Prácticamente todo edificio en la isla fue destruído. La decisión de Truman de bombardear Hiroshima y Nagasaki en agosto puso fin a la guerra y a la resistencia japonesa; acción que evitó la enorme pérdida de vidas estadounidenses que hubiese tenido lugar de haberse ejecutado una invasión terrestre del territorio nipón.

Este Domingo de Pascuas, todo cristiano en los Estados Unidos celebra la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, que consigna la victoria del Bien sobre el Mal, el pecado y la muerte. En la misma fecha, los ciudadanos estadounidenses de ascendencia judía celebran su histórica liberación de su pueblo, en el antiguo Egipto. Esta conmemoración reviste una profundidad e importancia sin paralelo.

Con todo, hemos de efectuar una pausa, a los efectos de poner en alto la memoria de los soldados estadounidenses y aliados que, 73 años atrás, combatieron y perecieron durante las Pascuas cristianas y judías, con el solo objeto de preservar nuestra libertad, poniendo fin a una brutal guerra que diera inicio cuando una desaprensiva dictadura militar se propuso la meta de esclavizar a toda persona que cayera bajo su influjo.

A aquellos veteranos, cada uno de nosotros, y el mundo, le debemos más de lo que alguna vez podremos pagar.



Artículo original, en inglés, en éste link

 

Sobre Hans von Spakovsky

Investigador en temas legales de la Fundación Heritage (Washington, D.C.). Ex comisionado de la FEC -Comisión Federal Electoral- en Estados Unidos, y ex Abogado para el Departamento de Justicia. Autor del libro 'Obama's Enforcer: Eric Holder's Justice Dept'. Publica sus artículos en español en el sitio web Heritage Libertad.