¿Guerras de quién?
En marzo de 2003, Pat Buchanan escribió un artículo conmovedor, intitulado 'La guerra de quién?'...
En marzo de 2003, Pat Buchanan escribió un artículo conmovedor, intitulado 'La guerra de quién?', a los efectos de oponerse a la histeria creciente en la Administración Bush sobre las supuestas armas de destrucción masiva, que diera lugar a múltiples pedidos por una intervención armada que desarmara al líder iraquí. Correctamente, Buchanan identificó a un número de prominentes funcionarios y periodistas israelíes íntimamente vinculados al lobby israelí, como principal fuerza motora de la premura en ir a la guerra.
Buchanan es, hoy día, una poderosa voz opositora ante la fiebre bélica de su manifestación en 2018, que en mucho se parece a la histeria vigente en 2003. Pero, si acaso él debiera escribir su artículo ahora mismo, incluso aquellos que piden por la guerra actualmente son los mismos que aquella vez, incluyéndose a analistas como Podhoretz, Krauthammer, Kristol, Kagan, Brooks y Boot -Buchanan habría de ampliar su perspectiva a la hora de preguntarse '¿Guerras de quién?', provisto que ya no es un caso tan sencillo sustentado en personas que buscan ir por la cabeza de un autócrata del tercer mundo para derrocarlo; en lugar de ello, ahora mismo se nos urge a atacar a Siria, a Irán, e incluso a una Rusia poseedora de armas nucleares, habida cuenta del respaldo que Moscú ofrece a Damasco y de la amistad que la une a Teherán.
No debe haber margen para confusiones aquí, en virtud de que hay un país que sigue emergiendo como jugador destacado en las guerras estadounidenses que buscan cambios de régimen, y que ahora ha sido incluído en un ataque ilegal contra Siria -segunda intervención de ese calibre, como ocurriera el pasado año. Y ese país es Israel.
La huella digital de Israel se extiende por la totalidad de la perspectiva intervencionista de Estados Unidos, lo cual refleja el poder de los israelíes en los Estados Unidos y la presencia de una plétora de lobbistas hebreocentristas bien financiados, think tanks y canales de comunicación. Apenas la semana pasada, la única voz recurrente en los medios de comunicación tradicionales que, previo al ataque con misiles que Trump sancionara en año último, se preguntó por qué EE.UU. debería acaso contemplar una confrontación con una potencia de magnitud que podría poner fin a la vida en este planeta -dado el tema Siria, allí donde Washington no exhibe intereses vitales- fue Tucker Carlson, en la cadena Fox News. Su memorable monólogo culpando a los 'generales dignos de talk show' que 'no tienen idea de lo que realmente sucede' resumió los pretextos esgrimidos para la guerra, a pesar de la ausencia de amenazas creíbles dirigidas contra Estados Unidos, o de la ausencia de algún interés nacional crítico, es un modelo para lo que el Cuarto Poder debería estar haciendo -pero no hace. Más tarde, Carlson siguió adelante, realizando una entrevista al Senador Roger Wicker, de Mississippi. Preguntó el periodista cuál podría ser el interés nacional estadounidense que podría dar lugar a un mandato para involucrarse militarmente en Siria. Wicker lo pensó muy bien previo a contestar: 'Si Usted se interesa por Israel, debería interesarse por lo que está sucediendo en Siria'.
En efecto, Israel. Y este país no demuestra timidez alguna en relación a lo que desea que ocurra, esto es, una guerra en Siria que ponga en la mira tanto a Damasco como a Teherán, lo cual habrá de conducir a una guerra más amplia contra los iraníes. Peleada -obviamente- por el Tío Sam, conforme las vidas israelíes son demasiado valiosas para ser puestas en riesgo.
Durante mucho tiempo, Tel Aviv ha estado alimentando la línea propagandística que justifica como deseable una guerra contra Siria e Irán. Gilad Erdan, la persona de confianza de Netanyahu en el Likud y Ministro de Seguridad Pública, se refirió al supuesto empleo de armamento químico en Douma, apuntando: 'Este perturbador ataque demuestra la increíble hipocresía de la comunidad internacional que pone el foco sobre Israel, cuando esta nación hace frente a la organización terrorista Hamás y su iniciativa de enviar a civiles a nuestra frontera, cuando docenas son asesinadas en Siria con rigor diario. Demuestra la necesidad de fortalecer la presencia de estadounidenses y de otras fuerzas internacionales porque, sin ellos, el genocidio al que asistimos solo tenderá a intensificarse'.
El Ministro de la Construcción, Yoav Galant -ex mayor-general de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) y figura de la seguridad cercana a Netanyahu- también llamó a una acción militar contra el líder sirio. 'Assad es el ángel de la muerte, y el mundo estaría mejor sin él'.
La compasión por los civiles sirios, expresada tanto en Washington como en Tel Aviv, es, naturalmente, una broma. A Donald Trump y a John Bolton no podrían importarles menos los bebés sirios y, si acaso Trump exhibiera una preocupación genuina por las muertes civiles que emergen de los crímenes de guerra, entonces el primer país al que debería atacar sería Israel. Ergan y Galant, mientras tanto, sirven en un gobierno que recientemente ha disparado o bien asesinado a dos mil manifestantes desarmados en Gaza, en algunos casos involucrando a francotiradores que se divertían disparándole a adolescentes que huían, y congratulándose a viva voz cuando le acertaban a alguno, de tal suerte que la hipocresía aquí es evidente.
De igual manera, Israel también ha estado ocupado, creando un pretexto para emplear a Siria como trampolín para emprenderla contra Irán. La agencia Asociated Press ha informado sobre comentarios de parte de Yossi Cohen, líder del Mossad, quien afirma encontrarse 'ciento por ciento seguro' de que Irán mantiene su compromiso de desarrollar un arma nuclear; lo cual es el más viejo cuento sobre 'armas de destrucción masiva' utilizado para dar inicio a la Guerra de Irak. El bombardeo de Israel contra Siria que tuvo lugar apenas un día después del supuesto incidente con armas químicas, puso deliberadamente en la mira a los iraníes, asesinando ese ataque a siete ciudadanos de ese país que se hallaban en una base militar cercana a Damasco. Irán ha prometido responder, garantizando con ello que el conflicto se amplificará, y que atraerá a la región a jugadores regionales como externos -definitivamente, incluyéndose a los Estados Unidos de América.
Más recientemente, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, congratuló a los EE.UU., al Reino Unido y a Francia por haber bombardeado Siria, operación que fuera coordinada por adelantado con el Estado de Israel por el Consejero de Seguridad Nacional estadounidense, John Bolton. Netanyahu duplicó la apuesta, afirmando que el presidente sirio Basher al-Assad deberá comprender que 'su iniciativa de mantener una base de operaciones de avanzada para Irán y sus proxies, pone a Siria en peligro', análisis situacional que, por cierto, es una tontería que sirve a los propósitos de Tel Aviv.
Infortunadamente, Israel cuenta con una audiencia cuasi-estadounidense muy receptiva en el equipo que Donald Trump recientemente confeccionara bajo el comando de su hijo Jared Kushner, a los efectos de lidiar con Oriente Medio. El Embajador de EE.UU. ante el Estado de Israel, David Friedman, quien supuestamente representa a los intereses de Estados Unidos, se ha convertido en un adepto a la repetición de los puntos de vista del Ministro de Relaciones Exteriores israelí como si se tratase de la política exterior americana, mientras que el Jefe Negociador, Jason Greenblatt, ha advertido a los manifestantes de Gaza que eviten provocar a Israel, obviando aconsejar al ejército del Estado hebreo que dispararle a manifestantes desarmados podría ser catalogado de inaceptable.
El tándem Kushner-Friedman-Greenblatt es un 'dream team' israelí convenientemente designado, respaldado por un servidor público en el Congreso que, por reflejo, hace todo lo que Israel desea. Uno se pregunta por qué los legisladores estadounidenses y los medios ni siquiera han invertido espacio en ponderar por qué los Estados Unidos han tercerizado su soberanía en un pequeño Estado clientelar de Oriente Medio pero -nadie tema-, el poder del lobby israelí, sustentado en toneladas de dinero, se halla en firme control de cualquier entidad que pudiere condenar al mal comportamiento de Tel Aviv. Por encima de Friedman, Greenblatt y Kushner, uno incluso podría anotar al Consejero de Seguridad Nacional John Bolton, a la Embajadora de EE.UU. ante Naciones Unidas, Nikki Haley, y al Secretario de Estado, Mike Pompeo. ¿Y qué hay de Trump? Pues, quién sabe lo que el presidente piense, de todos modos. Trump acaba de refrendar el mensaje de 'Misión Cumplida' en Siria, sugiriendo un estado delirante como de declarada ignorancia.
La cobertura mediática sobre Siria, más allá de Tucker Carlson, escrupulosamente evita tratar el tema de que la intervención estadounidense en Siria es a todas luces ilegal, y que ha respaldado con total cinismo a grupos terroristas, a pesar de su prédica de que ese país debería deshacerse de esa plaga. Esto es una medida que ilustra qué tanto se ha divorciado la Casa Blanca de las políticas reales de seguridad de Estados Unidos sobre Siria, al punto en que el gobierno estadounidense siquiera se ha molestado en reflexionar previo a lanzar un segundo ataque ilegal con misiles crucero, contra un gobierno que no ha atacado a los Estados Unidos y que no amenaza a los ciudadanos estadounidenses. Bombardear al gobierno sirio no ha hecho de los EE.UU. ni de ningún otro país un lugar más seguro, y es altamente probable que esto debilite al presidente Basher al-Assad, lo suficiente como para prolongar la guerra civil y que se amontone más sufrimiento para la población civil. Se trata de un ejemplo perfecto al respecto de cómo una intervención militar se ejecuta para favorecer razones políticas, sin conexión con intereses discernibles, ni coherentes con estrategia global alguna.
Siria solo es una parte de un problema mayor. Ejemplifica hasta qué punto las preocupaciones del Estado de Israel dominan las de los Estados Unidos, que exhibe ahora una política exterior imposible de vincular con los intereses estadounidenses reales. El Congreso y el Consejo Especial están investigando la supuesta interferencia rusa en el sistema político americano, mientras hace la vista gorda cuando Israel opera agresivamente a cielo abierto, y provoca daños eminentemente mayores. Netanyahu y su staff de desagradables halcones difícilmente son mencionados por ejercitar una maligna influencia en la clase política americana y en sus medios de comunicación. ¿Atacar a Siria? Por supuesto; es bueno para Israel.
Publicado originalmente en inglés, en el sitio web estadounidense www.unz.com; con permiso del autor y de su Editor. Artículo original, en inglés, en éste link.
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.