INTERNACIONALES : BRETT SCHAEFER

Decisión correcta de Estados Unidos: abandonará el Consejo sobre Derechos Humanos de Naciones Unidas

El gobierno de los Estados Unidos de América anunció este próximo-pasado martes que abandonará...

20 de Junio de 2018

El gobierno de los Estados Unidos de América anunció este próximo-pasado martes que abandonará el Consejo de Derechos Humanos en Naciones Unidas. La novedad no representa sorpresa alguna: en su rol de Embajadora, Nikki Haley explicó en Ginebra el año pasado que el Consejo de Derechos Humanos continuaba caracterizado por tres problemas de orden fundamental.

 

Nikki Haley, Naciones Unidas, Estados Unidos1. Declarado sesgo anti-Israel

 

De acuerdo a UN Watch, el consejo ha adoptado un total de 169 resoluciones de condena contra países, hacia fines de mayo. De esa cifra, casi la mitad (el 47%) puso el foco sobre Israel. Adicionalmente, el consejo convino 28 sesiones especiales para atender a cuestiones vinculadas a violaciones de derechos humanos o emergencias relacionadas. De esas 28 sesiones, ocho se centraron en Israel.

La fijación del consejo con Israel es absurda. Al invertir exponencialmente más tiempo en Israel que en Corea del Norte o Siria, el consejo termina confesando la explícita politización y sesgo de su agenda.


2. Abusadores de derechos humanos cuentan con asientos en el consejo

Gobiernos calificados como 'carentes de libertad' o apenas 'parcialmente libres' por el instituto Freedom House han ocupado, históricamente, la mayoría de los asientos en el referido consejo. Ni siquiera los regímenes más represivos del planeta han sido excluídos del órgano.

En la actualidad, 14 de los 47 miembros del consejo (incluyéndose a Burundi, China, Cuba, Arabia Saudita y Venezuela) son calificados como 'carentes de libertades' por Freedom House. Lo cual se resume en la cifra más elevada de naciones carentes de libertades en la historia del consejo. En definitiva, esto revela que la mayoría de los gobiernos del mundo no ve problema alguno con seleccionar a violadores de derechos humanos para que tomen posición en el más alto organismo de Naciones Unidas dedicado a los derechos humanos.

Incluso defensores del Consejo de Derechos Humanos han reconocido este problema. Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watchoobservó oportunamente: 'La Administración Trump tiene la razón cuando afirma que la membresía al consejo dista de ser óptima (...) Para empeorar las cosas, algunos gobiernos autoritarios intentan unirse al consejo, con la esperanza de protegerse a sí mismos y a sus pares ante una eventual condena internacional'.


3. Fracasos recurrentes a la hora de tratar serias cuestiones relacionadas con los derechos humanos, de manera equitativa y objetiva

En lo que consigna un obscuro contraste con su obsesión con Israel, el consejo exhibe una remarcable falta de curiosidad al respecto de la problemática de los derechos humanos en algunas de las naciones más opresivas del globo.

Por ejemplo, el Consejo de Derechos Humanos jamás ha aprobado una resolución de condena contra China, Cuba, Rusia, Arabia Saudita o Zimbabue, a pesar de sus lamentables historiales de persecución religiosa, represión del disenso político, hostilidad ante la libertad de prensa, ausencia de derechos equitativos para el género femenino, empleo de la fuerza contra la sociedad civil y versus opositores al gobierno, respectivamente.

Incluso puede atenderse a la Revisión Periódica Universal, proceso bajo el cual todos los países son sometidos a una revisión de sus prácticas en materia de derechos humanos, recibiendo a posteriori recomendaciones para mejorar. De acuerdo a UPR Info, el país que ha recibido la mayor cifra de recomendaciones y consejos para mejorar su modelo de derechos humanos ha sido Estados Unidos. En efecto, así es -aunque sea difícil de creer. El proceso del Consejo de Derechos Humanos ha concluído que Estados Unidos precisa mayores recomendaciones en materia de derechos humanos que Cuba, Irán o Sudán. Naturalmente, Israel también se ubica entre las 25 naciones que más consejos recibieron, incluso por delante de China. Durante más de un año, Estados Unidos intentó recoger respaldos entre otros Estados miembro, a los efectos de reformular al consejo, bajo la premisa de que pudiera corregir esta realidad. Infortunadamente, el grueso de los gobiernos han preferido contar con un consejo no solo débil sino sesgado, y se han mostrado poco predispuestos a dedicar el esfuerzo necesario para reformarlo. Pero éste no es un desarrollo reciente, en respuesta a la Administración Trump. La Administración Obama padeció idénticas resistencias cuando propuso reformas, al tener lugar la revisión obligatoria del consejo durante 2011.

En cualquier caso, y a lo largo de 2017, Estados Unidos volvió a intentarlo. Liderando Haley la posición diplomática estadounidense, y contando con el sólido respaldo de la diplomacia de EE.UU. en Ginebra, Nueva York, Washington y en todo el mundo, EE.UU. se ha involucrado de manera bilateral y multilateral con la meta de promocionar reformas que corrijan el sesgo anti-israelí, la calidad de la membresía en el organismo, y para mejorar la eficiencia del citado consejo.

El esfuerzo estadounidense se topó con hostilidad y desinterés. Incluso los gobiernos europeos y organizaciones de derechos humanos se opusieron al intento reformista estadounidense, por temor a que los países hostiles a los derechos humanos pudieran aprovechar la oportunidad para debilitar al consejo. Se asiste, en rigor, a una profecía autocumplida que condena al consejo a mantenerse en su actualmente lamentable status quo. Peor aún: mientras ese temor persista, cualquier intento futuro de reforma perecerá antes de nacer.

Los simpatizantes del Consejo de Derechos Humanos de seguro criticarán la decisión estadounidense, caracterizándola como otro ejemplo de rechazo contra las propuestas de acercamiento multilateral de la Administración Trump. Y esto es erróneo. La Administración, en realidad, pudo haber abandonado el consejo en cualquier instante del pasado año, pero no lo hizo. En lugar de ello, buscó trabajar mancomunadamente en el seno de Naciones Unidas para reparar los desperfectos del consejo. Solo cuando otros Estados miembro rechazaron los esfuerzos de EE.UU., entonces Washington definió su salida.

Tristemente, Estados Unidos parece no ser el único gobierno que desea que el Consejo de Derechos Humanos promocione el respeto universal y el resguardo de los derechos individuales, exigiendo que el órgano trate la cuestión de las libertades fundamentales de modo equilibrado. A menos que otros miembros se comprometan a solucionar los problemas del consejo, será preferible para Estados Unidos invertir su tiempo y esfuerzo en promocionar los derechos humanos a través de otras vías, medios y foros.




Artículo original, en inglés, en éste link


 

Sobre Brett Schaefer

Es analista de temas internacionales en la Fundación Heritage, en Washington, D.C. Schaefer se dedica al análisis extensivo de una serie de temáticas de política exterior, con foco en los programas de Naciones Unidas sobre afiliación y fondos. Con frecuencia, se presenta en medios de comunicación estadounidenses para comentar sobre el accionar y las actividades de la ONU. Sus trabajos también son publicados en el sitio web estadounidense The Daily Signal.