Argentina: el mercado perdió la confianza en el gobierno
El mensaje ha sido contundente: transcurrida la primera mitad del año, el mercado ha decidido soltarle la mano al gobierno.
30 de Junio de 2018
El mensaje ha sido contundente: transcurrida la primera mitad del año, el mercado ha decidido soltarle la mano al gobierno. No han alcanzado, entre otros ítems, el ingreso de Luis Caputo en reemplazo de Federico Sturzenegger al frente del Banco Central de la República, el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, ni la reclasificación de la Argentina como mercado emergente por parte del MSCI. Nuevamente, la divisa estadounidense prosiguió su escalada alcista, cerrando el mes de junio en torno de los AR$30, guarismo que termina retornando una suba de casi un 75% en lo que va de 2018. La seguidilla de desatinos del oficialismo (léase: intervenciones inefectivas y extemporáneas en la divisa estadounidense cediendo reservas en el proceso, la pendulante y extemporánea política tarifaria, el crecimiento del endeudamiento externo que no ha sido acompañado de planes coherentes) ha fogoneado preocupación entre los inversores, quienes históricamente han tenido por costumbre el refugiarse en el dólar.
En rigor, quienes más padecen los prolegómenos negativos del presente panorama -naturalmente, en términos del mercado- son las acciones de firmas argentinas que cotizan bajo la etiqueta ADR en Wall Street y, como es obvio, sus pares que cotizan en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. El Merval, por cierto, consigna una caída del 13,3% en 2018, acumulando algunos papeles derrumbes por encima del 40% en pesos -contexto en donde la peor performance ha sido la de Grupo Supervielle, que arrastra ya una caída del 45% hasta aquí. Pero es menester cifrar que, solo en la última semana, esa acción ha perdido un 28% sobre el total del 45%.
Así, pues, el mercado de valores doméstico remata junio en 26.004 puntos con elevada volatilidad, que tuvo su epicentro el 27 de junio próximo-pasado (oportunamente bautizado como 'miércoles negro'), certificando un desplome de 8,96% en tan solo una rueda y llegando a tocar un -11% intradiario, a consecuencia de un rumor apócrifo lanzado en la red social Twitter. El comentario se refirió a una incomprobable iniciativa gubernamental, que evaluaba gravar con renta financiera a las acciones cotizantes -las cuales, en rigor, se encuentran exentas. Una nota marginal (que, una vez más, ilustra el reducido tamaño del mercado bursátil argentino), servirá para certificar, sin vueltas, la remarcable inacción que caracteriza a los funcionarios de la Comisión Nacional de Valores. Ausentes de todo monitoreo, contralor e intervención, aquéllos no intervinieron para investigar la usina de rumores.
De igual manera, tampoco ha aportado consecuencias positivas la recalificación de mercado emergente para la Argentina: solo a partir de mayo de 2019, los activos de empresas argentinas que cotizan en el extranjero serán incluídos dentro de su índice emergente. El detalle es favorable per se, pero no redundará en efectos inmediatos, ni alcanzará a la totalidad de las acciones que cotizan en el mercado de valores local. Numerosos analistas y entendidos celebraron el titular, obviando que, amén de la recalificación, el mercado continuará actuando con caracteres de fronterizo, en virtud de cierto costumbrismo manipulativo -clásico de un mercado de pequeño tamaño. Adicionalmente, se suma el desarme de fondos que tenían portfolios con acciones de mercados de frontera, los cuales se ven ahora forzados a dar inicio a la liquidación o dumping de acciones argentinas, en particular aquellas que más supieron ponderar, como ser Banco Macro (BMA), Grupo Financiero Galicia (GGAL) e YPF. Entre los denominados 'frontier funds', revistan Templeton y Schroeder, con un monto en activos que merodea los US$ 350 millones.
En tal contexto, ¿por qué se insiste en que el mercado desaprueba a la Administración Macri, la cual tan buenos retornos le había aportado durante 2017? Fundamentalmente, la razón es que se avizora una recesión de horizonte indefinido. En simultáneo, se conoció un informe de INDEC, que cifró una caída de la industria del 1.2% -interanual- en el mes de mayo, registrándose una sólida desaceleración en el sector de la construcción. La noticia ha repercutido en la cotización de numerosas empresas ligadas al sector, como es el caso de Dycasa (DYCA) y Caputo (CAPU), que ahora se suman, como es lógico, a as proveedoras de materia prima para la construcción: es el caso de las cementeras Holcim Argentina (HARG) y Loma Negra (LOMA), más las firmas de línea blanca como Ferrum (FERR), Longvie (LONG) y Garovaglio & Zorraquin (GARO). Para acompañar el diagnóstico, las firmas de servicios públicos también han acusado un duro golpe, habida cuenta de que desde el Gobierno Nacional se dejó entrever un cambio radical en las políticas oficiales para el sector energético. El flamanete funcionario del área, Javier Iguacel, eliminó la política tarifaria implementada por su antecesor Juan José Aranguren, trocándola por una más emparentada con los doce años de gestión kirchnerista: a partir de ahora, el objetivo coincidirá con proceder a un congelamiento de las tarifas de los servicios públicos, estableciéndose una tarifa plana. Se persigue lograr que el mayor esfuerzo recaiga sobre las transportadoras de gas y electricidad, hecho por el cual empresas como Edenor (EDN), Central Costanera (CECO2), Metrogas (METR) y Distribuidora de Gas Cuyana (DGCU2) vieron caer sus papeles en un promedio del 10% cada una. Así sucedió durante la última rueda de junio y, conforme ya es posible observar, el panorama para los inversionistas dedicados a obtener rentas variables nada tiene de alentador. A la postre, las bajas se prorrogarán por algún tiempo más.
A posteriori, el Merval -medido en dólares estadounidenses- se posiciona en US$ 901, acumulando una caída del 22.1%. En el análisis oportunamente publicado en febrero pasado desde este mismo espacio (ver aquí), se consignaba que, amén del comentado factor externo registrados durante ese mes y que precipitaron el inicio del sesgo bajista (Donald Trump y su amenaza de guerra comercial), el Merval no pudo quebrar la frontera de los US$ 1.800 que actuaran como techo (los famosos US$ 900 de 1992). Ello sentó las bases para un desplome que se extendió a los últimos cuatro meses, cayendo casi 10.000 puntos porcentuales. Al refrescar conceptos vertidos aquí en el mencionado trabajo, se apuntó que las caídas bursátiles en la Argentina tienen por costumbre el arribar en compañía de una crisis de deuda soberana (con la poco honrosa excepción de la debacle de 2008, disparada a causa de variables internacionales en los mercados de referencia).
En paralelo, los bonos argentinos dolarizados muestran un rendimiento en sus cotizaciones de entre el 30% y el 40% en lo que va de 2018, lo cual remite a índices de rentabilidad clásicos de un país con preponderancia en el trading de 'bonos basura', esto es, allí donde se registra un riesgo de considerable magnitud. A título de ejemplo, puede el lector remitirse a la cotización del bono de la Provincia de Buenos Aires BPMD, que se disparara en un 10% en ocasión de la última rueda -algo pocas veces visto. En conclusión, arrecia un nuevo capítulo de crisis de deuda de cara al futuro; o, al menos, tal es la perspectiva del mercado doméstico.
En los últimos días, INDEC hizo público un informe sobre Balanza de Pagos, conociéndose en ese trabajo que la deuda externa alcanzó, durante el primer trimestre del año en curso, los US$ 253.741 millones, incrementándose en US$ 19.192 millones en relación al último trimestre del año anterior. Continuando con la ponderación de esas estadísticas, el déficit de cuenta corriente acumuló US$ 9.623 millones. En el quebranto, la deuda externa argentina asciende hoy a más US$ 250 mil millones, apuntando un incremento interanual del 27,5%, naturalmente sin tomar en cuenta el crédito de US$ 50 mil millones que recientemente Balcarce 50 gestionara ante el FMI de Christine Lagard. A tal efecto, un próximo informe cifrará la cifra del endeudamiento externo como holgadamente superior.
En lo que hace al apartado de deuda soberana, la República Argentina es, para muchos entendidos en la materia, una bomba de relojería sobre la cual se desconoce cuándo estallará. Sin mediar futurología, será menester tomar nota de que el mercado siempre porta consigo la costumbre de adelantarse. En tal sentido, sólo es necesario interpretar sus señales correctamente.
En rigor, quienes más padecen los prolegómenos negativos del presente panorama -naturalmente, en términos del mercado- son las acciones de firmas argentinas que cotizan bajo la etiqueta ADR en Wall Street y, como es obvio, sus pares que cotizan en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. El Merval, por cierto, consigna una caída del 13,3% en 2018, acumulando algunos papeles derrumbes por encima del 40% en pesos -contexto en donde la peor performance ha sido la de Grupo Supervielle, que arrastra ya una caída del 45% hasta aquí. Pero es menester cifrar que, solo en la última semana, esa acción ha perdido un 28% sobre el total del 45%.
Así, pues, el mercado de valores doméstico remata junio en 26.004 puntos con elevada volatilidad, que tuvo su epicentro el 27 de junio próximo-pasado (oportunamente bautizado como 'miércoles negro'), certificando un desplome de 8,96% en tan solo una rueda y llegando a tocar un -11% intradiario, a consecuencia de un rumor apócrifo lanzado en la red social Twitter. El comentario se refirió a una incomprobable iniciativa gubernamental, que evaluaba gravar con renta financiera a las acciones cotizantes -las cuales, en rigor, se encuentran exentas. Una nota marginal (que, una vez más, ilustra el reducido tamaño del mercado bursátil argentino), servirá para certificar, sin vueltas, la remarcable inacción que caracteriza a los funcionarios de la Comisión Nacional de Valores. Ausentes de todo monitoreo, contralor e intervención, aquéllos no intervinieron para investigar la usina de rumores.
De igual manera, tampoco ha aportado consecuencias positivas la recalificación de mercado emergente para la Argentina: solo a partir de mayo de 2019, los activos de empresas argentinas que cotizan en el extranjero serán incluídos dentro de su índice emergente. El detalle es favorable per se, pero no redundará en efectos inmediatos, ni alcanzará a la totalidad de las acciones que cotizan en el mercado de valores local. Numerosos analistas y entendidos celebraron el titular, obviando que, amén de la recalificación, el mercado continuará actuando con caracteres de fronterizo, en virtud de cierto costumbrismo manipulativo -clásico de un mercado de pequeño tamaño. Adicionalmente, se suma el desarme de fondos que tenían portfolios con acciones de mercados de frontera, los cuales se ven ahora forzados a dar inicio a la liquidación o dumping de acciones argentinas, en particular aquellas que más supieron ponderar, como ser Banco Macro (BMA), Grupo Financiero Galicia (GGAL) e YPF. Entre los denominados 'frontier funds', revistan Templeton y Schroeder, con un monto en activos que merodea los US$ 350 millones.
En tal contexto, ¿por qué se insiste en que el mercado desaprueba a la Administración Macri, la cual tan buenos retornos le había aportado durante 2017? Fundamentalmente, la razón es que se avizora una recesión de horizonte indefinido. En simultáneo, se conoció un informe de INDEC, que cifró una caída de la industria del 1.2% -interanual- en el mes de mayo, registrándose una sólida desaceleración en el sector de la construcción. La noticia ha repercutido en la cotización de numerosas empresas ligadas al sector, como es el caso de Dycasa (DYCA) y Caputo (CAPU), que ahora se suman, como es lógico, a as proveedoras de materia prima para la construcción: es el caso de las cementeras Holcim Argentina (HARG) y Loma Negra (LOMA), más las firmas de línea blanca como Ferrum (FERR), Longvie (LONG) y Garovaglio & Zorraquin (GARO). Para acompañar el diagnóstico, las firmas de servicios públicos también han acusado un duro golpe, habida cuenta de que desde el Gobierno Nacional se dejó entrever un cambio radical en las políticas oficiales para el sector energético. El flamanete funcionario del área, Javier Iguacel, eliminó la política tarifaria implementada por su antecesor Juan José Aranguren, trocándola por una más emparentada con los doce años de gestión kirchnerista: a partir de ahora, el objetivo coincidirá con proceder a un congelamiento de las tarifas de los servicios públicos, estableciéndose una tarifa plana. Se persigue lograr que el mayor esfuerzo recaiga sobre las transportadoras de gas y electricidad, hecho por el cual empresas como Edenor (EDN), Central Costanera (CECO2), Metrogas (METR) y Distribuidora de Gas Cuyana (DGCU2) vieron caer sus papeles en un promedio del 10% cada una. Así sucedió durante la última rueda de junio y, conforme ya es posible observar, el panorama para los inversionistas dedicados a obtener rentas variables nada tiene de alentador. A la postre, las bajas se prorrogarán por algún tiempo más.
A posteriori, el Merval -medido en dólares estadounidenses- se posiciona en US$ 901, acumulando una caída del 22.1%. En el análisis oportunamente publicado en febrero pasado desde este mismo espacio (ver aquí), se consignaba que, amén del comentado factor externo registrados durante ese mes y que precipitaron el inicio del sesgo bajista (Donald Trump y su amenaza de guerra comercial), el Merval no pudo quebrar la frontera de los US$ 1.800 que actuaran como techo (los famosos US$ 900 de 1992). Ello sentó las bases para un desplome que se extendió a los últimos cuatro meses, cayendo casi 10.000 puntos porcentuales. Al refrescar conceptos vertidos aquí en el mencionado trabajo, se apuntó que las caídas bursátiles en la Argentina tienen por costumbre el arribar en compañía de una crisis de deuda soberana (con la poco honrosa excepción de la debacle de 2008, disparada a causa de variables internacionales en los mercados de referencia).
En paralelo, los bonos argentinos dolarizados muestran un rendimiento en sus cotizaciones de entre el 30% y el 40% en lo que va de 2018, lo cual remite a índices de rentabilidad clásicos de un país con preponderancia en el trading de 'bonos basura', esto es, allí donde se registra un riesgo de considerable magnitud. A título de ejemplo, puede el lector remitirse a la cotización del bono de la Provincia de Buenos Aires BPMD, que se disparara en un 10% en ocasión de la última rueda -algo pocas veces visto. En conclusión, arrecia un nuevo capítulo de crisis de deuda de cara al futuro; o, al menos, tal es la perspectiva del mercado doméstico.
En los últimos días, INDEC hizo público un informe sobre Balanza de Pagos, conociéndose en ese trabajo que la deuda externa alcanzó, durante el primer trimestre del año en curso, los US$ 253.741 millones, incrementándose en US$ 19.192 millones en relación al último trimestre del año anterior. Continuando con la ponderación de esas estadísticas, el déficit de cuenta corriente acumuló US$ 9.623 millones. En el quebranto, la deuda externa argentina asciende hoy a más US$ 250 mil millones, apuntando un incremento interanual del 27,5%, naturalmente sin tomar en cuenta el crédito de US$ 50 mil millones que recientemente Balcarce 50 gestionara ante el FMI de Christine Lagard. A tal efecto, un próximo informe cifrará la cifra del endeudamiento externo como holgadamente superior.
En lo que hace al apartado de deuda soberana, la República Argentina es, para muchos entendidos en la materia, una bomba de relojería sobre la cual se desconoce cuándo estallará. Sin mediar futurología, será menester tomar nota de que el mercado siempre porta consigo la costumbre de adelantarse. En tal sentido, sólo es necesario interpretar sus señales correctamente.
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@EricNesich
Sobre Eric Nesich
Es Licenciado en Periodismo y Licenciado en Ciencia Política. Columnista de El Ojo Digital especializado en temas económicos y financieros, y aficionado a la investigación relativa a fraudes y estafas en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Argentina. Sus artículos son publicados regularmente en http://www.elojodigital.com/categoria/tags/eric-nesich. Su correo electrónico para consultas es eric.nesich@gmail.com.