México: los desafíos del nuevo gobierno

Esta semana, podremos comentar con Usted los resultados de la elección en México. No creo que el lunes, porque será difícil tener la imagen completa antes del cierre de la edición pero, seguramente, será el martes. Sí podemos hacer desde ahora, es hablar acerca de los retos que enfrentará el nuevo gobierno.

 

Mi opinión es que, a los efectos de resolver un problema, lo primero es comprenderlo y, por la misma razón, a eso habría que dedicarle tiempo y recursos suficientes. Sin embargo, eso va en contra de la política democrática, en donde los votos dependen de una opinión pública volátil y exigente. Queremos respuestas inmediatas a problemas que nos imaginamos. En apariencia, tanto la pobreza como la desigualdad caen en esta descripción. Tanto pobreza como desigualdad no son problemas en sí mismos, sino síntomas. Por eso, no es posible resolverlos atacándolos directamente, sino enfrentando sus causas. 

 

Pero hablar de pobreza y desigualdad es algo que a muchos les gusta, casi siempre a los que no sufren directamente de sus efectos. Y, dado que es el tema más comentado en medios, pues eso sería lo que la dirigencia política debería atenerse a resolver. Rápidamente, se ofrecen 'soluciones' que terminan siendo paliativos, y amplian pobreza y desigualdad. 

 

Como Usted sabe, un 85% de los mexicanos vive con menos de 200 pesos al día. Con esa cifra, es posible vivir, pero no de manera muy cómoda, y la vulnerabilidad a impactos externos es importante. También sabrá el lector que México cuenta con poco más de una decena de multimillonarios, y decenas de miles que son millonarios en dólares. Lo que hemos de intentar explicar es la razón por la cual existen tales grupos, y cómo reducir el primero para ajustar los otros dos. 

 

Los abundantes estudios sobre México, desarrollados en los últimos años, casi todos describen el origen del problema. Leídos en conjunto, se detectará un consenso: México exhibe problemas institucionales (malas leyes que, además, jamás se aplican), problemas de competencia económica, una situación fiscal deplorable, y un sistema educativo en extremo deficiente. Si esos problemas no se enfrentan, es posible garantizar que, ni pobreza ni desigualdad se verán reducidas de manera remarcable, tal como se ha visto en los últimos veinticinco años. 

 

Las grandes fortunas en México se construyeron al amparo del gobierno, durante el siglo XX. En economía, esto es conocido como crony capitalism, capitalismo de amigotes: los políticos se asocian con los empresarios, intervienen en el mercado para impedir que éste funcione debidamente, y las ganancias obtenidas se reparten. Precisamente por esta razón, la intervención del gobierno en la economía puede ser problemática. Puede ser peor aún, cuando ni siquiera se utiliza a empresarios, sino que directamente los políticos controlan el mercado, como ha sucedido en México durante décadas, en sectores como telecomunicaciones, energía y demás. Terminar con estas inmensas fortunas que no tienen su origen en la eficiencia, sino en la captura de rentas, implica fomentar la competencia económica. Pero el país ha sido reacio a hacerlo, porque los involucrados se defienden con solidez (ambos, políticos y hombres de empresa). Nuestra comisión de competencia data de 1992, y recién en tiempos recientes a comenzado a funcionar. Su permanencia y fortalecimiento es indispensable para que las grandes fortunas sean resultado de grandes emprendedores creadores de riqueza, y no de monopolistas asociados con políticos. 

 

Las otras tres variables -instituciones, finanzas públicas y educación- demandan su propio espacio. Los trataremos, próximamente.