Los neoconservadores y un plan punitivo destinado a Irán
Hay desconocimiento en la propia Casa Blanca, al respecto de lo que vendrá después.
El presidente estadounidense Donald Trump insiste en no tener nada en contra del pueblo iraní, y que solo se interesa en oponerse a lo que él considera las actividades peligrosas de su gobierno; pero el propio comportamiento de Trump desde que llegó a la Oficina Oval, desmiente tales expresiones. Está claro ahora que lo que él intenta hacer es presionar al pueblo de Irán, a efectos de que se subleve y fuerce un cambio en el gobierno de Teherán -proceso que, en otro contexto, es conocido como cambio de régimen [N. del T.: regime change]. En efecto, si uno debe creerle al confidente de Trump, Rudy Giuliani, pues entonces la Casa Blanca se ha comprometido ahora a 'derribar al régimen iraní'. Agregó Giuliani: 'El colapso de la República Islámica de Irán está a la vuelta de la esquina'.
Giuliani compartió esas declaraciones en un encuentro llevado a cabo en París, por el Consejo Nacional de Resistencia en Irán, hacia fines del mes de junio. Este núcleo oficia de grupo político de vanguardia para la organización terrorista Mujahideen-e-Khalq -Giuliani cobra un salario con frecuencia, por presentarse como conferencista allí. Este sueño de una transición abrupta es un proyecto fantástico que es ampliamente promocionado en círculos del conservadurismo americano y de grupos pro-Israel en Washington, que incluyen a Giuliani. Esta prerrogativa suele ser invocada bajo la etiqueta 'La traición de Obama', que postula que, si acaso el presidente Barack Obama hubiese respaldado activamente a los reformistas denominados 'verdes' en los comicios iraníes de 2013, entonces podrían haberse alzado con la victoria. Pero esta suposición exagera enormemente el apoyo real que los reformistas tuvieron por aquel entonces y en la actualidad; erróneamente, se confunde a un movimiento de derechos humanos, tomándoselo como si fuese un partido político unificado.
Tiempo después, Obama firmó el Plan Abarcativo de Acción Conjunta (Joint Comprehensive Plan of Action; JCPOA o), el acuerdo nuclear con Irán, que desde entonces ha estado en el foco de la ira de neoconservadores e israelíes. Trumpo, naturalmente, ha mordido la carnada, y ha retirado a los Estados Unidos de ese convenio. Tomando luego la decisión de implementar un sistema de sanciones generales y específicas, así como también intentar prohibir la comercialización de crudo iraní en todo el mundo.
Infortunadamente, como suele ser el caso, Trump y sus consejeros -entre los que ciertamente se incluye al Consejero de Seguridad Nacional John Bolton, al Secretario de Estado Mike Pompeo, a la Embajadora ante Naciones Unidas Nikki Haley, y al Consejero Senior para Política Exterior, Stephen Miller- están envolviéndose en las tácticas erróneas a la hora de obtener resultados razonablemente positivos y moderar el poder con que cuenta el Consejo Religioso Supremo de Irán. En lugar de aquéllo, los estadounidenses están contribuyendo a consolidar el respaldo popular por su gobierno, debido a las amenazas y las sanciones. Al cierre, estas medidas y decisiones terminan castigando al pueblo iraní.
Extrañamente, la Casa Blanca parece no percatarse del hecho de que Irán no es Libia ni tampoco es Irak. Cuenta con una sólida y extendida identidad nacional, lo cual significa que logra resistir las presiones y amenazas de potencias extranjeras, incluyendo al 'líder del mundo libre', Estados Unidos. El librillo pro-israelí y conservador que evidentemente ha tomado control de Trump, presiona todos los botones equivocados, conforme emplea, en esencia, una cifra recurrente y severa de sancioens que buscan destruir la economía iraní y el sembrar discordia en ese país, lo cual eventualmente conduzca a la ciudadanía masivamente a las calles. En la práctica, esto implica no solo recurrir a esquemas de sanciones, sino poner selectivamente la mira en 'chicos malos', como la Guardia Revolucionaria, pero también significa que se reprenderá a instituciones benignas que existen para mantener la estabilidad social en el seno de Irán.
Los informes desde territorio iraní sugieren que el novedoso esquema de sanciones ya está castigando a la ciudadanía mientras que, al mismo tiempo, no exhiben mayor impacto en el compromiso del gobierno en Teherán de mantenerse en Siria, que en este instante es el principal muro de contención vis-à-vis ante el esfuerzo construído conjuntamente por EE.UU., Israel y Arabia Saudita y la evaluación exagerada de estos, que explicita que Teherán se ha involucrado en Siria para desestabilizar a todo Oriente Medio.
Dos organizaciones han quedado recientemente bajo el fuego graneado de neoconservadores y sus aliados; se trata de la 'Ejecución de la Orden del Imán Kohmeini' (EIKO) y su socia, la Fundación Barakat. La misión primordial de EIKO es asistir a las familias pobres de Irán, y llevar adelante otros trabajos de acción caritativa, pero ha ha sido evaluada como un recurso económico de importancia, en control de la oficina del Líder Religioso Supremo Ayatolá Khamenei, no contemplándose el modo en que la fundación se ha organizado, como tampoco se entienden sus funciones.
A la carga contra EIKO, inevitablemente, se ha dedicado el iranófobo y renombrado neoconservador canadiense Mark Dubowitz, Jefe Ejecutivo de la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD), quien describió el modo en que el liderazgo iraní controla un vasto imperio de negocios que debe ser objetivo de las sanciones estadounidenses, a los efectos de que se castigue a Teherán y se lo despoje de todos los recursos hoy disponibles para travesuras.
Esta campaña, patrocinada por Dubowitz y su socio Saeed Ghasseminejad, ha comenzado desde que Trump fuera elegido, y los muchachos de FDD ahora confían que tienen a un amigo en la Casa Blanca.
Otros canales entre los medios cercanos al neoconservadurismo americano y a los amigos de Israel también se han ocupado de difundir que Irán debe ser declarado un objetivo de gruesos capítulos de guerra económica. El medio estadounidense National Interest publicó recientemente un artículo que defendía la imposición de sanciones petroleras contra Irán en general mientras que ha de ponerse el foco en EIKO en particular, a los efectos de 'modificar el comportamiento de Irán' -fraseología que presume que ese comportamiento ha sido negativo, aún cuando no se explicitan las razones para ilustrarlo así.
Mientras tanto, el congreso estadounidense también es parte de la charada. Como suele ser el caso casi siempre, el subcomité de Seguridad Nacional en el Comité para la Supervisión y Reforma Gubernamental en la Cámara de Representantes, buscó testimonios expertos para explorar alternativas desde las cuales reprimir a Irán, pero solo se dedicó a buscar oradores de línea dura. Los legisladores recibieron, entonces, un tipo de iluminación informativa de parte de Richard Goldberg (FDD), que difícilmente sea un referente desinteresado en la materia.
Goldberg comenzó con un discurso respaldado en oleadas de ira bipartidista, apuntando contra Teherán, y diciendo: 'He tenido el privilegio de trabajar con gente tan talentosa -Demócratas y Republicanos- que comparten una pasión por mantener a los Estados Unidos y sus aliados seguros ante la extensa lista de amenazas consignadas por la República Islámica de Irán. Juntos, proponemos numerosos proyectos de ley, bipartidistas, a los efectos de incrementar la presión contra Irán (...) Es mi sincera preocupación que podamos hallar un sendero útil para resucitar el espíritu bipartidista que alguna vez dotara de vida a este importante asunto de la seguridad nacional'.
Goldberg, vago a la hora de precisar qué 'extenso listado de amenazas' consigna Irán, fue consejero senior de política exterior para el pionero entre los halcones pro-Israel, el ex Senador Mark Kirk (Illinois). Goldberg celebra en su biografía en FDD el modo en que 'fue instrumental en el despliegue de un radar para la defensa antimisiles, Made in USA, en el Desierto de Neguev -lo que sería el primer emplazamiento de armamento de fuerzas estadounidenses en Israel'. En el Senado, Rich emergió como arquitecto líder de las más duras sanciones interpuestas contra la República Islámica de Irán. Luego, logró posicionarse como 'líder negociador de parte del Partido Republicano, en las ruedas de sanciones que ponían como objetivo al Banco Central de Irán, al sistema internacional de mensajería financiera SWIFT, y a sectores completos de la economía iraní'.
Sin embargo, se han registrado opiniones contrarias a la guerra de sanciones que promociona la Administración Trump. Robert Fontina, de Counterpunch, ha rechazado la descripción de EIKO como nada más que una fundación dedicada a la caridad. La realidad es que EIKO se involucra en proyectos sociales de magnitud, como ser alivio para poblaciones rurales pobres, el combate contra la degradación de las mujeres, construcción de escuelas y viviendas, y otorgamiento de planes de salud. Las sanciones estadounidenses contra esta organización y contra entidades similares golpearán a ciudadanos comunes de Irán, generando inseguridad en la distribución de alimentos, mientras que también se registrará una reducción en la provisión de medicinas. Ahmad Noroozi, de la Fundación Barakat, afirma que numerosos ciudadanos iraníes ya han sido afectados por las sanciones americanas dirigidas contra su país, restringiéndose el acceso a tratamientos contra el cáncer y a otros productos farmacéuticos. Y todo está orientado hacia la promoción de conmoción social y hacia un cambio de régimen.
La escritora iraní Soraya Sepahpour-Ulrich, que no es amiga del gobierno en Teherán, ha afirmado que las sanciones estadounidenses dirigidas contra la economía iraní y contra su pueblo no son más que 'terrorismo en forma de sanciones'. Su evaluación es, inapelablemente, correcta.
En efecto, resulta perturbador que el abandono del Estado de derecho por parte de la Administración Trump y sus aliados en los medios consigna que Washington se está dedicando, cada vez con mayor periodicidad, a las sanciones como formato punitivo, a criterio de satisfacer sus objetivos geopolíticos. Las naciones que se oponen a las políticas de Washington hoy se ven sujetas, de forma rutinaria, a reprimendas financieras y comerciales. Cuba, Corea del Norte e Irán recientemente se han unido a Rusia y a Siria como objetivos del Departamento del Tesoro. Incluso los aliados europeos de Estados Unidos y sus amigos están siendo amenazados, ante el caso en que decidan adquirir crudo iraní o bien cooperar con iniciativas energéticas de origen ruso.
El hecho más triste es que la pretensión de liderazgo por parte de Estados Unidos ahora se sintetiza en una canasta de novedosas 'reglas' que, en esencia, son tan arbitrarias como ilegales, respaldadas por pretextos fabricados desde el inicio. Considérese la falacia de designar a Irán como 'el Estado que mayor patrocinio ejercita en favor del terrorismo' y las afirmaciones falsas que son sometidas a reiteración desde fuentes en Washington y Tel Aviv, al respecto de que Irán está construyendo armas nucleares en secreto. Trump se ha vuelto, efectivamente, carnada para el líder israelí Benjamin Netanyahu, siendo que este último es quien manda. Poco después de que Trump anunciara el retiro estadounidense del JCPOA, Israel montó una serie de ataques aéreos de naturaleza letal contra Siria, poniendo en la mira específicamente a personal militar iraní que se hallaba presente en ese país, invitado para combatir a ISIS y a otros núcleos terroirstas. Se trató de un incidente que rápidamente pudo haber escalado en una guerra más amplia, lo cual era la intención israelí en primer término.
Existen consecuencias letales al posicionarse detrás de Israel y Arabia Saudita, en una potencial guerra de magnitud con Irán. Si las sanciones dan lugar a desesperación en el seno del territorio iraní, una aparente ruptura del orden fácilmente crearía margen para una intervención 'humanitaria' de Estados Unidos y de Israel, probablemente escalando en un conflicto internacional, algo que la Casa Blanca parece no comprender. Como suele ser el caso, la Administración Trump no ha desarrollado aún la madurez suficiente como para apreciar que, si Usted presiona demasiado a determinado país o grupo de países, pues entonces tendrá lugar una reacción igualmente firme, y los resultados podrían no ser agradables. Reprimir a la ciudadanía iraní sin entender realmente qué podría emerger a posteriori, a efectos de perseguir objetivos políticos nebulosos, simplemente podría no ser una buena idea.
Artículo original, en inglés, en éste link | Traducido y republicado con permiso del autor y del Editor en Jefe del sitio web The Unz Review (Estados Unidos)
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.