Paraguay: desde el quiénes gobiernan a cómo gobiernan
A los efectos de hallar respuestas que expliciten por qué no se registrado avances en el Paraguay...
17 de Julio de 2018
A los efectos de hallar respuestas que expliciten por qué no se registrado avances en el Paraguay, en los terrenos políticos, económico, educativo y todo lo relacionado al mejor bienestar de la sociedad, existen dos interrogantes que sirven como punto de partida: ¿quiénes gobiernan?; y, ¿cómo se gobierna? A la primera pregunta, la respuesta no ofrece mayor margen de debate: quienes gobiernan efectivamente han sido electos por el pueblo, por vía del respectivo método eleccionario -lo que da lugar a la legitimidad de origen del poder.
De las elecciones nacionales como municipales surgen quiénes son los que gobiernan, situación que no tenía lugar previo a la presente era democrática. Sin embargo, la experiencia enseña, sobre este aspecto en particular, que los resultados no han sido auspiciosos. Las listas cerradas o sábanas -modelo que subsiste porque los que tienen que modificarlo son los primeros en impedir su reforma- da lugar a la actual crisis de representatividad y baja calidad en la política.
Las reformas no solo electorales; en economía y educación, tal intento reformista queda trunco, porque los beneficios percibidos por los que ostentan el poder son tan altos que los costos se diluyen en una ciudadanía que no halla representantes en el mismo Congreso. La confianza ciudadana ha sido suplantada por lo que hacen y deshacen los jefes y clanes partidarios. Razón principal por la que, en el parlamento, la renovación es nula y, como corolario, ello también afecta a la calidad de los representantes.
Por su parte, la segunda interrogante —¿cómo se gobierna?— oficia de complemento para la primera pregunta, ilustrando todavía de mejor manera los motivos que llevan a concluir que la democracia en la República del Paraguay se verifica en la existencia de instituciones débiles, costosas e ineficientes, conformada por corruptos y sin apego a los valores de la honestidad e idoneidad para ocupar un cargo. El orden de prelación es: primero los privilegios y, luego, la igualdad ante la ley.
Dada esta malsana prelación, entonces lo que más discurre en el discurso y en la legislación es la sobrevaloración de los privilegios; nunca sobre la igualdad ante la ley. La autoconcesión de prebendas, prerrogativas, fueros y concesiones personales es hoy la regla. De tal suerte que, de la inmunidad establecida para los congresistas en uso de sus atribuciones, se ha pasado a la impunidad parlamentaria, presidencial y judicial, llegando a verificarse este escenario con ministros y secretarios.
La lista es apenas enunciativa, como sucede con los ya comentados cupos de combustibles, el uso de líneas de celulares, el recientemente seguro médico, como también el otorgamiento de exorbitantes jubilaciones sin mediar contrapartida. Las desigualdades socioeconómicas se originan en los privilegios creados por las mismas personas que se autoproclaman representantes del pueblo, recibiendo ellos mismos un trato diferente y desigual (superior) al común de la gente.
A diferencia de los privilegios insoportables e intolerables, la igualdad ante la ley —precioso valor de la libertad— donde las leyes y normas son generales e iguales para todos, sin interesar si recae sobre el más sabio o el más ignorante, sobre el rico o el pobre y que no beneficia ni privilegia a un grupo o persona en particular, es el que hará posible en el Paraguay un mejor bienestar para sus habitantes en el cumplimiento de nuestro himno nacional: ...donde opresores ni siervos alientan.
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@ElCatoEnCorto
Sobre Víctor Pavón
Decano de Currículum UniNorte (Paraguay) y autor de los libros "Gobierno, Justicia y Libremercado" y "Cartas sobre el Liberalismo". Publica periódicamente en el Diario ABC Color, de Asunción.