¿Es Bill Browder el hombre más peligroso del mundo?
El niño mimado de los promotores de la guerra debería responder algunas preguntas.
En la conferencia de prensa que siguió a la cumbre de Helsinki, el presidente ruso Vladimir Putin y su par estadounidense Donald Trump conversaron sobre la posibilidad de resolver ciertos potenciales casos criminales que involucran a ciudadanos de ambos países, permitiéndose que investigadores de Washington y de Moscú participen de procesos interrogatorios conjuntos de individuos citados en acusaciones elaboradas por sus respectivos poderes judiciales. La respuesta predecible desde la nomenklatura americana se resumió en que la idea era horrenda, conforme potencialmente demandaría que funcionarios estadounidenses respondiesen preguntas sobre sus actividades ante investigadores rusos.
Putin argumentó -no sin faltarle razón- que si Washington deseaba extraditar y conversar con cualesquiera de los recientemente acusados doce oficiales de inteligencia del GRU por intermedio de su Departamento de Justicia, entonces sería positivo recurrir a la reciprocidad, para que ciudadanos de EE.UU. y otros individuos buscados hoy por las autoridades rusas por haber desempeñado actividades ilegales en la Federación puedan ser interrogados por personal de Moscú. Si los funcionarios rusos son presa justa, pues también lo serían sus pares de los Estados Unidos.
Un objetivo primario para tal proceso interrogatorio sería el embajador en Rusia de Barack Obama, Michael McFaul, quien fuera ampliamente criticado durante su mandato en Moscú, por mostrarse en una aparente misión que tenía por objeto cultivar relaciones con políticos opositores rusos y otros nucleamientos 'pro-democráticos'. Pero McFaul no fue identificado específicamente en la conferencia de prensa de Helsinki, aún cuando los fiscales rusos le habían exigido que respondiese a preguntas relacionadas con la investigación en curso sobre otro crítico de referencia, Bill Browder, quien sí fue mencionado por Putin en la sesión de preguntas y respuestas con periodistas. Browder es una renombrada figura del ámbito de los hedge funds o fondos de cobertura quien, inter alia, es estadounidense nativo. Renunció a la ciudadanía en 1997 para obtener la ciudadanía británica, a los efectos de evitar pagar impuestos federales en los Estados Unidos, habida cuenta de sus ingresos netos en todo el mundo.
Bill Browder coincide con la descripción de quienes se remiten a la figura del oligarca, habiendo montado sus negocios en 1999 bajo la etiqueta de Hermitage Capital Management Fund, un fondo de cobertura registrado en los paraísos fiscales de Guernsey e Islas Caimán. Supo enfocarse en 'inversiones' en Rusia, aprovechando las ventajas iniciales del esquema préstamos-por-acciones vigente bajo la Rusia del beodo ex presidente Boris Yeltsin, y luego continuó cosechando pingües ganancias en los primeros años de Vladimir Putin. Hacia 2005, Hermitage ya era el mayor inversor extranjero en Rusia.
Yeltsin había llegado al poder merced a una elección fraudulenta en 1996, respaldada por los medios de comunicación controlados por oligarcas y por el presidente estadonidense Bill Clinton, quien garantizó en su momento un crédito de US$ 20 mil millones que le permitió adquirir apoyos. Hoy día, nos referimos las acciones de Clinton como 'interferencia en los comicios de 1996' pero, por aquellas épocas, una débil Rusia -y sumida en la bancarrota- no estaba en posición para objetar los perjuicios que se le estaban imponiendo. Yeltsin probó su notable disposición a tomar prestado el consejo de los oligarcas en relación a los modos de despojar a la ex Unión Soviética de su vasta red de activos estatales. La firma Hermitage Investments, de Browder, se anotó gigantescas ganancias tras consolidar acuerdos con commodities en esa oportunidad.
Browder y sus apologistas lo retratan como un hombre de negocios honesto y honorable del orbe occidental, que intentó operar en un corrupto mundillo de finanzas ruso. No obstante, su esquema de préstamos por acciones -que le sirvió para construir su fortuna inicial- ha sido correctamente caracterizada como el epítome de la corruptela, por todas las partes involucradas; acuerdo en el cual inversores extranjeros colaboraban con oligarcas locales para, como ya se dijo, destripar la economía rusa ex soviética, despojarla de sus activos y pagando centavos por cada dólar de valor. A lo largo del camino, se informó que Browder se vio involucrado en lavado de activos, representaciones apócrifas echando mano de documentación oficial, y sobornos.
Eventualmente, Browder fue acusado por las autoridades rusas bajo cargos de fraude y evasión fiscal. Le fue prohibido reingresar a Rusia en 2005, y aquél comenzó a retirar sus activos del país, pero tres firmas en su momento controladas por Hermitage fueron eventualmente confiscadas por las autoridades en Moscú. Browder fue sentenciado por evasión fiscal in absentia en 2013, y sentenciado a una condena de nueve años de prisión.
Browder, quien sabe representarse a sí mismo como 'el enemigo público número uno de Putin', se las ha arreglado para vender su relato de inocencia a políticos líderes en Washington, como ser los Senadores John McCain, Lindsay Graham, Ben Cardin y el ex Senador Joe Lieberman, todos los cuales se han mostrado receptivos a la hora de criticar a Rusia -Browder también recibió el respaldo de medios de comunicación europeos y parlamentarios del Viejo Continente. En los albores de la conferencia de prensa de Helsinki, Brower -por ejemplo- ha afirmado que Putin en persona lo mencionó, porque continúa exponiendo los delitos de la mafia que el pretendido empresario dice que controla Rusia hoy pero, inevitablemente, existen otros puntos de vista que no suelen ser presentados en los canales de comunicación, al respecto de esta autocomplaciente narrativa.
Una cuestión central que explicita lo que Browder en realidad representa está dado por el Acta Magnitsky, que el Congreso de los EE.UU. aprobara por Ley, a los efectos de sancionar a funcionarios individuales del Kremlin por el trato que supuestamente le ofrecieron al informante Sergei Magnitsky, arrestado y enviado a prisión en Rusia. Browder ha comerciado una narrativa que, básicamente, replica que tanto él como su 'abogado' Magnitsky expusieron un gigantesco fraude impositivo y que, cuando intentaron ventilarlo al público, fueron reprendidos por una corrupta fuerza de policía y por magistrados igualmente corrompidos, todos los cuales robaron el dinero en juego. Magnitsky fue arrestado y falleció en prisión, supuestamente asesinado por la policía, con el objeto de silenciarlo.
Así las cosas, el Caso Magnitsky es de particular importancia porque tanto la Unión Europea como los Estados Unidos de América han puesto en marcha sanciones contra funcionarios rusos identificados que, supuestamente, se vieron involucrados en el episodio. En el Acta Magnitsky, patrocinada por el Senador rusofóbico Ben Cardin y firmada por el entonces presidente Barack Obama en 2012, EE.UU. consolidaba su predisposición de castigar a gobiernos extranjeros por violaciones contra los derechos humanos. El Acta de rigor, inicialmente limitada a Rusia, ha sido ampliada ahora, merced a los considerandos del Acta Global Magnitsky, la cual pone en marcha mecanismos de sanciones en todo el mundo.
Rusia reaccionó con furia ante la primera edición del Acta, observando que las acciones tomadas por su gobierno en el plano doméstico -como ser, las acciones de su sistema judicial- quedaron sujetas a interferencia exterior, mientras que otras autoridades judiciales incluso cuestionaron el derecho que Washington se arrogó a los efectos de responder a actos criminales perpetrados fuera de territorio estadounidense. Moscú lanzó medidas de reciprocidad, interponiendo saciones contra funcionarios de los Estados Unidos, incrementando también la presión contra grupos y organizaciones no-gubernamentales pro-democracia que operaban en Rusia. Algunos se refieren al Acta Magnitsky como el inicio de una nueva Guerra Fría.
La narrativa opuesta a la ofrecida por Browder concede que, en efecto, se registró un monumental fraude que involucró hasta un aproximado de US$ 230 millones en impuestos impagos en Rusia, sobre un ingreso neto estimado en el orden de los US$ 1.5 mil millones, pero que el fraude citado no fue perpetrado por funcionarios rusos. En lugar de ello, fue deliberadamente sancionado e ingeniado por Browder en tándem con Magnitsky (que, en realidad, no era abogado sino contador). Ambos ejecutaron en persona el esquema, utilizando una mascarada de múltiples compañías y maniobras de evasión impositiva con el fin de llevar a la práctica el turbio modelo. Magnistky, quien se hallaba bajo tratamiento médico a raíz de problemas coronarios, en efecto fue arrestado y sentenciado. Pero él, de acuerdo con la versión de su propia familia, falleció debido a su dolencia, acaso exacerbada por autoridades negligentes que fracasaron a la hora de proporcionarle la medicación adecuada al momento de caer enfermo.
Las dos narrativas enfrentadas en torno a Browder han sido exploradas con algún atisbo de detalle en el documental ruso realizado por el cineasta Andrei Nekrasov -declarado activista anti-Putin-, quien en rigor fue contactado desde los inicios por el propio Browder para desarrollar el material fílmico. Un muy afable Browder se muestra en el comienzo del documental, describiendo su carrera y los eventos que rodearon a Magnitsky.
Mientras Nekrasov trabajaba en el documental, descubrió que la narrativa respaldada por Browder exhibía un sinnúmero de contradicciones, omisiones y una evidente fabricación de evidencias. Cuando la producción del filme llegó a término, su realizador se percató de que las autoridades rusas habían ofrecido un relato más preciso y pormenorizado del presentado por Browder.
Cuando Nekrasov se dispuso a poner al aire su trabajo intitulado 'El Acta Magnitsky: el Detrás de Escena', se encontró a sí mismo invariablemente confrontado por el multimillonario Browder y por una batería de abogados. Todos los cuales, en acción conjunta, bloquearon la exhibición del filme tanto en Europa como en los Estados Unidos. Cualquiera que intentase promocionar el documental fue confrontado de inmediato con más de 300 páginas de documentación respaldatoria, acompañada por una misiva que amenazaba con demandas si acaso el documental llegaba a la luz pública.
Una exhibición de 'El Acta Magnitsky' en Washington, en junio de 2016, concluyó en una batahola cuando simpatizantes de Browder utilizaron boletos obsequiados a staff del congreso estadounidense, para ingresar y provocar caos en los procedimientos. En una audiencia parlamentaria que siguió al hecho, cuando Browder fue presentado como un testigo experto en cuestiones de corrupción rusa ante un hambriento Comité Judicial del Senado, el supuesto hombre de negocios sugirió que aquellos que desafiaban su narrataiva y que hicieron los arreglos para exhibir la película en Washington serían acusados bajo el Acta de Registración de Agentes Extranjeros de 1938 (FARA), que involucra penas de hasta cinco años de prisión de cumplimiento efectivo.
Dada la presión ejercida por Browder, jamás tuvo lugar una segunda exhibición de 'El Acta Magnitsky'. Pero es posible verla completa en éste enlace.
Bill Browder, quien supo beneficiarse enormemente de la corruptela rusa, ha reconvertido exitosamente su figura como un parangón entre los hombres de negocios, haciéndose acompañar y mimar por todo el clan de promotores del odio antirruso en Washington y en los medios de comunicación. Curiosamente, y sin embargo, ha probado su nula predisposición a testificar en casos emparentados con sus propios acuerdos de negocios. Por ejemplo, ha salido corriendo -literalmente- de varios intentos para citarlo, que buscaban forzarlo a declarar bajo juramento.
Toda vez que Usted pueda superar la miríada de comentarios y opiniones, concluirá -sin temor a error- que Bill Browder bien podría ser acusado de ser el hombre más peligroso del mundo. Motorizado por un odio extremo contra Putin y contra Rusia, personalmente se ha armado con el Acta Magnitsky para, mejor que nadie, promocionar el relanzamiento de una peligrosa nueva Guerra Fría, entre las potencias nucleares de Estados Unidos y Rusia. Declaradamente ciego ante lo que ha logrado, Browder continúa pontificando sobre el modo en que Putin pide su cabeza, cuando la apreciación correcta es que el pretendido empresario es un truhán que, con toda probabilidad, se ha robado US$ 230 millones, y que debería afrontar las consecuencias por ello. El hecho de que los medios de comunicación estadounidenses y el congreso de este país se han mostrado proclives a la narrativa de Browder, y a la manera en que las acusaciones de Moscú han sido hechas a un lado, es síntoma de cómo la rusofobia en Occidente ha privado al público de su propia capacidad de ver lo que es correcto y lo que no. Sugerir que la agenda que promocionan Browder y sus amigos en altos puestos bien podría llevarnos a todos a una tragedia, constituye una subestimación.
Artículo original, en inglés, en éste link | Traducido y republicado con permiso del autor y del Editor en The Unz Review (Estados Unidos)
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.