NARCOTRAFICO & ADICCIONES: DR. JUAN A. YARIA

'Matrix Progre' y drogas

Oscar se acerca a nuestra comunidad terapéutica, compartiendo en la sala de admisión...

28 de Julio de 2018
Desde que en el estado de Colorado se aprobara la venta libre de marihuana, se incrementaron las hospitalizaciones y el número de visitas a salas de guardia, a raíz de las intoxicaciones.

Health News (Estados Unidos); marzo de 2018

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Oscar se acercó a nuestra comunidad terapéutica -sombría mirada mediante-, presentándose solo a un tratamiento de rehabilitación, acompañado lo que para muchos hoy es un documento salvador: el carnet de una obra social. A sus 18 años de edad, portaba consigo el yugo de innumerables fracasos como estudiante, tras abandonar varias veces el secundario. Invierte la mayor parte de su tiempo vagabundeando, fumando marifhuana. El mismo lo sintetiza, en una frase: 'De mi padre, solo tengo su número de celular; a veces contesta. Otras, no'. Acumula no pocos abandonos. Es hijo único de una familia en permanente crisis, y en recurrente estado de fragmentación. Hoy, vive con su madre. Dice Oscar: 'Compartimos la misma heladera. A veces, llena. Otras veces, vacía'. En rigor, él se encuentra hoy en la fase depresiva del consumidor abusivo de cannabis, caracterizado también por la apatía, la amimia (ausencia de mímica), y la clásica anhedonia (síndrome de placer disminuído).

Droga Libre, Marihuana, ProgresismoOscar nos presenta una instantánea de lo que se conoce como 'sociedad desvinculada' (término acuñado por el célebre filósofo español Josep Miró; Barcelona, 1944); también catalogada como 'individualista' (Zygmunt Bauman; 1925-2017). Consecuencia todo ello de la flamante sociedad postmoderna en la que el individuo, la tecnología, la imagen, el espectáculo y, fundamentalmente, la química, parecen abarcarlo todo. Al igual que Oscar, otros centenares de adolescentes nos han compartido su mustia realidad, en donde la sintomatología depresiva que emerge del abuso de la marihuana es apenas una muestra pequeña que explicita el profundo desamor que acusa nuestra cultura. Surge, pues, la droga como anestésico solitario ante la sobreacumulación de dolor. Dolor no ya físico, sino afectivo y también psíquico o, si se quiere, espiritual. 

J.M. de Prada (pensador español. Premio Planeta; 1997) supo explicar que los seres humanos crecemos y nos sostenemos dentro de una sueret de líquido amniótico, como sucede con los infantes durante el embarazo, y que esa capa protectora no es otra cosa que la cultura de cada casa, pueblo, barrio y región. Este es el continente protector que nos sostiene en nuestras creencias, vícnulos, transmisiones, valores y sistema normativo. El vínculo entre generaciones es también una variable crítica en la cultura, y así lo certificaría en su oportunidad W. Hegel (1770-1831), en su archiconocido discurso de Jena. Enseñaba el pensador: 'Cultura es lo que se da entre abuelos, padres e hijos'. A saber, que transciende a la vida familiar, para convertirse en todo aquello que fusiona y vincula a los individuos, y los hace parte de la Historia. Así, entonces, la transmisión generacional es el evento crítico que acontece en la vida familiar y de comunidad. Los seres humanos somos seres de lenguaje; la transmisión es bucle y factor aglutinador entre los seres humanos.

En un mundo de aparatos donde la costumbre impone jugar al 'oficio mudo' o las 'charadas', nos hemos quedado ya sin tradición. Al no consolidarse una entrega de signos, palabras, orientación y valores, ha emergido la droga, la cual asiste al individuo privado de contacto en una huída que siempre es imposible. El 'futuro posible', a la postre, no puede consolidarse sin entrega.

La moda imperante ha logrado encumbrar al individualismo; los vínculos no permanecen. Todo es relativismo, hedonismo insustancial, trivialización del todo. Todos ellos, componentes de una 'matrix' progre[sista], de acuerdo con la terminología empleada por Juan Manuel de Prada en su libro 'La Nueva Tiranía' (2009), y que incluso se ha fusionado con los espacios políticos, no solo sociales. Tras la caída del Muro de Berlín, y conforme ya hemos explicitado desde este espacio, la izquierda ha modificado su discurso. Convirtiéndose hoy en la abanderada del ideario progresista. Muy atrás, la derecha corre a lo tonto, arriando cualquier bandera porque se siente en franca obligación de acatar los clichés ideológicos. En consecuencia, el paradigma triunfante comporta el efecto de cautiverio y edulcorada fascinación. En tal contexto, la nueva izquierda ha reformulado la cultura, adhiriéndole la reivindicación de las drogas, el hedonismo revolucionario y contestatario ante el orden patriarcal otrora dominante. Se asiste a una nueva lucha de clases, en donde la derecha ha quedado a la deriva, dada la ausencia de paradigmas culturales qué promover. Anthony Giddens, notable pensador inglés y creador de la Tercera Vía propugnada por el Partido Laborista, enseñaba que la caída de la Tradición traía la adicción. Giddens relacionaba con maestría la asuencia de vínculos entre generaciones, con la huída imposible que ofrece el mundillo de las drogas. El pensador británico describió con magnificencia intelectual el modo en que la contemporaneidad impone un modelo narcisista, en donde el individuo -carente de referencias objetivas- se limita a remitirse a sí mismo, neutralizando toda posibilidad de crear o establecer vínculos. En el mejor de los casos, el construírlos le trae serias dificultades.

El postulado 'progre' comporta un poder remarcable, y avanza en todos los andariveles de la existencia, trátese de la sexualidad, las políticas familiares y de natalidad, drogas, eutanasia, caída de la jerarquía del conocimiento (explicitado mejor que nadie por Discépolo en 'Cambalache'), esfuerzo antirreligioso. En el actual moméntum de la sociedad individualista, izquierda y derecha se fusionan, para caer en aquello que previamente atacaban: consumismo, voracidad por el dinero, el juego, etcétera. Para este esquema de pensamiento progresista, todo vale, justificado en la emotividad de quien lo afirma. No rigen ya normas válidas; todo es relativizable.

En tal sentido, a nadie parecen importarle ya los datos científicos que remiten, por ejemplo, a los perjuicios derivados del consumo y abuso de estupefacientes. Como tampoco se presta atención a los elevados costos sanitarios, ni a las discapacidades que emergen del consumo de drogas. Es decir que todo remata en un mero experimento social. En los Estados Unidos de América, por citar un caso, los estados que optaron por la legalización del consumo de marihuana acusan serios incrementos en la cifra de accidentes de tránsito a raíz del consumo; mayores arrestos de individuos pertenecientes a minorías; mayores urgencias hospitalarias. Contexto detrás del cual asoma el negocio de grandes laboratorios, conforme este espacio se ha ocupado de referir al detalle en columnas anteriores.


La marihuana, al alcance de la mano

Sabemos hoy que la iniciación del adolescente y núcleo etario de 'millenials' coincide con el alcohol, el tabaco y la marihuana. El mercado del alcohol ya es explotado a diario, y se avecina el de los consumidores de cannabis, para los cuales pronto habrá cigarrillos disponibles con ese principio activo (propugnado por las multinacionales tabacaleras). Por su parte, los gigantescos conglomerados farmacéuticos (con valuaciones que incluso superan al PBI de naciones pequeñas) se debaten hoy en la captura del mercado de consumidores de la mal llamada 'marihuana recreativa'. Así las cosas, los laboratorios ya producen medicamentos en donde ciertos productos del cannabis pueden competir con la farmacopea tradicional, a criterio de intentar paliar efectos de la quimioterapia, epilepsias refractarias y un compendio de dolencias relacionadas con la artritis. La confusión existente en la población general entre cannabis medicinal y 'porro' es absoluta. Recién en consulta médica, muchas familias toman nota de que el consumo de cigarrillos que sus hijos consumen, es pernicioso para su salud. Previamente, lo desconocían.

Cronos Group (Canada; dedicada a la investigación para la eventual comercialización de productos con cannabis) cotiza ya en el mercado de acciones tecnológicas de Wall Street, el Nasdaq. Se asocian al rubro otras compañías farmacéuticas; y terminarán comerciándola en los mostradores de las farmacias. Ya se ha mencionado aquí los ejemplos de Canada y de la República Oriental del Uruguay, puntas de lanza para la inserción de la marihuana para todo público. Solo resta que el marketing de los grandes titanes del negocio se vea acompañado por el esfuerzo de propaganda política de sectores progresistas, apelando al 'derecho humano' de consumir. El concepto de salud pública ha quedado en desuso.

En este mundo tan peculiar en donde la química genera significativa plusvalía y una inocultable alienación, existen réditos enormes para los poderes económicos y políticos. En pocas líneas, nos hemos acercado aquí a una somera descripción de la 'matrix progre', diamante en bruto que comporta el objetivo de manipular con facilidad a sociedades cada vez más dóciles y maleables.

En la República Argentina, se avecinan debates en el próximo mes de agosto de cara al Código Penal. Y el factor de las drogas estará presente. Mientras no será difícil identificar a los dirigentes políticos que, mediante sus palabras, promocionen este pingüe negocio, será lícito mantener la esperanza de que ponderen la ingente cantidad de pacientes que saturan las guardias hoy en nuestro país y que, de igual manera, se evalúe el diseño e implementación de políticas preventivas creíbles a nivel nacional.


 
Sobre Juan Alberto Yaría

Juan Alberto Yaría es Doctor en Psicología, y Director General en GRADIVA, comunidad terapéutica profesional en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Los artículos del autor en El Ojo Digital, compilados en éste link.