Zimbabue: violencia y baño de sangre, tras los comicios
Una tensa calma se ha apoderado de las calles de Harare...
Una tensa calma se ha apoderado de las calles de Harare, ciudad capital de Zimbabue, tras una seguidilla de actos violentos.
El miércoles próximo-pasado, las fuerzas de seguridad de la nación africana se enfrentaron a simpatizantes del principal partido de oposición, el Movimiento para la Alianza del Cambio Democrático, lo cual condujo a muertes y a la decisión oficial de desplegar a uniformados en toda la urbe.
Las turbulencias sociales siguieron a la crítica elección del anterior lunes en Zimbabue, la primera en casi cuatro décadas que no tuvo como protagonista al tirano Robert Mugabe en las listas de candidatos. En noviembre del año pasado, el ejército zimbabuense eyectó a Mugabe del poder por intermedio de un golpe de Estado, instalando a posteriori al presidente Emmerson Mnangagwa, el hombre que ahora afirma contar con la victoria, en representación del partido político ZANU-PF.
Algunos analistas mantuvieron la expectativa de que la expulsión de Mugabe sirviese para el retorno de la libertad al país, pero las razones para un vigoroso escepticismo lograron imponerse. Mnangagwa es un hombre tan brutal como despiadado. Es un subproducto del sistema del ZANU-PF que se mantuviera intacto luego de la caída de Mugabe, aún registrando importantes divisiones intestinas.
A pesar de ciertas dosis de retórica conciliatoria, Mnangagwa instaló en su gobierno a antiguos elementos del ZANU-PF y, en aparente recompensa por el obsequio de la presidencia, garantizó a las corruptas fuerzas armadas del país puestos clave en la Administración que conduce.
No obstante, Mnangagwa se comprometió a defender las elecciones, y muchos en la comunidad internacional acertadamente evaluaron que los comicios consignaron una prueba límite para los nuevos aires democráticos de Mnangagwa.
Pero aún hay escaso margen para comprender lo sucedido, aún cuando los comicios en general se desarrollaron de manera pacífica. Los simpatizantes de la Alianza MDC parecieron creer que se alzaron con la victoria, particularmente luego de que su candidato, Nelson Chamisa, anunció el pasado jueves que había triunfado.
Con todo, la comisión electoral de Zimbabue declaró oficialmente el pasado miércoles que el ZANU-PF había ganado, tras obtener dos tercios de los asientos en el parlamento. De igual manera, falló al momento de anunciar los resultados de la puja presidencial, multiplicándose las críticas de parte de los equipos internacionales de monitoreo que arribaron al país.
Las demoras, entre otros sospechosos episodios en los que incurrió el ZANU-PF, de acuerdo siempre a voceros de la Aliaza MDC, potenciaron los temores en la oposición, ante la eventualidad de que el ZANU-PF hubiese decidido alterar los resultados de los comicios.
Furiosos simpatizantes del espectro opositor, a partir de aquello, tomaron las calles y provocaron serios disturbios. Los servicios de seguridad de Zimbabue replicaron echando mano de gas lacrimógeno, bastonazos y, luego, munición real -asesinando a al menos seis personas.
Los militares, por estas horas, patrullan Harare, mientras que los ciudadanos del país siguen esperando por los resultados de la competencia presidencial. Si ningún candidato se hace de más del 50% de los sufragios, entonces el país llevará a cabo una segunda vuelta el próximo 8 de septiembre.
En rigor, extraer conclusiones prematuras -y sobre todo, en medio de un escenario tan dinámico- consignaría un error de magnitud. Asimismo, sería poco realista creer que un partido de naturaleza autoritaria como ZANU-PF podría congraciar su propia eyección del poder.
Incluso podría suceder que el ZANU-PF se alzase de manera genuina con la victoria en la competencia electoral, frente a un espectro opositor que se caracteriza por la fragmentación. No obstante, numerosos simpatizantes de la Alianza MDC tienen buenas razones para creer que la voracidad del ZANU-PF (que ya ha alterado resultados de comicios previos) ha vuelto a presentarse en este nuevo capítulo.
Más aún: la continuidad de la turbulencia social y los padecimientos anticipan el escenario más probable para Zimbabue, previo a que la elección arroje un resultado definitivo -uno que, con gran probabilidad, termine siendo injusto.
Artículo original, en inglés, en éste link
Es analista de políticas públicas relativas al Africa y Medio Oriente, para el think tank estadounidense The Heritage Foundation (Washington, D.C.). Sus análisis son publicados en la web The Daily Signal.