Gran Bretaña y Estados Unidos, perspectivas para un tratado de libre comercio
El actual podría parecer un momento extraño para considerar nuevos acuerdos...
El actual podría parecer un momento extraño para considerar nuevos acuerdos de libre comercio con los Estados Unidos de América, dado que el presidente Donald Trump acaba de escalar su guerra comercial con China al imponer nuevos aranceles sobre el equivalente a $200 mil millones en productos.
El Reino Unido, mientras tanto, todavía está enfocado en resolver la incertidumbre generada en torno a su futura relación comercial con la Unión Europea (UE). Hablar seriamente acerca de un posible tratado de libre comercio entre el Reino Unido y EE.UU. podría parecer algo prematuro. Pero eso es precisamente lo que los expertos en políticas públicas de 11 tanques de pensamiento de ambos lados del Atlántico han estado ocupados debatiendo este año.
La culminación de ese esfuerzo es un estudio titulado “El tratado de libre comercio ideal entre EE.UU. y Reino Unido: Una perspectiva de librecambistas”, publicado la semana pasada por la Iniciativa para un Comercio Libre en Londres y por el Instituto Cato en Washington, DC. Este profundo estudio incluye un borrador de texto legal, resúmenes, y explicaciones de lo que los autores consideran que son las provisiones que merecen ser parte del modelo de un tratado de libre comercio.
El libre comercio se trata acerca de la libertad de las personas de realizar transacciones como lo deseen, con quien deseen hacerlo, y sin que los políticos y los burócratas estén de guardias. Por lo tanto, los verdaderos partidarios del libre comercio suelen ser escépticos de los acuerdos comerciales, los cuales usualmente se tratan más acerca del comercio administrado que del comercio libre.
En lugar de liberalizar las reglas y proveer a los consumidores con mayores opciones, los acuerdos comerciales muchas veces contienen provisiones que protegen a los actores establecidos en los mercados de los competidores al dejar en su lugar las ventajas existentes, requiriendo largos periodos de reducción de aranceles, y limitando la competencia a industrias mediante reglas que se justifican con objetivos de seguridad o de propósitos sociales deseables.
Muchas veces, los términos son pro-empresas, pro-trabajo, o pro-intereses especiales, cuando deberían ser pro-mercado.
El prospecto de un acuerdo bilateral entre Reino Unido y EE.UU. presenta a las dos economías más grandes del mundo —ambas tradicionalmente comprometidas con las instituciones del capitalismo de libre mercado y con el Estado de Derecho— la oportunidad de irrumpir en nuevo territorio y ser pioneras en fijar las reglas de un acuerdo genuinamente liberalizador y moderno.
Al remover los aranceles y reducir significativamente las barreras fronterizas que inhiben la integración de los mercados, dicho modelo tendrá un efecto transformativo en las dos economías y mucho más allá de estas.
Con algunas excepciones limitadas, el modelo final de un acuerdo ideal exige que: haya cero aranceles para todos los productos; cero barreras comerciales no arancelarias; cero restricciones en la competencia para la contratación pública y sobre la inversión extranjera directa; reglas para que haya reconocimiento mutuo de estándares y regulaciones potencialmente proteccionistas y que las regulaciones sean más factibles; prohibición del uso de las medidas anti-dumping; y prohibiciones en contra de preocupaciones acerca de salud y seguridad públicas que no tengan fundamento científico y en contra de preocupaciones acerca de la seguridad nacional que no satisfagan ciertos estándares mínimos.
A pesar de la actual incertidumbre en los entornos de políticas públicas tanto en el Reino Unido como en EE.UU., ahora es el momento ideal para considerar seriamente un acuerdo comercial bilateral. En seis meses, el Reino Unido habrá repatriado su poder de decisión sobre su política comercial. Lograr firmar acuerdos inteligentes y nuevos será crucial para que Gran Bretaña maximice sus oportunidades después del Brexit.
Mientras tanto, antes de fines de este año, la administración de Trump es probable que finalice sus negociaciones comerciales con Corea del Sur, Canadá, y México, despejando la agenda para que esta se enfoque en nuevos acuerdos de libre comercio bilaterales.
El embajador de EE.UU. en Gran Bretaña indicó hace poco que Trump tiene un “apetito robusto” por un acuerdo comercial bilateral con el Reino Unido, lo que sugiere que empezar las negociaciones a fines de marzo de 2019 bien podría estar dentro de lo posible.
Es difícil imaginarse a dos países más adecuados que Gran Bretaña y EE.UU. para un acuerdo de libre comercio de primera orden, comprensivo, y verdaderamente liberalizador. Y ahora la sustancia del acuerdo ya ha sido escrita.
Ahora le corresponde al gobierno hacer su tarea.
Es Director Asociado del Centro de Estudios de Política Comercial de Cato Institute. (Washington, D.C.). Sus artículos son publicados en idioma español en el sitio web del Instituto, ElCato.org.