La izquierda como religión secular
Uno de los libros más importantes del siglo XX -el cual, dicho sea de paso, continúa...
25 de Septiembre de 2018
Uno de los libros más importantes del siglo XX -el cual, dicho sea de paso, continúa siendo un best-seller 59 años después de ser publicado en su primera edición- es 'El Sentido de la Vida', de Viktor Frankl.
Karl Marx evaluó que la principal motor del ser humano es la economía, mientras que Sigmund Freud identificó al sexo como motivación primigenia. Por su parte, Frankl creía -en mi opinión, correctamente- que la principal motivación del ser humano es la búsqueda de sentido.
Una persona puede ser pobre y, a la vez, feliz. Pero no es posible aislar a la felicidad del sentido -sin importar qué tan rico o sexualmente satisfecho uno pueda sentirse.
Tradicionalmente, para los seres humanos en su mayoría, el principal proveedor de sentido existencial ha sido la religión. En Occidente, el cristianismo (y, en una escala más pequeña, el judaísmo) han ofrecido la Biblia a todos los pueblos, un texto divino, o bien inspirado por la divinidad, para guiar sus vidas; una comunidad religiosa; respuestas a las preguntas más fundamentales de la vida; y, por sobre todas las cosas, sentido: un Dios bueno gobierna el universo; la muerte no significa el final de todo; y los seres humanos fueron creados dotados de propósito.
Adicionalmente, el cristianismo obsequió a los cristianos un proyecto: difúndase la Buena Nueva, y acercad el mundo hacia Cristo. El judaísmo ofreció a los judíos un proyecto: uno ha de vivir emparentado con las leyes éticas de Dios; la santidad, mientras tanto, habrá de ser 'una luz que se proyecte sobre las naciones'.
Pero, para una mayoría de habitantes de Occidente, todo esto parece haber desaparecido. La Biblia ha comenzado a ser tomada como un mito -tonto, en el mejor de los casos; y malicioso, en el peor de ellos-: no existe Dios, y ciertamente tampoco existe un Dios de la Biblia que haya legado moralidad, ni un Dios que nos juzgará; no hay una vida después de la muerte; los seres humanos son una circunstancia carente de propósito, sin metas intrínsecas que el resto de las cosas que existen en el universo. En pocas palabras: esto es lo que hay.
Pero, para una mayoría de habitantes de Occidente, todo esto parece haber desaparecido. La Biblia ha comenzado a ser tomada como un mito -tonto, en el mejor de los casos; y malicioso, en el peor de ellos-: no existe Dios, y ciertamente tampoco existe un Dios de la Biblia que haya legado moralidad, ni un Dios que nos juzgará; no hay una vida después de la muerte; los seres humanos son una circunstancia carente de propósito, sin metas intrínsecas que el resto de las cosas que existen en el universo. En pocas palabras: esto es lo que hay.
De tal suerte que, si la búsqueda de sentido es la mayor de todas las necesidades humanas, y aquellas cosas que ofrecían sentido ya no lo hacen; entonces, ¿qué deberían hacer las personas en Occidente?
La respuesta es obvia: hallar sentido donde sea. Pero, ¿dónde? La Iglesia no lo proporcionará. Tampoco lo harán la familia ni el matrimonio -de manera cada vez más recurrente, los individuos con creencias seculares en Occidente critican duramente al matrimonio, mientras que otros tantos eligen no tener hijos. Para sorpresa de muchos, pareciera ser que el matrimonio y los hijos fuesen valores religiosos -y no parte del instinto del ser humano.
En el orbe occidental de hoy día, el amor y el matrimonio (junto con los hijos) van de la mano como un caballo y una carroza para los católicos creyentes, para judíos ortodoxos, para mormones practicantes, y para evangélicos protestantes por igual -pero esto no sucede con quienes profesan abrazarse al secularismo. Conozco no pocas familias religiosas con más de cuatro hijos; pero no conozco a familias seculares que tengan más de cuatro de ellos (y las probabilidades explicitan que Usted se encuentre con idénticos casos al conocido por mí).
Así las cosas, tras la muerte de la religión bíblica en Occidente, la respuesta para la importantísima cuestión de la búsqueda de sentido ha quedado en manos del secularismo. Los primeros dos sustitutos de orden secular fueron el comunismo y el nazismo. El primero ofreció un sentido a centenares de millones de personas; el último hizo lo propio con una mayoría de ciudadanos alemanes y austríacos.
En particular, ambas ideologías ofrecieron un sentido a las clases intelectuales. Como nadie, estos intelectuales creyeron en las proposiciones comunista y nacionalsocialista. Como muchos otros, los intelectuales seculares buscaban un sentido y, cuando esa necesidad coincidió con el amor de los intelectuales por el mundo de las ideas (especialmente, nuevas ideas -provisto que el término "nuevo" comporta un particular erotismo, a partir del poder que porta consigo a la hora de atraer a esos intelectuales seculares); ergo, el comunismo y el nacionalsocialismo se convirtieron en portentosas ideologías.
Tras la caída del comunismo y la notificación del esquema genocida del comunismo (merced al cual perdieron la vida no menos de un centenar de millones de civiles) y de su prerrogativa de esclavitud (virtualmente, la totalidad de las naciones comunistas -con la excepción de los líderes del Partido Comunista de cada país, claro está- son esclavizados), el comunismo, o al menos, el concepto 'comunismo' cayó en desgracia.
A la postre, ¿qué hicieron los intelectuales seculares una vez que el comunismo se convirtió en ese 'dios que fracasó'?
La respuesta: crearon otra religión secular de profesión izquierdista. Es que, precisamente, la izquierda se trata de eso: de un mecanismo que ofrece sentido para reemplazar al cristianismo. Las expresiones religiosas de izquierda incluyen al marxismo, al socialismo, al feminismo, y al ambientalismo.
La respuesta: crearon otra religión secular de profesión izquierdista. Es que, precisamente, la izquierda se trata de eso: de un mecanismo que ofrece sentido para reemplazar al cristianismo. Las expresiones religiosas de izquierda incluyen al marxismo, al socialismo, al feminismo, y al ambientalismo.
Los principios regentes de la izquierda se exhiben como la antítesis de los principios fundantes del judaísmo y del cristianismo.
El judaísmo y el cristianismo sostienen que los seres humanos no son, en esencia, buenos. La izquierda afirma que las personas son, en esencia, buenas. Por lo tanto, el judaísmo y la cristiandad entienden que el mal proviene de la naturaleza humana, mientras que la izquierda promociona que el mal se origina en el capitalismo, en la religión, en el Estado-nación (por ejemplo, el nacionalismo), en las corporaciones, el patriarcado, y en virtualmente todo valor tradicional existente.
El judaísmo y el cristianismo postulan que la utopía terrenal es imposible -afirman que solo tendrá lugar en una Segunda Venida, o bien en la vida después de la muerte. La izquierda sobreentiende que la utopía debe ser creada aquí, en la Tierra -lo antes posible. He aquí la razón por la cual los simpatizantes de la izquierda en los Estados Unidos son tan crédulos. No comparan al ideal de la izquierda con el de otros países, sino con un ideario utópico -esto es, una sociedad sin injusticias, sin racismos, sin distinción entre sexos (en efecto, proponen la anulación del sexo), y una sociedad sin avaricia, en donde todo lo importante pueda ser obtenido o accedido de manera gratuita.
El judaísmo y el cristianismo promocionan que Dios y la Biblia habrán de instruírnos al respecto de cómo vivir una buena vida, y de cómo el corazón es el último lugar en donde las personas deberían buscar una guía moral. La izquierda desprecia a toda persona que se guíe por la Biblia y por Dios, sustituyendo a la instrucción divina por el mandato del corazón y los sentimientos inmediatos.
Bien podría estar teniendo lugar un choque de civilizaciones entre Occidente y el Islam; pero el mayor choque de todos está registrándose entre Occidente y la izquierda.
Artículo original, en inglés, en éste link.
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