La izquierda estadounidense apunta a la apertura total de las fronteras del país
No mucho tiempo atrás, ambas veredas en el espectro político estadounidense...
No mucho tiempo atrás, ambas veredas en el espectro político estadounidense creían que las leyes fronterizas debían ser defendidas. Estos últimos días, el presidente Donald Trump señaló en la red social Twitter que incluso Barack Obama -al menos en la retórica- dijo que los inmigrantes ilegales no deberían tener permitido ingresar a los Estados Unidos de manera masiva y sin restricciones (Obama dijo esto en tiempos en que se desempeñaba como senador). 'Sencillamente, no podemos permitir que personas arriben a los Estados Unidos sin ser detectadas, sin tener documentación, sin ser revisadas, y que esquiven la hilera de otras personas que aguardan paciente y diligentemente y, respetando las leyes, para convertirse en inmigrantes en este país', había dicho el ex mandatario americano.
Pero esta dinámica se ha visto modificada dramáticamente, conforme la izquierda en los Estados Unidos ahora cada vez se vuelve más intolerante con todo lo relacionado con refuerzo de las fronteras. Las caravanas de migrantes con origen en Honduras se dirigen hacia la frontera sur de los EE.UU. y, en el proceso, ponen a prueba a la izquierda y cómo se abrazará a su causa en su narrativa.
La posición en su momento tomada por Barack Obama casi una década atrás es hoy considerada ofensiva en determinados círculos. Algunos incluso han exigido que Estados Unidos permita que la caravana ingrese, en su totalidad, a territorio estadounidense. 'Cada una de estas personas que están llegando, provienen del verdadero miedo. Son refugiados', ha afirmado recientemente Marc McGovern, alcalde de Cambridge, localidad en el estado de Massachusett, citado por el matutino Boston Herald. 'Se trata de personas que están haciendo frente a problemas reales, y debemos permitirles pasar'.
De tal suerte que la izquierda se esmera en difundir un mensaje en donde califica a cualquier preocupación existente sobre inmigrantes no examinados, como una preocupación ilegítima. Sin embargo, este tema ha dividido profundamente a la sociedad estadounidense en general. Algunos desean que lleguen inmigrantes más calificados; otros, no. Otros estiman que debe construirse un muro para potenciar la seguridad fronteriza; otros, no lo creen así.
Pero un concepto sobre el cual los ciudadanos de los Estados Unidos tienden a mostrarse de acuerdo, y firmemente, es la idea de que el país tiene derecho a ejercitar un control sobre sus fronteras, determinando quién ingresa al territorio nacional. Esta creencia emana del concepto que establece el carácter soberano de los EE.UU. que debe mantener la ley y el orden, en resguardo de la seguridad de todos. La idea de que miles de individuos puedan llegar a las fronteras, exigir que se les permita ingresar, y que eventualmente recurran a la violencia, sobretensionando el esfuerzo de las autoridades del gobierno de los Estados Unidos ofende a la idea central de que EE.UU. es una nación de leyes, en tanto compromete a la idea de que el pueblo estadounidense tiene todo el derecho de establecer sus propias políticas en materia inmigratoria.
Estados Unidos cuenta con leyes muy específicas en relación a temas de asilo e inmigración -que, generalmente, solo aplica en casos individuales de represión patrocinada por otro Estado. El permitir un grupo de miles de personas su ingreso al país en medio de escasa o nula supervisión solo alentaría a otros muchos a copiar esa táctica. Esta preocupación se ve motorizada por una postura cada vez más agresiva por parte del espectro político de izquierda, que insiste en que cualquier formato de seguridad de fronteras merodea con el racismo o el nativismo. Infortunadamente, esta impostura no es defendida ya solo por un puñado de extremistas. Se ha vuelto, cada vez con mayor recurrencia, el eje central de la retórica del progresismo y del Partido Demócrata estadounidense.
A comienzos de este año, el reclamo en pos de abolir a la agencia federal ICE (dedicada al control inmigratorio y de aduanas) cobró forma de un movimiento de amplia masividad y alcance y respaldado por Demócratas prominentes, como la senadora Elizabeth Warren (Demócrata, Mass.), y Kirsten Gillibrand (Demócrata, Nueva York). Es explícito el modo en que este tipo de posiciones públicas alienta a mayor inmigración ilegal, aspecto que involucra a las masivas caravanas procedentes de América Central.
Conforme ya lo analizara oportunamente Ana Quintana, analista senior para América Latina en el think tank estadounidense Heritage Foundation (en inglés, aquí), muchos de estos migrantes han sido manipulados por la ideología política de partidos latinoamericanos de izquierda, haciéndoles creer que éste es el verdadero camino para acceder a los Estados Unidos. Se trata de una táctica política empleada para sembrar caos y que, infortunadamente, pone vidas en riesgo -incluyendo la de los migrantes que se trasladan por miles de millas a lo largo de geografías peligrosas, para arribar a territorio estadounidense. 'El modo de actuar de esta caravana se origina directamente en el librillo utilizado por la izquierda para sembrar desorden y caos', apuntó Quintana. 'El timing se la novedad tiene relación directa con las elecciones legislativas en los EE.UU., en tanto que el cambio de presidente en México tampoco es algo incidental. De igual manera, ha quedado en claro que los organizadores de la caravana están más interesados en generar turbulencia, que en el bienestar de los propios migrantes'.
Por estas horas, Estados Unidos está pagando el mayor de los costos, solo porque sus ciudadanos entienden que las fronteras no deben resguardarse. La cuestión está en jaque ahora, al verificarse que la movilización de la caravana no es exclusivamente un tema inmigratorio, sino que remite directamente al hecho de que Estados Unidos es una nación soberana, en donde su pueblo cuenta con el poder de decidir sus propias leyes a tal efecto. Resta comprobar, finalmente, si el gobierno defenderá estas decisiones.
Todo lo cual explicita cabalmente el formato extremo elegido por el progresismo de izquierda a la hora de evaluar la cuestión inmigratoria.
Artículo original, en inglés, en éste link
Jarrett Stepman se desempeña como colaborador y columnista en el sitio web The Daily Signal (Estados Unidos). Reside en Washington, Distrito de Columbia.